2018

Ayer, hoy y siempre

La boda del viernes fue una boda especial por varios motivos. El primero, porque se casaban personas especiales, el segundo porque cayó en festivo y el tercero porque el sitio tenía magia. Cierto es que, al ser un trayecto largo decidimos salir bien temprano porque no nos pillase la caravana o hubiese algún imprevisto. Salimos con tanto tiempo que creemos que los novios ¡no habían ni amanecido cuando llegamos! Pero no quisimos molestarles y decidimos dar una vuelta por Alcalá de Henares que estaba preparando todo para sus fiestas medievales. Desayunamos en un bar lleno de color y de comida rica que nos inspiró todavía más, si cabe.

El parador de Alcalá de Henares escondía, entre el laberinto de sus habitaciones, a Marya y Álvaro que estaban llenos de nervios, de esos sanos y emocionantes, de los que tiene un adolescente en una primera cita. Primero nos encontramos al novio en el hall del hotel atendiendo a sus familiares. No podía creerse que hubiese llegado el día. Rápido nos chivó la habitación de Marya y ¡allá fuimos!

Al llegar a las 212, la música nos recibió al entrar. Allí estaba la novia con su preciosa mamá y ahí entendimos la conexión. Estaban en manos de unas artistas en el mundo del maquillaje y la peluquería, ¡menuda trenza bonita y complicada llevaba la novia! Todo bañado por un luz preciosa que atravesaba la ventana tímidamente. Mientras terminaban, nosotros nos encargábamos de hacer fotos a cada detalle que la novia llevaría; zapatos, pulseras y pendientes de su abuela y su madre, zapatos maravillosos, ramo, anillos….Todo preparado para la ocasión.

En cuanto vimos que Marya había acabado, la sentamos en un rincón de la ventana dónde luces y sombras hacían de ella un auténtica modelo. Estaba feliz, resplandeciente y llena de alegría. En un momento, su madre se acercó para besarla y fue entonces cuando la cámara no pudo parar de disparar…¡menuda emoción y que cariño! Después nos fuimos para dejar un momento de soledad y tranquilidad a la protagonista.

En la habitación del novio aprovechamos para hacer detalles y algún robado de la familia mientras se arreglaba. Y como les quedaba un buen rato todavía, decidimos que era un buen momento para entrevistar en vídeo al novio. Buscamos el rincón ideal y con un atuendo de lo más sugerente, nos contó pequeños secretillos de la novia. Con ella tuvimos que hacer lo propio…claro, ¡no nos íbamos a quedar sin saber los de Álvaro!

Entre tanto llegaron más familiares a la habitación de la novia, hermanos, sobrinos, su dama de honor favorita, Marina, su papá… La habitación se llenó y para celebrarlo ¿por qué no saltar en la cama? La novia se subió con su sobrina y se pusieron a saltar sin importarles nada que no fuese ese momento de risas y diversión. Pero el reloj no paraba y era necesario empezar a vestirse. Un vestido sencillo, unos zapatos perfectos, un ramo y un velo llenos de color rosa, como a ella le gusta, e infinitos detalles donde guardaba el recuerdo de seres queridos. ¡Ah sí! y un lacito azul enrollado en la tira del sujetador para la buena suerte. Alguna foto de familia, un paseo por aquel pasillo maravilloso…y ¡a esconderse de nuevo!

Poco tiempo después, aprovechamos que el novio ya había empezado a vestirse y empezamos a sacar imágenes desde cualquier rincón de la habitación. Sus detalles también eran especiales y con esos gemelos de bellotas, llevaba con su tierra por bandera. Estaba feliz, se le notaba, a él y a sus hermanos, su cuñada, a sus padres… y ¡a sus tíos! Todos estaban allí. Y es que a veces los errores provocan momentos para recordar en familia, como a ellos les gusta estar. La madrina iba guapa, sencilla, y con un tipo que parecía la hermana mayor y el padre, casi casi, ¡mejor peinado que la novia! Marya, no te nos enfades. Así, sin darnos cuenta, había llegado el gran momento.

