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Lo bonito de trabajar en uno de los días más importantes de alguien es ver como todos esos planes que nos cuentan sobre el papel, cobran vida y se hacen reales rodeados de la gente que les quiere. Incluso lo mejora llegar a formar parte de ese día como invitado de una amiga más que especial y poder retratar los primeros momentos de emoción. Y es que Belén y Javi son amigos y eso hace que el trabajo tenga otra dimensión.
Esta vez nos tocaba hacer algo especial, demasiado especial. La novia era una de esas personas que han crecido y compartido todo contigo, que han llorado, han reído, de esas que guardan tus mayores secretos. Se iba a casar con su media naranja, o media langosta como dirían en nuestra querida y mítica serie Friends. Sí, un apuesto y alto, muy alto hombrecito, había conquistado el corazón de nuestra amiga a través de canciones y correos que, parece que fue ayer, rememorabamos en el coche emocionadas y nerviosas…canción 33 Brown eyed girl. Nadie mejor que él para ella. Los nervios abundaban más dentro de nuestra cámara que en la propia novia. Y tras llamar a un portero que no era, típico, alguien nos abrió esa casa llena de peques y acento argentino. Y allí estaba, tan natural como siempre mientras la maquillaban para el momento más especial de su vida. Mientras tanto…cuatro sobrinos llenos de energía recorrían por la casa en busca de su «pistola» que así llamaban ellos a su consola, ¡Menudo susto en el aeropuerto cuando se la pidiera a su madre! Hermanos y padres salían de una habitación a otra en busca de todos los completementos para ir a la perfección: ccorbatas, pamelas, gemelos…y el tiempo pasaba entre juegos y sonrisas. Después, ese momento que todas las amigas habíamos intentado adivinar; el vestido que, como decía la novia, no nos esperabamos. ¡Menuda espalda amiga! que preciosa estabas, que preciosa y que preciosa. A tu amiga no se le pasaba otra cosa por la cabeza. Y seguro que al resto, tampoco.
Mientras tanto, veíamos como a la Parroquia de Santiago el Mayor iban llegando gota a gota los invitados que hablaban en la entrada, como colocaban las flores en su lugar y del silencio tranquilo se pasaba a una burbujeante actividad. Entre una nube de niños que venían a visitar la iglesia, vimos aparecer a Javi con paso tranquilo y una gran sonrisa. Desde que subió la escalera no dejó de ser abrazado por los invitados más madrugadores mientras nos decía «que esto no estaba tan mal». Sonrisas a contrarreloj mientras los paipais volaban para lo que estaba por venir, que era un calor más que agradable.
Entre foto y foto y mientras Javi esperaba al resto de invitados…, más detalles, esta vez tocaba el velo, un momento tremendamente importante porque no siempre se tiene el privilegio de terminar de vestir a una amiga . El reloj no dejaba minutos para nada más,asi que tocaba recoger mochila, hacer las últimas fotos en familia y dar ese achuchon a la novia donde se decian mas cosas que con palabras.
La llegada de la novia pilló a los más tardones entrando a la parroquia, por lo que el novio tuvo que avisarles con un «¡todos para dentro!» que rápidamente despejó la zona. Con Belén saludando nerviosa desde el coche junto a su padre, esperamos un poco por unos gemelos perdidos (uno de esos contratiempos de última hora) y mientras tanto, como quien no quiere la cosa, vimos un poco de magia aparecer en el momento en el que se vieron por primera vez. Javi se acercó al coche y a través de esa ventanilla bajada a medias con solo una preciosa mirada se dijeron muchas cosas. ¡La emoción estaba servida! Después, la ayudó a bajar del coche mientras Belén se colocaba y contenía los nervios como había prometido que haría… ¡sin llorar! aunque no fue por falta de ganas.
Primero el novio y la madrina llegaron al altar para esperar allí a la novia y al orgulloso padrino que recorrieron el pasillo a contraluz saludando a todos. El haberse visto fuera no quitó ni un ápice de dulzura en esa mirada de reencuentro. Las palabras del novio dando la bienvenida fueron el comienzo de una ceremonia preparada a conciencia en la que participaron muchos de los presentes, algunos con la voz estrangulada al subir al ambón. La música fue su compañera con esa alegría que nos encanta percibir y que iba intercalándose tras las palabras y los momentos más importantes. La sensación de estar justo donde uno quiere estar en el momento del «sí, quiero», nos puso los pelos de punta. Estaban en casa y es que efectivamente la Parroquia de Santiago el Mayor es un hogar.
