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2016El sábado era uno de esos días que nosotros llamamos de #bodadoble, nuestra broma privada. Nunca habíamos estado tan pendientes del hombre del tiempo: lluvia, sol, lluvia torrencial, brisita de primavera… ¡¿así quien se aclara?!. Habíamos hablado con os novios el día anterior y estaban igual. Sin presión, ¿eh?.
Las horas pasaban mientras seguía la incertidumbre ¿nos casaríamos hoy fuera?. Al llegar a casa de la novia, esta vez, la lluvia no se aguantaba ni por protocolo. Al ver a Ali, nos quedamos sorprendidísimos… un traje atrevido, no, ¡lo siguiente!. Su pelo en cresta y rapado, sus piercing… y una alegría que nos encantó como mejor complemento. Al principio la vimos un poco triste por los cambios de planes (este maldito tiempo) pero en pocos minutos nos enseñó su carita más sonriente. No era para menos, habíamos estado hablando del 28 de mayo durante meses, lo habían preparado con mimo con mil detalles originales. Todo el mundo estaba listo a pesar de llegar con tanta antelación: padres, hermanos, cuñadas y Dudu. ¡Perfecto!
Antes de las fotos familiares, unas en petit comité en su antigua habitación. Nos contó que entre su madre y ella habían diseñado el vestido y mostraba orgullosa el maniquí en miniatura. Su ramo de tela, sus adornos y sus zapatos tuneados para ir a conjunto. ¡Estaba en todo esta chica!. Unos planos y volvimos al salón donde todos nos esperaban. Después de algunas fotos más a la protagonista y al rincón de coser, las cámaras cogieron todos esos instantes en familia. Por parejas, en grupo, con Dudu… Sus hermanos sus dos grandes y altísimos apoyos que la cuidaban como a una reina. Mientras, el papá tenía mucho que contar…. y barrer con el cepillo. ¿Alguien tiene que hacerlo, no?. Nos fuimos con risas y un vasito de agua que nos vino de perilla.
No podemos olvidar la llegada a casa del novio. Entramos con su familia brindándonos una sonrisa y un Tizón super trajeado. Era el perro de la pareja, encantado de vernos desde la misma puerta. Buscando a Alvin, lo encontramos con su hermano ya de preparativos a contraluz… y allí clavados nos quedamos a grabarle y hacerle un par de fotos como saludo. Después los besos. Nuestras primeras palabras fueron: «No podemos decir nada pero… ¡qué guapa está Ali!». A él casi no le salían las palabras de lo nervioso que estaba y solo nos contestó con un emocionado «Estoy deseando verla!». Es como un clip de vídeo en nuestra cabeza y con el que comenzamos una película llena de emociones: eso fue para nosotros ese día.
Con cada complemento, alguien venía a ayudarlo. Sus padres, sus hermanos, su primo… y la pequeña sobrina, la princesita de la casa. Con cada uno había un momento especial y un abrazo con un «te quiero» que nos encantaba. El ambiente estaba cargado de emoción y se notaba en cada foto en familia y a cada contraluz. Los minutos pasaban y llegaba el momento de la sorpresa: la traca. Después de entretener al novio para prepararlo todo, salimos con la excusa de hacerle fotos con Tizón para lucir esos trajes tan iguales que llevaban porque es tan negro… ¡qué en casa se hacía invisible!. Y había parte de verdad, lo hicimos pero justo después de que sonara una traca bien fuerte celebrando el día de la boda. Como les gusta a los de Elche el ruido, ¿eh?. ¡Ni os lo imagináis!.
Llegamos al Cigarral precediendo al novio y a la novia para captar un momento super importante para ellos: un encuentro con los ojos tapados y rodeados de los suyos. El Cigarral de El Bosque era el lugar escogido para la ceremonia y el banquete. Nos fuimos a su media luna con vistas para el gran momento, ¡era un lugar especial a pesar de todo!. Ali llegó con su coche de siempre, su Patera, y con chaqueta vaquera, besando a todos los que arremolinaban a su alrededor mientras esperábamos al novio y es qué… ¿dónde estaba Alvin?. Una anécdota más y un punto más de nervios mientras subía la cuesta acompañado de los suyos con los ojos cerrados. Paso a paso él se acercaba… sin palabras. Ella con una risa nerviosa y deseando darse la vuelta. Espalda a espalda y con un Toledo de fondo espectacular. Al girarse ambos se sorprendieron, se emocionaron y se abrazaron fuerte. Precioso momento en el que pareció que se casaban con los ojos.
Todos esperaban en la ceremonia: grandes, medianos y pequeños, así que bajamos los escasos metros que nos separaban de allí. Algún rezagado aún llegaba y saludaban a Ali… ¡todo una locura!. Era el momento y tocaba hacerlo bien por lo que Tizón y Laia acompañaron a Alvin y a la madrina con un divertido paseo. Después Ali y el padrino llegaban al altar por el pasillo de alfombra roja: sillas plegables de madera, bolsitas de arroz en cada una y pétalos que adornaban el momento. Los hermanos de ambos tuvieron un protagonismo especial como maestros de ceremonia y cantante privado. Todos les fueron dedicando unas palabras a la pareja, rememorando recuerdos de niñez, hablando de fiestas y el banco triste… Hermanos, padres y la celestina Chachu. Preciosas palabras que emocionaron mientras de tanto en tanto Andrés cantaba a contraluz en un concierto íntimo dedicado a la pareja con trocitos versionados a guitarra de sus canciones más importantes. No podía escucharse nada mejor ni hecho con más cariño que ese… «Se me ponen si me besas, rojitas las orejas». ¡Volaban los pañuelos!
