Iglesia de San Juan de los Reyes

Tan guapos que no parecen humanos

De todos los días de la semana, decían que el más caluroso iba a ser el sábado y, aunque el sol brillaba con fuerza, pudimos aguantarlo hasta el final. Tal vez fue por la alegría, los nervios silenciosos y la emoción de aquel día.

Después de pararnos a comer algo para que no nos rugiera el estomago, fuimos a casa del novio, Mario. Cuando llegamos, ya tenía la sonrisa puesta como complemento y lo no sabemos es si en algún momento la pierde. En la suite de nuestro querido Cigarral del Bosque estaban también sus padres y su hermana Tere que nos dejó la frase del día «estás tan guapo que no pareces humano» y es cierto, ya sin vestir tenía luz.

Primero hicimos fotos al traje y a los detalles del novio. Probablemente uno de los más ingeniosos que hemos visto a lo largo de los años, fueron los gemelos de Tesla. Un guiño a su profesión de ingeniero y que pasó de broma a realidad. No pudimos reírnos más, ¡menudo novio original teníamos! A medida que se iba vistiendo, empezaba a oler a boda y aunque parecía que no estaba nervioso…nosotras no nos lo creíamos del todo. Estaba perfecto, tirantes, corbata azul y sus imprescindibles de belleza. Por eso no quería hacer nada que le estropease el traje y aún así… ¡se atrevió a volar en la cama! Si es que con novios así, da gusto.

Después de unas bromas, jugar con los reflejos y disfrutar de las maravillosas vistas de la terraza, hicimos algunas fotos familiares. Al principio a su papá no le hacían mucha gracia, pero al final resultó ser un buen acompañante mientras ayudaba con la chaqueta. A las dos mujeres de la familia que estaban allí, tampoco se les daba nada mal y le echaron una mano con tirantes y gemelos. La luz, las bromas y esa tranquilidad sólo nos invitaba a llenar más tarjetas pero tras despedirnos con las fotos del pasillo y un selfie, cambiamos de rumbo.

Poco después, y mientras recordábamos antiguos buenos momentos, llegamos con mucha ilusión a casa de Coco. Y menuda casa bonita, grande y sobre todo… ¡llena de vida! Allí se encontraban tres de los dieciséis sobrinos que tiene la pareja. Tres niños preciosos, Luis, Lucas y Leo, que se encargaban de poner diversión a aquel momento. También estaban sus hermanas, su cuñado y sus padres.Todos nos trataron estupendamente y nos alimentaron con ricas albóndigas, pisto y queso. ¡Menuda suerte! Gracias familia.

Cuando entramos al salón, nos encontramos a la novia con Cristina, la otra hermana del novio, que maquilla a todas las novias de la familia. Nadie lo hace mejor y con más cariño que ella. Coco parecía una actriz famosa, una modelo o una princesa de Disney. No sabemos exactamente qué, solo sabemos que estaba realmente bonita. Mientras daban los últimos retoques al maquillaje y nosotras comíamos disimuladamente las albóndigas, nos pusimos con los detalles. Esta vez no había nada de Tesla, pero un impresionante vestido blanco, sencillo y con finos adornos no necesitaba muchos más complementos. 

Tras colgarlo en una de las lámparas del salón, dimos rienda suelta y disfrutamos. Entre toma y toma aparecía alguno de los sobrinos para alegrarnos y seguidamente algún adulto intentando localizarlos… ¡menudos terremotos! Nos encanta la naturalidad y allí había a raudales. Pronto veías un juguete en el sofá que a la novia comiendo plátano y pisto. Nunca hemos hecho fotos a la novia comiendo, pero es que a Coco le quedaba hasta bien. Aprovechamos cada momento y el resultado fue estupendo. También nos encontramos con un impresionante Jeep decorado para la ocasión donde los peques disfrutaban como auténticos aventureros, los peques y Coco para que nos vamos a engañar.

Las manecillas del reloj seguían girando, así que la novia y el resto de familia tenían que empezar a vestirse. Entre ellos los niños de la casa que iban como un pincel. Cuando le tocó a la protagonista, tuvimos anécdotas sexis que realzaban la figura, y un camisón que pasó de generación en generación. El proceso de transformación oficial en la novia se iba dando. Su madre le ayudó a vestirse y los tres peques a ponerse, con grandes esfuerzos, los zapatos. Ya estaba casi lista, sólo le faltaban los pendientes y ese fue el momento perfecto para unir a las tres hermanas. Unas fotos familiares… ¡y a correr, que no llegamos a la ceremonia!

