Boda

Entre Extremadura y Toledo

El sábado parecía que vendría cargado de lluvia pero respetó en todo momento para que novios e invitados pudieran disfrutar al máximo. Manu y Natalia tenían todo preparado para el gran evento. Primero estuvimos en el precioso Hotel peña del Alba, donde se vestiría el novio. Toda su familia estaba acompañándole y ayudando el los pequeños detalles; su madre se encargó de dejar todo listo perfectamente colocado, su hermana completó el traje con unos calcetines de patos, reto conseguido, y su padre, tras dos horas de práctica con un salvador video de youtube, consiguió hacer a la perfección el nudo de la corbata. El novio se fue vistiendo poco a poco con una sonrisa perenne mientras la emoción flotaba en el ambiente. Tras unas fotos familiares, dignas de cualquier revista, tocaba recoger e ir a casa de Natalia.

La novia se asomó por la ventana para recibirnos y su hermana nos recogió en la puerta. Aunque había habido nervios por la lluvia, la familia estaba calmada pero muy emocionada. La luz era bonita, había varios espejos que nos ayudaban a crear imágenes diferentes y a aprovechar el espacio, y todos los detalles estaban listos. Con ayuda de sus hermanos, su padre, su tía, su abuela, y las preciosas mellizas, la novia se vistió de pies a cabeza. Se le veía feliz, radiante.
Las terrazas llenas de gente, delataban que ya había llegado la calesa con la que Natalia recorrería su pueblo para llegar hasta la Iglesia.
La anécdota del día es que llegó casi a la vez que el propio novio y Manu tuvo que entrar corriendo hasta el altar para no verla! Al llegar tenía más de un espectador, todo el pueblo estaba ansioso por verla. Todo el mundo la miraba, estaba perfecta para la ocasión.

La ceremonia fue calurosa pero muy bonita pues el coro amenizaba y las lecturas, como la de Maria, la hermana del novio, emocionó a mas de uno. A la salida todos los amigos esperaban a los novios pero no solo con bolsas de arroz, esta vez también hubo lentejas y garbanzos…y como dijo uno de los amigos «no os duchéis con agua caliente que hacéis una buena paella». Tras el arroz, las lentejas, los garbanzos y los muchos abrazos y buenos deseos, hubo un momento muy especial, ir a ver a los abuelos de la novia que los recibieron con mucho cariño. Un momento que nos encogió el corazón. ¡Cuánto nos gustan los abuelos!

Pero el reloj seguía su ritmo y era hora del coctel. El paseo en calesa hasta llegar fue muy bonito y la entrada al hotel, espectacular. Allí esperaban todos los amigos y familiares totalmente expectantes. Los pequeños detalles adornaban todos los rincones, los invitados disfrutaban mientras atardecía, y ¡no llovía!…todo estaba saliendo a la perfección.

Un precioso salón les esperaba para la cena con un árbol de madera que presidía e iluminaba todo el lugar. Un brindis, más sonrisas y hora de la rica cena. Durante el banquete hubo sorpresas de las amigas de la novia, de los amigos del novio, de la hermana del novio que preparó un periódico con noticias de la boda en homenaje a la novia…ramos a las abuelas, fotos a los padres…¡no faltó detalle!

Tras el café tocaba poner la fiesta en marcha, y los novios abrieron la veda con un baile donde primó la complicidad entre ellos, después familiares y amigos se encargaron de continuar con la fiesta.

Muchas gracias por elegirnos, por la rica cena y por el cariño.
Sed muy felices pareja!

Estamos ready

El sábado tuvimos boda y sin duda, la vuelta al cole fue muy buena. Clara y Álvaro después de 7 años iban a cumplir su deseo de casarse en 2019 rodeados de gente que les quería.

Todo empezó en casa de Álvaro, todo el mundo estaba listo para el gran evento cuando llegamos. Aquel hogar tranquilo, vestía una luz especial, rodeado de fotos familiares, una enorme colección de coches y una familia bastante tranquila.

Mientras el novio remataba los últimos retoques, nos contaba algún secreto de su padre, fue entonces cuando descubrimos una antigua cámara de video, de las de verdad, de esas que se llevaban al hombro y rompían muñecas, y es que teníamos al lado a un hombre conocedor de nuestro mundo, eso siempre hace mucha ilusión.

La madrina, y madre de Álvaro, estuvo atenta de los pequeños detalles de su hijo, su hermana transmitía dulzura, su tía ternura y su padre tranquilidad. Así, fue fácil. Pronto llegó la hora de ir al lugar donde estaba la novia, la novia y unas cuantas amigas…

Llegamos a una bonita y sencilla habitación blanca donde se encontraba Clara con las últimas pinceladas de maquillaje, afuera, sus mejores amigas y damas de honor inconfundibles pues todas iban vestidas de rojo y llevaban, de manera indestructible, una gran sonrisa por el evento que acontecía.

Realizamos unas fotos a los pequeños detalles, el precioso vestido y un ramo muy especial, pero los minutos pasaban y era hora de vestirse…Con ayuda de su madre para encajar el vestido, de sus amigas para los pendientes, los zapatos y la mantilla, y con más de una mirada que no podía resistir verla, la novia estaba ready.

Al empezar la ceremonia, un sol y unas sombras nos acompañaban por aquel pasillo que finalizaba en un novio nervioso y sonriente, el padre y padrino estaba alegre y orgulloso de su hija, y más de un invitado tenía preparada la cámara del móvil apunto de disparar. La ceremonia fue amena, pero hubo un momento que despuntó, la lectura del hermano de Clara hizo llorar a más de uno y la entrada de los anillos a mano del sobrino de los novios que no podía estar más guapo! Por supuesto, el arroz no podía faltar!

Antes de que comenzara el cóctel nos escapamos a una preciosa cueva donde los novios pudieron estar tranquilos unos minutos y mientras nosotros aprovechamos la ocasión ¡faltaría más!…

Durante el cóctel era momento de hacer fotos a los amigos del trabajo, de la playa, de toda la vida…a las familias, las madres especiales con tatuajes recientes, a todo el mundo que allí se encontraba para disfrutar de ese día tan especial. Fue entonces, cuando la hermana del novio cogió el micro y aunque, no tenía mucha costumbre de hacer lecturas especiales, les dedicó unas palabras que volvieron a sacar sonrisas y lágrimas…y a seguir con el rock and roll.

La cena fue hora de sorpresas; primero los ramos para las tres mamás, seguido de un viaje que regalaron todos los amigos a los novios, después tocaba el ramo de la novia a su mejor amiga Marta al son de un bonita canción, de esas que se cantan a pulmón… los amigos del novio trajeron un regalo envuelto en cemento, el novio voló demasiado, las damas no paraban de bailar… ¡lo que dudamos es si se pudo comer algo entre tanto alboroto!

Llegó la hora del baile, un baile coreografiado a la perfección y donde también hubo detalles para las damas de honor y la coreógrafa. Incluso, hubo fuegos artificiales! Y además…los mejores secretos de los novios los recogimos en el video… que anécdotas más buenas!

Muchas gracias por elegirnos, por confiar en nosotras y por el cariño. Sed muy felices pareja!

Tan guapos que no parecen humanos

De todos los días de la semana, decían que el más caluroso iba a ser el sábado y, aunque el sol brillaba con fuerza, pudimos aguantarlo hasta el final. Tal vez fue por la alegría, los nervios silenciosos y la emoción de aquel día.

Después de pararnos a comer algo para que no nos rugiera el estomago, fuimos a casa del novio, Mario. Cuando llegamos, ya tenía la sonrisa puesta como complemento y lo no sabemos es si en algún momento la pierde. En la suite de nuestro querido Cigarral del Bosque estaban también sus padres y su hermana Tere que nos dejó la frase del día «estás tan guapo que no pareces humano» y es cierto, ya sin vestir tenía luz.

Primero hicimos fotos al traje y a los detalles del novio. Probablemente uno de los más ingeniosos que hemos visto a lo largo de los años, fueron los gemelos de Tesla. Un guiño a su profesión de ingeniero y que pasó de broma a realidad. No pudimos reírnos más, ¡menudo novio original teníamos! A medida que se iba vistiendo, empezaba a oler a boda y aunque parecía que no estaba nervioso…nosotras no nos lo creíamos del todo. Estaba perfecto, tirantes, corbata azul y sus imprescindibles de belleza. Por eso no quería hacer nada que le estropease el traje y aún así… ¡se atrevió a volar en la cama! Si es que con novios así, da gusto.

