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2016El viernes terminaba la semana pero con una sesión de traca: la postboda de Emma y Óscar. Nuestro punto de encuentro era su casa donde estaban listos ya para hacerse mil y una fotos. Pusimos rumbo hacia Las Barrancas para disfrutarlas como siempre ya que es un sitio que nos hace sentir especialmente bien. Un sol de justicia nos retaba y es que algunos decían… «que daba más calor que el día de la boda». El veranito de San Miguel quería echarnos una mano.
Empezamos con un paseo y un encuentro entre ellos. Esos barrancos tan representativos eran un precioso telón de fondo para la pareja. No faltaron los besos y las risas bajo el cielo azul y sus nubes de otoño. Y aunque teníamos el tiempo justo, Emma también se cambió al vestido de baile y un poco el peinado… ¡en un momentín!.
Recordamos muchas cosas de ese momento pero lo más impactante es, sin duda, sentirnos nosotras apuntadas por la mirilla de Óscar en algún momento dado. Con ese nervio en el cuerpo cogimos el coche y como en las mejores historias, nos servimos de un mapa mental y el GPS para llegar al siguiente destino. Cada vez menos casas, la luz bajando y los coches escalando por caminos empinados para llegar al pie del lago. Los tacones no eran los mejores compañeros pero para eso estamos nosotras… por si caemos todas juntas.
A pesar de los bichos y las abejas, disfrutamos del espectáculo haciendo algunas fotos en ese paisaje mientras Óscar chinchaba a Emma como buen marido que es. Con las fotos subiendo el camino, las anécdotas del paracaídas y la bandera (compañera inseparable del ya matrimonio) acabamos casi de noche, con la ayuda de los faros del coche.
No pudimos tomarnos esa cerveza con todos vosotros pero sin duda habrá más momentos para ello. Gracias pareja por esta aventura por la naturaleza peligrosa 😉