Salimos hacia la ceremonia pues amigos y familiares esperaban impacientes, siguiendo el camino que los cartelitos les indicaban hasta donde se celebraría finalmente la ceremonia. Con «Nothing else matters» empezó todo, el novio entró de la mano de su madre emocionado y deseoso de ver a su futura mujer. Marya sonriente y disfrutando de lo que estaba pasando, caminaba hacía él para encontrarse con ese beso tan ansiado y con alguna lágrima. La ceremonia fue muy especial, sencilla y rápida pero que recogía lo esencial de ellos dos. Las damas de honor miraban a la novia con cariño, la familia se asomaba entre la multitud para ver a los novios y los móviles hacían fotos sin cesar. La maestra de ceremonia era la tía de la novia, por lo que el cariño ya estaba en el ambiente. Sus hermanos y una amiga íntima pusieron un punto más de emoción contando infinitas anécdotas que todos recordaron con cariño, locuras que tuvieron buen resultado, e historias del pasado que hacen que tenga sentido el presente. ¡Hasta un sobrino de los novios se escondió debajo del altar para participar más a fondo! A la ceremonia no le falto nada: anillo, besos, caricias, más besos… y todo eso ha quedado guardado para siempre.

Y una vez casados, acostumbrándose a llamarse «marido» y «mujer», aprovechamos antes del cóctel para hacer alguna fotografía por el Parador. No es difícil con novios así. Durante el cóctel aprovechamos para las fotos de grupo. El acento extremeño aparecía por aquí y por allí, los amigos y amigas participaban en cualquier cosa que les pedíamos, la comida rica, las copas de vino y de cava. Hasta la lluvia respetó el momento en el claustro.

El banquete no se hizo esperar y tras una entrada con música, servilletas y ovaciones, disfrutaron del mejor ambiente. Pronto llegó el baile donde predominaron las miradas entre rayos de colores y sus invitados mirándoles enternecidos. Después, una sorpresa preciosa que nos emocionó a todos…en la que solo se veían manos alzadas con cuernos y gritos que decían «niño grande, noble, un valiente y luchador. Niño grande, noble, luchador hasta el final» Ahora escribiendo nos seguimos emocionando…grandes Búcefalo. Después del momentazo tocaba bailar, bailar ya sin tacones «con zapatillas» como indicó la novia a sus invitadas, tocaba brindar, y pasarlo bien.

Gracias pareja por este bonito día, por confiar en nosotros, por dejarnos canciones y por sonreír. ¡Menudo recuerdo bonito nos queda! Ahora toca…seguir siendo igual de felices.

Bailar vuestra cancion vosotros debeis

Llegamos al Cigarral del Bosque a primera hora de la tarde con la compañía de un calor toledano de esos que no te esperas en septiembre. Todo estaba preparado para disfrutar y los jardines exteriores iban a tener un protagonismo envidiable.

La primera parada fue la habitación del novio. Jesús aún no estaba listo, pero mejor porque así pudimos estar con él mientras su amigo y peluquero, le peinaba. Y es que… ¿por qué tiene que ser coqueta solo la chica? Entre risas y laca, estuvo como un pincel rápidamente. Mientras, nosotros danzábamos por la habitación haciendo fotos de sus detalles, del traje, de los zapatos… y sobre todo de sus gemelos, esos tan personales de Darth Vader que nos encantaron y que dieron algún quebradero de cabeza al ponerse.

El teléfono no paraba de sonar y, a pesar de estar en petit comité, los nervios de los invitados calaban en Jesús poco a poco por la línea telefónica. Camisa, pantalones y accesorio a accesorio fue vistiéndose y colocándose algunos regalos con significado que le acompañarían durante todo el día. Fue sencillo y fácil hacerle fotos con su traje azul marino, su mirada a juego y esa pose elegante. ¡Transmitía buen rollo y no habíamos hecho más que comenzar!

Después nos acercamos a la suite donde nos esperaba Marta… ¡ya completamente preparada! Y es que nada más entrar, la encontramos de pie a contraluz al lado de la ventana… y fue un flechazo. Allí estaban también sus padres y su hermana, una familia a la que tenemos mucho cariño.Todos listos para el gran momento y los nervios ya estaban haciendo acto de presencia. A algunos les alteraban y a Marta… le daba por reír. ¡Y qué bien nos venía!

