Inma & Alfredo

Pero que sea bonito

Hay que decir sí quiero y te quiero. Esa fue una bonita moraleja que nos llevamos puesta del sábado, justo mientras cruzábamos el Puente de San Martín. Y aunque parezca un simple cambio de palabra, dos letritas, es muy significativo. Pero nos estamos adelantando, primero lo primero: nuestros preparativos, nuestro grupo de Whatsapp «Bodorrio» echando humo, llamadas, trastos y cámaras. En marcha hacia el novio, ¡qué empezamos!.

Llegamos al Hotel AC en Toledo, huyendo del sol de primera hora de la tarde buscando la sombra y a Alfredo, pues se hospedaba para la ocasión allí con su familia. Y los encontramos pasando de habitación en habitación, con los preparativos y esa sensación de estar en casa compartiendo espacio. Con una sonrisa de las suyas nos recibió y empezamos a cambiar las cositas de sitio: una silla para allá, un bodegón que aparece por aquí, abrimos las ventanas… Pequeños detalles para que todo fuese perfecto.

La terraza y la ventana nos sirvió de escenario para hacer nuestro trabajo. Con cada complemento, alguien le echaba un cable: su hermana, su madre, su padre, su tío, su cuñado… ¡para todos había un beso y un momento!. Ya la corbata fue para él que con mucha maña, de esa que se basa en la experiencia, la colocó en un periquete. Eso sí, con el visto bueno del papá. Imprescindible. Nos colamos en el baño, en la bañera y hasta detrás de los espejos para capturar el momento mientras usábamos la astucia para verlo a él y a su colocación de pelo desde el ángulo más privilegiado. Otro gesto que ya conocíamos de él y que quedó capturado.

Aunque no estaba planeado, cuando ya estuvo listo y nos poníamos a hacer algunas fotos en familia, alguna lágrima se escapaba al ver a Alfredo de novio y es que estaba muy guapo. Una emoción que pudimos ver en todos mientras se cogían de la mano con cada foto. Un gesto precioso y muy particular que no nos pasó desapercibido. Después tocaba darle a Inma el mensaje guasón del suegro: ¡Alfredo se lo estaba pensando! Menudo susto para la pobre.

El viaje a Menasalbas estuvo como siempre lleno de buenos ratos, peripecias de los días viendo mundo y música. Entre indicación y chuches, nos preguntamos porqué Google maps elige a veces el camino más extraño para llegar a nuestro destino y es que nos encontramos con rincones toledanos y estampas donde nos hubiera gustado sacar la cámara del maletero. Ese álamo gigante del que habíamos oído hablar y alguna corbata, nos ayudaron a localizar la casa de la novia, abierta de par en par para recibirnos. Daniel, el papá y padrino nos acompañó a buscar a su hija, que estaba arriba ya maquillada y peinada jugando con su querida sobri Paula. Una nena a la que nos tuvimos que ganar a base de sudor y muuuuchas caratoñas. Narizota de payaso incluida.

Inma esta preciosa y no solo por el aspecto: la alegría se le notaba en los ojos y estaba radiante. Nos tenía todo preparado en la habitación: vestido, zapatos y joyas. Especialmente el rosario de plata de la abuela, de alguna forma presente con ellos junto al ramo de la novia y a lo largo de todo el día. Después de hacer algunas fotos, llegaba el momento de ponerse el sencillo y fino vestido tipo princesa para lo que necesitó algo de ayuda de las mujeres de la casa y es que tenían que seguir los pasos: cancán, desde arriba, cuidado el pelo, bracitos por aquí… y ya. Hora de Ofe, su hermana, para abotonar la espalda con sus interminables 35 botoncitos. Paciencia y maña para dejarle el vestido perfecto, y como decía la abuela como único requisito: «pero que sea bonito». Prometemos que lo fue.