Después de unas bromas, jugar con los reflejos y disfrutar de las maravillosas vistas de la terraza, hicimos algunas fotos familiares. Al principio a su papá no le hacían mucha gracia, pero al final resultó ser un buen acompañante mientras ayudaba con la chaqueta. A las dos mujeres de la familia que estaban allí, tampoco se les daba nada mal y le echaron una mano con tirantes y gemelos. La luz, las bromas y esa tranquilidad sólo nos invitaba a llenar más tarjetas pero tras despedirnos con las fotos del pasillo y un selfie, cambiamos de rumbo.

Poco después, y mientras recordábamos antiguos buenos momentos, llegamos con mucha ilusión a casa de Coco. Y menuda casa bonita, grande y sobre todo… ¡llena de vida! Allí se encontraban tres de los dieciséis sobrinos que tiene la pareja. Tres niños preciosos, Luis, Lucas y Leo, que se encargaban de poner diversión a aquel momento. También estaban sus hermanas, su cuñado y sus padres.Todos nos trataron estupendamente y nos alimentaron con ricas albóndigas, pisto y queso. ¡Menuda suerte! Gracias familia.

Cuando entramos al salón, nos encontramos a la novia con Cristina, la otra hermana del novio, que maquilla a todas las novias de la familia. Nadie lo hace mejor y con más cariño que ella. Coco parecía una actriz famosa, una modelo o una princesa de Disney. No sabemos exactamente qué, solo sabemos que estaba realmente bonita. Mientras daban los últimos retoques al maquillaje y nosotras comíamos disimuladamente las albóndigas, nos pusimos con los detalles. Esta vez no había nada de Tesla, pero un impresionante vestido blanco, sencillo y con finos adornos no necesitaba muchos más complementos. 

Tras colgarlo en una de las lámparas del salón, dimos rienda suelta y disfrutamos. Entre toma y toma aparecía alguno de los sobrinos para alegrarnos y seguidamente algún adulto intentando localizarlos… ¡menudos terremotos! Nos encanta la naturalidad y allí había a raudales. Pronto veías un juguete en el sofá que a la novia comiendo plátano y pisto. Nunca hemos hecho fotos a la novia comiendo, pero es que a Coco le quedaba hasta bien. Aprovechamos cada momento y el resultado fue estupendo. También nos encontramos con un impresionante Jeep decorado para la ocasión donde los peques disfrutaban como auténticos aventureros, los peques y Coco para que nos vamos a engañar.

Las manecillas del reloj seguían girando, así que la novia y el resto de familia tenían que empezar a vestirse. Entre ellos los niños de la casa que iban como un pincel. Cuando le tocó a la protagonista, tuvimos anécdotas sexis que realzaban la figura, y un camisón que pasó de generación en generación. El proceso de transformación oficial en la novia se iba dando. Su madre le ayudó a vestirse y los tres peques a ponerse, con grandes esfuerzos, los zapatos. Ya estaba casi lista, sólo le faltaban los pendientes y ese fue el momento perfecto para unir a las tres hermanas. Unas fotos familiares… ¡y a correr, que no llegamos a la ceremonia!

Llegando a San Juan de los Reyes tuvimos la inmensa suerte de encontrar aparcamiento en la puerta. Para envidia de algunos como nuestros queridos novios Marta y Jaime. También coincidimos con la llegada flamante del novio, así que aprovechamos para hacer algunas fotos de los encuentros familiares y el ambiente que empezaba a crearse. La iglesia, siempre impresionante, estaba engalanada para la ocasión. Allí ya esperaban los más madrugadores y los músicos. De repente, rugiendo en el jeep junto a su cuñado Luis y al ritmo de «Grandson blood water», llegaba la novia levantando los brazos en señal de alegría. Todos los que se quedaron fuera esperando su llegada, la saludaron a gritos. El novio ya sabía que su futura mujer había llegado.

La ceremonia se hizo corta, eso sí, los abanicos no faltaron. Allí nos encontramos a nuestros queridos Manolos, Irene, Juanfer, Maripaz, Isa, Nacho, Pepe, Javi, Isma, Cris…y nuestra debilidad Ani, entre otros, pues la familia es incontable. La emoción no faltó en aquella ceremonia y algún tirón de orejas del párroco tampoco. Miradas, sonrisas y emoción, pues la música en directo ponía los pelos de punta. El sol les esperaba en la salida, así como los abrazos y los piropos de su gente. Besos, alguna lágrima de emoción y gritos de alegría fueron protagonistas nada mas salir. El reloj corría y por eso nos fuimos hacia el Claustro corriendo… y ¡menos mal! Porque pudimos pasar justo a tiempo.

Recorrimos los pasillos parando casi en cada ventanal y no había un momento donde estuvieran serios.Ellos siempre tienen esa química especial, pero ese día estaban radiantes y no hicieron falta más que unos besos bajo esa bonita luz para inmortalizar el momento.
Cuando llegamos a nuestro sitio secreto dimos un bonito paseo bajo el sol, que pese a ser intenso, nos permitió hacer fotos preciosas con Toledo de fondo y algunos arrumacos cariñosos. Los tacones no fueron un impedimento para subir donde hiciese falta y tener las mejores vistas. Tras unas cuantas anécdotas sobre fantasmas y un momento fan del jeep, nos dirigimos hacia el cóctel.

En el Cigarral El Bosque esperaba todo el mundo emocionado y ansioso por ver a los novios. Les recibieron entre los aplausos y abrazos de todos los sobrinos. Los pinchos no faltaron, tampoco el agua fría que tanto necesitábamos. Allí disfrutaron de su gente, de momentos de risas y ya con más tranquilidad hicimos las fotos familiares y de amigos, que no podían faltar. La entrada y el brindis dieron el pistoletazo de salida a lo que prometía ser una gran cena y no defraudó. Estuvo llena de cariño, de sorpresas como los ramos, los regalitos y un vídeo precioso con el sello de su cuñada Valle, donde evidentemente, la emoción y las risas no faltaron. Todo el mundo deseaba que llegase el momento de la discoteca y es que tenían una sorpresa muy especial… ¡¡música en directo!!

Que gran empiece el de la discoteca: bajo, batería y guitarra ¡Menudos cracks! La canción del baile de los novios la cantó su sobrina, haciendo del momento algo para recordar. También el novio sorprendió con una canción dedicada a su mujer y a partir de ahí la noche se arrancó y poco vimos a Manolo, nuestro cantante favorito coger el micro. Los amigos se animaron a un bombardeo, las amigas no se quedaron atrás y en la pista de baile no cabía un alfiler. Ya cuando nos íbamos, vimos de fondo que también iba a salir la hermana de Coco. Al final, quizás se animaran hasta los camareros. ¡Menuda fiesta y menudos buenos músicos!

Decíais que estábamos siempre pendientes, pero en realidad somos nosotras las que estamos agradecidas. Mario, Coco y familia, gracias por mirar más allá y tratarnos con esa dulzura y ese respeto. Por vuestras infinitas sonrisas, por ser tan atentos y por confiar en nosotras para inmortalizar ese día. ¡Os deseamos toda la felicidad del mundo!

Monreal, Londres y Toledo

No es un día cualquiera aquel en el que se casa uno de tus mejores amigos. 

Abril llevaba unas semanas de un mal tiempo infinito. La lluvia y el frío habían traído días tristes que se nos acercaban peligrosamente. Todo cambió dos días antes y el fin de semana no pudo lucirles mejor.

Cuando llegamos a casa de Pablo, el novio, el sol fuerte del mediodía toledano adornaba las calles y olía a primavera. Había mucha emoción no solo por parte de los implicandos, pues remorar recuerdos y ver fotos antiguas de cuando eramos pequeños en su cuarto daba vértigo. Sentirle cerca… era un regalo. El visor de la cámara solo veía un chico alegre y tranquilo rodeado de su familia: su padre, el que ponía el punto divertido; su hermano, el fiel compañero; y su madre, madrina emocionada.

La luz y el ambiente no podía venirnos mejor. Pablo se casaba y, en pocas semanas, ¡su hermano también! Tremenda coincidencia y una buena forma de practicar, viéndolo por otro lado. Entre risas y con la ayuda del novio, fuimos captando detalles. Sus gemelos, tanto los que se pondría cómo otros con los que suena una banda sonora. También el curioso portalianzas que tan bien indicaba el camino. Sus zapatos, traje, reloj, corbata… no le faltaba detalle cuando empezó a vestirse. Entre todos le ayudaron y entre palmaditas, pronto estuvo listo para la acción. Con los tirantes eso sí, bien tirantes claro. Después ya todo fue rodado y entre foto y foto, algún posado nos regalaron. La práctica hace al maestro. 