Le hicimos fotos a montones porque para ella la fiesta ya había empezado. Los pendientes por aquí, sus atrevidos zapatos rojos por allá, un poquito de perfume… y ya solo nos restaba hacerle fotos junto a sus acompañantes. No tuvimos que tirar de ningún truco pues ella misma los hacía reír o llorar, según el caso. Se notaba en las miradas la emoción y el cariño, lo más importante en esos momentos. Ella estaba radiante con su vestido entallado, su peinado de princesa Leia y una sonrisa enorme que ningún ramo podría tapar. Esa imagen despidiéndonos cálidamente de nuevo junto a la ventana, nos la llevamos en la memoria.

El tiempo corría pero nosotros estábamos en racha. Por eso al salir del hotel, encontramos en la puerta a Jesús con su familia junto al coche clásico descapotable que le llevaría a él y a la madrina hasta la iglesia. Era una sorpresa de sus amigos que sabían que le haría ilusión. ¿Y hay algo más agradable que un paseo al aire libre? Por como disfrutaron ellos del recorrido, seguro que no.

La ceremonia fue sencilla, llenas de miradas cómplices, y en un rincón mágico de Toledo, la ermita del Valle. La entrada fue triunfal, los invitados esperaban fuera, impacientes por recibirles. La novia apareció preciosa y cómo no, sonriente, porque eso es lo que primó durante toda la boda, la sonrisa. Allí estaban «viejos conocidos» a los que tenemos gran cariño, Javi, Maria A…emocionados y deseosos de abrazar a la novia. El novio mientras tanto, esperaba impaciente a que su «princesa Leia» llegase. Las vistas eran espectaculares, el ambiente contaba con la coral en la que cantaba el papá de la novia y que nos puso los «pelos de punta» porque no podemos decirlo de otra manera.Mientras la música en directo sonaba, el sacerdote preparaba un discurso seguramente con un cariño especial pues era ex profe de Jesús. Todo quedaba en familia. Hubo gestos de cariño continuos, lecturas de sus más cercanos y sin llorar… ¡cómo quería Marta! Después de hacer fotos en el altar con su querida Virgen del Valle, tocaba la lluvia de arroz, confeti, billetes… ¡Menudo momento! Todo rodeado de muchísimos amigos y bastante familia celebrando aquel «sí quiero». El atardecer y los rayos de sol acompañaron la salida mágica en la que ya eran marido y mujer y las sonrisas no se iban en ningún momento.

Tras el cariño de todo el mundo, tocaba hacer fotografías de ellos y de sus familias que bromeaban en aquella terraza interior de la ermita y con vistas hacía la ciudad imperial.
Después subimos a nuestro sitio no tan secreto para ver Toledo desde arriba y allí continuaron las miradas, la locura de Marta y la calma de Jesús que se complementaba perfectamente. Una pareja tal para cuál. Y cómo se dice ahora… transmitían «una vibra muy buena».
¿Han Solo y la Princesa Leia?

El cóctel les esperaba, pero antes de entrar Marta se cambió de zapatos y se puso unas zapatillas de cómic con lazos rojos para ir más cómoda. Algo que encantó a todos los invitados. El cóctel tenía una magia especial, como de otra galaxia… decoración de libros de firmas, fotos polaroid y pomperos para grandes y pequeños. Fue el momento para hacer algunas fotos de grupos y charlar con los invitados tranquilamente, ya sin nervios, pero con unas ganas de aprovechar la noche…
Bajó la temperatura, refrescos y cervezas para todos, comida deliciosa… algo que nos sentó fenomenal. ¡¡¡Mil gracias por estar tan atentos de nosotros!!!

Después pasamos al jardín donde, entre luces suspendidas, estaba preparada la cena. La noche no podía ser más agradable y todo indicaba que sería una velada de lo más relajada, pero allí no paró nadie. Y es que fue una auténtica locura que empezó con el brindis menos protocolario de la historia y continuó durante la cena, todo milimétricamente orquestado por la pareja y la organización del Cigarral. A cada momento, la música de fondo subía y eso significaba que algo se avecinaba… Ya fueran regalos de los novios, sorpresas de los invitados o los bailes por mesas. Y es que, cada vez que se sonaba la canción temática de cada mesa, debían levantarse y bailarla con alegría. Cada uno a su modo, cada cual con su coreografía y siempre haciendo partícipe al resto de invitados, tanto, que pronto aquello se convirtió en un flash move continuo sin principio ni final, congas entre los manteles y las servilletas volando. Puede decirse que cenar fue lo de menos.

