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Y es que la historia de Vero y Bruno, nuestros novios de este fin de semana, viene de tiempo atrás. Aunque os lo explicaremos más adelante.
Era de mañana cuando seguimos nuestra rutina y acabamos en casa de Bruno y su familia. Nos abrió el papá Luis con una sonrisa y haciéndonos un recorrido por la casa para mostrarnos los rincones más pintorescos, preparados con gran mimo para las fotografías. Se respiraba calma y alegría, todo preparado para lo que se avecinaba.
Bruno bajó sonriente y avisándonos de que «no era muy de fotos» pero después eso fue lo de menos. Con la ayuda inestimable de Luis, experto en posar según sus propias palabras, el ambiente le relajó rápidamente y nos sacó varias sonrisas. Los gemelos, el chaleco y el prendido fueron pasando de clip en clip, haciendo que la mamá y la hermana se colocaran en primer plano. El mondongo con sus muchas acepciones, dio guerrita para colocarlo correctamente en la solapa del novio. Después de conseguirlo salimos al patio, super cuidado para la ocasión con rosales en flor que daban un toque de color a las fotografías de familia y al momento reloj, algo más que un regalo. Se notó la ausencia del hermano y su mujer, y por supuesto, de su sobrino, pero fue más que justificada, estaban preparando algo muy especial…
Basilio, el gato más enorme que hemos visto, nos huía y poco pudimos hacer para poder cogerlo. Sus 9 kilos y sus pelos lo hacían peligroso para los vestidos de gala y los no-levantadores de pesas. Aún así pasamos un momento divertido mientras nos miraba con carita de no entender nada y se escondía a través de la perrera. Eso puso punto y final a la visita, como en los Looney Toons. Despedida familiar en el entrada y rumbo a lo desconocido de nuevo.
Llegamos a casa de la novia fácilmente y entramos como una procesión interminable, haciendo reír al papá Ángel. Vero estaba ya lista, maquillada y peinada para la ocasión. Todo el mundo había hecho sus deberes y por ello fue llegar y empezar. Primero algunas fotos con las chicas de la casa en la habitación y después el salón fue el protagonista. Las hermanas, los sobrinos, los padres… todos juntos pero no revueltos. Nos acercamos al ventanal para aprovechar la luz tan bonita que nos brindaba. Mientras, todos alabamos los estores y pedimos referencias para nuestras casas. Conversaciones de la vida real, vaya. Una mesa hacia acá, esa silla para allá y Vero como protagonista de las miradas de todos. De tanto pedir sol, decía, al final dos tazas y es que el calor empezaba a hacerse notar con ese olorcito que tiene el mes de mayo. Con cada detalle, un familiar suyo se acercaba para ayudar a la novia. Especiales fueron los momentos con los niños, revoltosos y tímidos pero siempre auténticos que nos hicieron sonreír a nosotros y babear a su tía.
Vero tampoco decía ser muy de fotos pero nos estaban demostrando que cuando uno es feliz, no hay foto mala y estaban desmontando ese mito. Además de nosotros, también teníamos de apoyo a la hermana de la novia, que con su polaroid se encargó de inmortalizar esos y otros momentos, como el nuestro grabando a la novia. Gracias por esa foto tan original. Las últimas fotos con el ramo y, sin querer tuvimos que guardar la cámara para llegar al Cigarral de Santa María, donde se celebraría todo el evento al completo. Y no pudieron elegir mejor porque todo fue precioso. La ceremonia se celebraba al aire libre con Toledo de fondo, los invitados más cercanos ocupaban las sillas para verles llegar y las palabras de los suyos nos ayudaron a conocerlos un poco más. Su historia, contada por el padre de Bruno y que recordaba aquellos días en el cole. Seguía viendo a esa niña tan bonita de ojos azules y gran sonrisa de la que Bruno se hizo inseparable. Después las hermanas de Vero, que hablaban sobre dibujos de amor infantiles y como ellos fueron creciendo juntos hasta llegar al «sí quiero». Su tío (que oficiaba la ceremonia) y una amiga de la pareja contaban poemas e historias que amenizaron ese bonito momento. Pequeños gestos, las firmas y el paseo final, como en las películas americanas, llenas de confeti dorado y aplausos entusiastas de sus invitados.
