05
2018Llegamos al Cigarral del Bosque a primera hora de la tarde con la compañía de un calor toledano de esos que no te esperas en septiembre. Todo estaba preparado para disfrutar y los jardines exteriores iban a tener un protagonismo envidiable.
La primera parada fue la habitación del novio. Jesús aún no estaba listo, pero mejor porque así pudimos estar con él mientras su amigo y peluquero, le peinaba. Y es que… ¿por qué tiene que ser coqueta solo la chica? Entre risas y laca, estuvo como un pincel rápidamente. Mientras, nosotros danzábamos por la habitación haciendo fotos de sus detalles, del traje, de los zapatos… y sobre todo de sus gemelos, esos tan personales de Darth Vader que nos encantaron y que dieron algún quebradero de cabeza al ponerse.
El teléfono no paraba de sonar y, a pesar de estar en petit comité, los nervios de los invitados calaban en Jesús poco a poco por la línea telefónica. Camisa, pantalones y accesorio a accesorio fue vistiéndose y colocándose algunos regalos con significado que le acompañarían durante todo el día. Fue sencillo y fácil hacerle fotos con su traje azul marino, su mirada a juego y esa pose elegante. ¡Transmitía buen rollo y no habíamos hecho más que comenzar!
Después nos acercamos a la suite donde nos esperaba Marta… ¡ya completamente preparada! Y es que nada más entrar, la encontramos de pie a contraluz al lado de la ventana… y fue un flechazo. Allí estaban también sus padres y su hermana, una familia a la que tenemos mucho cariño.Todos listos para el gran momento y los nervios ya estaban haciendo acto de presencia. A algunos les alteraban y a Marta… le daba por reír. ¡Y qué bien nos venía!
Le hicimos fotos a montones porque para ella la fiesta ya había empezado. Los pendientes por aquí, sus atrevidos zapatos rojos por allá, un poquito de perfume… y ya solo nos restaba hacerle fotos junto a sus acompañantes. No tuvimos que tirar de ningún truco pues ella misma los hacía reír o llorar, según el caso. Se notaba en las miradas la emoción y el cariño, lo más importante en esos momentos. Ella estaba radiante con su vestido entallado, su peinado de princesa Leia y una sonrisa enorme que ningún ramo podría tapar. Esa imagen despidiéndonos cálidamente de nuevo junto a la ventana, nos la llevamos en la memoria.
El tiempo corría pero nosotros estábamos en racha. Por eso al salir del hotel, encontramos en la puerta a Jesús con su familia junto al coche clásico descapotable que le llevaría a él y a la madrina hasta la iglesia. Era una sorpresa de sus amigos que sabían que le haría ilusión. ¿Y hay algo más agradable que un paseo al aire libre? Por como disfrutaron ellos del recorrido, seguro que no.
La ceremonia fue sencilla, llenas de miradas cómplices, y en un rincón mágico de Toledo, la ermita del Valle. La entrada fue triunfal, los invitados esperaban fuera, impacientes por recibirles. La novia apareció preciosa y cómo no, sonriente, porque eso es lo que primó durante toda la boda, la sonrisa. Allí estaban «viejos conocidos» a los que tenemos gran cariño, Javi, Maria A…emocionados y deseosos de abrazar a la novia. El novio mientras tanto, esperaba impaciente a que su «princesa Leia» llegase. Las vistas eran espectaculares, el ambiente contaba con la coral en la que cantaba el papá de la novia y que nos puso los «pelos de punta» porque no podemos decirlo de otra manera.Mientras la música en directo sonaba, el sacerdote preparaba un discurso seguramente con un cariño especial pues era ex profe de Jesús. Todo quedaba en familia. Hubo gestos de cariño continuos, lecturas de sus más cercanos y sin llorar… ¡cómo quería Marta! Después de hacer fotos en el altar con su querida Virgen del Valle, tocaba la lluvia de arroz, confeti, billetes… ¡Menudo momento! Todo rodeado de muchísimos amigos y bastante familia celebrando aquel «sí quiero». El atardecer y los rayos de sol acompañaron la salida mágica en la que ya eran marido y mujer y las sonrisas no se iban en ningún momento.
Tras el cariño de todo el mundo, tocaba hacer fotografías de ellos y de sus familias que bromeaban en aquella terraza interior de la ermita y con vistas hacía la ciudad imperial.
Después subimos a nuestro sitio no tan secreto para ver Toledo desde arriba y allí continuaron las miradas, la locura de Marta y la calma de Jesús que se complementaba perfectamente. Una pareja tal para cuál. Y cómo se dice ahora… transmitían «una vibra muy buena».
¿Han Solo y la Princesa Leia?
El cóctel les esperaba, pero antes de entrar Marta se cambió de zapatos y se puso unas zapatillas de cómic con lazos rojos para ir más cómoda. Algo que encantó a todos los invitados. El cóctel tenía una magia especial, como de otra galaxia… decoración de libros de firmas, fotos polaroid y pomperos para grandes y pequeños. Fue el momento para hacer algunas fotos de grupos y charlar con los invitados tranquilamente, ya sin nervios, pero con unas ganas de aprovechar la noche…
Bajó la temperatura, refrescos y cervezas para todos, comida deliciosa… algo que nos sentó fenomenal. ¡¡¡Mil gracias por estar tan atentos de nosotros!!!
Después pasamos al jardín donde, entre luces suspendidas, estaba preparada la cena. La noche no podía ser más agradable y todo indicaba que sería una velada de lo más relajada, pero allí no paró nadie. Y es que fue una auténtica locura que empezó con el brindis menos protocolario de la historia y continuó durante la cena, todo milimétricamente orquestado por la pareja y la organización del Cigarral. A cada momento, la música de fondo subía y eso significaba que algo se avecinaba… Ya fueran regalos de los novios, sorpresas de los invitados o los bailes por mesas. Y es que, cada vez que se sonaba la canción temática de cada mesa, debían levantarse y bailarla con alegría. Cada uno a su modo, cada cual con su coreografía y siempre haciendo partícipe al resto de invitados, tanto, que pronto aquello se convirtió en un flash move continuo sin principio ni final, congas entre los manteles y las servilletas volando. Puede decirse que cenar fue lo de menos.
Tras la cena, si se puede llamar así, pusieron un video emotivo y que saco más de una carcajada donde aparecieron familiares y amigos. Después el baile especial, como no podía ser de otra manera… mitad romántico, mitad movidito, original, sin duda.
María, la hermana de la novia, que por cierto iba preciosa, leyó unas palabras y eso abrió la fiesta; luces, chuches, copas y unas cuantas fotos instantáneas ¡ No faltó de nada!
Muchísimas gracias a todos; A vosotros pareja por hacer que cada minuto de vuestra boda fuese una verdadera fiesta, a las familias por estar tan pendiente de nosotros y a los amigos por tratarnos tan bien. Gracias por hacer de vuestra boda una celebración especial en la que pudimos disfrutar y sonreír a vuestro lado. Es el mejor regalo que nos pudisteis hacer; ser vosotros mismos.
Sed muy felices y…¡qué la fuerza os acompañe!