Tras la cena, si se puede llamar así, pusieron un video emotivo y que saco más de una carcajada donde aparecieron familiares y amigos. Después el baile especial, como no podía ser de otra manera… mitad romántico, mitad movidito, original, sin duda.
María, la hermana de la novia, que por cierto iba preciosa, leyó unas palabras y eso abrió la fiesta; luces, chuches, copas y unas cuantas fotos instantáneas ¡ No faltó de nada!

Muchísimas gracias a todos; A vosotros pareja por hacer que cada minuto de vuestra boda fuese una verdadera fiesta, a las familias por estar tan pendiente de nosotros y a los amigos por tratarnos tan bien. Gracias por hacer de vuestra boda una celebración especial en la que pudimos disfrutar y sonreír a vuestro lado. Es el mejor regalo que nos pudisteis hacer; ser vosotros mismos.

Sed muy felices y…¡qué la fuerza os acompañe!

Te quiero, te quiero, y es que te quiero

Aún que llega tarde, por fin podemos hacer el blog tranquilamente y con el cariño que merece esta pareja, qué decir pareja, esta familia…Todo apuntaba a que iba a ser una boda de lo más sencilla pero la emoción, el cariño, el amor..estuvieron presente a cada instante y en cada miembro de esta preciosa celebración.

El verano por fin estaba haciendo su aparición y el sábado pasado pintaba de aúpa. Cielo azul, altas temperaturas y un largo día soleado por delante que derrotaban a los «radiolos» ( la novia nos entiende. ).

Solemos perdernos hasta por nuestras casas (para qué mentir), así que íbamos a tener que esforzarnos en encontrar la finca en la que se celebraba todo el evento. Un rinconcito oculto rodeado de olivares. Por suerte y desde la misma zona del valle, nuestros previsores novios habían preparado unas indicaciones personalizadas en puntos clave del recorrido, por lo que solo tuvimos que seguirlas. «Boda» por aquí «boda» por allá. No sabemos si fuimos las únicas, pero ¡qué útiles nos fueron!. Hablando de todas las pequeñas cosas de las que queríamos estar pendientes, sin darnos cuenta, habíamos dejado atrás la ciudad imperial. Mientras recorríamos el sendero que atravesaba la zona agreste al norte de Toledo, contemplábamos las diferentes casas que iban apareciendo… a cada cual más espectacular. Ya llegando al quinto pino, casi literal, y precedidos por algún invitado despistado, al final de un camino de tierra, el encantador Cigarral del Pintor nos esperaba con las puertas abiertas.

Nada más llegar vimos a lo lejos a Juan Fer, el novio al que no se le borraba la sonrisa ni un instante, estaba con una pequeña mujer, sí, pero no era la novia, era otra protagonista del evento..Ana! Su linda princesa de ojos intensos, la mejor creación de la pareja, sin duda.
Ambos novios iban a prepararse rodeados de su familia en el mismo lugar… y eso siempre da más vidilla al asunto. Así que subimos en busca de la novia que se encontraba en la habitación Greco. Dentro estaba su tía, con la que ya hemos coincidido en otras ocasiones y que sin duda es una mano fundamental en esos momentos, por supuesto, su mamá, atenta y sonriente pues su niña se casaba. Su hermana y su querida prima Cristi, no podían faltar en esos momentos y pusieron el punto cómplice en los preparativos.
Mientras la música relajante parecía hacer efecto, nosotras robamos los vestidos de la madre y la hija y nos lo llevamos al impresionante salón, el mejor lugar para vestirse.

Mientras tanto… en la habitación Picasso se encontraba el novio con sus padres, allí aguardaban nervios, trajes con estilo y como ya hemos dicho, un novio sonriente.
Lo mejor de esta boda es que se iban a reencontrar antes de casarse! Un momento que ya hemos vivido en otras ocasiones y que es único.
Nos faltaba la sintonia de 007, porque hicimos todo lo posible para que no se encontraran los novios por los pasillos!
Irene, la novia, se vistió rápida y emocionada, acompañada de su madre, su hermana, su cuñada y su tía, deseando reencontrarse con su futuro marido. Risas, botones infinitos, zapatos rojos, prisas, emoción, entradas, salidas, invitados… todo en cuestión de segundos. El novio se vistió más tranquilo y sus hermanas pudieron ayudarle a quedar perfecto. Pese a los nervios y el minutero sin deternerse, no le faltó detalle y pidió una botella de vino blanco para brindar con su futura mujer.