Tras las fotos generales de familia, enfilaron el pasillo y se abrieron las puertas. La salida fue algo accidentada porque el arroz vino acompañado de algún que otro tubo de confeti explosivo que recibió Javi sin esperarlo. Cuidado, ¡qué tienen potencia de fuego! Aún y así, no dejaron que se estropeara el momento y acabaron llenos de arroz y abrazando a los suyos a manos llenas. Por fin podían acercarse a ellos uno por uno para felicitarlos ya como marido y mujer.
Aunque la ceremonia se había alargado, aún nos dio tiempo de hacer una parada en el Puente de Alcántara para unas fotos y unos clips en pareja. Con esas bonitas vistas del casco y del Tajo, el sol de justicia nos alegraba el momento y es que en toda la semana no había hecho más que llover a cántaros. Con todos pendientes del hombre del tiempo, el día no podía salir más bonito para este raro mes de julio.
Nos contaban que justo unos años atrás estaban paseando ese mismo día y a esa misma hora por la zona… ¿con pantalones largos? Entre anécdotas como esa, fuimos paseando, parando, buscando rincones (mejor si eran a la sombra) para pedirles algún beso robado, aunque no hiciera mucha falta. No necesitaban mucho consejo para abrazarse y hasta los «casi besos» los hacían con prisa. Sin poderse aguantar ni la risa ni los besos. Después de unas cuantas fotos más, nos fuimos con la imagen de la espalda de Belén, porque con ese vestido…¡era para lucirla! 😉 Ya les esperaban en el Restaurante Asador Las Nieves para comenzar con la siguiente parte: la fiesta de boda.
Siguieron la alfombra roja y llegaron a la entrada mientras la gente les ovacionaba al bajar la escalera que llevaba al cóctel. Y desde que pusieron sus pies en el último escalón, no hicieron otra cosa que aprovechar el tiempo de relax, ya con los nervios olvidados en la parroquia. Aprovecharon también para hacer todas esas fotos de grupos que quedaban pendientes ya que todo el mundo quería una con los protagonistas. Y había bastantes, ¡a cada cual más grande! Entre picoteo y refresco, nos colamos en el salón para hacer fotos de la sorpresa que les esperaba a cada invitado en su asiento. Nos lo había chivado un pajarito y nos encantaron las reacciones de la gente al abrir aquí y allá ese sobre misterioso.
Ya con todo el mundo dentro, empezó a sonar la música y entraron ellos serpenteando y bailando entre los aplausos y pañuelos girando en el aire. Otro momento para enmarcar que acabó en la mesa 10 con esos ramos a dos amigas especiales con los que Belén quería tener un gesto de cariño entregando dos mini ramos. Fue un momento muy especial cargado de significado que acabó con muchas lágrimas de emoción pues no se lo esperaban. El banquete fue tranquilo y muy agradable, con luz entrando por los ventanales y las conversaciones y la música adornando la comida. Nosotros tuvimos también nuestro rincón de operaciones, cosa que les agradecemos muchísimo. Ambos saben lo importante que es trabajar así de bien. Pasaron los minutos y llegó el postre junto con una señal invisible junto con algunas amigas de Belén (nuestra Amanda incluida) bailando y sujetando regalos mientras se paseaban hasta la mesa nupcial. Cada uno con un mensaje, una broma o un detalle especial que les hizo sonreír y también llorar. Todo es poco para crear recuerdos, como ese abrazo en grupo donde había más de una lágrima.
Los hermanos empezaron a pasar por las mesas entregando regalillos y puros, mientras Belén, Javi y los padres de ambos aprovechaban ver qué tal estaban sus invitados ya en la sobremesa del café. Algunos fumando fuera, otros con los preparativos del «candy bar» y los disfraces para la fiesta, los niños jugando los primeros en la pista de baile… Había llegado el momento que más nervios le producía a Javi… la apertura de la fiesta con su vals… ¡y salieron vivos! Después de compartir unas vueltas con sus padres entre risas, a una señal el tranquilo banquete pasó a llenar la pista de baile con pequeños, medianos y mayores. No podemos desvelar nada de lo que sucedió después pero dimos fe de algún desmelene, una conga y un manteo sorpresa del novio que nos encantó presenciar. ¡Cómo nos gustan los invitados gamberros!
Gracias a todos por hacernos nuestro trabajo lo más fácil posible, por las palabras de ánimo y sobre todo a Belén y Javi por pensar tanto en que también nosotros estuviéramos bien, en un día con tantas emociones para ellos. Pero sobre todo gracias por elegirnos para ese día, el más especial, y dejarnos contarlo. Fue todo un placer llorar y sonreír con vosotros. ¡Qué seáis muy felices!