boda

Te quiero porque sos mi amor, mi complice

El día amanecía entre madrugones, cuerdas, casualidades numéricas, colorines y pelucas y, como siempre que empezamos, sonrisas y nervios.
Nos dirigimos primero a la casa del novio, los vecinos ya nos conocen pues somos las que solemos llamar al del al lado… Pero Fernando fue nuestro GPS, con una voz que tiene que transmite tanta paz… que cosas… ¡cuando debería ser todo lo contrario!. Al llegar a la casa nos esperaban los padres, tíos y hermana del protagonista del cuento. Alto, elegante y deseoso, se encontraba en un bonito salón donde descubrimos hobbies e historias que Fernando entre preparativo y preparativo nos iba contando. Con el tic tac del reloj nos dimos una carrera al coche, sin abrigos,sin chaquetas y casi sin las cámaras. Salimos pitando a ese complicado lugar toledano donde aparcar es una odisea, aunque nosotras… ¡nosotras arriesgamos! La casa de los novios nos esperaba y allí se encontraba la novia, Nuria. Preciosa, atrevida, detallista y un poco nerviosa, no era para menos. Ella ya había terminado pero ¡sus acompañantes no! Por fin la vistieron amigas, hermana y madre. Los pendientes de la abuela,gran detalle, fuera las pulseras de colaboraciones, y bienvenidas las nuevas que eran regalos de la gente querida,. Todo controlado.

Corriendo al coche bajamos a Santa Leocadia y entre cuestas íbamos pensando en cómo sería nuestra siguiente foto. Los invitados llegaban a la puerta de la bonita iglesia, destacando las miradas nerviosas hacia la empinada cuesta porque… ¿dónde estaba Nuria? Sabíamos de primera mano que la novia estaba lista, así que sonreíamos al oír bromas sobre un posible plantón y fuga. Las notas de Juego de Tronos no ayudaban. Del brazo de su padre y con los acordes del dúo de cámara, se acercaba esa preciosa novia con un laborioso tocado hecho por una de sus infinitas amigas, y con el color rojo en sus labios y uñas que simbolizaban la pasión y la dulzura. Pasito a pasito y ante la atenta mirada de sus familiares y amigos se iba acercando a su amor, su cómplice.

Como punto curioso, las niñas de las arras y los anillos eran más altas que las fotógrafas, no es difícil en cualquier caso, ¡pero es que tenían 16 y 18 años! Eran las sobrinas de Fernando que como todo el mundo nos decía, son su debilidad.

La ceremonia transcurría con alguna lágrima de emoción, las lecturas para recordar a ese papel tan importante y precioso: el de los abuelos. No faltó más de una mirada donde las palabras sobraban, alguna sonrisa y las manos siempre unidas. Sencilla, como ellos. A la salida, les esperaba, bueno, nos esperaba a todos, un arroz bomba, bomba por la manera de tirarlo y de explotar en nuestras cabezas, oídos y ¡hasta dientes! Abrazos, muchos besos, fotos para enviar por whatsapp, felicitciones… Y por fin pudimos estar con ellos en las maravillosas calles de Toledo.

Aunque el sol nos estaba alumbrando de manera cenital, también nos regalo preciosos rayos de luz para destacar no los labios rojos de ella… si no los de él!!! Fernando te regalaremos toallitas desmaquillantes pues las necesitas tú mas que la novia!! Inevitable, el amor hay que demostrarlo.

La vida, a veces, da regalos en el momento justo para hacer todavía más especial ese recuerdo. Así ocurrió mientras íbamos al coche. Un grupo de mujeres árabes, emocionadas por verles, hicieron bailes y el impactante zaghareet que es un cantico para expresar alegría y desear suerte a los novios, los pelos de punta. Fue precioso…

A la bajada de las callejuelas nos esperaba Jaime, el conductor de un precioso Mercedes que nos facilito muchas cosas y al que recomendamos sin ninguna duda. Nos siguió, le seguimos, nos pitó, les saludamos, y todo con un objetivo enfocando, claro. Llegamos al puente San Martín, siempre punto de encuentro y estampa imprescindible. Como imprescindible también es tener cuidado al aparcar cerca de las alcantarillas porque al salir del coche las ves, al entrar al coche, te ve el resto de la gente caer. Gajes del oficio.
Rumbo al Cigarral del Ángel donde nos esperaba ese paseo tan impactante de cipreses y piedra, aparecían las manitas de los novios saludando por la ventana. ¿Cómo son tan ricos?

Era el momento de abrir los oídos y estar atentas para escuchar el mítico «¿nos haces una foto?”. Nuestra cámara no dejo de disparar a los invitados y a los novios de allí para acá, ¡qué bonita arma llevamos!