Se encontraron en el regio salón donde crearon un mundo en el que sólo estaban ellos, en el que no había nadie, no ocurría más que su mirada flotando en el aire, los ruidos, las prisas, la gente…todo desaparecío tras sentirse el uno al otro mientras tenían los ojos cerrados. Te quiero, te quiero y es que te quiero se oía. Ella con su vestido corto, y su color rojo por bandera, pin up, rockera. Él con traje en tonos azules y detalles rojos también, como esos calcetines tan atrevidos, tan personales. Hechos el uno para el otro, no cabe duda. El humor y los brindis tampoco faltaron. Las felicitaciones, las miradas de sorpresa de una madre del novio emocionada, de un padre de la novia que cualquiera desearía tener, también hicieron que el momento fuese más mágico todavía.

Ana no podía faltar, ella también se tenía que vestir y preparar con sus zapatitos rojos como mamá, y su vestido de princesita. Ya con ellos tres a solas, aprovechamos para hacer unas cuantas fotos, todas ellas con Ani revoloteando, ese pequeño terremoto de preciosos ojos azules y sonrisa traviesa que parecía una muñequita. Fueron unos minutos divertidos que nos quedamos guardados. Estaban tan alegres que… ¡hasta saludaron desde la terraza de sorpresa!Lo querían así y era su día.

El patio trasero, ya totalmente preparado, estaba repleto de gente. El altar ocupaba el final de una alfombra roja con pétalos y con vistas a la campiña. Las sillas blancas ocupadas, los pai pais moviéndose y las flores decoraban cada rincón. Cuando la música empezó a sonar, los protagonistas llegaron bailando con su hija… ¿qué mejor forma de empezar?

La ceremonia fue oficiada por el hermano de Irene, Manolito, #fannumero1 y una de las hermanas de Juanfer,Fabiola, según fueron hablando, comprobamos que los conocían bien. El sol iluminaba todo, tanto, que las sombrillas de mano, no os imaginéis sombrillas de playa por favor, predominaron en el altar. Mientras los maestros de ceremonia nos enseñaban algo de historia…se animaron infinidad de invitados a dedicarles unas palabras; El primo mayor de Irene ( de la inmensa familia Salinero #ponunsalineroentuvida ),su hermana Isa que mostró un vínculo inseparable, su amiga Virginia que emocionó a la novia, los perdiceros, amigos de Juan Fer que pusieron el punto divertido a la ceremonia, sus hermanas a cuál más dulce, (deben ser los ojos azules…) todo el mundo estaba dispuesto a recordar, a sonreír, a emocionarse. Pero lo más especial, fue una carta que «escribió» Ana a sus papás y que leyó el abuelo Manolo para emocionarnos a todos.
La salida estuvo rodeada de pompas de jabón, gritos de viva los novios, y una familia sonriente.

El cóctel fue un momento para disfrutar de los puestos tan especiales que habían preparado los novios, el qué más, el de nuestra querida «Vega» con aceitunas, horchata, limón granizado… aunque no podía faltar el jamón, el queso, y hasta sushi! Fue el momento para hacer fotos con la familia y los amigos, eran muchos, no fue fácil..menos mal que la novia se desenvolvió con el micro. Además, tuvimos que hacer la foto de la familia Salinero, nos tuvimos que subir a la terraza porque no había manera, poco más y alquilamos un helicóptero! Estamos convencidas de que media población de Toledo son Salinero. También hacemos mención especial a Marina, a Cristina y a Alberto que nos deleitaron con una preciosa niña que tuvimos la suerte de conocer en la tripita de su mamá. Nos encantó estar con vosotros familia!
A esto se suma que, probablemente, se diese uno de los momentos que más recordarán los novios, los tres tumbados en el césped y, una vez más, siendo únicos.

Después, la cena junto a la piscina y la fuente fue una delicia. Ambos hicieron un brindis alegre con sus copas especiales, regalo de la familia del novio. Fue un momento muy bailongo que sacó más de una carcajada. Acompañó la temperatura y la comida, de la que tuvimos también la suerte de disfrutar, ¡graciassss!. Así que, ¿qué más se puede pedir? Pues hubo más, mucho más y es que ya en el café, se extendió la lona y proyectaron un vídeo de ambos. De su infancia, su vida y su niña. Un precioso detalle de las hermanas del novio que disfrutaron juntos.