Poco después, llegábamos al Cigarral El Bosque, punto de encuentro de nuestra novia, Aroa. Al entrar, los allí presentes nos recibieron con un «¿aún más fotógrafos?» y es que parte del equipo ya esta allí, poniéndose en situación. 

Lo primero que vimos fue el vestido. Colgaba al final del pasillo, desde prácticamente el techo, por lo que dio la nota cómica cada vez que decían: «¡cuidado! ¡el maquillaje contra la pared!». Después, ya sí pudimos disfrutar de la novia junto a su familia mientras la maquillaban. Llevaba un nuevo camisón con cierta historia y no sabemos si era por el día, la luz o su alegría pero ella ya estaba radiante. Compartiendo bromas con su madre, sus hermanos, su padre… y no solo en la habitación, también se comunicaban entre terrazas y por el pasillo. Mientras, sonaba un «quién teme al Pablo feroz» con cierta guasa… ¡lo que nos gustan las gamberradas no lo sabe nadie!

Pasaban los minutos y cuando estuvo maquillada, llegó el momento de vestirse. Siguiendo las instrucciones, fueron subiendo capas, abrochando cierres y abotonando su bonita espalda con todo el cariño. No fue fácil, pero el resultado mereció la pena. Los zapatos, los pendientes y el velo rosado le dieron el broche final.

La amplia habitación se había quedado pequeña por el jaleo que se había acabado formando. Los familiares llegaban y salían, dando el ambiente festivo que requería un día como aquel. Tras unas fotos de familia y otras suyas que nos maravillaron, salimos con destino a la iglesia. Llegaba el momento que todos esperaban.

Nuestra querida Iglesia de Santiago el Mayor es ya para nosotros tan conocida como cercana, un escenario ideal para un momento tan importante. Junto a su puerta ya esperaban los primeros invitados, así como Pablo y su familia. Dentro aún había silencio y una tenue luz que fue cambiando conforme pasaban los minutos. 

Fuera también la cosa se fue animando, más aún con la llegada de la baturra aragonesa para cantar a pleno pulmón, dejando a todos perplejos y con una sonrisa por sus ocurrentes estrofas.

La llegada de Aroa junto a su padre revolucionó el ambiente y la entrada hasta el altar dejó un reguero de sus piros a su paso. Y no hacía falta más que ver cómo la miraba Pablo, a duras penas conteniendo la emoción, para hacer de esos segundos un recuerdo imborrable que estamos seguros que guardarán con cariño.

La ceremonia tuvo un matiz especial y es que las palabras del párroco iban acompañadas también por el poder de las impresionantes jotas, un canto diferente y que ambientó singularmente la boda. Lecturas de personas importantes para ellos, momentos de respeto y un sí quiero con miradas cómplices que encerraban una promesa perpetua.

La salida de la iglesia se hizo esperar pero los invitados estaban preparados para lanzarles en forma de confeti y color sus buenos deseos a grandes puñados. Ya eran marido y mujer, y los abrazos que recibieron sellaron el comienzo de su nueva vida.

Antes de llegar al banquete, hicimos una parada en nuestro sitio secreto, o no tan secreto por lo visto. Paseando por el campo, la pareja no dejaba de recibir felicitaciones, piropos y miradas en una zona que, en cualquier otro momento, está casi desierta. Continuamos hasta el final, para disfrutar del mejor telón de fondo para cualquier beso: la estampa de Toledo desde arriba. Fue breve pero intenso y hasta tuvieron cierto público, aunque tuvieron tiempo de achucharse y hasta practicar el posterior baile.

Disfrutando del coche deportivo por las curvas de la ciudad, llegamos juntos y puntuales al Cigarral Hierbabuena para arrancar el cóctel. Ellos no se lo querían perder y los invitados tampoco: fue empezar a sonar la melodía de Juego de Tronos de ese grupo en directo, y aparecer tan sonrientes de la mano. Dicen que después de eso pasaron muchas horas hasta que estuvieron solos dos minutos. Canapé por aquí, saludo por allá… y entre cerveza y refresco, hacíamos fotos con familiares y disfrutábamos grabando el buen rollo que no dejó de estar presente.

La cena empezó con música, servilletas al aire y regalitos con mensaje para algunos buenos amigos. Continuó con el buen rollo con el que había transcurrido y los más fiesteros no pararon de pedir besos y cantar a pleno pulmón. Hubo más regalos: a los siguientes en pasar por bicaría, cuñada y hermano de Pablo, un ramo especial para la emocionada abuela y hasta un postre de cumpleaños. Los novios tenían todo bien organizado pero… ellos también recibieron varias sorpresas que no tenían previstas. La primera, dos fofuchas muy acertadas así como un vídeo de amigos donde sacaban a relucir los momentos más entrañables y alguno vergonzoso. No faltaron las risas, las miradas de melancolía de viejos recuerdos y la sensación de haber recorrido un bonito camino hasta hoy. 

De lo que pasó después ya muchos ni se acuerdan aunque… parece ser que hubo un grupo caracterizado que apareció con coreografía incluída en medio de la pista. Otros comentan que pudieron ver a los novios disfrazados y bebiendo vino de una bota. Nada de todo eso podemos afirmarlo con rotundidad. Lo que sí podemos asegurar es que la noche siguió a toda máquina y que nosotros nos fuimos muy felices de haber estado allí.
Gracias por la cercanía y por hacer de cada minuto, una aventura.
¡No paréis de bailar!

Gracias…gracias por elegirnos, por confiar en nosotros, por compartir un día tan precioso. Gracias a las familias de los novios por vuestro cariño, a mis grandes amigos, los de siempre, ; Mi vecino querido y Celtia, maravillosa por cierto, Diegui y Lorena con la que compartí y seguiré compartiendo profundas conversaciones, las que nunca fallan, las que dan sentido Lucía, Loreto, e Isa, mis repis queridos, y el que mejor perrea de la boda, Fer. Gracias a vosotros también por estos bonitos recuerdos. Y gracias al resto Alex, Diego, Ali, Javi, Adri, Iván, Kike, Arturo, Jorge, Juancar, etc …por hacer que todo quede en familia. Fue un día para no olvidar. Pareja, se os quiere. QUE SEAIS MUY FELICES!!!!!! (Y que el resto sigamos al lado)

Ayer, hoy y siempre

La boda del viernes fue una boda especial por varios motivos. El primero, porque se casaban personas especiales, el segundo porque cayó en festivo y el tercero porque el sitio tenía magia. Cierto es que, al ser un trayecto largo decidimos salir bien temprano porque no nos pillase la caravana o hubiese algún imprevisto. Salimos con tanto tiempo que creemos que los novios ¡no habían ni amanecido cuando llegamos! Pero no quisimos molestarles y decidimos dar una vuelta por Alcalá de Henares que estaba preparando todo para sus fiestas medievales. Desayunamos en un bar lleno de color y de comida rica que nos inspiró todavía más, si cabe.

El parador de Alcalá de Henares escondía, entre el laberinto de sus habitaciones, a Marya y Álvaro que estaban llenos de nervios, de esos sanos y emocionantes, de los que tiene un adolescente en una primera cita. Primero nos encontramos al novio en el hall del hotel atendiendo a sus familiares. No podía creerse que hubiese llegado el día. Rápido nos chivó la habitación de Marya y ¡allá fuimos!

Al llegar a las 212, la música nos recibió al entrar. Allí estaba la novia con su preciosa mamá y ahí entendimos la conexión. Estaban en manos de unas artistas en el mundo del maquillaje y la peluquería, ¡menuda trenza bonita y complicada llevaba la novia! Todo bañado por un luz preciosa que atravesaba la ventana tímidamente. Mientras terminaban, nosotros nos encargábamos de hacer fotos a cada detalle que la novia llevaría; zapatos, pulseras y pendientes de su abuela y su madre, zapatos maravillosos, ramo, anillos….Todo preparado para la ocasión.

En cuanto vimos que Marya había acabado, la sentamos en un rincón de la ventana dónde luces y sombras hacían de ella un auténtica modelo. Estaba feliz, resplandeciente y llena de alegría. En un momento, su madre se acercó para besarla y fue entonces cuando la cámara no pudo parar de disparar…¡menuda emoción y que cariño! Después nos fuimos para dejar un momento de soledad y tranquilidad a la protagonista.

En la habitación del novio aprovechamos para hacer detalles y algún robado de la familia mientras se arreglaba. Y como les quedaba un buen rato todavía, decidimos que era un buen momento para entrevistar en vídeo al novio. Buscamos el rincón ideal y con un atuendo de lo más sugerente, nos contó pequeños secretillos de la novia. Con ella tuvimos que hacer lo propio…claro, ¡no nos íbamos a quedar sin saber los de Álvaro!

