31
2017Después de una mañana haciendo una bonita sesión de embarazo con muy buen rollo y un poco de rock (de esas que nos quedamos para nosotros y para nuestras parejas en petit comité), pusimos rumbo hacia el centro de Madrid con mono de fotos. La cámara nos pedía más caña y por eso no hizo falta ni música. Con las indicaciones del GPS íbamos alegres. Nos perdimos un poco, como no, pero ya lo teníamos en cuenta. Por suerte era un día de novedades y es que nuestro equipo aumentaba con Amanda II y Antonio, nuestros compis en prácticas. Iban a hacer making off y todo lo que se les pusiera por delante y con ese pensamiento, en plena Plaza de España vimos aparecer a Fernando y Nuria. Él tan elegante con abrigo largo y ella como una princesa de blanco con un vestido corto para la ocasión. Y, aunque no se lo esperaban, el cariño de sus gestos arrancaba aquí y allá felicitaciones y halagos a los «recién» casados. Nos partíamos de risa.
Podemos decir que tuvimos una parte más tranquila haciendo una ruta alternativa para evitar un poco el turismo, una idea que luego acabamos agradeciendo. Desde Palacio de Oriente con su Segway, pasando por la Plaza Mayor, aquella tienda de flores tan bonita, algún que otro escaparate… No se nos acababan los lugares que recorrer y los muchos rincones de Madrid nos encajaban como anillo al dedo. Ellos con su sonrisa habitual y su buena disposición a disfrutar de un rato de fotos, vídeo y buena compañía, lo hacían todo más fácil. Fernando nos hacía reír con sus «Nuria está posando» para hacerle de rabiar y ella preguntando «¿pero sigo teniendo el pintalabios bien, verdad?». No parábamos de recordar detalles del día de su boda, como el del propio pintalabios, tan suyo.
Se nos pasaron las horas y poco a poco nos acercamos a Sol, con sus centenares de personas a pesar de ser un día nuboso y es que siempre hay gente que quiere pasar un día por allí. Saludamos al oso, vimos la entrada del antiguo Casino y bajamos hasta el edificio Metrópolis. Allí hicimos unas fotos sufridas pues empezaron a caer unas gotas que nos metían prisa. ¡Clic-Clic! y en un pis las estábamos todos bajando para ya acabar con la Gran Vía, ¡ahí es nada el recorrido! Nos lo agradecieron las piernas a todos menos a la pobre Nuria con sus tacones.
Muchas pequeñas anécdotas, como las fotos del paso de cebra frente al Primark con el semáforo en rojo, las del emblemático letrero de Schweppes en Callao o las luces de la salida abarrotada de aquel teatro, muy de beso de película. Y así muchos más que quedarán siempre en Gran Vía donde, como suele decirse, «hay de todo». Al final, acabamos con un poco de frío en la boca de metro más especial. Un bonito broche para acabar la sesión de los sueños de la pareja: un paseo muy urbanista por Madrid. Los abrazos de la despedida nos gustaron muchísimo, igual que los que nos daremos el próximo día que nos veamos. Seguro.
El año pasado empezamos en marzo con vosotros y, en cierto modo, este año volvemos a empezar. No pudieron ser esos adornos de Navidad pero aún así, éste sábado hubo luces. 😉 Gracias por vuestro cariño, siempre y hacia todo el equipo. Y gracias a Madrid por aguantar la lluvia ¡justo hasta entrar en el coche!.