Tras relajarse y coger fuerzas, en el bajo de la casa las luces y la música animaron el ambiente. La fiesta les sirvió a algunos para disfrazarse, a otros para dar cuenta de la barra libre y al resto para mover las caderas. Al rato hicieron un parón para seguir con el especial concierto que el hermano de Irene, su primo y sus compañeros les tenían preparado.

No nos cabe duda que esa veitena de canciones versionadas contenían el cariño más sincero. Fue la guinda al pastel más rockero. En serio, fue un concierto con MAYÚSCULAS y es que lo dieron todo. Se animó la novia a cantar, su amiga Virginia, Juanfer, los amigos del novio que cogieron el relevo… madre mía! Poco más y cantamos nosotras!
La gente saltando, gritando y todo en una primerísima fila totalmente entregada.
Y después de presenciar semejante despliegue de medios, reírnos de nuevo y bajar de las sillas a las que nos encaramábamos, dimos unos grandes abrazos y nos marchamos a casa. Aunque la fiesta siguió en la discoteca por todo lo alto.

Gracias a Irene y Juanfer por ser vosotros mismos, por disfrutar de vuestra boda a vuestra manera y con esa espontaneidad que os caracteriza. Ha sido más que un placer porque sois parte de esa familia que se elige y no podemos estar más contentas de haberlo compartido con vosotros.

Gracias también a todos los invitados, entre los que tantos amigos tenemos, gracias por muestras de cariño. ¡Nos sentimos muy arropadas y lo disfrutamos muchísimo! Con estos días que han pasado, cogemos perspectiva y parece que estemos viendo una película. Os quedó una boda preciosa.

Felicidades pareja. Felicidades familia.

Si algo no sale bien, seras mi constante

Y es que con esta frase y esta preciosa mirada al dar el sí quiero se podría resumir toda una historia y todos podríamos quedarnos con la moraleja. Así, sin más adornos que los sentimientos a flor de piel. Sin embargo, os contaremos algunos detalles de todo lo que se vivió y lo que no estuvo tan a la vista el fin de semana pasado. Que no fue poco.

Llevábamos toda la semana mirando al cielo. La primavera estaba dando sus últimos coletazos y la página del tiempo estaba en la sección de favoritos en todos nuestros teléfonos. La mañana de la boda de Sara y Domingo amaneció lluviosa aunque a medio día los huevos que los familiares pusieron a Santa Clara hicieron el intento de despejar los nubarrones. Con mochilas a las espaldas y las sonrisas preparadas, nosotras caminamos por las calles de Santa Bárbara hasta la casa de la pareja, donde el novio tenía preparado su cuartel general ese día. Llegamos a la vez, nosotras bajando la calle y él con sus cuñados subiendo la cuesta. ¡Y no lo reconocimos con su nuevo look!

Al entrar nos encontramos con su perro Fusco, un pastor alemán que iba a tener un papel importante y que estaba inquieto con tantas novedades. Los animales son inteligentes y notan cuando algo flota en el ambiente, ese «qué se yo» que estábamos a pocas horas de ver. Aunque al principio todo estaba en calma mientras cada cual se terminaba de preparar, el piso se fue llenando poco a poco. Nosotras fotografiábamos los detalles y el traje mientras el timbre no dejaba de soñar. Domingo y Fusco los recibían a todos muy alegres con los nervios empezando a hacerse presentes. Algunos ya nos conocíamos y eso hizo más fácil ordenar el «quien es quien» mientras los besos y preparativos llenaban cada rincón.

La salida de la habitación de un novio completamente vestido causó sensación. Todos sonreían, le piropeaban y le animaban a «cortarse así el pelo más veces». Y es que estaba muy elegante. Hermanos, Sobrinos, Cuñados, amigos… sólo faltaba la mamá que llegó de color verde como las chicas más atrevidas, se suele decir.

Tocaba hacerse algunas fotos con los últimos retoques a los que sus hermanos y su madre le fueron echando una mano: los gemelos por aquí, el reloj por allá… Poco a poco fueron creándose momentos y bromas que colorearon el nuboso cielo que empezaba a formarse allá afuera. Cuando estuvo listo, nos pusimos a hacer las fotos de familia en la terraza porque eran una tropa importante. Hubo emoción, miradas de cariño y una vecina que nos observaba y que puso el punto cómico a la sesión.

