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Comenzó la mañana con las tareas de organización de tiempos y corroborando datos como siempre pero la cosa cambió rápido. Llegar a casa de Carlota y su familia nos demostró que también se puede ir pausado. La luz fue maravillosa y los gestos de cariño, evidentes. En la Iglesia de Santiago el Mayor, una de las más singulares de Toledo, estaba todo preparado al mínimo detalle. La gente nerviosa y los invitados deseando verlos felices. Fue una misa, como todas lo son, diferentes y especiales para ese día. Sin embargo, tuvo toques aún más distintivos: las canciones, la armonía, la sensación de estar en casa y la alegría de compartir.
El viento no impidió fotos para el recuerdo en un Toledo invernal y gris, con una luz preciosa. De allí solo quedaba bajar rodando hasta El Cigarral del Bosque, comer y brindar, y después celebrarlo como merecía.
Una divertida boda de la que nos llevamos grandes momentos. Gracias por elegirnos y por su cariño a Carlota, Antonio y familia.