Entre tanto llegaron más familiares a la habitación de la novia, hermanos, sobrinos, su dama de honor favorita, Marina, su papá… La habitación se llenó y para celebrarlo ¿por qué no saltar en la cama? La novia se subió con su sobrina y se pusieron a saltar sin importarles nada que no fuese ese momento de risas y diversión. Pero el reloj no paraba y era necesario empezar a vestirse. Un vestido sencillo, unos zapatos perfectos, un ramo y un velo llenos de color rosa, como a ella le gusta, e infinitos detalles donde guardaba el recuerdo de seres queridos. ¡Ah sí! y un lacito azul enrollado en la tira del sujetador para la buena suerte. Alguna foto de familia, un paseo por aquel pasillo maravilloso…y ¡a esconderse de nuevo!

Poco tiempo después, aprovechamos que el novio ya había empezado a vestirse y empezamos a sacar imágenes desde cualquier rincón de la habitación. Sus detalles también eran especiales y con esos gemelos de bellotas, llevaba con su tierra por bandera. Estaba feliz, se le notaba, a él y a sus hermanos, su cuñada, a sus padres… y ¡a sus tíos! Todos estaban allí. Y es que a veces los errores provocan momentos para recordar en familia, como a ellos les gusta estar. La madrina iba guapa, sencilla, y con un tipo que parecía la hermana mayor y el padre, casi casi, ¡mejor peinado que la novia! Marya, no te nos enfades. Así, sin darnos cuenta, había llegado el gran momento.

Salimos hacia la ceremonia pues amigos y familiares esperaban impacientes, siguiendo el camino que los cartelitos les indicaban hasta donde se celebraría finalmente la ceremonia. Con «Nothing else matters» empezó todo, el novio entró de la mano de su madre emocionado y deseoso de ver a su futura mujer. Marya sonriente y disfrutando de lo que estaba pasando, caminaba hacía él para encontrarse con ese beso tan ansiado y con alguna lágrima. La ceremonia fue muy especial, sencilla y rápida pero que recogía lo esencial de ellos dos. Las damas de honor miraban a la novia con cariño, la familia se asomaba entre la multitud para ver a los novios y los móviles hacían fotos sin cesar. La maestra de ceremonia era la tía de la novia, por lo que el cariño ya estaba en el ambiente. Sus hermanos y una amiga íntima pusieron un punto más de emoción contando infinitas anécdotas que todos recordaron con cariño, locuras que tuvieron buen resultado, e historias del pasado que hacen que tenga sentido el presente. ¡Hasta un sobrino de los novios se escondió debajo del altar para participar más a fondo! A la ceremonia no le falto nada: anillo, besos, caricias, más besos… y todo eso ha quedado guardado para siempre.

Y una vez casados, acostumbrándose a llamarse «marido» y «mujer», aprovechamos antes del cóctel para hacer alguna fotografía por el Parador. No es difícil con novios así. Durante el cóctel aprovechamos para las fotos de grupo. El acento extremeño aparecía por aquí y por allí, los amigos y amigas participaban en cualquier cosa que les pedíamos, la comida rica, las copas de vino y de cava. Hasta la lluvia respetó el momento en el claustro.

El banquete no se hizo esperar y tras una entrada con música, servilletas y ovaciones, disfrutaron del mejor ambiente. Pronto llegó el baile donde predominaron las miradas entre rayos de colores y sus invitados mirándoles enternecidos. Después, una sorpresa preciosa que nos emocionó a todos…en la que solo se veían manos alzadas con cuernos y gritos que decían «niño grande, noble, un valiente y luchador. Niño grande, noble, luchador hasta el final» Ahora escribiendo nos seguimos emocionando…grandes Búcefalo. Después del momentazo tocaba bailar, bailar ya sin tacones «con zapatillas» como indicó la novia a sus invitadas, tocaba brindar, y pasarlo bien.

Gracias pareja por este bonito día, por confiar en nosotros, por dejarnos canciones y por sonreír. ¡Menudo recuerdo bonito nos queda! Ahora toca…seguir siendo igual de felices.

Bailar vuestra cancion vosotros debeis

Llegamos al Cigarral del Bosque a primera hora de la tarde con la compañía de un calor toledano de esos que no te esperas en septiembre. Todo estaba preparado para disfrutar y los jardines exteriores iban a tener un protagonismo envidiable.

La primera parada fue la habitación del novio. Jesús aún no estaba listo, pero mejor porque así pudimos estar con él mientras su amigo y peluquero, le peinaba. Y es que… ¿por qué tiene que ser coqueta solo la chica? Entre risas y laca, estuvo como un pincel rápidamente. Mientras, nosotros danzábamos por la habitación haciendo fotos de sus detalles, del traje, de los zapatos… y sobre todo de sus gemelos, esos tan personales de Darth Vader que nos encantaron y que dieron algún quebradero de cabeza al ponerse.

El teléfono no paraba de sonar y, a pesar de estar en petit comité, los nervios de los invitados calaban en Jesús poco a poco por la línea telefónica. Camisa, pantalones y accesorio a accesorio fue vistiéndose y colocándose algunos regalos con significado que le acompañarían durante todo el día. Fue sencillo y fácil hacerle fotos con su traje azul marino, su mirada a juego y esa pose elegante. ¡Transmitía buen rollo y no habíamos hecho más que comenzar!

Después nos acercamos a la suite donde nos esperaba Marta… ¡ya completamente preparada! Y es que nada más entrar, la encontramos de pie a contraluz al lado de la ventana… y fue un flechazo. Allí estaban también sus padres y su hermana, una familia a la que tenemos mucho cariño.Todos listos para el gran momento y los nervios ya estaban haciendo acto de presencia. A algunos les alteraban y a Marta… le daba por reír. ¡Y qué bien nos venía!

Le hicimos fotos a montones porque para ella la fiesta ya había empezado. Los pendientes por aquí, sus atrevidos zapatos rojos por allá, un poquito de perfume… y ya solo nos restaba hacerle fotos junto a sus acompañantes. No tuvimos que tirar de ningún truco pues ella misma los hacía reír o llorar, según el caso. Se notaba en las miradas la emoción y el cariño, lo más importante en esos momentos. Ella estaba radiante con su vestido entallado, su peinado de princesa Leia y una sonrisa enorme que ningún ramo podría tapar. Esa imagen despidiéndonos cálidamente de nuevo junto a la ventana, nos la llevamos en la memoria.

El tiempo corría pero nosotros estábamos en racha. Por eso al salir del hotel, encontramos en la puerta a Jesús con su familia junto al coche clásico descapotable que le llevaría a él y a la madrina hasta la iglesia. Era una sorpresa de sus amigos que sabían que le haría ilusión. ¿Y hay algo más agradable que un paseo al aire libre? Por como disfrutaron ellos del recorrido, seguro que no.

La ceremonia fue sencilla, llenas de miradas cómplices, y en un rincón mágico de Toledo, la ermita del Valle. La entrada fue triunfal, los invitados esperaban fuera, impacientes por recibirles. La novia apareció preciosa y cómo no, sonriente, porque eso es lo que primó durante toda la boda, la sonrisa. Allí estaban «viejos conocidos» a los que tenemos gran cariño, Javi, Maria A…emocionados y deseosos de abrazar a la novia. El novio mientras tanto, esperaba impaciente a que su «princesa Leia» llegase. Las vistas eran espectaculares, el ambiente contaba con la coral en la que cantaba el papá de la novia y que nos puso los «pelos de punta» porque no podemos decirlo de otra manera.Mientras la música en directo sonaba, el sacerdote preparaba un discurso seguramente con un cariño especial pues era ex profe de Jesús. Todo quedaba en familia. Hubo gestos de cariño continuos, lecturas de sus más cercanos y sin llorar… ¡cómo quería Marta! Después de hacer fotos en el altar con su querida Virgen del Valle, tocaba la lluvia de arroz, confeti, billetes… ¡Menudo momento! Todo rodeado de muchísimos amigos y bastante familia celebrando aquel «sí quiero». El atardecer y los rayos de sol acompañaron la salida mágica en la que ya eran marido y mujer y las sonrisas no se iban en ningún momento.

Tras el cariño de todo el mundo, tocaba hacer fotografías de ellos y de sus familias que bromeaban en aquella terraza interior de la ermita y con vistas hacía la ciudad imperial.
Después subimos a nuestro sitio no tan secreto para ver Toledo desde arriba y allí continuaron las miradas, la locura de Marta y la calma de Jesús que se complementaba perfectamente. Una pareja tal para cuál. Y cómo se dice ahora… transmitían «una vibra muy buena».
¿Han Solo y la Princesa Leia?