Llegando a San Juan de los Reyes tuvimos la inmensa suerte de encontrar aparcamiento en la puerta. Para envidia de algunos como nuestros queridos novios Marta y Jaime. También coincidimos con la llegada flamante del novio, así que aprovechamos para hacer algunas fotos de los encuentros familiares y el ambiente que empezaba a crearse. La iglesia, siempre impresionante, estaba engalanada para la ocasión. Allí ya esperaban los más madrugadores y los músicos. De repente, rugiendo en el jeep junto a su cuñado Luis y al ritmo de «Grandson blood water», llegaba la novia levantando los brazos en señal de alegría. Todos los que se quedaron fuera esperando su llegada, la saludaron a gritos. El novio ya sabía que su futura mujer había llegado.

La ceremonia se hizo corta, eso sí, los abanicos no faltaron. Allí nos encontramos a nuestros queridos Manolos, Irene, Juanfer, Maripaz, Isa, Nacho, Pepe, Javi, Isma, Cris…y nuestra debilidad Ani, entre otros, pues la familia es incontable. La emoción no faltó en aquella ceremonia y algún tirón de orejas del párroco tampoco. Miradas, sonrisas y emoción, pues la música en directo ponía los pelos de punta. El sol les esperaba en la salida, así como los abrazos y los piropos de su gente. Besos, alguna lágrima de emoción y gritos de alegría fueron protagonistas nada mas salir. El reloj corría y por eso nos fuimos hacia el Claustro corriendo… y ¡menos mal! Porque pudimos pasar justo a tiempo.

Recorrimos los pasillos parando casi en cada ventanal y no había un momento donde estuvieran serios.Ellos siempre tienen esa química especial, pero ese día estaban radiantes y no hicieron falta más que unos besos bajo esa bonita luz para inmortalizar el momento.
Cuando llegamos a nuestro sitio secreto dimos un bonito paseo bajo el sol, que pese a ser intenso, nos permitió hacer fotos preciosas con Toledo de fondo y algunos arrumacos cariñosos. Los tacones no fueron un impedimento para subir donde hiciese falta y tener las mejores vistas. Tras unas cuantas anécdotas sobre fantasmas y un momento fan del jeep, nos dirigimos hacia el cóctel.

En el Cigarral El Bosque esperaba todo el mundo emocionado y ansioso por ver a los novios. Les recibieron entre los aplausos y abrazos de todos los sobrinos. Los pinchos no faltaron, tampoco el agua fría que tanto necesitábamos. Allí disfrutaron de su gente, de momentos de risas y ya con más tranquilidad hicimos las fotos familiares y de amigos, que no podían faltar. La entrada y el brindis dieron el pistoletazo de salida a lo que prometía ser una gran cena y no defraudó. Estuvo llena de cariño, de sorpresas como los ramos, los regalitos y un vídeo precioso con el sello de su cuñada Valle, donde evidentemente, la emoción y las risas no faltaron. Todo el mundo deseaba que llegase el momento de la discoteca y es que tenían una sorpresa muy especial… ¡¡música en directo!!

Que gran empiece el de la discoteca: bajo, batería y guitarra ¡Menudos cracks! La canción del baile de los novios la cantó su sobrina, haciendo del momento algo para recordar. También el novio sorprendió con una canción dedicada a su mujer y a partir de ahí la noche se arrancó y poco vimos a Manolo, nuestro cantante favorito coger el micro. Los amigos se animaron a un bombardeo, las amigas no se quedaron atrás y en la pista de baile no cabía un alfiler. Ya cuando nos íbamos, vimos de fondo que también iba a salir la hermana de Coco. Al final, quizás se animaran hasta los camareros. ¡Menuda fiesta y menudos buenos músicos!

Decíais que estábamos siempre pendientes, pero en realidad somos nosotras las que estamos agradecidas. Mario, Coco y familia, gracias por mirar más allá y tratarnos con esa dulzura y ese respeto. Por vuestras infinitas sonrisas, por ser tan atentos y por confiar en nosotras para inmortalizar ese día. ¡Os deseamos toda la felicidad del mundo!