Antes de entrar en el salón, Nuria y Fernando compartieron con sus invitados una suelta de globos que, por un momento llenó la terraza del Ángel de color y después, el cielo. Un momento lleno de significado que encantó a todos.

A la hora de la comida un poco de paz para disfrutarse el uno al otro. Pero… las sorpresas no pararon: un par de cumpleaños, un bonito ramo para la hermana, regalos… Y esa poesía que se oyó a través de la voz de Nuria, bueno, más bien a través del corazón de Nuria y que hizo sacar los clinex por todo el salón. Te quiero porque sos mi amor, mi cómplice….

Hora del baile, y ¡madre mía qué de baile! Invitados por el suelo haciendo brakedance, otros casi mejor que Michael Jackson, las amigas con una coreografía multitudinaria y para rematar la celebración, ¡la novia pinchando! Pudimos confirmar, ya sin temor a equivocarnos, que Nuria y un micrófono… ¡son un buen equipo!.

Muchas gracias por confiar en nosotros, por vuestra calma y vuestros nervios, por las sonrisas, las lágrimas y la voz.

Pareja mojada, fotografas afortunadas

Creíamos que nos había pasado de todo pero no. Nunca dejáis de sorprendernos.

Nos gusta decir que una peluca azul nos unió. Y después de eso, muchas más cosas han ido sumando puntos con esta bonita pareja que nos emocionó y de qué manera.

De primeras, la casa de Adriana era un laberinto de portales, donde veíamos todos los números menos el de la protagonista del cuento. Sin embargo, no tardamos en encontrar lo que buscábamos: la novia, con una tímida sonrisa, nos abrió la puerta al lado su madre y su abuela, que acababan de llegar de la peluquería. Después de ajustarse ese liguero que siempre nos da quebraderos de cabeza, fuimos juntas a ver el precioso vestido que colgaba nada más abrir la puerta del dormitorio y que hacia juego con el impactante recogido que tanto favorecía a la novia. Todos se preparaban, no parecía haber nervios pero los minutos del reloj no dejaban de pasar, se oían preguntas muy típicas en aquellos momentos, ¿ Cariño, has visto mi corbata? ¿Dónde está el ramo? ¡Mamá el velo!

La luz de este octubre nublado y lluvioso se colaba suave por la ventana y nos mostraba miradas, gestos entrañables, y mucha confianza. Después de fotos de detalles y bonitos retratos a contra luz, era hora de colocar el velo. Una tarea de nuevo para las mujeres de la casa, tres generaciones que trabajaron en equipo y con la mayor delicadeza. Tampoco tardó en llegar el papá con el ramo de la novia para poner la nota de humor y sumar con sus bromas. ¡De margaritas decía que era!. Padrinos así, los quiere todo el mundo! Unas cuantas fotos aquí y allá, algunas en familia y… era hora de ponerse en marcha hacia la Iglesia. A pesar de irnos echando de menos a su precioso perro Bruce, nos alegró saber que estaba en buenas manos.

La lluvia parecía querer caer en aquella preciosa puerta de San Juan de los Reyes donde se encontraba Adriana con su padre a la espera de oir los violines que le cedian la entrada por aquella alfombra roja. Al final de esta, un apuesto novio que contaba los minutos del reloj.
En la ceremonia hubo lágrimas, muchas, la emoción se notaba en cada frase entrecortada, en cada suspiro y cada mirada a aquel techo que compite con el mismo cielo. Las palabras del sacerdote hacían recapacitar a cualquiera, pues fueron más allá de una simple misa, y por supuesto los pañuelos brotaban de bolsillos y bolsos como si de magos se tratase.

Pero no solo las personas se emocionaron, también lo hizo el cielo. A la salida les esperaba el arroz que habían tintado y secado con el mayor mimo para que, hasta eso, también fuese especial. Arroz y confeti y una estampa de película entre paraguas y turistas que no perdían detalle de la escena. Nosotras felices, encantadas. Rápido apareció un precioso paraguas para cobijar a la novia que ofreció un huequin a todo el mundo. ¡Pero… Sánchez de Rojas, se moja! 😛

Nuestros pasos se encaminaron a aquel increíble Claustro donde las miradas no cesaron, al revés, la gente se paraba sin ningún miramiento para fotografiar a los novios. Piropos y felicitaciones en todos los idiomas y en cada esquina de aquel mágico lugar.

Próximo destino ; El puente San Martín, más bonito que nunca, toledano puro y con pinceladas londinenses para acoger besos y sonrisas tímidas de los novios.

Y por último esa silueta de la capital imperial en el Parador, donde acabamos tomándonos unas ricas aceitunas y unas coca colas en compañía de los novios y los amigos, ya conocidos nuestros de bodas anteriores. Íbamos con tiempo de sobra pero la novia bastante aguantó con el vestido y el velo mojado, así que era momento de quitárselo.