El cóctel les esperaba, pero antes de entrar Marta se cambió de zapatos y se puso unas zapatillas de cómic con lazos rojos para ir más cómoda. Algo que encantó a todos los invitados. El cóctel tenía una magia especial, como de otra galaxia… decoración de libros de firmas, fotos polaroid y pomperos para grandes y pequeños. Fue el momento para hacer algunas fotos de grupos y charlar con los invitados tranquilamente, ya sin nervios, pero con unas ganas de aprovechar la noche…
Bajó la temperatura, refrescos y cervezas para todos, comida deliciosa… algo que nos sentó fenomenal. ¡¡¡Mil gracias por estar tan atentos de nosotros!!!

Después pasamos al jardín donde, entre luces suspendidas, estaba preparada la cena. La noche no podía ser más agradable y todo indicaba que sería una velada de lo más relajada, pero allí no paró nadie. Y es que fue una auténtica locura que empezó con el brindis menos protocolario de la historia y continuó durante la cena, todo milimétricamente orquestado por la pareja y la organización del Cigarral. A cada momento, la música de fondo subía y eso significaba que algo se avecinaba… Ya fueran regalos de los novios, sorpresas de los invitados o los bailes por mesas. Y es que, cada vez que se sonaba la canción temática de cada mesa, debían levantarse y bailarla con alegría. Cada uno a su modo, cada cual con su coreografía y siempre haciendo partícipe al resto de invitados, tanto, que pronto aquello se convirtió en un flash move continuo sin principio ni final, congas entre los manteles y las servilletas volando. Puede decirse que cenar fue lo de menos.

Tras la cena, si se puede llamar así, pusieron un video emotivo y que saco más de una carcajada donde aparecieron familiares y amigos. Después el baile especial, como no podía ser de otra manera… mitad romántico, mitad movidito, original, sin duda.
María, la hermana de la novia, que por cierto iba preciosa, leyó unas palabras y eso abrió la fiesta; luces, chuches, copas y unas cuantas fotos instantáneas ¡ No faltó de nada!

Muchísimas gracias a todos; A vosotros pareja por hacer que cada minuto de vuestra boda fuese una verdadera fiesta, a las familias por estar tan pendiente de nosotros y a los amigos por tratarnos tan bien. Gracias por hacer de vuestra boda una celebración especial en la que pudimos disfrutar y sonreír a vuestro lado. Es el mejor regalo que nos pudisteis hacer; ser vosotros mismos.

Sed muy felices y…¡qué la fuerza os acompañe!

Te quiero, te quiero, y es que te quiero

Aún que llega tarde, por fin podemos hacer el blog tranquilamente y con el cariño que merece esta pareja, qué decir pareja, esta familia…Todo apuntaba a que iba a ser una boda de lo más sencilla pero la emoción, el cariño, el amor..estuvieron presente a cada instante y en cada miembro de esta preciosa celebración.

El verano por fin estaba haciendo su aparición y el sábado pasado pintaba de aúpa. Cielo azul, altas temperaturas y un largo día soleado por delante que derrotaban a los «radiolos» ( la novia nos entiende. ).

Solemos perdernos hasta por nuestras casas (para qué mentir), así que íbamos a tener que esforzarnos en encontrar la finca en la que se celebraba todo el evento. Un rinconcito oculto rodeado de olivares. Por suerte y desde la misma zona del valle, nuestros previsores novios habían preparado unas indicaciones personalizadas en puntos clave del recorrido, por lo que solo tuvimos que seguirlas. «Boda» por aquí «boda» por allá. No sabemos si fuimos las únicas, pero ¡qué útiles nos fueron!. Hablando de todas las pequeñas cosas de las que queríamos estar pendientes, sin darnos cuenta, habíamos dejado atrás la ciudad imperial. Mientras recorríamos el sendero que atravesaba la zona agreste al norte de Toledo, contemplábamos las diferentes casas que iban apareciendo… a cada cual más espectacular. Ya llegando al quinto pino, casi literal, y precedidos por algún invitado despistado, al final de un camino de tierra, el encantador Cigarral del Pintor nos esperaba con las puertas abiertas.

Nada más llegar vimos a lo lejos a Juan Fer, el novio al que no se le borraba la sonrisa ni un instante, estaba con una pequeña mujer, sí, pero no era la novia, era otra protagonista del evento..Ana! Su linda princesa de ojos intensos, la mejor creación de la pareja, sin duda.
Ambos novios iban a prepararse rodeados de su familia en el mismo lugar… y eso siempre da más vidilla al asunto. Así que subimos en busca de la novia que se encontraba en la habitación Greco. Dentro estaba su tía, con la que ya hemos coincidido en otras ocasiones y que sin duda es una mano fundamental en esos momentos, por supuesto, su mamá, atenta y sonriente pues su niña se casaba. Su hermana y su querida prima Cristi, no podían faltar en esos momentos y pusieron el punto cómplice en los preparativos.
Mientras la música relajante parecía hacer efecto, nosotras robamos los vestidos de la madre y la hija y nos lo llevamos al impresionante salón, el mejor lugar para vestirse.

Mientras tanto… en la habitación Picasso se encontraba el novio con sus padres, allí aguardaban nervios, trajes con estilo y como ya hemos dicho, un novio sonriente.
Lo mejor de esta boda es que se iban a reencontrar antes de casarse! Un momento que ya hemos vivido en otras ocasiones y que es único.
Nos faltaba la sintonia de 007, porque hicimos todo lo posible para que no se encontraran los novios por los pasillos!
Irene, la novia, se vistió rápida y emocionada, acompañada de su madre, su hermana, su cuñada y su tía, deseando reencontrarse con su futuro marido. Risas, botones infinitos, zapatos rojos, prisas, emoción, entradas, salidas, invitados… todo en cuestión de segundos. El novio se vistió más tranquilo y sus hermanas pudieron ayudarle a quedar perfecto. Pese a los nervios y el minutero sin deternerse, no le faltó detalle y pidió una botella de vino blanco para brindar con su futura mujer.

Se encontraron en el regio salón donde crearon un mundo en el que sólo estaban ellos, en el que no había nadie, no ocurría más que su mirada flotando en el aire, los ruidos, las prisas, la gente…todo desaparecío tras sentirse el uno al otro mientras tenían los ojos cerrados. Te quiero, te quiero y es que te quiero se oía. Ella con su vestido corto, y su color rojo por bandera, pin up, rockera. Él con traje en tonos azules y detalles rojos también, como esos calcetines tan atrevidos, tan personales. Hechos el uno para el otro, no cabe duda. El humor y los brindis tampoco faltaron. Las felicitaciones, las miradas de sorpresa de una madre del novio emocionada, de un padre de la novia que cualquiera desearía tener, también hicieron que el momento fuese más mágico todavía.

Ana no podía faltar, ella también se tenía que vestir y preparar con sus zapatitos rojos como mamá, y su vestido de princesita. Ya con ellos tres a solas, aprovechamos para hacer unas cuantas fotos, todas ellas con Ani revoloteando, ese pequeño terremoto de preciosos ojos azules y sonrisa traviesa que parecía una muñequita. Fueron unos minutos divertidos que nos quedamos guardados. Estaban tan alegres que… ¡hasta saludaron desde la terraza de sorpresa!Lo querían así y era su día.

El patio trasero, ya totalmente preparado, estaba repleto de gente. El altar ocupaba el final de una alfombra roja con pétalos y con vistas a la campiña. Las sillas blancas ocupadas, los pai pais moviéndose y las flores decoraban cada rincón. Cuando la música empezó a sonar, los protagonistas llegaron bailando con su hija… ¿qué mejor forma de empezar?

La ceremonia fue oficiada por el hermano de Irene, Manolito, #fannumero1 y una de las hermanas de Juanfer,Fabiola, según fueron hablando, comprobamos que los conocían bien. El sol iluminaba todo, tanto, que las sombrillas de mano, no os imaginéis sombrillas de playa por favor, predominaron en el altar. Mientras los maestros de ceremonia nos enseñaban algo de historia…se animaron infinidad de invitados a dedicarles unas palabras; El primo mayor de Irene ( de la inmensa familia Salinero #ponunsalineroentuvida ),su hermana Isa que mostró un vínculo inseparable, su amiga Virginia que emocionó a la novia, los perdiceros, amigos de Juan Fer que pusieron el punto divertido a la ceremonia, sus hermanas a cuál más dulce, (deben ser los ojos azules…) todo el mundo estaba dispuesto a recordar, a sonreír, a emocionarse. Pero lo más especial, fue una carta que «escribió» Ana a sus papás y que leyó el abuelo Manolo para emocionarnos a todos.
La salida estuvo rodeada de pompas de jabón, gritos de viva los novios, y una familia sonriente.