Volar cometas por el cielo

El sábado lloramos, sí, lo tenemos que reconocer. Fue una boda de muuuuuchas emociones y detalles que jamás habíamos visto. Óscar y Emma se casaban, llegaba el momento tan esperado. Al llegar a casa de la novia nos encontramos a Bubu, una preciosa perrita peinada a la perfeccion y con un tutú que demostraba el día tan especial que era. Rápidamente se oyó un «hola chicas», era Emma que nos saludaba mientras la estaban maquillando y que más que de una novia, aquel lugar parecia el de una verdadera artista. Todo lleno de maquillaje, pinzas, brochas y como no podía faltar, un espejo lleno de luces de esas que convierten un rinconcito en un camerino. Entre todos los espejos buscabamos la mejor foto con Bubu dando el toque gamberro a aquel momento. Mientras tanto, nos acercamos al salón donde Azu, la mamá de la novia,nos había preparado un precioso bodegón con los zapatos, arras, anillo de pedida, abanicos, pendientes y flores, muchas flores. Duró poco, pues los movimos por todos los rincones de la casa. El vestido era el protagonista: parecía enmarcado y tenía luz propia. Entre complemento y complemento se coló una bandera. Aquella bandera de España que bajó junto al novio en su salto desde 4000 metros para emocionar a Emma con la frase «¿Te quieres casar conmigo?». Una pedida de altura, si me permitís la broma.

Detallito por aquí, foto por acá y era la hora de ir a por el novio. Al entrar en la casa de Óscar, nos encontramos con Fofi, un gran amigo, que a nosotros nos demostró ser uno más de aquella familia. También estaban las peluqueras que hacían su trabajo con la dama de honor, los niños y por supuesto la madrina. Reyes, nos alegró mucho verte ¡con esa sonrisa que te caracteriza! Pero… ¿ y Óscar?. Algo curioso nos pasó, él era el que no había llegado de la peluquería. Al poco entró peinado a la perfección, bromeando con su amigo y directo a darse una ducha para refrescarse de ese calor que empezaba a aparecer. Entre tanto, nos asomabamos por las habitaciones para recoger el impactante vestido de la madrina, la llegada del hermano y la calma de los niños mientras veían los dibujos.

De repente, le vimos salir ya casi vestido y así comenzamos a hacerle fotos. Era el momento de dar los últimos remates en su habitación, llena de fotos de Emma y de un bonito coche rojo. Para ese momento, quién mejor que su hermano que se quejaba de que en su boda «nadie le había vestido». No todos tienen esa suerte, la verdad… Los gemelos, la corbata, el chaleco y … ¡alguien había perdido los zapatos!. O eso se oía por los pasillos, sí, los zapatos del papá del novio se habían escondido para poner la anécdota de la mañana. Entre todos hicimos los interrogatorios como si de una película de policías se tratase; ¿cómo eran? ¿dónde los vísteis por última vez?. Menos mal que se encontraban en un armario y todo salió bien. Eso sí, destacar la tranquilidad de Eduardo, el papá, ¡qué gusto de hombre!.

Luego tocaban las fotos de familia y mientras Óscar ya estaba preparado y algo nervioso comiéndose un yogurt… Emma comenzaba con uno de los momentos mas bonitos de la boda: vestir a la novia. Para ello se encargó otra de sus damas, Diana, que sería nuestra estilista en la boda: medias, liga, vestido, zapatos.. Todo colocado a la perfección y sin apenas dificultades. Entonces, apareció el padrino vestido de policía con un uniforme precioso que hacía aquel momento todavía más especial. Tocaban las fotos de familia, primero con el padrino, después con la mamá de la novia (en todo momento pendiente de nosotras) y luego la abuela María, un encanto de mujer que nos ofreció su casa y que valoraba nuestro trabajo como la que más. La emoción no se pudo contener, nos encanta.

Al poco llamaron a la puerta. Eran los sobrinos, el futuro suegro con zapatos nuevos y la preciosa cuñada que también era una de sus damas de honor. Fotos por aquí, más fotos por allá y derechitas a San Juan de Los Reyes donde ya nos esperaban. Llegando con algunos minutos, nos dío tiempo a preparar todo y oír las herraduras de unos caballos pisar la calzada, señal de que había llegado… ¡la calesa de la novia!. Óscar, que no podía estar mejor para la ocasión, la esperaba junto con su madre, una impresionante madrina con un vestido aguamarina y una mantilla colocada a la perfección. Llegaba el momento de dar el salto al vacío.