Nos escapamos para hacer unas fotos y grabar algunos de esos momentos de amor, como solemos llamarlos. El Valle y el Puente Alcántara fueron los puntos escogidos para disfrutar de una ciudad como siempre preparada para nosotros. Apretaba Lorenzo y había tranquilidad por la ciudad, lo que nos ayudó a sacar fotos y a buscar la sombra, ¡para qué negarlo!. Mientras nos íbamos hacia el cóctel, algunas fotos en el viñedo del cigarral, ramitas fuera y a disfrutar de los suyos y de la siguiente etapa de una boda: el banquete. En el precioso salón del cigarral, todo preparado y servido con su habitual profesionalidad, mientras la gente disfrutaba y hacía brincar de la silla a los novios con sus «qué se besen!». Detalles, regalos y sonrisas se fueron sucediendo entre plato y plato. ¡ Cómo debe ser!. Juego de Tronos nos informó sin duda de la llegada de un gran momento: la tarta nupcial que traía espada y figuritas de la serie, para no perder su afición por los films. ¡Momentazo!. Para los invitados y para nosotros, que tenemos telita… Echad un ojo a nuestro Instagram para saber lo que os digo.
Para empezar con buen pie la fiesta, la novia se puso un vestido más liviano y corto para disfrutarlo sin impedimentos. Tenían una idea preparada y querían llevarla acabo nada más llegar a la discoteca. Sin embargo, un vídeo sorpresa les esperaba y pararon un momento a disfrutar de él mientras lo invitados se arremolinaban alrededor. Nada más acabar llegó el momento del baile. Al principio, una melodía lenta digna de abrazos para después cambiar a … ¡un rock and roll!. Y lo hicieron de maravilla: compenetrados y demostrando que le habían echado horas. La gente alucinó y les ovacionó. ¡Qué envidia, chicos! Solo fue el comienzo de unas horas en las que corrió la música y el baile por litros. Donde hubo tiempo de jugar a las sillas, sacarnos a bailar (sí, sí, leéis bien) y hasta los abuelos se animaron en la pista de baile con mucha energía.
Gracias a todos aquellos que nos hicieron nuestro trabajo un poco más fácil. Fue una boda de infancia, pues allí nos encontramos también con aquellos amigos de cuando eres niño, aquellos que conocen tus gambarredas y locuras, Álvaro y Pedro. Gracias en especial, pareja, por querer que fuésemos nosotros los que estuviésemos allí. Os deseamos lo mejor… ¡ahora es cuando todo comienza!
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… aunque a ratos podía parecerlo. Esta es la historia de bodas de la Villana de la pequeña Rusia y Bermu, de Bermudez.
Este sábado tuvimos una boda llena de complicidad, de alegría, de sorpresas y detalles.A la hora de comer nos dirijimos a casa del novio, era un chalet con preciosos rincones de madera hechos por el padre , dentro nos encontramos a la familia con todo preparado y a una preciosa perrita. Mientras a Jesús le ayudaba a vestirse una madre con una elegancia especial, desde la puerta le observaban su hermana,cuñado y padre. El ambiente era bueno, era agradable, no se palpaban los nervios de otras bodas ni el «corre que te corre». Estuvimos un rato, y entre plano y plano, alguna que otra risa y algún que otro secreto, debíamos estar preparados cuando entrásemos en la habitación de la novia…¿Por qué? Alguna foto de familia, foto reto con la perra, y nos fuimos con esa intriga del qué nos esperará.