El cóctel empezó con una buena traca que prepararon los amigos en la Venta de Aires. Los reflejos del agua y la luz en el suelo de aquel patio, lo hacían todavía más acogedor. Mientras la gente estaba distraída entre aperitivo y aperitivo, nosotras preparabamos con todo el cariño el photocall. Ya sabemos que las pelucas son importantes para Jose.

Tras el cruce de unas salas, el salón nupcial. Todo cuidado hasta el mínimo detalle. Ramos de flores para las mujeres principales de la familia, notas de agradecimiento en cada cubierto de los invitados, y chapas divertidas que acabaron en todos los trajes. Y cual fue nuestra sorpresa, que después de fotografiar todo aquello, nos dimos cuenta que estábamos sentadas en una mesa de invitados, con nuestro nombre en el sitting planing, nuestra chapa, nuestra nota, y todo aquel cariño que pusieron en nosotras.
Esta vez la emoción y las lágrimas fueron nuestras.

Durante toda la cena se oían canciones de los “chipirones” y las “medusitas”, ¡vaya cóctel de mar que tienen como amigos!. Las copas y los platos sirvieron de instrumentos y “que bote…que bote…” fue una gran canción… yo sé de una que tuvo que botar también llena de vergüenza. Pero lo especial de la cena no había llegado. Conexión con Guatemala. La tia de la novia estaba lejos, pero gracias a las nuevas tecnologías la lejanía es inexistente si uno quiere.

Llegó la tarta, el corazón de los invitados paró por un momento, se estaba oyendo la canción de Juego de Tronos, y sí! La espada tenía nombre propio, Garra. Después de aquel momentazo, la gente se impacientaba por la fiesta que se inaguró con música que todo el mundo sabe tararear. Aerosmith tenía una canción para el deleite de todos. Un baile que se convirtió en susurros al oído y la voz a pleno pulmón.

Los invitados pusieron todo de su parte; abrió el baile un abuelito bailongo que no soltaba el bastón y que tenia mas ritmo que cualquiera, a partir de ahí… ningún invitado paró!
El photocall reinó en todo momento, hasta la abuela de Adriana se animó con un par de pelucas y algún que otro sombrero. El baile de grease fue uno de los mejores, pues los novios se caracterizaron a la perfección con peluca rubia y pelo rizado a lo afro. No tienen limites.

Después, nos sentimos uno más, gracias a los invitados y a los novios que nos acogieron en su baile y que casi nos quitan la cámara de las manos para que nosotras también disfrutásemos de su día, pero ellos no eran conscientes de que disfrutamos desde el primer momento en que vimos a Adriana.

El primer agradecimiento es para María y Borja, una pareja por la que sentimos debilidad y a la que tenemos que agradecer públicamente que nos ayuden tanto a crecer y habernos presentado a esta pareja. Dios los crea…

G-R-A-C-I-A-S a Adri y a Jose por tantos y tantos detalles , por vuestro cariño, por estar a gusto ante la cámara, por las risas bajo la lluvia, las muecas y los bailes. Gracias por cuidarnos y tratarnos como a uno más, por vuestra emoción, por acordaros de nosotras y hacérnoslo saber, y por las preguntas de preocupación a las que contestamos SI, si lo pasamos genial, si comimos bien,muy bien, y si estuvimos a gusto, muy a gusto y muy felices. Nos ha llegado al corazón. Sois geniales. Ojalá os encante nuestro trabajo tanto como a nosotras nos ha encantado cubrir vuestro gran día.

Gracias

Y que nos quiten lo bailao’

Era algo único que no habíamos tenido antes… ¡Unos novios se iban a ver antes de la boda! Adiós a las tradiciones, a las supersticiones y al que dirán.

La primera parada fue en casa de Marta donde nos encontramos primero a nuestra querida Miriam, que se encargó de maquillar a toda la familia. ¡Poco más y maquilla hasta al novio! Y se iba corriendo para estar perfecta para la boda de su amiga.

Pocos minutos después, ahí estaba, era una de esas novias a las que no les ves primero el vestido porque lo que más blanco era su sonrisa. La acompañaba su hermano y padrino Juan que no podía estar más orgulloso y la esperaba Iván, un apuesto chófer con mucho humor y que complía con su papel a la perfección ¡Menuda gorrita identificativa!

Marta estaba eufórica, contenta, sonriente, pletórica…y aunque parezca mentira… Fue ella la que esperó. Todos estábamos nerviosos, esperábamos aquel reencuentro como agua de mayo. Ángel, sin embargo, era más tímido pero en su mirada se podía ver toda la admiración y cariño que le tenía a su futura mujer.

Iban a ser portada de una de las mejores siluetas de Toledo, el puente Alcántara, entre besos, carcajadas y la mayor naturalidad del mundo. No hacía falta que les dijésemos nada pues el cariño salía solo. Y aunque suene raro… ¡recordemos que todavía no estaban casados! Así que cada vez oíamos más fuerte el tic tac del reloj.