Bajamos al salón para meternos entre la algarabía y hacer las fotos familiares mientras desde la puerta las amigas se asomaban para ver lo bonita que estaba. ¡No era para menos!. Al terminar las fotos y vídeos nos fuimos andando hacia la iglesia todos juntos en tropa con un orgulloso Daniel e Inma a la cabeza, arrancando felicitaciones de los vecinos por la calle. Unos valientes que no temían al sol ni a la caminata que nos separaba del novio y todos los invitados.

Bajo la atenta mirada de Alfredo y con una bonita música clásica en directo, Inma recorrió el pasillo muy bien acompañada y feliz de ver por fin a su futuro esposo. Una ilusión en ambos que no desapareció y que pudimos ver a lo largo de toda la ceremonia. Lecturas, peticiones, arras o anillos; en cada detalle que pudieron, los suyos estuvieron apoyándoles y disfrutando del ansiado momento y esa promesa para toda la vida. Los nervios hicieron acto de presencia pero juntos los superaron. Decían que no..pero cogimos los típicos gestos; mordida de labio, me peino, me toco la falda, que reflejaban lo contrario…Eso sí, se podían leer los labios y ver como se preguntaban «¿Te gusta el vestido? Estas preciosa». Emociones contenidas que salieron a pasear cuando, al dar por concluída la misa, Ofe subió a leerles unas palabras. Clinex arriba y abajo mientras hablaba de recuerdos y confidencias, y donde pudimos ver el cariño tan bonito que les tiene. ¡Valiente y muy bien dicho!. Ni que fueses de letras…

Las sorpresas no hacían más que comenzar con los amigos preparados para hacerles un paseo de lavanda a la salida de la iglesia mientras se escuchaba el ¡qué vivan los novios! y llovían los pétalos, el arroz y los minibilletes. Nos llevamos más de uno y de los moraditos, que en el monopoly los podemos colar a la perfección… Mezcla explosiva que nos hizo a todos sonreir y es que …¡siempre vienen bien!, al igual que las felicitaciones y los abrazos que se sucedieron un buen rato y que les recargó de energías. Después llegaba la hora de montar en el coche clásico de Ángel y volver a Toledo dónde continuaría la boda.

Como teníamos planeado, hicimos una parada en el Puente de San Martín para hacerles fotos juntos, un lugar especial para ellos. Mientras avanzábamos entre risas, escuchamos un sencillo «te quiero», cosa que raramente nos sorprendió. Ahí nos dimos cuenta de que hay que decir más «te quiero» y no solo «sí, quiero» el día de la boda. Dejar a un lado los nervios, dejar de estar pendiente de mil detalles tan preparados y pasar el día rodeado de los tuyos y siendo feliz con tu pareja. Es bonito ver que hay espacio para las palabras bonitas dichas en susurros. Con los rayos de sol colándose entre nosotros y rememorando bonitos momentos de la preboda, fuimos recorriéndolo foto a foto y plano a plano. No queríamos perdernos nada, así que nos fuimos para hacerles algunas fotos entre las viñas en el espectacular Cigarral de Santa María que nunca decepciona. Comenzó el cóctel y nosotros pasamos a modo ninja para que disfrutaran de su gente, de la tranquilidad y la buena comida que ya se dejaba ver. Aún estaban por hacer decenas y decenas de fotos y planos. ¡Quedaba mucha boda!

Hubo fotos de grupo e incluso tiempo para alguna que otra foto graciosa o de esas que descubres en el momento justo. Tenemos que confesar que la hora mágica desde la terraza … ¡nos encanta!. Como dicen las madres «en la vida da tiempo a todo» y en la boda de Inma y Alfredo lo pudimos ver: regalos a los padres, fotos, un canapé por aquí, un brindis por allá… era solo el aperitivo y se avecinaban unas horas moviditas. Sin embargo, tuvieron un comienzo lento, de esos de disfrutar. Esa entrada sin prisas donde se notaba el calor de los aplausos y que sirvió de pistoletazo de salida para una cena especial. Incluso para nosotros. Mil gracias, chicos.