De la casa de Jesús, nos fuimos corriendo a casa de Ana, la novia. Donde primero nos esperaba su hermano, con una gran sonrisa y ayudando a su hermana con todos los preparativos. Lo primero que hicimos, inevitablemente, fue subir a su habitación, donde sabíamos que estaba el vestido, los zapatos, la liga, y…. Globos y más globos donde podíamos leer: «¿Te quieres casa conmigo?». Pero eso no fue lo que más emocionó a «La villana de la pequeña Rusia», como la llamaba el novio, lo que empañó sus ojos de lágrimas fueron las palabras que le escribió su futuro marido en la tarjeta que había sobre la cama.
No es la primera sorpresa que le hace. A él le hemos apodado «el adivino» ya que hace 10 años, al poco de empezar, ya sabía que era la «villana» de su vida. Tocaba empezar a vestirse, y para ello tenía buena ayuda, su cuñada Rocío, su amiga Anabel y su preciosa madre enfundada en un vestido rojo, colocaban cada detalle para que todo quedase a la perfección. Después de las fotos de los preparativos y de la familia, era el momento de hacer la foto con alguien muy especial, Mía, otra debilidad que cada vez tenemos más, la perrita de la casa. A ratos no reconocía a aquella princesa que había cambiado la chupa de cuero, de momento, por un precioso vestido blanco.
Coche en marcha, bartúlos estrategicamente colocados y la canción de Carrie de fondo, tocaba el impresionante San Juan de los Reyes. La entrada fue impactante, la novia se detuvo por un momento pues la emoción era demasiada como para que pudiese dar un paso más, algunos nos asustamos Ana, ¡pensábamos que salías corriendo hacia el lado opuesto!. Menos mal que no lo hiciste, menos mal que le miraste, menos mal que volviste a sonreír y a emocionarte y le acariciaste la mejilla para darle un tierno beso. Así empezó lo que os convertiría, por fin, en marido y mujer. Aunque un buen amigo, y gran chófer, decía lo contrario… no es matrimonio hasta que no… hasta que no pasa la luna de miel. Fue una ceremonia amena, con un sacerdote agradable y divertido, y de fondo una voz que cantaba el Aleluya con todo su cariño,pues era amiga de la novia. A la salida hubo arroz, no mucho esta vez, lo que si hubo fueron pétalos de corazones y más sonrisas…
El Claustro esperaba vacío, con halos de luz que se asomaban tímidamente a través de los naranjos. Y algo que nos encantó, y que no nos había pasado en ninguna boda ; Jesús, a parte de lo atento y detallista, sacaba a bailar a la novia, no solo había besos y caricias, no, él la cogía de la mano, de la cintura, la miraba y hacía el amago de bailar. El día nos seguía dando tregua, y ¡no llovía! por lo que nos dirigimos a nuestro sitio «secreto» y nuestra vista favorita de Toledo. El cielo era perfecto, ni azul, ni blanco, ni negro. Toledo esbozaba una sonrisa para acompañar en ese día, y los novios estaban pletóricos… Un sitio difícil al que llegar pues hay que andar y que andar, y lo que solo se haría en una postboda, con permiso de Marta y Ángel, que también fueron valientes, lo hicieron ellos y mereció la pena. Entonces, volvió, volvió esa chupa de cuero que tanto nos gusta y que tan único hacía ese momento. Caminamos al coche, las cámaras siguieron haciendo su trabajo mientras tanto, y algo curioso apareció en el camino: menos mal que Jesús se dio cuenta y encontró la liga de su amada entre la arena. Una anécdota más que añadir.
El querido puente San Martín nos esperaba una vez más pero esta vez solo, como el Claustro, ¡¡¡era su día!!!! Sin duda. Un par de fotos, una carrerita, más besos y al coche. Olrey era el próximo destino.
Durante el banquete hubo miles de detalles, primero agradecer nuestra mesa rap, no sabemos rapear pero allá va; la boda estuvo genial,genial, Ana muy guapa, el novio no quedaba atrás, cha cha cha, baile había y baile habrá! (Intento de rap, perdonarnos Duzer y Loreto, buenos amigos que mencionar, pues ellos saben rapear y con la tontería el verso nos saldrá).