El Ayuntamiento nos esperaba lleno de amigos y familia. Y sí… Quedó demostrado que no hay nada mas bonito que las lágrimas de felicidad que fueron protagonistas durante toda la boda. Mientras los amigos recordaban buenos momentos y los clinex salían a relucir, la música de Amélie amenizaba la ceremonia. Era algo especial pues el acordeón casaba sus notas a través de una buena amiga de la novia. Los invitados vinieron de todos los lugares de España porque cómo bien dice la frase: cuando cuidas a los amigos, luego te lo devuelven. Y quedó demostrado.

Los tambores de la procesión se oían por todo el casco antiguo de la ciudad imperial, pero no hubo mal que por bien no venga… tuvimos un recorrido muy especial. Las puertas más bonitas de Toledo, los callejones con secretos que pocos saben, ( excepto estos novios ) y las luces y sombras de la tarde, nos acompañaron durante ese precioso y largo paseo. ¡Qué se lo digan a los pies de Marta, si no!
Otra vez el tic tac del reloj, llegaba el cóctel en el Cigarral Hierbabuena. Para los que no hayáis ido, tiene una cuesta que casi tenemos que hacer escalada. Nuestro coche se paró y nos quedamos en mitad de la cuesta. Hasta ahí bien, nos suelen pasar esas cosas ¿verdad? , pero ya hemos dicho que esta boda es única y es que… ¡Los novios iban con nosotras en el coche!!! Menos mal que Ángel pasó de ser el novio de la boda a ser profesor de conducir y nos dio unos truquillos para que no cayésemos por la cuesta cual montaña rusa.

Aparcamos bien y empezaron las fotos de grupos de amigos y familiares, alguna lágrima, muchas bromas y un tranquilo atardecer. Después, en la cena (en la cual no pasaron cinco minutos sin un «que se besen, que se besen» ), siguieron las sorpresas. Mientras tanto, nosotras montábamos el photocall y entre plato y plato uno de los camareros nos cuidaba estando pendiente de nosotras en todo momento. ¡Gran equipo el del Cigarral Hierbabuena!

La fiesta nos esperaba y no pudo empezar mejor. El baile nupcial tuvo romanticismo, arrumacos y… a todas las amigas rodeándolos para que no estuvieran solos. ¡Un detalle precioso!. Congas, Paquito el chocolatero y personas de todas las edades en la pista de baile.

¡Ay pareja! ¡qué bien lo pasamos!

Gracias por esa mirada hacia tu mujer, Ángel. ¡Y gracias por esa sonrisa perenne, Marta!

El principito y la rosa

Cinco de la tarde, el Doménico nos esperaba. Bártulos al coche, música preparada, y ¡a disfrutar!

A la llegada a aquel acogedor lugar nos esperaba Javier, todavía sin vestir, pero con la sonrisa puesta, por supuesto. Tras pocos minutos la puerta de la habitación se abrió y apareció un apuesto caballero que no le hizo falta corbata ni pajarita para estar perfecto para ese día.
Su hijo, padrino de la boda, puso la guinda y la anécdota divertida en la celebración pues ¡se le olvidaron los pantalones del traje! Asi que tuvo que volver a por ellos, ¡benditos despistes que ponen la chispa de la vida!
La terraza acogió a los familiares de Javier que al verle abrieron la boca, estaban felices, atentos, expectantes… Pero sin nervios aparentes hasta que el coche de la novia se dejaba ver por los arboles del lugar. Pero no, todavía no estaba vestida, venia con varias princesas que la ayudarían y un preciosa mujer que tenia el papel tan importante de madrina de la boda. ¡Era su hermana!

Subieron al cuarto y mientras terminaban de arreglar a los niños que iban al detalle con vestidos que les había hecho su abuela, nosotros esperábamos en el pasillo preparando las cámaras para sacar la mejor imagen.

Los niños ambientaban la habitación con sus correteos y la hermana terminaba de abrochar botones a la novia.

Toc toc, sonó la puerta, era el padrino despistado que ya venía con los pantalones. Al final fue la novia la que le ayudó a vestirse, ¡nunca vimos a una novia con corbata! El nudo quedó perfecto. La gente entraba, los ojos se empañaban , los piropos y halagos se oían continuamente y los nervios… Los nervios empezaban a notarse.

El escenario donde se darían el sí quiero estaba listo. Las sillas estaban ocupadas por hijos, padres, hermanos, cuñados y un par de amigas importantes, nadie mas.
Una boda familiar, íntima y llena de emociones.

La madrina leyó, la respiración se cortó y las lagrimas brotaron.
El padrino leyó, la risa se oyó, y las lágrimas… Las lágrimas también brotaron.