El tiempo corría deprisa y la alarma nos avisó que teníamos que cambiar de escenario.  Por eso nos fuimos con Sara y parte de su familia a casa de su hermano en Palomarejos, un piso pequeño y acogedor donde los encontramos con sus mejores galas. Preguntando, ella nos confesaba que estaba muy nerviosa pero su madre… tan tranquila, nos decía. Tenían todos los detalles también preparados para las fotos, así que hicimos unas cuantas para inmortalizarlo. El rojo era el protagonista, siguiendo la temática de toda la boda. En las flores por aquí, en otros detallitos por allá… ¡Y en los zapatos! ¡Ole esa Sara atrevida!. Finalmente sacaron el vestido de su funda y, tras nuevas fotos de rigor a semejante obra de artesanía, dejamos que las chicas hicieran piña para ayudar a la novia a vestirse.

Mientras, en la calle empezaba a llover y el cielo gris nos sentenciaba un día pasado por agua. Los huevos de Santa Clara no habían podido evitar lo inevitable. Sobre eso, peinados y asuntos varios hablábamos con los hermanos, cuñados y sobrinos con los que esperábamos en la sala a que terminaran. Salió brillando y no solo por su vestido si no por su preciosa sonrisa y la ilusión que era otro complemento extra a los que llevaba encima. Importante la medalla de su abuela a la muñeca, los discretos pendientes, el ramo, el peinado hecho por su querida cuñada Rocío, y una torerita que le abrigaría del frío. ¡No quedaba nada para la ceremonia y los nervios subían el listón!

Con todos listos, hicimos las fotos de familia con más logística jamás contadas. Un tetris de espacio donde teníamos que movernos al pasillo o a la sala y que nos resultó muy curioso. Con el ventanal a la calle como mejor aliado, aprovechamos también para hacer algunas fotos a la protagonista. Sonrisas y lágrimas que estuvieron a punto de derramarse con ese abrazo a su cuñada. Ui, ui, ui… ¡qué empezaba lo bueno!

La lluvia aumentó a la misma vez en intensidad, como presintiendo el momento. Parecía que en vez de coche, tendríamos que irnos a la ceremonia en canoa. Por suerte, sabemos de buena tinta que Sara y Domingo la hubieran manejado perfectamente… 😉 Tras cruzar el océano hacia la calle de atrás con un paraguas prestado, cogimos el coche y nos dirigimos al encuentro de nuestro compañero de vídeo y el resto de la boda que iba a celebrarse en el Hotel Beatriz Auditorium & Spa. Llegaba el momento.

Domingo y el resto de la familia esperaban en la entrada al hotel. Allí Fusco hacía las delicias de la gente, acaparando la atención con su esmoquin y su pajarita. Sería el encargado de llevar los anillos hasta el altar, esperábamos que sin perderlos por el camino. Rivalizando con el novio, fue el que más vídeos y fotos se llevó en ese momento. Mientras, los invitados llegaban como podían, evitando los charcos y paraguas en mano… ¡nadie se lo quería perder!.

Con todos ya dentro, llegaron Sara y su padrino muy sonrientes.Tras una pausa para saludar a los rezagados, comenzaron su entrada al salón Guadalajara. Todos estaban expectantes, ya con Domingo y su madrina esperando al final del pasillo. La música en directo sonaba y, con una preciosa y emocionada mirada compartida, fueron acercándose paso a paso. Los niños de arras precedían a la novia tirando pétalos blancos y rojos, y con un beso empezó la ceremonia.

Fue sencilla pero muy emotiva. Primero el maestro de ceremonias les dedicó unas palabras y pasó a contarles cómo sus seres queridos pensaban que eran. Después, lo que ellos pensaban el uno del otro. Unas preciosas palabras que tenían como punto en común su relación de tantos años, y como estar juntos los había hecho ser mejores. A continuación pasaron Sofía, Álex y Jonathan para terminar de conmovernos con sus anécdotas, sus agradecimientos y sus abrazos. Creíamos que la emoción ya no podía subir más alto pero llegó el momento clave. Con el intercambio de anillos y la promesa de amarse siempre, nos pusieron a todos los pelos de punta. Acabaron con la ceremonia del las arenas y pusieron el broche final con un beso de película rodeados de aplausos, de esos donde no se cuenta el tiempo.

