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Toda la semana pensando en el sábado y, por suerte, por la mañana nos alegramos de que la lluvia que predecía el hombre del tiempo diera tregua a Manu y a Laura. Nosotras empezamos con nuestro rutinario «preparados, listos, ya»: traslados en coche y puesta a punto de cámaras y provisiones varias, bromas, alarmas y direcciones en mano. Y con todo ello nos fuimos a ver a Laura.
Al llegar a casa, ella aún no estaba pero sí sus padres, sus hermanas, Nico y la entrañable abuela Juana. ¿Alguna vez os hemos dicho que nos enternecen los abuelos? Son únicos. Entre preparativos, maquillajes de la mano de Mónica Dávila y una música muy marchosa, empezamos por los detalles que nos esperaban en toda la casa. En la última habitación se encontraba ese maravilloso y espectacular vestido de Vicky Martín Berrocal que aunque no llevaba bata de cola sí tenía una espalda de encaje que quitaba el hipo. Además, un bonito detalle que hacía homenaje a las amigas: un lacito de lunares que todas llevaban en algún lugar escondido. Homenaje también a ese aire flamenco que se respiraba en la casa. Al lado, unos zapatos azules, de tacón alto… y de Santino, la mejor elección para aquel vestido. Un conjunto impresionante. El timbre sonó y no podía ser de otra manera, ¡era la novia! Hora de maquillarse mientras finalizaban con Silvia, una de sus bonitas hermanas. El tiempo corría mientra apretaba el sol en el ventanal del salón, y aunque alguna ilusa creyó que el reloj estaba adelantado… ¡no!. Todo se retrasó así que esas prisas de las que nos deshicimos llegando tempranito, ¡volvían a la carga!. Unas cuantas fotos a esos eternos botones y a correr porque teníamos una cita ineludible.
Nos dirigimos a la iglesia de Santiago el Mayor dónde esperaba todos con una violinista, un piano y una hermosa voz. Hortensias perfectas, invitados nerviosos y unos niños de arras que debilitaban. Después de una ceremonia sencilla y las palabras del párroco, amigo personal de a familia, tocaba el arroz. Al principio no se atrevían a salir pero no había puerta de emergencia y acabaron riendo mientras les gritaban fuerte ¡qué vivan los novios!. A la salida esperaba un bonito coche clásico que pisaba asfalto debajo de un sol de justicia. En el puente de San Martín hizo un parón para inmortalizar, entre otras cosas, la flexibilidad de la espalda de la novia… ¡vaya besos de película!.
El cóctel, en el Cigarral de las Mercedes, tenía un encanto de cuento con árboles, piscina y Toledo de fondo ¿qué más se puede pedir?. Pues, por supuesto, un montón de fotos con los invitados que no paraban de dejarse caer por el improvisado photocall «made in Toledo». Besos, risas y montones amigos que nos hicieron pasar un rato entrañable. Poco a poco fueron quedándose solos para hacer el paseo hacia el banquete e inaugurarlo con un brindis y aplausos entusiastas. También nosotros pudimos disfrutarlo ¡muchas gracias Laura y Manu!.
Después de un rato agradable en compañía de los suyos, llegó el momento de la tarta. Una tarta de bizcocho, crema y fresas coronada por unas figuritas de ellos …¡de Lego!. Esta vez no se oía un «qué se besen» típico, esta vez añadían…»de tornillo», así que una vez más vimos esos besos de película especialidad de Manu. Sin embargo no era eso lo que nos rondaba la cabeza: teníamos un reto. Y no uno cualquiera, si no uno de Manu … la imagen final de la película de El Resplandor. Casi nada ¿eh?. Pero como nos encantan los retos, buscamos en momento y lugar perfectos entre bailes en la discoteca, fotos multitudinarias por aquí, saludos a cámara por allá… y fue después de lanzar el ramo cuando pudimos con toda la logística… ¡CLICCCCCC! y ¡Hechoooo!.
La gente se lo pasaba bien y nosotros lo notábamos. Nos fuimos de allí con risas y el equipo feliz. Muchas gracias por confiar en nuestro trabajo, ¡ha sido un placer estar allí!.