El atardecer era espectacular para recibir pétalos y arroz, y, «que vivan los novios», fue la mejor canción.

Después de fotos en familia la pareja se relajó con sus invitados entre exquisitos aperitivos para luego acabar con Toledo de fondo cenando en la famosa terraza del Hotel Kris Doménico. A mitad de la cena hubo una bonita sorpresa de aquel cuñado que tanto quería a la protagonista del cuento. Infinidad de globos con luz recorrieron el cielo con un deseo personal de cada invitado emocionando a grandes y pequeños.

El baile se hizo esperar pues la noche era agradable para estar tranquilitos en aquella terraza… Eso si… Cuando la música sonó la gente pasaba dispuesta a dislocarse la cadera. El photocall se quedó sin pelucas, y el horizonte de la discoteca estaba lleno de rizos morados, rojos y amarillos, pelucones rosas, sombreros mejicanos y saltos de alegría. Los novios empezaron su baile, estaban coordinados, eran cómplices y se entendían. Aunque tenemos que decir muy a nuestro pesar Javi.. Que hubo un baile que hizo competencia.. Las hermanas y el sobrino junto con la hija de la novia bailaron con una coreografía totalmente estudiada.. ¡¡¡El baile del serrucho!!! Nos dieron ganas de tirar la cámara y bailar con ellas.

Ahora os toca continuar bailando tal y como lo hicisteis ayer.

ENHORABUENA PAREJA ¡qué seáis muy felices!.

Gracias por confiar en nosotras.

Una boda magica

Un día mas que nos levantamos afónicas de tanto cantar a la vuelta de la boda. El sábado nos tocó viajar y esta vez fue hasta Alcázar de San Juan aunque parecía que nos habíamos ido más lejos. El acento andaluz predominaba y la alegría, el cariño y los detalles lo hacían con él.

Eran las 2 de la tarde, el cielo estaba despejado y había una luz suave preciosa. Al llegar a Alcázar, nos perdimos, ¡cómo no! pero esta vez fue por las calles cortadas ocasionadas por las fiestas. Sin pararnos a echarles un vistazo y gracias a la orientación de Alejandra, encontramos aquella maravillosa casa y en la entrada al hermano de la novia acompañado de una labrador marrón chocolate que adoraba a su dueña.

Movimos el vestido tantas veces como quisimos a lo largo de la casa; armarios, escalera, puertas.. El ramo y los zapatos iban como complemento mientras los nervios empezaban a notarse en toda la familia y amigos que empezaban a llegar.

Regina ya estaba lista después de su perfecto maquillaje. La habitación que tanto le había visto estudiar y crecer, se convirtió en el sitio perfecto para sacar su sonrisa. Su madre, la cual pensamos al principio que era la que se casaba, la vistió con paciencia y abrochó cada botoncito con el mayor cariño.
Más amigas, los niños, los familiares, la perrita… todos querían ver a la novia y algunos darle algún detalle. Así que los minutos pasaban sin darnos cuenta y… ¡teníamos que irnos a la ceremonia!

Menuda Iglesia la de San Francisco, una de las más bonitas en las que hemos estado sin duda, y para completar esa belleza Fernando Sánchez cuidó cada detalle a la perfección; alfombra blanca, velas a los laterales de la misma, flores a cual más bonita, cojines para los niños encargados de las arras y los anillos… Creíamos estar en la boda de los príncipes pero no hubo patadas como la de Froilán, por suerte.

Aquella arquitectura nos volvía locas, la luz era espectacular, la emoción y las sonrisas, la música de violines … Todo iba viento en popa.

A la salida el arroz y los pétalos volvieron a ser protagonistas en las fotos, y la lluvia, si, la lluvia. Así que utilizamos la magia de aquel momento para las fotografías de los protagonistas y antes de que la cosa fuera a más, pusimos rumbo al lugar elegido para el banquete.

El atardecer nos acompañó mientras hacíamos fotos a la pareja y las bromas para conseguir la carcajada más natural se sucedieron. Marcos dio el punto de humor y positividad, y Regina la valentía de caminar por tierra húmeda con aquel espectacular vestido crudo.

A lo lejos, La Quinta Monteguerra, iluminada en cada rincón, con aire manchego y con una resolución de trabajo impoluto. Todo el banquete se había trasladado dentro y, no hay mal que por bien no venga porque quedó íntimo y precioso. La gente estaba animada, querían fotos y nosotras también así que aprovechamos que el patio tenía una preciosa iluminación y, entre unas cosas y otras, las fotos en grupo fueron más bonitas que nunca.