La entrada se hizo esperar pero qué maravilla de minutos esperando pues el rayo de sol que salía por una de las preciosas ventanas de San Juan, iluminaba a la novia como si de un angel se tratase. La música comenzó a sonar y la novia se acercó al altar tapada con su velo para ser desvelada por su padre al entregarla a Óscar. Una tradición que han querido conservar. Fue una ceremonia con más de una sonrisa de esas que no se pueden aguantar, con canciones preciosas de un coro flamenco que puso toda su pasión en cada letra, de miradas y de muchos abanicos. Al finalizar hicimos las correspondientes fotos en el altar y esperamos la ansiada salida llena de petalos y arroz. En es esta ocasión más de los primeros que de los segundos ¡menos mal!. Besos y achuchones para los recién casados e incontables turistas haciendo fotos… Y el tic tac del reloj pasaba… Nosotras ansiosas por lo que llegaba pues eramos las únicas que conocíamos la esperada sorpresa. Unas fotos rápidas en el claustro y derechos al Cigarral de las Mercedes. ¡Nervios ON!.

A la llegada aparcamos corriendo y entonces surgió una de esas relaciones de complicidad. El guardia de seguridad nos dijo que echásemos el coche para atrás y nosotras… En vez de arrancarlo le quitamos el freno de mano y lo empujamos. Fue el momento en el que toda la tensión de la sorpresa se transformó en carcajadas, ¡qué genio!. Cogimos las cámaras y salimos corriendo hacia un sitio secreto. Allí estaba la calesa con sus dos caballos blancos y Faraón, un precioso caballo negro azabache que tenía una papel muy importante. Iba a ser el primer ser vivo que bailase con la novia, sí sí, nada de marido, un caballo. Y no hemos visto nada tan mágico. Que nos perdonen los bailes de los novios pero es una historia preciosa y es que Emma cumplio su sueño y superó todos los miedos enfrentandose a un caballo impactante, no un pony, un buen caballo. La música era una bonita cancion dedicada a las madres. La emoción fue tal que no hubo lagrimillas, hubo llanto. ¡Qué bonito! ¡qué miradas hacia el caballo! ¡qué gran jinete! y qué impactados quedaron todos. Por supuesto, qué valiente la novia, no por el caballo si no por atreverse con algo tan original, por superar los miedos y por lo bien que baila. Es de admirar. Estamos seguras que además de nosotras, todos lo pensaron mientras ambos giraban en círculos siguiendo sincronizados la coreografía que tanto tiempo habían estado preparando. Mientras, todos los invitados, Óscar y las dos mamás se emocionaban en la primera fila. Precioso detalle que aprovechamos nosotras también para saludar a las nuestras a las que tanto queremos y de las que nos acordamos tanto en esa sorpresa.

Después había que recuperarse con un buen coctel dónde nos encontramos a nuestro amigo Carlos Muñoz, el mejor cortador de jamon de este mundo y de otros. Y nosotras que hacemos filetes… ¡Qué penica!. Bandeja por aquí, conversación con los que hacen posible que Las Mercedes quede así de bonita, fotos de grupo y a comer en dirección a la carpa. Pensabamos que se habían acabado las sorpresas por un instante…pero ni de broma. Los novios entraron con una preciosa cancion de Cèlin Dion entre aplausos y el calor de la gente, el brindis fue precioso, aqui ya empezaba la emocion pues nos encantó un bonito detalle de Óscar ya que se lo dedico a la gente y subió la copa para dedicarselo a aquellos que no estaban fisicamente, pero que los acompañaban de otra manera mas especial. Despues, tocaba relajarse, pero los gritos de un divertidisimo Fofi, «que vivan los novios», volvieron a hacer sonreir a toda la boda.

Riquísima comida, y entre plato y plato más sorpresas, esta vez una de Óscar a sus padres. Una que ni nosotras sabíamos y es que le nació la misma mañana de la boda. Les dio en petit comité sus dos medallas militares que tanto trabajo cuestan conseguir. Emocionante, los ojos del padre se empañaron y con serenidad y orgullo se fundió en un abrazo con su hijo, las lágrimas de la madrina brotaron mostrando la debilidad de aquella madre por su «niño». Un regalo lleno de significado donde nos emocionamos todos. Pero ésto no había acabado ya que Emma tenía otra sopresa para su ya marido, una foto de ambos con una frase que expresaba todo el amor que sentía. Menos mal que después nos recuperamos gracias a los nuevos gritos de «¡que vivan los padres y los padrinos!».

