Sin sencillez no hay grandeza

El viernes volvimos a estar de boda…¡y qué boda!. Nos tocaba ir a Illescas donde nos esperaban Arturo y su familia. El calor volvía a ser protagonista, aunque otro sol le hizo competencia: Noa, la princesita pequeña de la casa que animó el momento con sus canciones preferidas de Frozen, sus poses y su capacidad para hacer a todos sonreír. Arturo no parecía nervioso, nos recibió con los Ramones en la camiseta para que su preciosa hija le ayudase a arreglarse. Fue una bonita cadena: la abuela vistió a la nieta y la dejó preparada para que ella y el resto de la familia diesen el aprobado a la percha y al traje.

En casa de la novia, su hermana Bianca (la más marchosa de la fiesta) nos abrió las puertas mientras Patri nos saludaba con mucho cariño. Todos estaban preparados y deseando verla vestida de blanco. Aunque el vestido, de París, y y el ramo fueron detalles llamativos, bastó su sencilla calidez para hacerla brillar rodeada de su familia.

Al salir nos encontramos una habitación que parecía hecha para nosotras: Llena de fotografías, posters y música de cantantes rockeros que tanto nos gustan.¡Subida de puntos para el padrino!. La familia fue a dar un beso a la abuela antes de llegar a la ceremonia, un gesto lleno de significado que nos encantó.

Después pusimos rumbo a La Quinta de Illescas donde se celebraba las ceremonia religiosa y todo el convite, y no defraudó. En un ambiente de lo más cuidado y romántico, Patri y Arturo se dieron el sí quiero en la capilla al aire libre, entre hiedra, vigas de madera y rayos del sol. Hubo sonrisas, miradas de complicidad y gestos de cariño. También alguna lágrima y mucha emoción que continuó a lo largo de toda la jornada y que nos demostró lo especial que era para ellos ese día.

Los invitados pasaron del cóctel al banquete, decorado finamente con flores, globos y una fuente en forma de lamina de agua. Por suerte para nosotras, era poco profunda y el homenaje que le hicimos a nuestra compañera Cris que está buceando, fue pequeño. Se sucedieron los detalles y regalos, el ambiente alegre y la excelente comida (de la que podemos dar fe)… ¡Un gustazo! En la fiesta a nadie le faltó echar un baile en la pista y eso dio mucho juego hasta altas horas.

Gracias por el cariño tan inmenso que demostrasteis desde el primer minuto hasta el último. ¡Solo faltó abrirnos la puerta del coche cuando nos acompañabais. Gracias tanto a vosotros como el resto de los invitados por las palabras bonitas y por tratarnos como parte de la boda de una manera especial. Trabajar así es mucho más sencillo.

P.D: Y el bonito detalle de escribirnos mientras creamos esta entrada no hace más que corroborar que :
1. Tenemos telepatía.
2. Nos hace feliz nuestro trabajo.