Después de venirnos arriba intentando hacer poesía…hemos decidido que mejor seguimos escribiendo…Nos hicisteis parte de la boda, queda demostrado en la fotografía que nos hicimos con el novio cuando pasó por nuestra mesa como si fuese la de otros invitados más. Despues del sorbete los padrinos se pusieron a leer, si, a leer el periódico del día de su boda enmarcado con todo el cariño para que fuese una bonita sorpresa, lo fue. Pero no solo eso, a las 12 salia un ramo y una canción de cumpleaños feliz pues había que felicitar a la madre de Ana, Encarnita, que se emocionó en todo momento. Ella, y los que estaban a su alrededor.
¿Os pensáis que ya hemos acabado de sorpresas? No, no, no. Tocaba, tal vez, la más especial. El encanto de la familia, Mariela, junto con la mamá de Ana, habían preparado un vídeo donde una bonita redacción sonaba mientras se veían imágenes de los protagonistas de la celebración. Menos mal que Ana estaba sentada, si no, se hubiese parado como al entrar en la ceremonia, pues la emoción, si cabe, era mayor. Hubo palabras preciosas para ambos y buenos deseos para su nueva etapa. Y de ahí al baile ya que había que tranquilizarse de tanta emoción, bueno…tranquilizarse, tranquilizarse, lo que se dice tranquilizarse… no. ¡¡¡¡¡¡Menuda coreografía se marcaron!!!!!!! Primero un baile lento de esos que permiten mirarse con acordes de Sabina en homenaje a su abuelo, luego un » no puedo vivir sin ti..no hay manera…», su canción, y por último…un flash move con montones de amigos y canciones llenas de alegría!.
El photocall tuvo éxito, las polaroid lo tuvieron más, y el cariño de todos destacó sobre todas las cosas.
Gracias pareja, por hacer todo tan fácil, por el inmenso cariño y atención, por haber sido unos novios excepcionales, por vuestra bonita historia y las infinitas sorpresas, por escribirnos al finalizar la boda con esas preciosas palabras y por demostrar al mundo lo que es la complicidad.
Feliz boda, feliz aniversario y feliz luna de miel!!!!! Nos vemos pronto!
03
Este sábado tuvimos nueva boda en Toledo cargada de buenos conocidos. Acordando la hora y preparando todo, nos presentamos en casa de Miguel, el novio, que con tanto cariño nos recibió. Era la hora de comer por lo que encontramos a alguno casi con más hambre que nervios. Fue subir en el ascensor los cuatro, cual «tetris», entrar siguiendo a un perrito muy alegre y encontrarnos con infinidad de familiares que bajaban de la escalera como un río que parecía no tener fin. ¡Eso sí que es saber distribuirse!. Muchos estaban preparados, sobre todo las chicas, y los chicos llegaban con las corbatas como si quemasen, pidiendo ayuda al héroe de la familia, el papá. Debemos confesar,que todos los nudos de la boda los hizo el padre del novio, ¡tenías que haber cobrado! Risas de padres, hermanos y niños que siempre endulzan estos momentos y que nos ayudaron a que el ambiente fuese natural y agradable, como a nosotros nos encanta que sea. Pero sin duda alguna, Tiza es el que mejor posa de toda la familia, sabía a la perfección como sentarse, mirar a cámara y poner su mejor perfil, un gran perro. Los nervios de Miguel se quedaron aparcados por un rato mientras bromeaban con él los cuñados, las hermanas le retocaban la camisa, y los sobrinos se acercaban a abrazarle. La luz entraba en el bonito salón donde el amplio espacio permitía que toda la familia pudiera estar junta, haciéndoles a todos partícipes con cierta algarabía. ¡No podía ser de otra manera!.