El cóctel fue un momento para disfrutar de los puestos tan especiales que habían preparado los novios, el qué más, el de nuestra querida «Vega» con aceitunas, horchata, limón granizado… aunque no podía faltar el jamón, el queso, y hasta sushi! Fue el momento para hacer fotos con la familia y los amigos, eran muchos, no fue fácil..menos mal que la novia se desenvolvió con el micro. Además, tuvimos que hacer la foto de la familia Salinero, nos tuvimos que subir a la terraza porque no había manera, poco más y alquilamos un helicóptero! Estamos convencidas de que media población de Toledo son Salinero. También hacemos mención especial a Marina, a Cristina y a Alberto que nos deleitaron con una preciosa niña que tuvimos la suerte de conocer en la tripita de su mamá. Nos encantó estar con vosotros familia!
A esto se suma que, probablemente, se diese uno de los momentos que más recordarán los novios, los tres tumbados en el césped y, una vez más, siendo únicos.

Después, la cena junto a la piscina y la fuente fue una delicia. Ambos hicieron un brindis alegre con sus copas especiales, regalo de la familia del novio. Fue un momento muy bailongo que sacó más de una carcajada. Acompañó la temperatura y la comida, de la que tuvimos también la suerte de disfrutar, ¡graciassss!. Así que, ¿qué más se puede pedir? Pues hubo más, mucho más y es que ya en el café, se extendió la lona y proyectaron un vídeo de ambos. De su infancia, su vida y su niña. Un precioso detalle de las hermanas del novio que disfrutaron juntos.

Tras relajarse y coger fuerzas, en el bajo de la casa las luces y la música animaron el ambiente. La fiesta les sirvió a algunos para disfrazarse, a otros para dar cuenta de la barra libre y al resto para mover las caderas. Al rato hicieron un parón para seguir con el especial concierto que el hermano de Irene, su primo y sus compañeros les tenían preparado.

No nos cabe duda que esa veitena de canciones versionadas contenían el cariño más sincero. Fue la guinda al pastel más rockero. En serio, fue un concierto con MAYÚSCULAS y es que lo dieron todo. Se animó la novia a cantar, su amiga Virginia, Juanfer, los amigos del novio que cogieron el relevo… madre mía! Poco más y cantamos nosotras!
La gente saltando, gritando y todo en una primerísima fila totalmente entregada.
Y después de presenciar semejante despliegue de medios, reírnos de nuevo y bajar de las sillas a las que nos encaramábamos, dimos unos grandes abrazos y nos marchamos a casa. Aunque la fiesta siguió en la discoteca por todo lo alto.

Gracias a Irene y Juanfer por ser vosotros mismos, por disfrutar de vuestra boda a vuestra manera y con esa espontaneidad que os caracteriza. Ha sido más que un placer porque sois parte de esa familia que se elige y no podemos estar más contentas de haberlo compartido con vosotros.

Gracias también a todos los invitados, entre los que tantos amigos tenemos, gracias por muestras de cariño. ¡Nos sentimos muy arropadas y lo disfrutamos muchísimo! Con estos días que han pasado, cogemos perspectiva y parece que estemos viendo una película. Os quedó una boda preciosa.

Felicidades pareja. Felicidades familia.

Si algo no sale bien, seras mi constante

Y es que con esta frase y esta preciosa mirada al dar el sí quiero se podría resumir toda una historia y todos podríamos quedarnos con la moraleja. Así, sin más adornos que los sentimientos a flor de piel. Sin embargo, os contaremos algunos detalles de todo lo que se vivió y lo que no estuvo tan a la vista el fin de semana pasado. Que no fue poco.

Llevábamos toda la semana mirando al cielo. La primavera estaba dando sus últimos coletazos y la página del tiempo estaba en la sección de favoritos en todos nuestros teléfonos. La mañana de la boda de Sara y Domingo amaneció lluviosa aunque a medio día los huevos que los familiares pusieron a Santa Clara hicieron el intento de despejar los nubarrones. Con mochilas a las espaldas y las sonrisas preparadas, nosotras caminamos por las calles de Santa Bárbara hasta la casa de la pareja, donde el novio tenía preparado su cuartel general ese día. Llegamos a la vez, nosotras bajando la calle y él con sus cuñados subiendo la cuesta. ¡Y no lo reconocimos con su nuevo look!

Al entrar nos encontramos con su perro Fusco, un pastor alemán que iba a tener un papel importante y que estaba inquieto con tantas novedades. Los animales son inteligentes y notan cuando algo flota en el ambiente, ese «qué se yo» que estábamos a pocas horas de ver. Aunque al principio todo estaba en calma mientras cada cual se terminaba de preparar, el piso se fue llenando poco a poco. Nosotras fotografiábamos los detalles y el traje mientras el timbre no dejaba de soñar. Domingo y Fusco los recibían a todos muy alegres con los nervios empezando a hacerse presentes. Algunos ya nos conocíamos y eso hizo más fácil ordenar el «quien es quien» mientras los besos y preparativos llenaban cada rincón.

La salida de la habitación de un novio completamente vestido causó sensación. Todos sonreían, le piropeaban y le animaban a «cortarse así el pelo más veces». Y es que estaba muy elegante. Hermanos, Sobrinos, Cuñados, amigos… sólo faltaba la mamá que llegó de color verde como las chicas más atrevidas, se suele decir.

Tocaba hacerse algunas fotos con los últimos retoques a los que sus hermanos y su madre le fueron echando una mano: los gemelos por aquí, el reloj por allá… Poco a poco fueron creándose momentos y bromas que colorearon el nuboso cielo que empezaba a formarse allá afuera. Cuando estuvo listo, nos pusimos a hacer las fotos de familia en la terraza porque eran una tropa importante. Hubo emoción, miradas de cariño y una vecina que nos observaba y que puso el punto cómico a la sesión.

El tiempo corría deprisa y la alarma nos avisó que teníamos que cambiar de escenario.  Por eso nos fuimos con Sara y parte de su familia a casa de su hermano en Palomarejos, un piso pequeño y acogedor donde los encontramos con sus mejores galas. Preguntando, ella nos confesaba que estaba muy nerviosa pero su madre… tan tranquila, nos decía. Tenían todos los detalles también preparados para las fotos, así que hicimos unas cuantas para inmortalizarlo. El rojo era el protagonista, siguiendo la temática de toda la boda. En las flores por aquí, en otros detallitos por allá… ¡Y en los zapatos! ¡Ole esa Sara atrevida!. Finalmente sacaron el vestido de su funda y, tras nuevas fotos de rigor a semejante obra de artesanía, dejamos que las chicas hicieran piña para ayudar a la novia a vestirse.

Mientras, en la calle empezaba a llover y el cielo gris nos sentenciaba un día pasado por agua. Los huevos de Santa Clara no habían podido evitar lo inevitable. Sobre eso, peinados y asuntos varios hablábamos con los hermanos, cuñados y sobrinos con los que esperábamos en la sala a que terminaran. Salió brillando y no solo por su vestido si no por su preciosa sonrisa y la ilusión que era otro complemento extra a los que llevaba encima. Importante la medalla de su abuela a la muñeca, los discretos pendientes, el ramo, el peinado hecho por su querida cuñada Rocío, y una torerita que le abrigaría del frío. ¡No quedaba nada para la ceremonia y los nervios subían el listón!

Con todos listos, hicimos las fotos de familia con más logística jamás contadas. Un tetris de espacio donde teníamos que movernos al pasillo o a la sala y que nos resultó muy curioso. Con el ventanal a la calle como mejor aliado, aprovechamos también para hacer algunas fotos a la protagonista. Sonrisas y lágrimas que estuvieron a punto de derramarse con ese abrazo a su cuñada. Ui, ui, ui… ¡qué empezaba lo bueno!

La lluvia aumentó a la misma vez en intensidad, como presintiendo el momento. Parecía que en vez de coche, tendríamos que irnos a la ceremonia en canoa. Por suerte, sabemos de buena tinta que Sara y Domingo la hubieran manejado perfectamente… 😉 Tras cruzar el océano hacia la calle de atrás con un paraguas prestado, cogimos el coche y nos dirigimos al encuentro de nuestro compañero de vídeo y el resto de la boda que iba a celebrarse en el Hotel Beatriz Auditorium & Spa. Llegaba el momento.