Era el momento de la liga, la corbata, y parte y solo parte, de los calzoncillos. Le hicieron un círculo y allí pasó de todo con la tijera, escapando por los pelos de algo más grave. Intentó aguantar pero, Óscar… Eran demasiados amigos. Así llegamos al postre y del postre a otra sopresa, esta vez antes del baile. En el césped esperaban «los amigos del patio» de Óscar, esos amigos que tienes toda la vida con los que te crias y por los que tienes debilidad. Un pequeño paracaidas esperaba sujeto por todos con el fin de mantear al novio, al novio y a algun otro amigo.. ¡Qué alegría da ver a los amigos de toda una vida formar esa piña!.

Después el baile coreografiado y donde se volvió a notar el cariño de la gente y entre la pareja. Baile con lo padres, y más baile…
Emma decidió que ya estaba bien y se cambió de vestido a uno más ligero para hacer especial el momento canción de grupo. Para todos hay canciones especiales que marcan pero la de este grupo titula este post. Cuando los novios entraron, todos empezaron a cantar a pleno pulmón “Cometas por el cielo”, en esta boda, todo era de altura. Una docena de aguerridos «hombretones» gritando y saltando en piña con La oreja de Van Gogh. ¡Y tan contentos!.

Después, unas sevillanas para rematar la fiesta. Y de las Mercedees.. A la Venta del Alma donde los novios dejaron todo preparado con puestos de chuches, llenos de detalles para el novio por parte de su mujer, y un lugar perfecto para acabar la noche. Al entrar fueron los que tiraron el confeti a los invitados para agradecerles su asistencia, empezando la segunda fiesta y donde habían aguantado los invitados de todas las edades. Acabamos llenas de besos, de Azu, la mamá de la novia que tanto nos cuidó y tan guapa iba, de María, la abuela mas cariñosa del mundo, de Domi, la impactante madrina y de infinitos invitados que nos demostraron su agradecimiento. Pero para agradecer ya estamos nosotras. Gracias por confiar en nuestro trabajo, por regalarnos tantos recuerdos bonitos de una boda, por emocionarnos de una manera especial, por la rica comida, y por hacer que la cámara se llene de momentos especiales.

Gracias a todos los compañeros con los que nos topamos en cada boda, como los de Wfilm con los que coincidimos en esta locura de trabajo que nos encanta.

¡Qué seais muy felices, pareja!

Esto no es una postboda

… aunque a ratos podía parecerlo. Esta es la historia de bodas de la Villana de la pequeña Rusia y Bermu, de Bermudez.

Este sábado tuvimos una boda llena de complicidad, de alegría, de sorpresas y detalles.A la hora de comer nos dirijimos a casa del novio, era un chalet con preciosos rincones de madera hechos por el padre , dentro nos encontramos a la familia con todo preparado y a una preciosa perrita. Mientras a Jesús le ayudaba a vestirse una madre con una elegancia especial, desde la puerta le observaban su hermana,cuñado y padre. El ambiente era bueno, era agradable, no se palpaban los nervios de otras bodas ni el «corre que te corre». Estuvimos un rato, y entre plano y plano, alguna que otra risa y algún que otro secreto, debíamos estar preparados cuando entrásemos en la habitación de la novia…¿Por qué? Alguna foto de familia, foto reto con la perra, y nos fuimos con esa intriga del qué nos esperará.

De la casa de Jesús, nos fuimos corriendo a casa de Ana, la novia. Donde primero nos esperaba su hermano, con una gran sonrisa y ayudando a su hermana con todos los preparativos. Lo primero que hicimos, inevitablemente, fue subir a su habitación, donde sabíamos que estaba el vestido, los zapatos, la liga, y…. Globos y más globos donde podíamos leer: «¿Te quieres casa conmigo?». Pero eso no fue lo que más emocionó a «La villana de la pequeña Rusia», como la llamaba el novio, lo que empañó sus ojos de lágrimas fueron las palabras que le escribió su futuro marido en la tarjeta que había sobre la cama.

