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2018Aún que llega tarde, por fin podemos hacer el blog tranquilamente y con el cariño que merece esta pareja, qué decir pareja, esta familia…Todo apuntaba a que iba a ser una boda de lo más sencilla pero la emoción, el cariño, el amor..estuvieron presente a cada instante y en cada miembro de esta preciosa celebración.
El verano por fin estaba haciendo su aparición y el sábado pasado pintaba de aúpa. Cielo azul, altas temperaturas y un largo día soleado por delante que derrotaban a los «radiolos» ( la novia nos entiende. ).
Solemos perdernos hasta por nuestras casas (para qué mentir), así que íbamos a tener que esforzarnos en encontrar la finca en la que se celebraba todo el evento. Un rinconcito oculto rodeado de olivares. Por suerte y desde la misma zona del valle, nuestros previsores novios habían preparado unas indicaciones personalizadas en puntos clave del recorrido, por lo que solo tuvimos que seguirlas. «Boda» por aquí «boda» por allá. No sabemos si fuimos las únicas, pero ¡qué útiles nos fueron!. Hablando de todas las pequeñas cosas de las que queríamos estar pendientes, sin darnos cuenta, habíamos dejado atrás la ciudad imperial. Mientras recorríamos el sendero que atravesaba la zona agreste al norte de Toledo, contemplábamos las diferentes casas que iban apareciendo… a cada cual más espectacular. Ya llegando al quinto pino, casi literal, y precedidos por algún invitado despistado, al final de un camino de tierra, el encantador Cigarral del Pintor nos esperaba con las puertas abiertas.
Nada más llegar vimos a lo lejos a Juan Fer, el novio al que no se le borraba la sonrisa ni un instante, estaba con una pequeña mujer, sí, pero no era la novia, era otra protagonista del evento..Ana! Su linda princesa de ojos intensos, la mejor creación de la pareja, sin duda.
Ambos novios iban a prepararse rodeados de su familia en el mismo lugar… y eso siempre da más vidilla al asunto. Así que subimos en busca de la novia que se encontraba en la habitación Greco. Dentro estaba su tía, con la que ya hemos coincidido en otras ocasiones y que sin duda es una mano fundamental en esos momentos, por supuesto, su mamá, atenta y sonriente pues su niña se casaba. Su hermana y su querida prima Cristi, no podían faltar en esos momentos y pusieron el punto cómplice en los preparativos.
Mientras la música relajante parecía hacer efecto, nosotras robamos los vestidos de la madre y la hija y nos lo llevamos al impresionante salón, el mejor lugar para vestirse.
Mientras tanto… en la habitación Picasso se encontraba el novio con sus padres, allí aguardaban nervios, trajes con estilo y como ya hemos dicho, un novio sonriente.
Lo mejor de esta boda es que se iban a reencontrar antes de casarse! Un momento que ya hemos vivido en otras ocasiones y que es único.
Nos faltaba la sintonia de 007, porque hicimos todo lo posible para que no se encontraran los novios por los pasillos!
Irene, la novia, se vistió rápida y emocionada, acompañada de su madre, su hermana, su cuñada y su tía, deseando reencontrarse con su futuro marido. Risas, botones infinitos, zapatos rojos, prisas, emoción, entradas, salidas, invitados… todo en cuestión de segundos. El novio se vistió más tranquilo y sus hermanas pudieron ayudarle a quedar perfecto. Pese a los nervios y el minutero sin deternerse, no le faltó detalle y pidió una botella de vino blanco para brindar con su futura mujer.
Se encontraron en el regio salón donde crearon un mundo en el que sólo estaban ellos, en el que no había nadie, no ocurría más que su mirada flotando en el aire, los ruidos, las prisas, la gente…todo desaparecío tras sentirse el uno al otro mientras tenían los ojos cerrados. Te quiero, te quiero y es que te quiero se oía. Ella con su vestido corto, y su color rojo por bandera, pin up, rockera. Él con traje en tonos azules y detalles rojos también, como esos calcetines tan atrevidos, tan personales. Hechos el uno para el otro, no cabe duda. El humor y los brindis tampoco faltaron. Las felicitaciones, las miradas de sorpresa de una madre del novio emocionada, de un padre de la novia que cualquiera desearía tener, también hicieron que el momento fuese más mágico todavía.
Ana no podía faltar, ella también se tenía que vestir y preparar con sus zapatitos rojos como mamá, y su vestido de princesita. Ya con ellos tres a solas, aprovechamos para hacer unas cuantas fotos, todas ellas con Ani revoloteando, ese pequeño terremoto de preciosos ojos azules y sonrisa traviesa que parecía una muñequita. Fueron unos minutos divertidos que nos quedamos guardados. Estaban tan alegres que… ¡hasta saludaron desde la terraza de sorpresa!Lo querían así y era su día.