Domingo y el resto de la familia esperaban en la entrada al hotel. Allí Fusco hacía las delicias de la gente, acaparando la atención con su esmoquin y su pajarita. Sería el encargado de llevar los anillos hasta el altar, esperábamos que sin perderlos por el camino. Rivalizando con el novio, fue el que más vídeos y fotos se llevó en ese momento. Mientras, los invitados llegaban como podían, evitando los charcos y paraguas en mano… ¡nadie se lo quería perder!.

Con todos ya dentro, llegaron Sara y su padrino muy sonrientes.Tras una pausa para saludar a los rezagados, comenzaron su entrada al salón Guadalajara. Todos estaban expectantes, ya con Domingo y su madrina esperando al final del pasillo. La música en directo sonaba y, con una preciosa y emocionada mirada compartida, fueron acercándose paso a paso. Los niños de arras precedían a la novia tirando pétalos blancos y rojos, y con un beso empezó la ceremonia.

Fue sencilla pero muy emotiva. Primero el maestro de ceremonias les dedicó unas palabras y pasó a contarles cómo sus seres queridos pensaban que eran. Después, lo que ellos pensaban el uno del otro. Unas preciosas palabras que tenían como punto en común su relación de tantos años, y como estar juntos los había hecho ser mejores. A continuación pasaron Sofía, Álex y Jonathan para terminar de conmovernos con sus anécdotas, sus agradecimientos y sus abrazos. Creíamos que la emoción ya no podía subir más alto pero llegó el momento clave. Con el intercambio de anillos y la promesa de amarse siempre, nos pusieron a todos los pelos de punta. Acabaron con la ceremonia del las arenas y pusieron el broche final con un beso de película rodeados de aplausos, de esos donde no se cuenta el tiempo.

La lluvia de arroz y serpentinas dio por terminada la ceremonia como una avalancha y fue el pistoletazo de partida para empezar a celebrarlo. Con algo de picar y de beber, los nervios se evaporaron. Yo solo quedaba hacer unas fotos y vídeos en familia, cantar a una tía por su cumpleaños y dar muchos abrazos. Tenían que reponer fuerzas para una noche larga y muy divertida.

El banquete empezó tras bajar las escaleras del salón a golpe de brindis multitudinario, con los invitados aplaudiendo. Los platos empezaron a sucederse y el ambiente alegre que crearon entre todos fue muy mítico. Cuando no era una mesa pidiendo el «‘qué se besen!», era otra chinchando a los padrinos, o coreando a los Chatarras (su inigualable equipo de fútbol). Los regalos que los novios tenían preparados también se fueron sucediendo y con cada uno, la pareja se armaba con el micrófono para dedicar unas palabras.

La tía de Domingo, la cumpleañera, fue la primera en recibir un regalo y un ramo de flores, un momento que seguro no olvidará. Después el detalle fue para sus madres, tan especiales y esenciales en sus vidas. Seguidamente se acordaron de los padrinos, que tanto les habían ayudado en este año, de los amigos que les arropaban y de Álex (a quien es imprescindible destacar). Con todos estos regalos, había algunos que andaban enfurruñados y reclamando el suyo propio, pero no fue hasta que empezó a sonar el himno de la Champions cuando los regalos a los famosos Chatarras F.C llegó para celebrarlo a grito pelado. Para cerrar la tanda de regalos, les tocaba a ellos recibir uno muy grande. Aparecieron bajando la escalera con una caja rosa gigante y ya con sonrisas pillas que auguraban problemas. Dentro, varios regalos sorpresa «que tenían que abrir sí o sí allí». Y qué ratito más bueno… bromas, guiños y alguna trastada con los que poner a nuestra pareja en apuros.

Después de conseguir unos billetillos gracias a la corbata del novio y la liga de la novia, y cómo no, a los amigos y amigas que gritaban y cantaban para conseguir el billete más grande que hubiese en bolsos y carteras…llegaba el momento de comenzar la fiesta que tanto estaba deseando Alfredo. «La constante» abrió el baile, un baile donde solo parecía que estaban ellos. No había nadie más. Y las miradas que tanto habían predominado en esta boda, por supuesto, seguían estando. Después de un beso intenso y un bonito abrazo, ¡empezaba la marcha!

Es entonces cuando descubrimos que los novios bailaban de miedo. ¡Menudo ritmo!. El de ellos y del resto de familiares: Sofía, Antonio, las amigas, Álex… madre mía. Todos!!!! Así que la discoteca se dio bastante bien, eso sí, debemos destacar un par de momentos únicos. Con «Héroes del Silencio», y de una manera totalmente improvisada, el novio cuál cantante de rock famoso, bajaba por las escaleras mientras seguía a la perfección la letra de la canción. A él se sumaron Álex, Antonio, y se creó un clima especial mientras todos se dejaban el alma disfrutando de aquel maravilloso grupo. Con «Fiesta Pagana» pasó lo mismo pero esta vez era Sara la que daba brincos por toda la discoteca animando a los invitados…menudos bailongos están hechos. Después de capturar los saltos de Sofía, bailes de pareja escondidos al final de la pista, y lo que parecían ser dos quinceañeros recién enamorados…tocaba coger una chuche y volver a casa.

Por nuestra parte solo nos queda daros las gracias. A todos en general por arropar a esta preciosa pareja y por hacerles su día aún más especial. Se demuestra que, a pesar del cambio de planes, lo más importante es la gente que te acompaña. Por vuestro cariño hacia el equipo que nunca faltó, por regalarnos emociones durante la ceremonia, por demostrarnos que el amor se mantiene en pie pasen los años que pasen y sobre todo, por la infinidad de risas. Da gusto trabajar así, ¡nos dais alas!.

A Domingo y a Sara por elegirnos y por querer que, en su día más importante, fuéramos nosotros los que les ayudáramos a recordarlo para siempre. Por el cariño, por la emoción y la comprensión en los momentos delicados. Todo lo que dijeron en esa ceremonia no puede ser más cierto. Sed muy felices y nos vemos pronto.

Con descapotable y a lo loco

Después de tantos meses de preparativos, de detalles y de nervios, la boda de Marta y Juan llegó, ¡y lo mejor de todo es que salió redonda! Lo primero por la emoción y es que no por repetir algo en voz alta, se cumple seguro. Esta vez, los sueños se hicieron realidad con un par de «sí, quiero» de lo más divertidos. Hasta el detalle de la llegada al cóctel pudo hacerse…Lo que os decimos, redondo. Mirábamos hacia atrás y veíamos quedadas, invitaciones especiales, reuniones en días de cumpleaños, whatsapps, conspiraciones de hermanos… Estábamos deseando que llegara y disfrutar del resultado de todo ese trabajo. Pero mejor empecemos por el principio, que así nos entenderéis mejor.

El sol acompañó durante todo el día aunque cuando empezamos con los preparativos de la mañana, la brisita fresca de otoño nos recordaba que a pesar de este tiempo loco, era 28 de octubre. Un día que nuestros chicos estamos seguros que no van ha olvidar. Ese día teníamos doble boda, así que les mandamos un pensamiento de buenas energías y suerte para que a nuestros compás les fuera también genial la jornada… ¡Y en marcha!

La casa del novio estaba en pleno casco histórico. Un rincón super pintoresco en la cuesta de Santa Leocadia, que tantos resbalones habrá provocado. Tocamos el timbre y subimos, besamos y preparamos las cámaras entre saludos de la familia, que ya estaba por la zona poniéndose a punto: unos con los trajes, otras en el rincón del maquillaje. Juan por su parte ya estaba medio vestido pero muy a gusto con sus pantuflas. ¡Cómo debía ser! y por eso nos acompañó a su antigua habitación donde tenía todos sus accesorios y el resto del traje preparados para unas fotos rápidas. No podíamos imaginar que su pasión por los coches le hubiera llevado a tener las vitrinas llenas de maquetas preciosas de decenas de ellos. La colcha con banderas a cuadros, y presidiendo, la maqueta del coche más especial: el suyo, que tan importante papel iba a tener ese día. Después de fotografiarlo todo, invitación y gemelos con mini volantes de coche incluidos, pasamos al mojo de la situación: su gente.

Nos gustó el ambiente alegre, esas canciones entonadas a escondidas, los últimos retoques y los rincones llenos de fotos y recuerdos. Esa luz bonita que entraba en el salón y que iluminó como sus padres y hermanos le ayudaban a colocarse cada detalle, cada prenda. El nudo de la corbata de las manos expertas de su padre, sus hermanos haciéndole sonreír, su mamá atenta de todo y con mucho cariño poniéndole el prendido. Lo mejor, ese abrazo emocionado que le dio… ¡y es que se le casaba su Juan!