Luego llegó la hora de ponerse manos a la obra con ordenadores y discos duros pero la cena nos dio toda la fuerza que necesitábamos. ¡Qué rica estaba! Gracias a Regina y Marcos por la invitación. Entre plato y plato montamos el photocall a la entrada de la discoteca, los muebles del propio evento acompañaron la decoración y la alegría de los invitados le dio toda la utilidad que tiene. Volaban las pelucas, los bigotes y los gorros entre risas, como debe ser.

Nos tocó subirnos a banquetas altas para reflejar el baile y la felicidad que inundaba aquel sitio tan mágico, con farolillos de colores y vistas a la finca. Así nos dieron las 4 de la mañana con tanto baile y tanto cariño de familiares e invitados. El padre de la novia nos despidió con palabras preciosas que nos guardamos para nosotras, y de los novios nos llevamos un gran achuchón de esos que tanto nos gustan. ¡Gracias pareja!

Después por supuesto nosotras continuamos la fiesta cantando en el trayecto y como resultado nos falta la voz.

¡Qué vivan los novios!

Prohibido llorar: hoy solo sonrisas

La mañana del sábado empezaba con buen pie: un cielo nublado, un calor relativo y una luz suave de envidiar. Con esas buenas noticias y felices por ellos, marchamos hasta Polán, cruzando los dedos para que no terminara por llover. Fue llegar a casa del novio y tener todo preparado. ¡Puntualidad absoluta!. Familia y hasta amigos, todos arreglados y sonrientes acompañandolo en la puerta de casa. Sergio, muy elegante y con cierta tensión por la expectativa del día que empezaba, ya tenía experiencia de la preboda, así que todo fue muy fácil.¡Nos encantan las fotos sin nervios!. Los niños de la casa fueron los ayudantes perfectos para nosotras, colocando, dando instrucciones y haciendo sonreír a todos al grito de «¡PA-TA-TA!». Y como no podía ser menos, unos cuantos flashazos para inmortalizar a todos los amigos… ¡qué se lo habían currado!

En casa de la novia, sus abuelos nos recibieron con cariño mientras escuchábamos a las chicas hablar en el patio. Noami estaba preciosa, felicísima, tan inquieta como siempre y terminando de organizar todos los detalles. Después de unos minutos, solo podíamos pasar a su habitación amigas y CHICAS. Era el momento más esperado: ponerse el precioso vestido de novia tipo sirena. Aunque estaba prohibido llorar, alguna lagrimita se escapaba mientras las chicas ayudaban a la novia que estaba deseando disfrutar al máximo de su día. ¡Una promesa que cumplió hasta el final!

Los pendientes, el perfume, el velo… y mientras la casa se iba llenado. En poco tiempo aquello se convirtió en una locura, gente ayudando y esperando a ver a la novia. Primos, vecinos, amigos… todos se unieron al brindis de cava para desearles lo mejor desde el primer momento.

La llegada de la novia a la iglesia de Polán fue andando, como es tradicional, y dio el pistoletazo de salida a una ceremonia emotiva, llena de miradas y de palabras bonitas. Después del arroz con confeti, quisimos parar en casa de los novios y… nos encontramos con el pastel: los amigos ya habían pasado dejando una estela de post-it y bromas por todas las habitaciones. Mientras a uno le daba un ataque de furia, al otro le daba de risa viendo todo aquello. Lo de limpiar, ya mañana.

Como no queríamos alargarnos demasiado y ya con tranquilidad, les inmortalizamos enamorados junto a una espectacular vista de Toledo. Sin zapatos por el césped, un par de saltos, algunos besos y… ¡siguiente etapa!

Como siempre, los Viñedos Cigarral de Santa María estaba preparado para que todos estuvieran cómodos a la luz del sol, con pequeñas y abundantes exquisiteces, y una panorámica envidiable. La tarde no hacía más que comenzar y no se nos olvida ese «¿pero estáis comiendo? comed chicas, ¿eh?«.

La apertura del banquete con musica house por todo lo alto nos sacó a todos una carcajada y nos recordó que «Todo queda en Family», como no podía ser de otro modo. Al gusto de los novios y de muchos amigos, que agitaban sus servilletas mientras iban pasando. La comida transcurrió como todo el día, entre risas algún «¡qué se besen!» y detalles emotivos como un vídeo especial para las mejores amigas y otro divertido para la pareja.

Fue empezar la fiesta y la música volvió a hacer a los novios sonreír, abrazarse e inaugurar la pista de baile. Canción, baile, canción, baile, canción, baile… y les secuestramos un momento. No podíamos dejar de aprovechar el espectacular viñedo y la caída del sol para dejar algunas fotos para el recuerdo. No sabemos hasta cuando les duraron las pilas a estos invitados pero seguro que siguieron cumpliendo las dos máximas del día: prohibido llorar y disfrutarlo al máximo.

