Entre Extremadura y Toledo

El sábado parecía que vendría cargado de lluvia pero respetó en todo momento para que novios e invitados pudieran disfrutar al máximo. Manu y Natalia tenían todo preparado para el gran evento. Primero estuvimos en el precioso Hotel peña del Alba, donde se vestiría el novio. Toda su familia estaba acompañándole y ayudando el los pequeños detalles; su madre se encargó de dejar todo listo perfectamente colocado, su hermana completó el traje con unos calcetines de patos, reto conseguido, y su padre, tras dos horas de práctica con un salvador video de youtube, consiguió hacer a la perfección el nudo de la corbata. El novio se fue vistiendo poco a poco con una sonrisa perenne mientras la emoción flotaba en el ambiente. Tras unas fotos familiares, dignas de cualquier revista, tocaba recoger e ir a casa de Natalia.

La novia se asomó por la ventana para recibirnos y su hermana nos recogió en la puerta. Aunque había habido nervios por la lluvia, la familia estaba calmada pero muy emocionada. La luz era bonita, había varios espejos que nos ayudaban a crear imágenes diferentes y a aprovechar el espacio, y todos los detalles estaban listos. Con ayuda de sus hermanos, su padre, su tía, su abuela, y las preciosas mellizas, la novia se vistió de pies a cabeza. Se le veía feliz, radiante.
Las terrazas llenas de gente, delataban que ya había llegado la calesa con la que Natalia recorrería su pueblo para llegar hasta la Iglesia.
La anécdota del día es que llegó casi a la vez que el propio novio y Manu tuvo que entrar corriendo hasta el altar para no verla! Al llegar tenía más de un espectador, todo el pueblo estaba ansioso por verla. Todo el mundo la miraba, estaba perfecta para la ocasión.

La ceremonia fue calurosa pero muy bonita pues el coro amenizaba y las lecturas, como la de Maria, la hermana del novio, emocionó a mas de uno. A la salida todos los amigos esperaban a los novios pero no solo con bolsas de arroz, esta vez también hubo lentejas y garbanzos…y como dijo uno de los amigos «no os duchéis con agua caliente que hacéis una buena paella». Tras el arroz, las lentejas, los garbanzos y los muchos abrazos y buenos deseos, hubo un momento muy especial, ir a ver a los abuelos de la novia que los recibieron con mucho cariño. Un momento que nos encogió el corazón. ¡Cuánto nos gustan los abuelos!

Pero el reloj seguía su ritmo y era hora del coctel. El paseo en calesa hasta llegar fue muy bonito y la entrada al hotel, espectacular. Allí esperaban todos los amigos y familiares totalmente expectantes. Los pequeños detalles adornaban todos los rincones, los invitados disfrutaban mientras atardecía, y ¡no llovía!…todo estaba saliendo a la perfección.

Un precioso salón les esperaba para la cena con un árbol de madera que presidía e iluminaba todo el lugar. Un brindis, más sonrisas y hora de la rica cena. Durante el banquete hubo sorpresas de las amigas de la novia, de los amigos del novio, de la hermana del novio que preparó un periódico con noticias de la boda en homenaje a la novia…ramos a las abuelas, fotos a los padres…¡no faltó detalle!

Tras el café tocaba poner la fiesta en marcha, y los novios abrieron la veda con un baile donde primó la complicidad entre ellos, después familiares y amigos se encargaron de continuar con la fiesta.

Muchas gracias por elegirnos, por la rica cena y por el cariño.
Sed muy felices pareja!