No es la primera sorpresa que le hace. A él le hemos apodado «el adivino» ya que hace 10 años, al poco de empezar, ya sabía que era la «villana» de su vida. Tocaba empezar a vestirse, y para ello tenía buena ayuda, su cuñada Rocío, su amiga Anabel y su preciosa madre enfundada en un vestido rojo, colocaban cada detalle para que todo quedase a la perfección. Después de las fotos de los preparativos y de la familia, era el momento de hacer la foto con alguien muy especial, Mía, otra debilidad que cada vez tenemos más, la perrita de la casa. A ratos no reconocía a aquella princesa que había cambiado la chupa de cuero, de momento, por un precioso vestido blanco.

Coche en marcha, bartúlos estrategicamente colocados y la canción de Carrie de fondo, tocaba el impresionante San Juan de los Reyes. La entrada fue impactante, la novia se detuvo por un momento pues la emoción era demasiada como para que pudiese dar un paso más, algunos nos asustamos Ana, ¡pensábamos que salías corriendo hacia el lado opuesto!. Menos mal que no lo hiciste, menos mal que le miraste, menos mal que volviste a sonreír y a emocionarte y le acariciaste la mejilla para darle un tierno beso. Así empezó lo que os convertiría, por fin, en marido y mujer. Aunque un buen amigo, y gran chófer, decía lo contrario… no es matrimonio hasta que no… hasta que no pasa la luna de miel. Fue una ceremonia amena, con un sacerdote agradable y divertido, y de fondo una voz que cantaba el Aleluya con todo su cariño,pues era amiga de la novia. A la salida hubo arroz, no mucho esta vez, lo que si hubo fueron pétalos de corazones y más sonrisas…

El Claustro esperaba vacío, con halos de luz que se asomaban tímidamente a través de los naranjos. Y algo que nos encantó, y que no nos había pasado en ninguna boda ; Jesús, a parte de lo atento y detallista, sacaba a bailar a la novia, no solo había besos y caricias, no, él la cogía de la mano, de la cintura, la miraba y hacía el amago de bailar. El día nos seguía dando tregua, y ¡no llovía! por lo que nos dirigimos a nuestro sitio «secreto» y nuestra vista favorita de Toledo. El cielo era perfecto, ni azul, ni blanco, ni negro. Toledo esbozaba una sonrisa para acompañar en ese día, y los novios estaban pletóricos… Un sitio difícil al que llegar pues hay que andar y que andar, y lo que solo se haría en una postboda, con permiso de Marta y Ángel, que también fueron valientes, lo hicieron ellos y mereció la pena. Entonces, volvió, volvió esa chupa de cuero que tanto nos gusta y que tan único hacía ese momento. Caminamos al coche, las cámaras siguieron haciendo su trabajo mientras tanto, y algo curioso apareció en el camino: menos mal que Jesús se dio cuenta y encontró la liga de su amada entre la arena. Una anécdota más que añadir.

El querido puente San Martín nos esperaba una vez más pero esta vez solo, como el Claustro, ¡¡¡era su día!!!! Sin duda. Un par de fotos, una carrerita, más besos y al coche. Olrey era el próximo destino.

Durante el banquete hubo miles de detalles, primero agradecer nuestra mesa rap, no sabemos rapear pero allá va; la boda estuvo genial,genial, Ana muy guapa, el novio no quedaba atrás, cha cha cha, baile había y baile habrá! (Intento de rap, perdonarnos Duzer y Loreto, buenos amigos que mencionar, pues ellos saben rapear y con la tontería el verso nos saldrá).

Después de venirnos arriba intentando hacer poesía…hemos decidido que mejor seguimos escribiendo…Nos hicisteis parte de la boda, queda demostrado en la fotografía que nos hicimos con el novio cuando pasó por nuestra mesa como si fuese la de otros invitados más. Despues del sorbete los padrinos se pusieron a leer, si, a leer el periódico del día de su boda enmarcado con todo el cariño para que fuese una bonita sorpresa, lo fue. Pero no solo eso, a las 12 salia un ramo y una canción de cumpleaños feliz pues había que felicitar a la madre de Ana, Encarnita, que se emocionó en todo momento. Ella, y los que estaban a su alrededor.