Gracias a Noami y a Sergio por elegirnos, por no tener miedo a ser felices en este día tan especial, por su confianza y generosidad que para nosotras es un tesoro. A su familia y amigos por hacernos un hueco con cariño y sonreír a la cámara.

¡Sois grandes, chicos!

Sin sencillez no hay grandeza

El viernes volvimos a estar de boda…¡y qué boda!. Nos tocaba ir a Illescas donde nos esperaban Arturo y su familia. El calor volvía a ser protagonista, aunque otro sol le hizo competencia: Noa, la princesita pequeña de la casa que animó el momento con sus canciones preferidas de Frozen, sus poses y su capacidad para hacer a todos sonreír. Arturo no parecía nervioso, nos recibió con los Ramones en la camiseta para que su preciosa hija le ayudase a arreglarse. Fue una bonita cadena: la abuela vistió a la nieta y la dejó preparada para que ella y el resto de la familia diesen el aprobado a la percha y al traje.

En casa de la novia, su hermana Bianca (la más marchosa de la fiesta) nos abrió las puertas mientras Patri nos saludaba con mucho cariño. Todos estaban preparados y deseando verla vestida de blanco. Aunque el vestido, de París, y y el ramo fueron detalles llamativos, bastó su sencilla calidez para hacerla brillar rodeada de su familia.

Al salir nos encontramos una habitación que parecía hecha para nosotras: Llena de fotografías, posters y música de cantantes rockeros que tanto nos gustan.¡Subida de puntos para el padrino!. La familia fue a dar un beso a la abuela antes de llegar a la ceremonia, un gesto lleno de significado que nos encantó.

Después pusimos rumbo a La Quinta de Illescas donde se celebraba las ceremonia religiosa y todo el convite, y no defraudó. En un ambiente de lo más cuidado y romántico, Patri y Arturo se dieron el sí quiero en la capilla al aire libre, entre hiedra, vigas de madera y rayos del sol. Hubo sonrisas, miradas de complicidad y gestos de cariño. También alguna lágrima y mucha emoción que continuó a lo largo de toda la jornada y que nos demostró lo especial que era para ellos ese día.

Los invitados pasaron del cóctel al banquete, decorado finamente con flores, globos y una fuente en forma de lamina de agua. Por suerte para nosotras, era poco profunda y el homenaje que le hicimos a nuestra compañera Cris que está buceando, fue pequeño. Se sucedieron los detalles y regalos, el ambiente alegre y la excelente comida (de la que podemos dar fe)… ¡Un gustazo! En la fiesta a nadie le faltó echar un baile en la pista y eso dio mucho juego hasta altas horas.

Gracias por el cariño tan inmenso que demostrasteis desde el primer minuto hasta el último. ¡Solo faltó abrirnos la puerta del coche cuando nos acompañabais. Gracias tanto a vosotros como el resto de los invitados por las palabras bonitas y por tratarnos como parte de la boda de una manera especial. Trabajar así es mucho más sencillo.

P.D: Y el bonito detalle de escribirnos mientras creamos esta entrada no hace más que corroborar que :
1. Tenemos telepatía.
2. Nos hace feliz nuestro trabajo.

El paseo de la fama

Menos mal que llovió la noche anterior porque si no… nos derretimos. En eso íbamos pensando mientras apagábamos la música del coche y poníamos pies en polvorosa hacia el portal del novio.
Saúl nos recibió como corresponde: con tranquilidad, bromas y en pijama para huir del calor y dándonos la oportunidad de fotografiar todo el proceso. A cada prenda que se ponía, una broma le salía. ¡No tiene remedio! Flotaba en el ambiente la nostalgia y la alegría, los recuerdos nuevos y los antiguos.

Cristina no se quedaba atrás y nos esperaba para estrenar su precioso vestido de encaje. Algarabía, una luz mágica y un brillo especial en su mirada delataban la alegría contenida por la llegada del gran día.

En Santa Leocadia esperaba el novio y algunos invitados, que iban llegando poco a poco, mirando el reloj para contar los segundos. La novia llegó en su coche de época tan puntual que ¡casi se adelanta a los propios invitados! Pero al final todo quedó a las mil maravillas y la ceremonia los convirtió en marido y mujer. Con emoción pero sin nervios, con calma, como el que hace tiempo que lo tiene asimilado. Todo había cambiado pero no la complicidad en la pareja, de la que hicieron gala al pasear por el casco. Toledo se ponía sus mejores galas y los transeúntes los miraban embobados desde Zocodover hasta la Catedral, arrancando buenos deseos y exclamaciones a su paso.