Y de un Nº 4 con nombre de ciudad, nos marchamos a casa de la novia, otro 4 con nombre de país. ¿Sería cosa del destino? Parecía que era nuestro día y más después de conocer a Lucky y a Gus, los perros de Elena… ¡porque teníamos mascotas también con esos nombres!. Después de las presentaciones, la novia nos mostró el salón donde todo estaba preparado: los detalles, el impresionante vestido de Pronovias con su amplia cola y su bonita espalda que solo su cariñosa amiga Bárbara, que por cierto nos enseñó nuevos trucos con ese cariño para ayudar a futuras novias, sabía colocar a la perfección. La sonrisa deslumbrante y que no podemos borrar ni con photoshop, la acompañó en todo momento. Las flores inundaban la casa, y no solo del ramo nupcial, si no también de los tres ramos que envió su futuro marido para todas las mujeres de la casa y que la hicieron sentir alguna mariposilla que otra. Su madre, su abuela, sus primas y su mejor amiga la acompañaron mientras se vestía para la ocasión. También las lágrimas de todas ellas mientras se ajustaba cada cremallera, se ponía los zapatos o se subía la liga con la que se casó su madre mientras la atenta mirada del padre y padrino, parecía decirle lo preciosa que estaba. Y cómo no, destacar a la abuela que tan elegante,y sexi, muy sexi, estaba. Tuvimos tiempo de sobra para fotografiarla sola y también acompañada con todos los familiares que fueron llegando. Con el reloj de nuestra parte nos fuimos hacia la iglesia: nuestra querida Santiago el Mayor.
Con el gusto del sol de primavera llegamos cuando aún estaban solo los que no dormían siesta. Poco a poco se fue llenando y mientras los minutos pasaban, aún no veíamos al novio por ninguna parte!!!. Al poco tiempo bajó del coche cual protagonista de película y ovacionado por todos, así que ya solo quedaba esperar a Elena. Ella entró sonriente y con una dulce música clásica que emocionó… ¡sobre todo a Miguel!. Fue un momento precioso y una de las entradas más emotivas que hemos visto. La ceremonia fue sencilla y con palabras muy cercanas y juveniles. Se les veía cómplices y muy contentos, en muy poco tiempo ya eran marido y mujer. La salida fue un gran vendaval de pompas de jabón, pétalos y por supuesto… ARROZ, nuestro querido y maravilloso arroz que luego encontramos en rincones que no sabíamos ni que existían, eso sí, esta vez no nos cerraron dentro y no pasaron la aspiradora, como en bodas anteriores.
No había tiempo que perder y tras disfrutar de los abrazos y felicitaciones de los suyos, hicimos nuestro paseo desde Zocodover hasta la Catedral. Toledo no defraudó y, con sus calles llenas de gente que se sorprendía y les felicitaba, nos regaló preciosos momentos de esos de «darse amor» y mirarse bonito. Reflejos secretos, pequeños rincones y detalles para recordar mientras la gente seguía y seguía felicitándoles, ¡incluso los niños!.
Después continuamos al siguiente punto de encuentro pero no quisimos desvelar la sorpresa que una hermana y una amiga les tenían preparados… y era tan adorable… Gus, el perro de ambos, volvía a estar presente: les esperaba trajeado y emocionado en el Puente de San Martín para hacer el loco con ellos en un corto paseo pero ¡inmortalizado para siempre!. Gracias chicas.
Ya en el Cigarral del Ángel Custodio empezaba el relax de saberse casados y era momento de disfrutar de los suyos y del siempre impresionante cigarral. Al aire libre, con una temperatura envidiable, no pararon de moverse, hablar con todos y hacerse decenas de fotos para que tuviesen un recuerdo. Risas, y una interminable lista de familiares que nos sacaron carcajadas y que el vídeo captó desde su posición privilegiada. Los invitados querían estar con ellos y ellos no faltaron pues …¡estuvieron con todos hasta caer el sol!. Poco a poco el jardín se fue vaciando y el momento de empezar a cenar llegó. Comida deliciosa, un ambiente íntimo y agradable, y buena compañía… ¡así es muy fácil!. Gracias chicos por hacernos partícipes
Los detalles sucedieron a lo largo de toda la cena, un discurso divertido y lleno de sentimiento de los hermanos del novio, así como uno lleno de emoción de la impactante hermana de la novia. Los novios también hicieron algo para el recuerdo de todos sus invitados, un bonito vídeo de fotos y agradecimiento. Pero no fue el único ; ¿Qué tres virtudes? ; Una anécdota con los novios; No pueden estar sin… esos fueron alguno de los titulares a los que respondió familia y amigos para hacer la noche todavía más mágica. Los cumpleaños también estuvieron presentes, las parejas con intención de casarse tuvieron regalito, y cómo no, los miembros de la mesa principal también disfrutaron de romper envoltorio. Tuvieron para todos, sin duda.