¿Os pensáis que ya hemos acabado de sorpresas? No, no, no. Tocaba, tal vez, la más especial. El encanto de la familia, Mariela, junto con la mamá de Ana, habían preparado un vídeo donde una bonita redacción sonaba mientras se veían imágenes de los protagonistas de la celebración. Menos mal que Ana estaba sentada, si no, se hubiese parado como al entrar en la ceremonia, pues la emoción, si cabe, era mayor. Hubo palabras preciosas para ambos y buenos deseos para su nueva etapa. Y de ahí al baile ya que había que tranquilizarse de tanta emoción, bueno…tranquilizarse, tranquilizarse, lo que se dice tranquilizarse… no. ¡¡¡¡¡¡Menuda coreografía se marcaron!!!!!!! Primero un baile lento de esos que permiten mirarse con acordes de Sabina en homenaje a su abuelo, luego un » no puedo vivir sin ti..no hay manera…», su canción, y por último…un flash move con montones de amigos y canciones llenas de alegría!.

El photocall tuvo éxito, las polaroid lo tuvieron más, y el cariño de todos destacó sobre todas las cosas.

Gracias pareja, por hacer todo tan fácil, por el inmenso cariño y atención, por haber sido unos novios excepcionales, por vuestra bonita historia y las infinitas sorpresas, por escribirnos al finalizar la boda con esas preciosas palabras y por demostrar al mundo lo que es la complicidad.

Feliz boda, feliz aniversario y feliz luna de miel!!!!! Nos vemos pronto!

Pareja mojada, fotografas afortunadas

Creíamos que nos había pasado de todo pero no. Nunca dejáis de sorprendernos.

Nos gusta decir que una peluca azul nos unió. Y después de eso, muchas más cosas han ido sumando puntos con esta bonita pareja que nos emocionó y de qué manera.

De primeras, la casa de Adriana era un laberinto de portales, donde veíamos todos los números menos el de la protagonista del cuento. Sin embargo, no tardamos en encontrar lo que buscábamos: la novia, con una tímida sonrisa, nos abrió la puerta al lado su madre y su abuela, que acababan de llegar de la peluquería. Después de ajustarse ese liguero que siempre nos da quebraderos de cabeza, fuimos juntas a ver el precioso vestido que colgaba nada más abrir la puerta del dormitorio y que hacia juego con el impactante recogido que tanto favorecía a la novia. Todos se preparaban, no parecía haber nervios pero los minutos del reloj no dejaban de pasar, se oían preguntas muy típicas en aquellos momentos, ¿ Cariño, has visto mi corbata? ¿Dónde está el ramo? ¡Mamá el velo!

La luz de este octubre nublado y lluvioso se colaba suave por la ventana y nos mostraba miradas, gestos entrañables, y mucha confianza. Después de fotos de detalles y bonitos retratos a contra luz, era hora de colocar el velo. Una tarea de nuevo para las mujeres de la casa, tres generaciones que trabajaron en equipo y con la mayor delicadeza. Tampoco tardó en llegar el papá con el ramo de la novia para poner la nota de humor y sumar con sus bromas. ¡De margaritas decía que era!. Padrinos así, los quiere todo el mundo! Unas cuantas fotos aquí y allá, algunas en familia y… era hora de ponerse en marcha hacia la Iglesia. A pesar de irnos echando de menos a su precioso perro Bruce, nos alegró saber que estaba en buenas manos.

La lluvia parecía querer caer en aquella preciosa puerta de San Juan de los Reyes donde se encontraba Adriana con su padre a la espera de oir los violines que le cedian la entrada por aquella alfombra roja. Al final de esta, un apuesto novio que contaba los minutos del reloj.
En la ceremonia hubo lágrimas, muchas, la emoción se notaba en cada frase entrecortada, en cada suspiro y cada mirada a aquel techo que compite con el mismo cielo. Las palabras del sacerdote hacían recapacitar a cualquiera, pues fueron más allá de una simple misa, y por supuesto los pañuelos brotaban de bolsillos y bolsos como si de magos se tratase.

Pero no solo las personas se emocionaron, también lo hizo el cielo. A la salida les esperaba el arroz que habían tintado y secado con el mayor mimo para que, hasta eso, también fuese especial. Arroz y confeti y una estampa de película entre paraguas y turistas que no perdían detalle de la escena. Nosotras felices, encantadas. Rápido apareció un precioso paraguas para cobijar a la novia que ofreció un huequin a todo el mundo. ¡Pero… Sánchez de Rojas, se moja! 😛

Nuestros pasos se encaminaron a aquel increíble Claustro donde las miradas no cesaron, al revés, la gente se paraba sin ningún miramiento para fotografiar a los novios. Piropos y felicitaciones en todos los idiomas y en cada esquina de aquel mágico lugar.

