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2016El día 28 era un día de preparativos tempranos, de tensión y de incertidumbre, de esa buena. Al llegar a casa del novio, Álvaro, todos los nervios se olvidaron. Nos recibieron la mamá y el novio, ambos con una sonrisa y con todo preparado para terminar de arreglarse. El salón de la casa, acogía infinitos recuerdos y fotografías, que nos obligaban a buscar un hueco para la nuestra. Poco a poco iban llegando miembros de la familia, nadie quería perderse a el hermano, tío, nieto, cuñado… finiquitando los últimos detalles.
Nuestras cámaras se iban escondiendo en cada rincón de la casa para retratar a aquellos sobris comiendo a escondidas en la cocina, a los infinitos objetos que mostraban la debilidad por su equipo, el Real Madrid, que sin duda fue un día de nervios no solo porque se casaba no, si no porque jugaba su Madrid. Y mientras la cámara hacía click, se oían frases como… ¡y tú decías que no te ibas a casar!
La hora se acercaba por lo que teníamos que poner rumbo a nuestro querido Domenico, donde nos esperaba la novia. Al llegar nos encontramos a una madre que cuidaba a su hija preciosa, Marta, y es que está boda fue tan especial por una pequeña protagonista que aun no entendía que era eso de las bodas.Con todo preparado, y de una habitación a otra, nos instalamos en una suite luminosa donde la luz de la ventana nos regalaba imágenes fántasticas. La disposición de Susana, hizo todo más fácil. Pero sin ayuda de su madre, con un precioso vestido verde, la mejor amiga que era tocaya de la novia, sus sobrinos y su hija… el vestido no hubiese quedado igual. Ese segundo botón que dió tanta guerra, y que solo una madre podía solucionar para que su hija estuviese perfecta. Les pasa a todas las novias, algún día irán en leggins, estamos seguras.
De repente, se empezó a oír la lluvia golpear la ventana, como si avisase a Susana de que, aunque no le gustase, ya había llegado. Pero pese a eso, no perdía la sonrisa, y gracias a las conversaciones telefónicas entre Álvaro y el padrino, hermano de la novia, pudieron solucionar la ceremonia. Una celebración llena de recuerdos emotivos, y frases míticas como la preferida por Álvaro; «bien trabajado», que provocó tantas sonrisas y alguna que otra lágrima, y bonitos momentos como el ritual de la arena, donde también participó Marta.
Al acabar, el arroz estaba esperando, como siempre. Y justo cuando salíamos, la lluvia decidió darnos tregua para poder realizar las fotografías de los novios en un Toledo, como siempre preparado para enamorar. El cielo, donde las nubes grises eran protagonistas, hacían de fantástico difusor para conseguir una luz perfecta en las fotos. Una vez más las ramas, las piedras, la arena… han formado parte de nuestra búsqueda de la mejor imagen. Paseito por aquí, gotita por allá, sonrisa por delante, caricia por detrás. Y a lo lejos, el coche maravilloso que solo conocía la primera marcha,( aún estamos pensando como irá marcha atrás) dio el toque, sin duda, a ese corto paseo donde los novios comentan como está yendo el día de su boda. Como siempre los chicos de coche clásico para eventos, mostraron su voluntad para ayudarnos.
A la llegada, los invitados estaban esperando en la carpa, para empezar con ese rico cóctel que no duró mucho, pero que abría apetito para la comida. Una comida donde para nosotros llegaban los nervios, las prisas y el tetris de mesa, sí, aunque sea ese momento de tranquilidad en otras bodas, esta vez no era así. ¡Los novios tenían preparadas infinitas sorpresas!
Regalos, regalos para todos. Los novios querían compartir un día especial haciendo especial el día para todos los demás, no se salvó ni uno, desde los más mayores hasta los más pequeños, incluso los que estaban aún por venir al mundo. Entre chupachups gigantes, y botellitas de ginebra, se colaron unos regalos muy especiales. Los novios no querían que los pilares de su vida se fueran sin la inmortalización de su felicidad en aquel momento, las mamas y la abuela recibieron una fotografía de ese paseo del amor de horas antes, ya podían ir buscando un hueco para colocar su regalo. Como no podía ser menos, había que inmortalizar el momento con todos y cada uno de los invitados, antes de que salieran disparados al jolgorio de la barra libre, donde les esperaba otra impactante sorpresa…
A la entrada en el baile, todo estaba preparado, la música, con esos dj encantadores que nos ayudaron a poner el photocall, las chuches de Miguelañez que hemos de reconocer que no podíamos remediarlo pero alguna picamos entre foto y foto, nuestra perdición, y el stand de gin tonics, (este no lo probamos entre foto y foto y plano y plano porque si no..) Era la hora del baile, precioso, pero esta vez nos quedamos con otro baile que adquirió más protagonismo, el de la pequeña Marta, moviéndose de un lado a otro con sus zapatitos nuevos e imitando los gestos de los invitados. Nos debilitó. Llegó el momento, la gran sorpresa, un same day edit que recogía los momentos de la boda en 4 minutos, para emocionar a los invitados. Al final de este, un agradecimiento de los novios por haber acudido, como decía Álvaro, aquel día tan soleado… Y aunque no lo fuese, así pareció, pues vuestras sonrisas, emociones, e historia tenían luz propia.
Muchas gracias por confiar en nosotras, por valorar tanto nuestro trabajo, y por emocionaros con él.
Gracias también al equipo del Hotel Domenico que siempre nos trata con tanto cariño, desde Maria Antonia, hasta los chicos de la música y en esta ocasión a Miguelañez, sí, nos dio una bolsa de chuches ¿Qué más podemos pedir?
Sed muy felices pareja y disfrutar mucho de la princesa de la casa!!