El baile no paró, los corros, las congas, las coreografías imposibles de esos primos a los que tenemos enchufe… era inevitable que no se nos escapase algún pasito a nosotras también. Bonito baile,bonita música y bonitas luces de la mano de Divinevents , y bonitas sonrisas que nos dejasteis.
Por querer que fuésemos nosotros quién dejase inmortalizado vuestro día, por vuestra sencillez y bondad, y por cuidarnos como uno más… ¡GRACIAS! porque es la mejor forma de hacernos felices. Os deseamos lo mejor, pareja.
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Toda la semana pensando en el sábado y, por suerte, por la mañana nos alegramos de que la lluvia que predecía el hombre del tiempo diera tregua a Manu y a Laura. Nosotras empezamos con nuestro rutinario «preparados, listos, ya»: traslados en coche y puesta a punto de cámaras y provisiones varias, bromas, alarmas y direcciones en mano. Y con todo ello nos fuimos a ver a Laura.
Al llegar a casa, ella aún no estaba pero sí sus padres, sus hermanas, Nico y la entrañable abuela Juana. ¿Alguna vez os hemos dicho que nos enternecen los abuelos? Son únicos. Entre preparativos, maquillajes de la mano de Mónica Dávila y una música muy marchosa, empezamos por los detalles que nos esperaban en toda la casa. En la última habitación se encontraba ese maravilloso y espectacular vestido de Vicky Martín Berrocal que aunque no llevaba bata de cola sí tenía una espalda de encaje que quitaba el hipo. Además, un bonito detalle que hacía homenaje a las amigas: un lacito de lunares que todas llevaban en algún lugar escondido. Homenaje también a ese aire flamenco que se respiraba en la casa. Al lado, unos zapatos azules, de tacón alto… y de Santino, la mejor elección para aquel vestido. Un conjunto impresionante. El timbre sonó y no podía ser de otra manera, ¡era la novia! Hora de maquillarse mientras finalizaban con Silvia, una de sus bonitas hermanas. El tiempo corría mientra apretaba el sol en el ventanal del salón, y aunque alguna ilusa creyó que el reloj estaba adelantado… ¡no!. Todo se retrasó así que esas prisas de las que nos deshicimos llegando tempranito, ¡volvían a la carga!. Unas cuantas fotos a esos eternos botones y a correr porque teníamos una cita ineludible.
Nos dirigimos a la iglesia de Santiago el Mayor dónde esperaba todos con una violinista, un piano y una hermosa voz. Hortensias perfectas, invitados nerviosos y unos niños de arras que debilitaban. Después de una ceremonia sencilla y las palabras del párroco, amigo personal de a familia, tocaba el arroz. Al principio no se atrevían a salir pero no había puerta de emergencia y acabaron riendo mientras les gritaban fuerte ¡qué vivan los novios!. A la salida esperaba un bonito coche clásico que pisaba asfalto debajo de un sol de justicia. En el puente de San Martín hizo un parón para inmortalizar, entre otras cosas, la flexibilidad de la espalda de la novia… ¡vaya besos de película!.
