«Trabajamos como vivimos: intensamente.»
La única manera de recuperar el olvido es a través de una imagen y por ello la fotografía es el mejor arma para recordar. Ahí entra nuestra filosofía, queremos tener ese papel tan importante no solo el día que realicemos el reportaje, si no también los días, los meses y los años que vengan detrás, ya que la fotografía es presente, pasado y futuro. Somos el cómplice que guiña un ojo si algo va mal, la mano que abrocha un botón de esos vestidos únicos minutos antes del gran enlace, el nombre que se grita en momentos de diversión y la sombra invisible de tacones y corbatas.
Inerte o en movimiento, tiene alma.
El visor se empaña cuando vuestros ojos lo hacen, y si, también bailamos sin darnos cuenta cuando suena una buena canción, pero ¡no solo eso!; las farolas y los árboles nos temen porque a veces son nuestro gran apoyo para sacar el mejor momento. La foto es lo que sucede «aquí y ahora», que la gente pueda reír, llorar y sorprenderse con naturalidad sin notar que tiene una cámara delante, por eso nos compramos la capa de invisibilidad de Harry Potter. Así conseguimos fotografías reales, nada artificial de revista ni tampoco gestos incómodos.
El trabajo bien hecho no se enfrenta a la sonrisa y la profesionalidad no se enfada con la cercanía.
Frente al objetivo, la profesión y, detrás de él, la persona.
Ahora entiendo que la fotografía es el alma de un recuerdo,
no es plasmar en papel lo que tengo delante sino la sensación que me transmite.
Fotografía es enseñar al mundo lo que el ojo no ve, es reír, llorar, soñar, todo a la vez.
Fotografía es vida en un trozo de papel.