La lluvia de arroz y serpentinas dio por terminada la ceremonia como una avalancha y fue el pistoletazo de partida para empezar a celebrarlo. Con algo de picar y de beber, los nervios se evaporaron. Yo solo quedaba hacer unas fotos y vídeos en familia, cantar a una tía por su cumpleaños y dar muchos abrazos. Tenían que reponer fuerzas para una noche larga y muy divertida.

El banquete empezó tras bajar las escaleras del salón a golpe de brindis multitudinario, con los invitados aplaudiendo. Los platos empezaron a sucederse y el ambiente alegre que crearon entre todos fue muy mítico. Cuando no era una mesa pidiendo el «‘qué se besen!», era otra chinchando a los padrinos, o coreando a los Chatarras (su inigualable equipo de fútbol). Los regalos que los novios tenían preparados también se fueron sucediendo y con cada uno, la pareja se armaba con el micrófono para dedicar unas palabras.

La tía de Domingo, la cumpleañera, fue la primera en recibir un regalo y un ramo de flores, un momento que seguro no olvidará. Después el detalle fue para sus madres, tan especiales y esenciales en sus vidas. Seguidamente se acordaron de los padrinos, que tanto les habían ayudado en este año, de los amigos que les arropaban y de Álex (a quien es imprescindible destacar). Con todos estos regalos, había algunos que andaban enfurruñados y reclamando el suyo propio, pero no fue hasta que empezó a sonar el himno de la Champions cuando los regalos a los famosos Chatarras F.C llegó para celebrarlo a grito pelado. Para cerrar la tanda de regalos, les tocaba a ellos recibir uno muy grande. Aparecieron bajando la escalera con una caja rosa gigante y ya con sonrisas pillas que auguraban problemas. Dentro, varios regalos sorpresa «que tenían que abrir sí o sí allí». Y qué ratito más bueno… bromas, guiños y alguna trastada con los que poner a nuestra pareja en apuros.

Después de conseguir unos billetillos gracias a la corbata del novio y la liga de la novia, y cómo no, a los amigos y amigas que gritaban y cantaban para conseguir el billete más grande que hubiese en bolsos y carteras…llegaba el momento de comenzar la fiesta que tanto estaba deseando Alfredo. «La constante» abrió el baile, un baile donde solo parecía que estaban ellos. No había nadie más. Y las miradas que tanto habían predominado en esta boda, por supuesto, seguían estando. Después de un beso intenso y un bonito abrazo, ¡empezaba la marcha!

Es entonces cuando descubrimos que los novios bailaban de miedo. ¡Menudo ritmo!. El de ellos y del resto de familiares: Sofía, Antonio, las amigas, Álex… madre mía. Todos!!!! Así que la discoteca se dio bastante bien, eso sí, debemos destacar un par de momentos únicos. Con «Héroes del Silencio», y de una manera totalmente improvisada, el novio cuál cantante de rock famoso, bajaba por las escaleras mientras seguía a la perfección la letra de la canción. A él se sumaron Álex, Antonio, y se creó un clima especial mientras todos se dejaban el alma disfrutando de aquel maravilloso grupo. Con «Fiesta Pagana» pasó lo mismo pero esta vez era Sara la que daba brincos por toda la discoteca animando a los invitados…menudos bailongos están hechos. Después de capturar los saltos de Sofía, bailes de pareja escondidos al final de la pista, y lo que parecían ser dos quinceañeros recién enamorados…tocaba coger una chuche y volver a casa.

Por nuestra parte solo nos queda daros las gracias. A todos en general por arropar a esta preciosa pareja y por hacerles su día aún más especial. Se demuestra que, a pesar del cambio de planes, lo más importante es la gente que te acompaña. Por vuestro cariño hacia el equipo que nunca faltó, por regalarnos emociones durante la ceremonia, por demostrarnos que el amor se mantiene en pie pasen los años que pasen y sobre todo, por la infinidad de risas. Da gusto trabajar así, ¡nos dais alas!.

A Domingo y a Sara por elegirnos y por querer que, en su día más importante, fuéramos nosotros los que les ayudáramos a recordarlo para siempre. Por el cariño, por la emoción y la comprensión en los momentos delicados. Todo lo que dijeron en esa ceremonia no puede ser más cierto. Sed muy felices y nos vemos pronto.