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2016Como si de una excursión del colegio se tratase, nos preparamos cual dos niñas pequeñas; primero el uniforme ,después las coletas, y por ultimo las mochilas. Lo esperábamos con ganas pues nos esperaba un viaje por la provincia de Segovia donde llegamos a pesar de perdernos en algún momento. Como es normal en nosotras.Fue una tarde divertidisima protagonizada por Toño y Olga, una pareja genial.
Empezamos el trayecto con anécdotas, risas y esa voz que cortaba nuestras canciones preferidas y que nos guiaba el camino. Era un buen momento para preguntar todos los detalles de la futura boda, para la que no queda casi nada.Entre tanto, los kilometros eran menos para llegar y las curvas eran mas para marearnos. Fue entonces cuando una pequeña abeja se coló y decidió posarse en la estrenada camiseta amarilla pollo de Diana. Su objetivo era amenizarnos la montaña rusa horizontal. Tanto nos reímos que no éramos capaz de articular palabra, y una avispada, nunca mejor dicho, Olga, se encargó de dejarlo inmortalizado en fotografía, como debe ser. Con el zumbido por aquí, y la carcajada por allá, Toño aparcó, ¡ ya habíamos llegado! La abejita salió del coche como una más de la familia y comenzamos nuestro precioso camino.
Los árboles, un lago, y un precioso pantano, que bien podía ser un gran espejo, nos motivaban para no dejar de disparar , hacer ruiditos de felicidad que nos caracterizan cuando conseguimos la foto que buscábamos y saltar de árbol en árbol para disfrutar de la grandiosidad del paisaje. Impactante, dirían algunas. El cielo nos dio tregua, aunque los valientes protagonistas se hubieran enfrentado a cualquier vendaval, pues ya les pusimos a prueba en más de una ocasión.
La «cabeza de burro» nos esperaba como siguiente parada con su maravilloso puente. La enorme extensión de árboles y el riachuelo (que fue objeto de algún bautizo) fue un gran descubrimiento para nosotras y no sólo por los encuadres si no porque se respiraba una calma pocas veces repetible. Nos lo pasamos genial, se nos pasó el tiempo volando, y la vuelta se caracterizó por las historias de película que nos habían ocurrido. Para acabar la noche, una buena cena que agradecemos de corazón y donde no faltaron los consejos culinarios. Queda pendiente la vega, las aceitunas y el rico granizado.
Y es que los paraísos, al igual que los hogares, son de personas y no de lugares.
Gracias por la tarde de ayer pareja, nos sentimos en familia, como si nos conociésemos de toda una vida!