Una fugaz parada en el Valle para ver caer el sol, unos besos y unas risas, y de camino hacia el convite en el Hotel Beatriz con sus invitados y los preciosos momentos que no habían hecho más que comenzar. Fueron los protagonistas del brindis con Coca cola entre luces y pequeños adornos de lo más delicados, posando para las fotos, recibiendo felicitaciones y refrescando de vez en cuando la garganta ¡qué falta hacía!. La pieza musical más especial la protagonizó un sobrino de la pareja, dedicándoles a todas las mesas su aprendizaje autodidacta con el teclado.
Después tocaba mover el esqueleto y Divinevents, como siempre, no falló en poner la música que más animaba para la ocasión. Un vals sencillo pero preparado abrió una noche larga y divertida que nos enseñó la mejor cara de la vida, la alegría sin subterfugios y las ganas de que empezara con un rato inolvidable.

Pies descalzos, zapatillas y monos de flores… nuevas formas de darlo todo. ¡Nos lo apuntamos para nosotras!

Muchísimas gracias pareja por confiar en nosotras, abrirnos las puertas y tratarnos con tanto cariño y respeto. Gracias a todos los que estuvisteis, por pasarlo tan bien en todo momento y hacernos reír. Así es muy fácil hacer fotos.

Sed muy felices.

Ole y ole al Rocio yo quiero volver!

Por donde empezar…

Supongo que por la noche anterior, la del viernes,llenas de nervios preparando cada detalle para que el día siguiente no faltase nada, que funcionase todo, que sonase el despertador…y sonó, ¡qué si sonó! Tres o cuatro veces a las 7:00 de la mañana.

El coche nos esperaba cargado de cosas como si nos fuésemos a vivir a otro lugar remoto del mundo. El viaje fue tranquilo, cantando alguna que otra canción de esas que levantan el ánimo a cualquiera…canciones muy adultas…por ejemplo…hakuna matata vive y se feliz…nanana!!!. Y entre canciones llegamos a nuestro destino; una peluquería de aires ochenteros en la que se encontraba a punto de acabar Macarena. Estaba perfecta e iba con tiempo de sobra, tanto que rompió los horarios que teníamos. Íbamos tranquilas, podía fallarnos el gps ¡qué aun así nos sobraba tiempo!

Tocaba visitar al novio atlético, ex jugador del rayo y casi más antimadridista que otra cosa, tanto era así que quiso picarnos y tuvo el “detallazo” de recibirnos con la camisa rojiblanca… ya te la devolveremos ya…¡en alguna foto aparecerás con la del Madrid!.

Se vistió con casi más detalles que la propia novia. Después de unas cuantas fotos, allí le dejamos disfrutando de la rubia, la otra rubia que hay en su vida, la cerveza. Lo que venía a continuación no nos lo esperábamos, abrió la puerta una mujer con una sonrisa enorme y un notable acento andaluz. Empezó la diversión. Madre,sobrina,hermana y novia pelearon con corsés, medias, y cancanes, y consiguieron que todo estuviera a punto, tanto que sobró mas de una hora y media pero no era problema porque había mas personas en aquel hogar que ayudaban a que pasase el tiempo. Una preciosa abuelita devota del Rocío con un sentido del humor y una sonrisa perennes en su vida, y un abuelito, que casi nos quita el puesto con casi 100 años y ¡grabando en vídeo! Increíble, realmente increíble y envidiable. Nos debilitamos desde el primer momento que les vimos.

Tenemos muy claro quien va a ser el cámara de vídeo de nuestra boda. Supongo que ese sentido del humor andaluz era hereditario porque solo se oían risas por la casa. Y así nos fuimos, riendo.

La ceremonia fue especial, un coro rociero la amenizaba, coro que protagonizo uno de los momentos más especiales al cantar la Salve Rociera para la preciosa abuelita de Macarena. Llegó el sí quiero y se convirtieron en marido y mujer. La salida no fue menos especial pues la gente ya estaba animada y esperaba con botellines fresquitos a los que quedaban por llegar.

Después de unas cuantas fotos llegó un banquete lleno de sorpresas en La Finca los Rosales, un sitio precioso y muy íntimo donde disfrutar de la buena compañía. Una de esas sorpresas, la más especial, el regalo de las fotografías enmarcadas de ese mismo día para abuelos y padres. ¡Qué guerra nos dió la impresora y el ordenador! pero gracias a la ayuda de compañeros como Garri lo pudimos salvar. La emoción corrió por aquel salón, ¡lo habíamos conseguido!

Photocall, candy, instantáneas, buena música…no faltó de nada. Pero lo más bonito, lo que más nos emocionó fue el mensaje de después. Gracias por habernos dejado compartir, de la manera que lo hicimos, el día mas importante de vuestra vida. No queda ahí, lo sabemos y volvemos a repetir “Todo tiene quien todo da”.

PD: Gracias por la comida, fue un detalle. Tenemos que confesar que algunas no comemos ensalada pero si todas son como la de ese día, nos volveremos vegetarianas seguro.

Un verdadero placer pareja. Gracias por hacer que nuestro trabajo merezca la pena.