Ayer, hoy y siempre

La boda del viernes fue una boda especial por varios motivos. El primero, porque se casaban personas especiales, el segundo porque cayó en festivo y el tercero porque el sitio tenía magia. Cierto es que, al ser un trayecto largo decidimos salir bien temprano porque no nos pillase la caravana o hubiese algún imprevisto. Salimos con tanto tiempo que creemos que los novios ¡no habían ni amanecido cuando llegamos! Pero no quisimos molestarles y decidimos dar una vuelta por Alcalá de Henares que estaba preparando todo para sus fiestas medievales. Desayunamos en un bar lleno de color y de comida rica que nos inspiró todavía más, si cabe.

El parador de Alcalá de Henares escondía, entre el laberinto de sus habitaciones, a Marya y Álvaro que estaban llenos de nervios, de esos sanos y emocionantes, de los que tiene un adolescente en una primera cita. Primero nos encontramos al novio en el hall del hotel atendiendo a sus familiares. No podía creerse que hubiese llegado el día. Rápido nos chivó la habitación de Marya y ¡allá fuimos!

Al llegar a las 212, la música nos recibió al entrar. Allí estaba la novia con su preciosa mamá y ahí entendimos la conexión. Estaban en manos de unas artistas en el mundo del maquillaje y la peluquería, ¡menuda trenza bonita y complicada llevaba la novia! Todo bañado por un luz preciosa que atravesaba la ventana tímidamente. Mientras terminaban, nosotros nos encargábamos de hacer fotos a cada detalle que la novia llevaría; zapatos, pulseras y pendientes de su abuela y su madre, zapatos maravillosos, ramo, anillos….Todo preparado para la ocasión.

En cuanto vimos que Marya había acabado, la sentamos en un rincón de la ventana dónde luces y sombras hacían de ella un auténtica modelo. Estaba feliz, resplandeciente y llena de alegría. En un momento, su madre se acercó para besarla y fue entonces cuando la cámara no pudo parar de disparar…¡menuda emoción y que cariño! Después nos fuimos para dejar un momento de soledad y tranquilidad a la protagonista.

En la habitación del novio aprovechamos para hacer detalles y algún robado de la familia mientras se arreglaba. Y como les quedaba un buen rato todavía, decidimos que era un buen momento para entrevistar en vídeo al novio. Buscamos el rincón ideal y con un atuendo de lo más sugerente, nos contó pequeños secretillos de la novia. Con ella tuvimos que hacer lo propio…claro, ¡no nos íbamos a quedar sin saber los de Álvaro!

Entre tanto llegaron más familiares a la habitación de la novia, hermanos, sobrinos, su dama de honor favorita, Marina, su papá… La habitación se llenó y para celebrarlo ¿por qué no saltar en la cama? La novia se subió con su sobrina y se pusieron a saltar sin importarles nada que no fuese ese momento de risas y diversión. Pero el reloj no paraba y era necesario empezar a vestirse. Un vestido sencillo, unos zapatos perfectos, un ramo y un velo llenos de color rosa, como a ella le gusta, e infinitos detalles donde guardaba el recuerdo de seres queridos. ¡Ah sí! y un lacito azul enrollado en la tira del sujetador para la buena suerte. Alguna foto de familia, un paseo por aquel pasillo maravilloso…y ¡a esconderse de nuevo!

Poco tiempo después, aprovechamos que el novio ya había empezado a vestirse y empezamos a sacar imágenes desde cualquier rincón de la habitación. Sus detalles también eran especiales y con esos gemelos de bellotas, llevaba con su tierra por bandera. Estaba feliz, se le notaba, a él y a sus hermanos, su cuñada, a sus padres… y ¡a sus tíos! Todos estaban allí. Y es que a veces los errores provocan momentos para recordar en familia, como a ellos les gusta estar. La madrina iba guapa, sencilla, y con un tipo que parecía la hermana mayor y el padre, casi casi, ¡mejor peinado que la novia! Marya, no te nos enfades. Así, sin darnos cuenta, había llegado el gran momento.

Salimos hacia la ceremonia pues amigos y familiares esperaban impacientes, siguiendo el camino que los cartelitos les indicaban hasta donde se celebraría finalmente la ceremonia. Con «Nothing else matters» empezó todo, el novio entró de la mano de su madre emocionado y deseoso de ver a su futura mujer. Marya sonriente y disfrutando de lo que estaba pasando, caminaba hacía él para encontrarse con ese beso tan ansiado y con alguna lágrima. La ceremonia fue muy especial, sencilla y rápida pero que recogía lo esencial de ellos dos. Las damas de honor miraban a la novia con cariño, la familia se asomaba entre la multitud para ver a los novios y los móviles hacían fotos sin cesar. La maestra de ceremonia era la tía de la novia, por lo que el cariño ya estaba en el ambiente. Sus hermanos y una amiga íntima pusieron un punto más de emoción contando infinitas anécdotas que todos recordaron con cariño, locuras que tuvieron buen resultado, e historias del pasado que hacen que tenga sentido el presente. ¡Hasta un sobrino de los novios se escondió debajo del altar para participar más a fondo! A la ceremonia no le falto nada: anillo, besos, caricias, más besos… y todo eso ha quedado guardado para siempre.

Y una vez casados, acostumbrándose a llamarse «marido» y «mujer», aprovechamos antes del cóctel para hacer alguna fotografía por el Parador. No es difícil con novios así. Durante el cóctel aprovechamos para las fotos de grupo. El acento extremeño aparecía por aquí y por allí, los amigos y amigas participaban en cualquier cosa que les pedíamos, la comida rica, las copas de vino y de cava. Hasta la lluvia respetó el momento en el claustro.

El banquete no se hizo esperar y tras una entrada con música, servilletas y ovaciones, disfrutaron del mejor ambiente. Pronto llegó el baile donde predominaron las miradas entre rayos de colores y sus invitados mirándoles enternecidos. Después, una sorpresa preciosa que nos emocionó a todos…en la que solo se veían manos alzadas con cuernos y gritos que decían «niño grande, noble, un valiente y luchador. Niño grande, noble, luchador hasta el final» Ahora escribiendo nos seguimos emocionando…grandes Búcefalo. Después del momentazo tocaba bailar, bailar ya sin tacones «con zapatillas» como indicó la novia a sus invitadas, tocaba brindar, y pasarlo bien.

Gracias pareja por este bonito día, por confiar en nosotros, por dejarnos canciones y por sonreír. ¡Menudo recuerdo bonito nos queda! Ahora toca…seguir siendo igual de felices.