Cuando ya todos estuvimos listos, y tras dejar las pantuflas en un rincón, bajamos a la calle para hacer las fotos de familia en esa bonita parte de Toledo. Con Santa Leocadia de fondo, Juan fue el protagonista de todas las fotos, las primeras de las que iba a formar parte. Padres y hermanos, la preciosa madrina … y su tía, que también estaba feliz de verlo vestido de novio. Al terminar, y con las alarmas sonando, pusimos el GPS hacia la casa de Marta que, según las malas lenguas, estaba hoy un pelín nerviosa.

Cuando llegamos al chalet, los familiares nos condujeron entre saludos a la habitación en la que estaba Marta escondida. Nos esperaba en batita para hacer la foto del vestido colgado. Después de salirnos y mientras esperábamos unos minutitos a que le ayudaran a meterse dentro, vimos como el resto de la casa estaba muy relajada: zapatillas que combinaban con vestidos y por el salón un bebé intentando dormir. Pero fue entrar con la habitación de la novia y empezarle a abotonar la espalda… y ponernos todos frenéticos. Y es que no hay nada mejor que una laaaaaaaaarga fila de diminutos botoncitos para sacarle de quicio a una, o a dos, o a tres personas… o a todos los que estábamos por allí. Al final, se fueron turnando cuando la cosa se ponía fea. Bromas a parte, todos querían ayudar a Marta y fue un rato bastante divertido ver como se iban pasando el relevo. Mientras, nosotros no parábamos de hacer fotos, captando gestos, miradas de afecto y algunos detalles hechos para ese día, como esos pollitos bordados que custodiaban los anillos.

Terminaron y llegó el momento de esos detalles: los pequeños pendientes, la liga, los zapatos con lazo, el ramo… y con cada cosa, otra vez tenía la ayuda de los suyos mientras desde la puerta de la habitación el resto se apelotonaba para verlo todo. Su madre y su hermana, ambas codo a codo poniendo el velo en tiempo récord y el papá y chico de la casa que tampoco se quedó atrás. También su amiga le echó una mano con todo lo que pudo, liga incluida. Cuando ya no creíamos que pudiera ser la situación más emotiva, llegó la abuela Maruja, emocionada y con ese acento y ese beso que le dio a su nieta. ¡Qué bonito es tenerlos! Antes de salir, Marta tenía un detalle preparado: un par de pulseras florales para su hermana y su amiga, a juego con el ramo para recordarles lo importantes que eran para ella. Los momentos no paraban de sucederse pero aguantamos bien la emoción.

Ya la hora se acercaba peligrosamente por lo que nos disponíamos a salir al jardín para hacer las fotos de familia cuando… nos vimos rodeados de familiares, ¡y es que la casa se había llenado de gente! Besos y piropos que le fueron echando a la novia en un pasillo improvisado. Las fotos en familia fueron tranquilas, unas pequeñas y otras enormes, con sus imprescindibles, los abuelos y todos juntos para no olvidar a nadie. Después, llegaba la hora de la verdad: la ceremonia en la iglesia de Santiago El Mayor, que sabíamos que tenía un significado especial para ellos. Y no solo porque el tío de Juan sería el párroco que oficiaría la misa, si no también por ser el lugar donde los padres de ambos se casaron. Una preciosa coincidencia que ellos nos contaban días atrás.

Al llegar la parroquia, teníamos un par de misiones: ambos querían tener un detalle especial con algunos amigos y las dos hermanas. Juan les colocó a sus dos compinches de fechorías los prendidos y quería tenerlos muy cerca mientras esperaba a Marta. Ella, llegó preciosa acompañada por el flamante padrino y nada más bajar del coche, le entregó a Rebeca la otra pulsera floral que tenía guardada para ella. Un detalle muy especial para demostrarle su cariño. Después, y tras abrirse la puerta, recorrieron juntos el pasillo muy cómplices bajo la atenta mirada de Juan y su madrina, que los recibieron con cariño.

La misa estuvo llena de palabras importantes, de miradas, de canciones y de calor de su gente. Esa calidez que transmitían y que estamos seguros que a la pareja les hará recordarla para siempre. Como tampoco nosotros podremos olvidar las ofrendas, con sus significados: ese coche, esa flor y ese globo terráqueo. Y como momento más divertido el del rito del matrimonio donde Juan pronunció solemnemente «Yo, Marta, …» y que nos sacó una sonrisa. Momentos importantes, nervios a flor de piel pero amor y ternura en el aire que es lo que más cuenta.

Al acabar de firmar, los invitados se les acercaron en tromba y a ellos la sonrisa no se les podía borrar de la cara. Nunca lo habíamos visto, doble felicitación por parte de los invitados, dentro y fuera de la parroquia. ¡Qué grandes! Nos hicimos algunas fotos en familia en el altar con el tiempo corriendo pero con buen humor. ¡Ya eran marido y mujer! El arroz y traca a la salida nos recordó que nos quedaba mucho por vivir, y con esa bendición, tras descapotar el coche de la pareja, nos fuimos todos hacia el precioso Cigarral de Santa María, lugar del banquete.

No queríamos que se perdieran nada y aunque las horas se nos habían ido un poco de madre, tuvimos tiempo de hacer un par de paradas. En el Puente de San Martín no estuvimos más que unos minutos, un paseo para grabarles animados, enamorados… con algún beso robado… pero perfecto para recordar el día de mañana. Después, y paseando entre felicitaciones y coches haciendo sonar el claxon, entre besos llegamos a la siguiente parada: un rincón único que había sido protagonista de la imagen de su invitación. Y como puede pasar en todas partes, cambiamos un poco el guión por cosas del directo… pero no por ello la panorámica fue peor. ¡Gracias por hacernos recordar ese sitio con aún más cariño!

La llegada al cóctel fue por todo lo alto, con el descapotable hasta la misma terraza y más contentos que una perdiz (Juan, lo conseguiste!). Después de eso, el brindis merecido y las primeras conversaciones, un poco de cóctel y… una pequeña escapada para unas fotos de cuento entre las viñas. Después, disfrutaron entre su gente entre los rayos del sol y haciendo algunas fotos en grupo con un ambiente más distendido. El tiempo pasó volando y poco a poco la gente fue entrando al salón para ocupar su sitio y darles un caluroso recibimiento con servilletas en el aire y una buena canción. No había modo mejor de empezar la comida.

Así fue desarrollándose: buenos olores (de los que nosotros también disfrutamos), vítores y algún grito pidiendo más besos. El corte de la tarta era la señal, ambos les tenían preparados a sus padres y a sus abuelas una sorpresa. A sus padres, un regalillo y unas bonitas tarjetas con mensaje que no esperaban y que hicieron saltar alguna lagrimita. Para las abuelas Socorro y Maruja, dos ramos como dos soles. Después, el tiempo empezó a acelerarse y terminamos la comida entre conversaciones, con los novios y los familiares entre los invitados y las cestas de los regalillos de una mesa a otra. Mientras, la gente se iba escapando con la excusa de tomar el aire y de pillar alguna golosina del Candy Bar. Fue el pistoletazo de salida de la fiesta.

Fue un baile con elegancia el de ellos, primero juntos y solos en medio del círculo de gente que les miraba y grababa; después con padrino y madrina, y parecía que tenían bastante práctica… ¡El movimiento de Marta con el vestido era precioso y se lo pensamos copiar! Sirvió para abrir una pista de baile que nunca quedó vacía. Fue un no parar de pasodoble, bachatitas y canciones divertidas que hizo las delicias de todos en esa terraza y entre luces de colores mientras caía la tarde. Tampoco el photocall se aburrió pues en esa zona las pelucas y los bigotes volaban para acompañar a parejas y grupos con ganas de echarse unas risas. Además, otro tierno detalle familiar fueron las postales con fotos, sorpresa preparada para emocionarles donde muchos de sus invitados habían elegido buenos momentos juntos tras los que escribirles una dedicatoria. La cara de la pareja al ver las tiras de fotos fue un poema. ¡Misión cumplida, equipo! Ambos rincones quedaron preciosos, un trabajo digno de admiración de las familias de la pareja, a las que felicitamos desde aquí.

Solo nos queda acabar esta crónica dando las gracias a Marta y Juan por confiar en Sánchez de Rojas Fotografía para acompañaros en este viaje. Por vuestra cercanía y el cariño de todos los invitados con el equipo. Fue un placer estar allí. Os deseamos lo mejor.