El patio trasero, ya totalmente preparado, estaba repleto de gente. El altar ocupaba el final de una alfombra roja con pétalos y con vistas a la campiña. Las sillas blancas ocupadas, los pai pais moviéndose y las flores decoraban cada rincón. Cuando la música empezó a sonar, los protagonistas llegaron bailando con su hija… ¿qué mejor forma de empezar?
La ceremonia fue oficiada por el hermano de Irene, Manolito, #fannumero1 y una de las hermanas de Juanfer,Fabiola, según fueron hablando, comprobamos que los conocían bien. El sol iluminaba todo, tanto, que las sombrillas de mano, no os imaginéis sombrillas de playa por favor, predominaron en el altar. Mientras los maestros de ceremonia nos enseñaban algo de historia…se animaron infinidad de invitados a dedicarles unas palabras; El primo mayor de Irene ( de la inmensa familia Salinero #ponunsalineroentuvida ),su hermana Isa que mostró un vínculo inseparable, su amiga Virginia que emocionó a la novia, los perdiceros, amigos de Juan Fer que pusieron el punto divertido a la ceremonia, sus hermanas a cuál más dulce, (deben ser los ojos azules…) todo el mundo estaba dispuesto a recordar, a sonreír, a emocionarse. Pero lo más especial, fue una carta que «escribió» Ana a sus papás y que leyó el abuelo Manolo para emocionarnos a todos.
La salida estuvo rodeada de pompas de jabón, gritos de viva los novios, y una familia sonriente.
El cóctel fue un momento para disfrutar de los puestos tan especiales que habían preparado los novios, el qué más, el de nuestra querida «Vega» con aceitunas, horchata, limón granizado… aunque no podía faltar el jamón, el queso, y hasta sushi! Fue el momento para hacer fotos con la familia y los amigos, eran muchos, no fue fácil..menos mal que la novia se desenvolvió con el micro. Además, tuvimos que hacer la foto de la familia Salinero, nos tuvimos que subir a la terraza porque no había manera, poco más y alquilamos un helicóptero! Estamos convencidas de que media población de Toledo son Salinero. También hacemos mención especial a Marina, a Cristina y a Alberto que nos deleitaron con una preciosa niña que tuvimos la suerte de conocer en la tripita de su mamá. Nos encantó estar con vosotros familia!
A esto se suma que, probablemente, se diese uno de los momentos que más recordarán los novios, los tres tumbados en el césped y, una vez más, siendo únicos.
Después, la cena junto a la piscina y la fuente fue una delicia. Ambos hicieron un brindis alegre con sus copas especiales, regalo de la familia del novio. Fue un momento muy bailongo que sacó más de una carcajada. Acompañó la temperatura y la comida, de la que tuvimos también la suerte de disfrutar, ¡graciassss!. Así que, ¿qué más se puede pedir? Pues hubo más, mucho más y es que ya en el café, se extendió la lona y proyectaron un vídeo de ambos. De su infancia, su vida y su niña. Un precioso detalle de las hermanas del novio que disfrutaron juntos.
Tras relajarse y coger fuerzas, en el bajo de la casa las luces y la música animaron el ambiente. La fiesta les sirvió a algunos para disfrazarse, a otros para dar cuenta de la barra libre y al resto para mover las caderas. Al rato hicieron un parón para seguir con el especial concierto que el hermano de Irene, su primo y sus compañeros les tenían preparado.
No nos cabe duda que esa veitena de canciones versionadas contenían el cariño más sincero. Fue la guinda al pastel más rockero. En serio, fue un concierto con MAYÚSCULAS y es que lo dieron todo. Se animó la novia a cantar, su amiga Virginia, Juanfer, los amigos del novio que cogieron el relevo… madre mía! Poco más y cantamos nosotras!
La gente saltando, gritando y todo en una primerísima fila totalmente entregada.
Y después de presenciar semejante despliegue de medios, reírnos de nuevo y bajar de las sillas a las que nos encaramábamos, dimos unos grandes abrazos y nos marchamos a casa. Aunque la fiesta siguió en la discoteca por todo lo alto.
Gracias a Irene y Juanfer por ser vosotros mismos, por disfrutar de vuestra boda a vuestra manera y con esa espontaneidad que os caracteriza. Ha sido más que un placer porque sois parte de esa familia que se elige y no podemos estar más contentas de haberlo compartido con vosotros.
Gracias también a todos los invitados, entre los que tantos amigos tenemos, gracias por muestras de cariño. ¡Nos sentimos muy arropadas y lo disfrutamos muchísimo! Con estos días que han pasado, cogemos perspectiva y parece que estemos viendo una película. Os quedó una boda preciosa.
Felicidades pareja. Felicidades familia.