El cóctel, en el Cigarral de las Mercedes, tenía un encanto de cuento con árboles, piscina y Toledo de fondo ¿qué más se puede pedir?. Pues, por supuesto, un montón de fotos con los invitados que no paraban de dejarse caer por el improvisado photocall «made in Toledo». Besos, risas y montones amigos que nos hicieron pasar un rato entrañable. Poco a poco fueron quedándose solos para hacer el paseo hacia el banquete e inaugurarlo con un brindis y aplausos entusiastas. También nosotros pudimos disfrutarlo ¡muchas gracias Laura y Manu!.
Después de un rato agradable en compañía de los suyos, llegó el momento de la tarta. Una tarta de bizcocho, crema y fresas coronada por unas figuritas de ellos …¡de Lego!. Esta vez no se oía un «qué se besen» típico, esta vez añadían…»de tornillo», así que una vez más vimos esos besos de película especialidad de Manu. Sin embargo no era eso lo que nos rondaba la cabeza: teníamos un reto. Y no uno cualquiera, si no uno de Manu … la imagen final de la película de El Resplandor. Casi nada ¿eh?. Pero como nos encantan los retos, buscamos en momento y lugar perfectos entre bailes en la discoteca, fotos multitudinarias por aquí, saludos a cámara por allá… y fue después de lanzar el ramo cuando pudimos con toda la logística… ¡CLICCCCCC! y ¡Hechoooo!.
La gente se lo pasaba bien y nosotros lo notábamos. Nos fuimos de allí con risas y el equipo feliz. Muchas gracias por confiar en nuestro trabajo, ¡ha sido un placer estar allí!.
15
El día amanecía entre madrugones, cuerdas, casualidades numéricas, colorines y pelucas y, como siempre que empezamos, sonrisas y nervios.
Nos dirigimos primero a la casa del novio, los vecinos ya nos conocen pues somos las que solemos llamar al del al lado… Pero Fernando fue nuestro GPS, con una voz que tiene que transmite tanta paz… que cosas… ¡cuando debería ser todo lo contrario!. Al llegar a la casa nos esperaban los padres, tíos y hermana del protagonista del cuento. Alto, elegante y deseoso, se encontraba en un bonito salón donde descubrimos hobbies e historias que Fernando entre preparativo y preparativo nos iba contando. Con el tic tac del reloj nos dimos una carrera al coche, sin abrigos,sin chaquetas y casi sin las cámaras. Salimos pitando a ese complicado lugar toledano donde aparcar es una odisea, aunque nosotras… ¡nosotras arriesgamos! La casa de los novios nos esperaba y allí se encontraba la novia, Nuria. Preciosa, atrevida, detallista y un poco nerviosa, no era para menos. Ella ya había terminado pero ¡sus acompañantes no! Por fin la vistieron amigas, hermana y madre. Los pendientes de la abuela,gran detalle, fuera las pulseras de colaboraciones, y bienvenidas las nuevas que eran regalos de la gente querida,. Todo controlado.
Corriendo al coche bajamos a Santa Leocadia y entre cuestas íbamos pensando en cómo sería nuestra siguiente foto. Los invitados llegaban a la puerta de la bonita iglesia, destacando las miradas nerviosas hacia la empinada cuesta porque… ¿dónde estaba Nuria? Sabíamos de primera mano que la novia estaba lista, así que sonreíamos al oír bromas sobre un posible plantón y fuga. Las notas de Juego de Tronos no ayudaban. Del brazo de su padre y con los acordes del dúo de cámara, se acercaba esa preciosa novia con un laborioso tocado hecho por una de sus infinitas amigas, y con el color rojo en sus labios y uñas que simbolizaban la pasión y la dulzura. Pasito a pasito y ante la atenta mirada de sus familiares y amigos se iba acercando a su amor, su cómplice.
Como punto curioso, las niñas de las arras y los anillos eran más altas que las fotógrafas, no es difícil en cualquier caso, ¡pero es que tenían 16 y 18 años! Eran las sobrinas de Fernando que como todo el mundo nos decía, son su debilidad.