Hubo lágrimas… ¡por supuesto! pero también risas con el momento anillos y el jurarse fidelidad en la pobreza y en la riqueza. Lo hicieron a su manera y haciendo bromas con su gente, como no podía ser de otra forma. Declaraciones de amor, Tizón comiéndose el arroz, algunas cervezas y ya eran marido y mujer aunque aún quedaba una sorpresa. Fue un momento mágico en el que Andrés y Ali cantaron a duo una preciosa canción para todos y en especial para Alvin. Sentados los tres juntos en 1 metro cuadrado de miradas y gestos cómplices. Todos nos quedamos sin palabras varios minutos. Por eso, cuando ya tocaba tirarles el arroz, fueron ellos los que tuvieron que llamarnos la atención. La lluvia esta vez fue de estrellas, de papel eso sí mientras ACDC les subía los grados a todos los asistentes con el paseillo por la alfombra, haciendo que fuese inolvidable.
Después de las felicitaciones y los besos, les raptamos para hacerles unas fotos por el Casco, engalanado para las fiestas del Corpus. Desde el Ayuntamiento hasta Zocodover, no pararon de hacer bromas, besarse y recibir felicitaciones. Incluso ayudaron a un par de despedidas de solteras con una foto y una baile del Aserejé. Sí, sí, del Aserejé. La gente alucinaba con nuestros novios molones. Alguna gota se asomaba y nosotros íbamos sorteando el peligro y buscando los mejores rincones. Estaban de postal entre tanta gente: Besos, caricias pillas y risas. Sobre todo cuando nos confesaban cómo fue su primer beso en el Tsunami.
La calle Alfileritos era cita obligada para ellos y después de una lucha encarnizada por el ramo de la novia y una visita corta al Oki Oki, su bar preferido, esperamos en la plaza de San Andrés para volver al cigarral, disfrutar de algunos los rayos del sol y vernos con la Patera y los compis de la mañana. Amanda, Vero y Victor se pasaron a saludar y a darnos muchos ánimos después de acabar su trabajo. ¡Ahora empezaba la mejor parte!.
Habían preparado montones de detalles para sorprender a los invitados: un pasillo de fotografías con todos colgando de maceta en maceta, un poster de firmas gigante y un seating plan curradísimo hecho de molinos de viento. Holandeses, eso sí, que hacían referencia a su pedida de mano. Disfrutaron de un brindis con confeti (que siempre gusta) y charlas animadas mientras empezaba a caer la tarde desde la terraza, de la que pudieron disfrutar según lo previsto. Para aprovechar el momento hicimos una foto, o dos… o cien. (poca cosa), por lo que se animaron familiares y amigos para hacer piña y alguna gamberrada. ¡Qué no falte!
Ya en la cena, el ambiente continuó en la misma línea, lleno de momentos bonitos que arrancaban sonrisas y varios de esos «se besen! que se besen!» dentro del salón circular con Toledo iluminado de fondo. Los novios no paraban de moverse de mesa en mesa y reinaba un ambiente íntimo, como en una cena familiar que se había ido de las manos. Pasaban los platos y llegaban pequeñas sorpresas de las que éramos cómplices… ¡qué encantaron!:las fotos con los marcos para padres y hermanos, los regalitos, más «Que se besen! que se besen!»… Al final, Ali le cogió gusto al micro y empezó a sorprender a su marido. Había preparado dos regalos que a ella le ponían muy nerviosa de él pero «que estaba dispuesta a aguantar toda la vida»: sus pañuelos para mocos y un precioso tambor de Elche, que hizo retumbar todo el salón. ¡Ole esa tierra! ¡venga ese ruido!. Aunque invitados había de todas partes… ¡hasta de Suiza! por lo que el mix era importante.
Eso no fue impedimento y mucho menos en la pista de baile donde hubo un rey indiscutible con nombre y apellidos: Alvin y Alvin. Vale que el vals fue de lo más romántico, como ellos son: se abrazaron y cantaron al oído con los ojos cerrados. Parecía que no había nadie más. Vale que el photocall se movió muchísimo y peluca o gorro que quedaba sin dueño, volaba a los 2 segundos. No, no fue eso lo que monopolizó la fiesta: fue Shakira/Alvin. Sus amigos lo desnudaron y disfrazaron al más puro estilo hawaiano, con morritos rojos para franquearlo hasta el centro de la pisa. Allí, cual celebritie, desplegó sus armas de seducción y baile, siendo uno de los momentazos que quedan para la historia. Estamos seguros que la viñeta de «Yo enseñé a bailar a Beyoncé» es de él. El rey de la pista, vaya.
Es difícil resumir pero fácil llegar a la conclusión de que nos hemos enamorado un poco de los dos solo de verles mirarse. Con esa mezcla de cariño y risa que tenéis. ¡Sois muy grandes! Aún nos reímos al recordar la historia de Alvin y Alvin: un graffiti de amor en el que faltaba la novia y que da título a este post.
Gracias por todo el día de la boda y por cada tarde hasta las mil contando ideas y sueños que al final se hicieron realidad, ¡mereció la pena! Por vivir lo bueno, los contratiempos y las sorpresas con la misma calma y dispuestos a disfrutarlo. Por despedirnos emocionados, por los besos y por el calor de todos. Nos lo llevamos puesto para no tener frío.
¡Felicidades chicos!