Entre plato y plato tocaba estar atento pues seguía habiendo momentos especiales…Esta ve para su hermana, merecido sin duda. Las sonrisas de ambas y como se cantaron esa canción significativa para ellas, lo decía todo. Después, tras un pequeño parón, llegó la tarta acompañada de una espada que medía más que ellos. No hubo percances, solo besos. Tampoco se olvidarían de los regalos a los invitados, aunque tenemos que decir que éstos lo supieron agradecer con un vídeo que sacó los hoyuelos de toda la boda. «¡¡¡Qué maravilloso, es quererte así…Estando contigo, contigo, contigo me siento feliiiiiz!!!» Buen detalle el de los créditos, ¡artistas!.

Esto era un no parar; os resumimos, primero los novios regalo a los hermanos, después la hermana del novio y su marido camarita de las buenas, más tarde las amigas, y nosotros no hacíamos mas que mirar a la puerta y pensar ¿Saldrá alguien más? Después un baile precioso con letra italiana, y luego un buen pasodoble que levantó hasta las hormiguillas que por allí caminaban. Dejamos aquello que las caderas dislocadas…

Gracias, gracias y gracias. No hay otra palabra que os podamos decir. Por vuestras palabras en todo momento, por recibirnos con ese cariño y esa sonrisa y por emocionarnos en la despedida. Pero sobretodo, gracias por acordados de nosotros antes de comenzar la Luna de Miel y dedicarnos unas palabras en esos momentos tan especiales, lo valoramos mucho. Por pasarlo bien y hacernos disfrutarlo a nosotros. Por aguantar esos besos de último momento y por elegir a Sánchez de Rojas Fotografía para guardároslos.

Como bien dijo Ofe: Si alguien ama a una flor de la que sólo existe nada más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira a las estrellas. Has hallado tu rosa, la tienes a tu lado, cuídala.

Sois bonitos por fuera y por dentro. ¡Qué seáis muy felices, pareja!

Desde que la vi supe que me casaria con ella

De punta en blanco venia esta parejita que rebosaba cariño, lo que no sabían es que les propondríamos recorrer los caminos de arena más complicados de Toledo, se atrevieron con los ojos cerrados, y mereció la pena, sin duda.
No hizo falta decirles nada, porque entre ellos se lo decían todo. De hecho, no hacía falta ni que hablasen. La infinidad de besos, sonrisas, bromas y esos abrazos que se dan con el alma, no con el cuerpo, hablaban por si solos.

Inma y Alfredo, estaban dispuestos a caminar por cualquier sitio, solo les hacía falta la mano del otro. Él, un conquistador de los de verdad, de los que piden primero el messenger y luego el móvil, nada de tonterías. Y ella una dama,nunca mejor dicho, que aguantaba los impulsos de viajar hasta Madrid para verle. Poco a poco el cuento se iba llenando de historia, de recuerdos, y de cariño. Y una frase que marcó la tarde del viernes, «El primer día que la vi, sabía que me casaría con ella», y en menos de un mes, el presagio se hará realidad.

Lo pasamos fenomenal recordando las salidas nocturnas y coincidiendo que donde esté un buen aperitivo con una cerveza, otra y otra… que se quiten las míticas discotecas. Y entre charla y charla, el sol caía, y el Parador esperaba, una parada rápida, una vista preciosa de la Capital Imperial, y otro paseito por más camino de tierra para tener una buena panorámica del lugar que tanto quieren. Pero después de todo esto, no nos despedimos, no. Primero iba a ser un refresquito y a casa, pero Alfredo nos sorprendió con un ¿que queréis de cenar? Así que nos fuimos felices a casa, con la barriguita llena, y deseando ver las fotografías. Nuestro deseo era mayor que el cansancio, y mira que la hora ya no era la de la cenicienta, pero aun así nos pusimos a ver el trabajo y nos encanta!

Gracias por la tarde, por la cena y por las sonrisas. ¡¡¡¡El 16 mas!!!!!