Esto no es una postboda

… aunque a ratos podía parecerlo. Esta es la historia de bodas de la Villana de la pequeña Rusia y Bermu, de Bermudez.

Este sábado tuvimos una boda llena de complicidad, de alegría, de sorpresas y detalles.A la hora de comer nos dirijimos a casa del novio, era un chalet con preciosos rincones de madera hechos por el padre , dentro nos encontramos a la familia con todo preparado y a una preciosa perrita. Mientras a Jesús le ayudaba a vestirse una madre con una elegancia especial, desde la puerta le observaban su hermana,cuñado y padre. El ambiente era bueno, era agradable, no se palpaban los nervios de otras bodas ni el «corre que te corre». Estuvimos un rato, y entre plano y plano, alguna que otra risa y algún que otro secreto, debíamos estar preparados cuando entrásemos en la habitación de la novia…¿Por qué? Alguna foto de familia, foto reto con la perra, y nos fuimos con esa intriga del qué nos esperará.

De la casa de Jesús, nos fuimos corriendo a casa de Ana, la novia. Donde primero nos esperaba su hermano, con una gran sonrisa y ayudando a su hermana con todos los preparativos. Lo primero que hicimos, inevitablemente, fue subir a su habitación, donde sabíamos que estaba el vestido, los zapatos, la liga, y…. Globos y más globos donde podíamos leer: «¿Te quieres casa conmigo?». Pero eso no fue lo que más emocionó a «La villana de la pequeña Rusia», como la llamaba el novio, lo que empañó sus ojos de lágrimas fueron las palabras que le escribió su futuro marido en la tarjeta que había sobre la cama.

No es la primera sorpresa que le hace. A él le hemos apodado «el adivino» ya que hace 10 años, al poco de empezar, ya sabía que era la «villana» de su vida. Tocaba empezar a vestirse, y para ello tenía buena ayuda, su cuñada Rocío, su amiga Anabel y su preciosa madre enfundada en un vestido rojo, colocaban cada detalle para que todo quedase a la perfección. Después de las fotos de los preparativos y de la familia, era el momento de hacer la foto con alguien muy especial, Mía, otra debilidad que cada vez tenemos más, la perrita de la casa. A ratos no reconocía a aquella princesa que había cambiado la chupa de cuero, de momento, por un precioso vestido blanco.

Coche en marcha, bartúlos estrategicamente colocados y la canción de Carrie de fondo, tocaba el impresionante San Juan de los Reyes. La entrada fue impactante, la novia se detuvo por un momento pues la emoción era demasiada como para que pudiese dar un paso más, algunos nos asustamos Ana, ¡pensábamos que salías corriendo hacia el lado opuesto!. Menos mal que no lo hiciste, menos mal que le miraste, menos mal que volviste a sonreír y a emocionarte y le acariciaste la mejilla para darle un tierno beso. Así empezó lo que os convertiría, por fin, en marido y mujer. Aunque un buen amigo, y gran chófer, decía lo contrario… no es matrimonio hasta que no… hasta que no pasa la luna de miel. Fue una ceremonia amena, con un sacerdote agradable y divertido, y de fondo una voz que cantaba el Aleluya con todo su cariño,pues era amiga de la novia. A la salida hubo arroz, no mucho esta vez, lo que si hubo fueron pétalos de corazones y más sonrisas…

El Claustro esperaba vacío, con halos de luz que se asomaban tímidamente a través de los naranjos. Y algo que nos encantó, y que no nos había pasado en ninguna boda ; Jesús, a parte de lo atento y detallista, sacaba a bailar a la novia, no solo había besos y caricias, no, él la cogía de la mano, de la cintura, la miraba y hacía el amago de bailar. El día nos seguía dando tregua, y ¡no llovía! por lo que nos dirigimos a nuestro sitio «secreto» y nuestra vista favorita de Toledo. El cielo era perfecto, ni azul, ni blanco, ni negro. Toledo esbozaba una sonrisa para acompañar en ese día, y los novios estaban pletóricos… Un sitio difícil al que llegar pues hay que andar y que andar, y lo que solo se haría en una postboda, con permiso de Marta y Ángel, que también fueron valientes, lo hicieron ellos y mereció la pena. Entonces, volvió, volvió esa chupa de cuero que tanto nos gusta y que tan único hacía ese momento. Caminamos al coche, las cámaras siguieron haciendo su trabajo mientras tanto, y algo curioso apareció en el camino: menos mal que Jesús se dio cuenta y encontró la liga de su amada entre la arena. Una anécdota más que añadir.

El querido puente San Martín nos esperaba una vez más pero esta vez solo, como el Claustro, ¡¡¡era su día!!!! Sin duda. Un par de fotos, una carrerita, más besos y al coche. Olrey era el próximo destino.

Durante el banquete hubo miles de detalles, primero agradecer nuestra mesa rap, no sabemos rapear pero allá va; la boda estuvo genial,genial, Ana muy guapa, el novio no quedaba atrás, cha cha cha, baile había y baile habrá! (Intento de rap, perdonarnos Duzer y Loreto, buenos amigos que mencionar, pues ellos saben rapear y con la tontería el verso nos saldrá).

Después de venirnos arriba intentando hacer poesía…hemos decidido que mejor seguimos escribiendo…Nos hicisteis parte de la boda, queda demostrado en la fotografía que nos hicimos con el novio cuando pasó por nuestra mesa como si fuese la de otros invitados más. Despues del sorbete los padrinos se pusieron a leer, si, a leer el periódico del día de su boda enmarcado con todo el cariño para que fuese una bonita sorpresa, lo fue. Pero no solo eso, a las 12 salia un ramo y una canción de cumpleaños feliz pues había que felicitar a la madre de Ana, Encarnita, que se emocionó en todo momento. Ella, y los que estaban a su alrededor.

¿Os pensáis que ya hemos acabado de sorpresas? No, no, no. Tocaba, tal vez, la más especial. El encanto de la familia, Mariela, junto con la mamá de Ana, habían preparado un vídeo donde una bonita redacción sonaba mientras se veían imágenes de los protagonistas de la celebración. Menos mal que Ana estaba sentada, si no, se hubiese parado como al entrar en la ceremonia, pues la emoción, si cabe, era mayor. Hubo palabras preciosas para ambos y buenos deseos para su nueva etapa. Y de ahí al baile ya que había que tranquilizarse de tanta emoción, bueno…tranquilizarse, tranquilizarse, lo que se dice tranquilizarse… no. ¡¡¡¡¡¡Menuda coreografía se marcaron!!!!!!! Primero un baile lento de esos que permiten mirarse con acordes de Sabina en homenaje a su abuelo, luego un » no puedo vivir sin ti..no hay manera…», su canción, y por último…un flash move con montones de amigos y canciones llenas de alegría!.

El photocall tuvo éxito, las polaroid lo tuvieron más, y el cariño de todos destacó sobre todas las cosas.

Gracias pareja, por hacer todo tan fácil, por el inmenso cariño y atención, por haber sido unos novios excepcionales, por vuestra bonita historia y las infinitas sorpresas, por escribirnos al finalizar la boda con esas preciosas palabras y por demostrar al mundo lo que es la complicidad.

Feliz boda, feliz aniversario y feliz luna de miel!!!!! Nos vemos pronto!