Próximo destino ; El puente San Martín, más bonito que nunca, toledano puro y con pinceladas londinenses para acoger besos y sonrisas tímidas de los novios.

Y por último esa silueta de la capital imperial en el Parador, donde acabamos tomándonos unas ricas aceitunas y unas coca colas en compañía de los novios y los amigos, ya conocidos nuestros de bodas anteriores. Íbamos con tiempo de sobra pero la novia bastante aguantó con el vestido y el velo mojado, así que era momento de quitárselo.

El cóctel empezó con una buena traca que prepararon los amigos en la Venta de Aires. Los reflejos del agua y la luz en el suelo de aquel patio, lo hacían todavía más acogedor. Mientras la gente estaba distraída entre aperitivo y aperitivo, nosotras preparabamos con todo el cariño el photocall. Ya sabemos que las pelucas son importantes para Jose.

Tras el cruce de unas salas, el salón nupcial. Todo cuidado hasta el mínimo detalle. Ramos de flores para las mujeres principales de la familia, notas de agradecimiento en cada cubierto de los invitados, y chapas divertidas que acabaron en todos los trajes. Y cual fue nuestra sorpresa, que después de fotografiar todo aquello, nos dimos cuenta que estábamos sentadas en una mesa de invitados, con nuestro nombre en el sitting planing, nuestra chapa, nuestra nota, y todo aquel cariño que pusieron en nosotras.
Esta vez la emoción y las lágrimas fueron nuestras.

Durante toda la cena se oían canciones de los “chipirones” y las “medusitas”, ¡vaya cóctel de mar que tienen como amigos!. Las copas y los platos sirvieron de instrumentos y “que bote…que bote…” fue una gran canción… yo sé de una que tuvo que botar también llena de vergüenza. Pero lo especial de la cena no había llegado. Conexión con Guatemala. La tia de la novia estaba lejos, pero gracias a las nuevas tecnologías la lejanía es inexistente si uno quiere.

Llegó la tarta, el corazón de los invitados paró por un momento, se estaba oyendo la canción de Juego de Tronos, y sí! La espada tenía nombre propio, Garra. Después de aquel momentazo, la gente se impacientaba por la fiesta que se inaguró con música que todo el mundo sabe tararear. Aerosmith tenía una canción para el deleite de todos. Un baile que se convirtió en susurros al oído y la voz a pleno pulmón.

Los invitados pusieron todo de su parte; abrió el baile un abuelito bailongo que no soltaba el bastón y que tenia mas ritmo que cualquiera, a partir de ahí… ningún invitado paró!
El photocall reinó en todo momento, hasta la abuela de Adriana se animó con un par de pelucas y algún que otro sombrero. El baile de grease fue uno de los mejores, pues los novios se caracterizaron a la perfección con peluca rubia y pelo rizado a lo afro. No tienen limites.

Después, nos sentimos uno más, gracias a los invitados y a los novios que nos acogieron en su baile y que casi nos quitan la cámara de las manos para que nosotras también disfrutásemos de su día, pero ellos no eran conscientes de que disfrutamos desde el primer momento en que vimos a Adriana.

El primer agradecimiento es para María y Borja, una pareja por la que sentimos debilidad y a la que tenemos que agradecer públicamente que nos ayuden tanto a crecer y habernos presentado a esta pareja. Dios los crea…

G-R-A-C-I-A-S a Adri y a Jose por tantos y tantos detalles , por vuestro cariño, por estar a gusto ante la cámara, por las risas bajo la lluvia, las muecas y los bailes. Gracias por cuidarnos y tratarnos como a uno más, por vuestra emoción, por acordaros de nosotras y hacérnoslo saber, y por las preguntas de preocupación a las que contestamos SI, si lo pasamos genial, si comimos bien,muy bien, y si estuvimos a gusto, muy a gusto y muy felices. Nos ha llegado al corazón. Sois geniales. Ojalá os encante nuestro trabajo tanto como a nosotras nos ha encantado cubrir vuestro gran día.

Gracias