La ceremonia transcurría con alguna lágrima de emoción, las lecturas para recordar a ese papel tan importante y precioso: el de los abuelos. No faltó más de una mirada donde las palabras sobraban, alguna sonrisa y las manos siempre unidas. Sencilla, como ellos. A la salida, les esperaba, bueno, nos esperaba a todos, un arroz bomba, bomba por la manera de tirarlo y de explotar en nuestras cabezas, oídos y ¡hasta dientes! Abrazos, muchos besos, fotos para enviar por whatsapp, felicitciones… Y por fin pudimos estar con ellos en las maravillosas calles de Toledo.
Aunque el sol nos estaba alumbrando de manera cenital, también nos regalo preciosos rayos de luz para destacar no los labios rojos de ella… si no los de él!!! Fernando te regalaremos toallitas desmaquillantes pues las necesitas tú mas que la novia!! Inevitable, el amor hay que demostrarlo.
La vida, a veces, da regalos en el momento justo para hacer todavía más especial ese recuerdo. Así ocurrió mientras íbamos al coche. Un grupo de mujeres árabes, emocionadas por verles, hicieron bailes y el impactante zaghareet que es un cantico para expresar alegría y desear suerte a los novios, los pelos de punta. Fue precioso…
A la bajada de las callejuelas nos esperaba Jaime, el conductor de un precioso Mercedes que nos facilito muchas cosas y al que recomendamos sin ninguna duda. Nos siguió, le seguimos, nos pitó, les saludamos, y todo con un objetivo enfocando, claro. Llegamos al puente San Martín, siempre punto de encuentro y estampa imprescindible. Como imprescindible también es tener cuidado al aparcar cerca de las alcantarillas porque al salir del coche las ves, al entrar al coche, te ve el resto de la gente caer. Gajes del oficio.
Rumbo al Cigarral del Ángel donde nos esperaba ese paseo tan impactante de cipreses y piedra, aparecían las manitas de los novios saludando por la ventana. ¿Cómo son tan ricos?
Era el momento de abrir los oídos y estar atentas para escuchar el mítico «¿nos haces una foto?”. Nuestra cámara no dejo de disparar a los invitados y a los novios de allí para acá, ¡qué bonita arma llevamos!
Antes de entrar en el salón, Nuria y Fernando compartieron con sus invitados una suelta de globos que, por un momento llenó la terraza del Ángel de color y después, el cielo. Un momento lleno de significado que encantó a todos.
A la hora de la comida un poco de paz para disfrutarse el uno al otro. Pero… las sorpresas no pararon: un par de cumpleaños, un bonito ramo para la hermana, regalos… Y esa poesía que se oyó a través de la voz de Nuria, bueno, más bien a través del corazón de Nuria y que hizo sacar los clinex por todo el salón. Te quiero porque sos mi amor, mi cómplice….
Hora del baile, y ¡madre mía qué de baile! Invitados por el suelo haciendo brakedance, otros casi mejor que Michael Jackson, las amigas con una coreografía multitudinaria y para rematar la celebración, ¡la novia pinchando! Pudimos confirmar, ya sin temor a equivocarnos, que Nuria y un micrófono… ¡son un buen equipo!.
Muchas gracias por confiar en nosotros, por vuestra calma y vuestros nervios, por las sonrisas, las lágrimas y la voz.
20
Creíamos que nos había pasado de todo pero no. Nunca dejáis de sorprendernos.
Nos gusta decir que una peluca azul nos unió. Y después de eso, muchas más cosas han ido sumando puntos con esta bonita pareja que nos emocionó y de qué manera.
De primeras, la casa de Adriana era un laberinto de portales, donde veíamos todos los números menos el de la protagonista del cuento. Sin embargo, no tardamos en encontrar lo que buscábamos: la novia, con una tímida sonrisa, nos abrió la puerta al lado su madre y su abuela, que acababan de llegar de la peluquería. Después de ajustarse ese liguero que siempre nos da quebraderos de cabeza, fuimos juntas a ver el precioso vestido que colgaba nada más abrir la puerta del dormitorio y que hacia juego con el impactante recogido que tanto favorecía a la novia. Todos se preparaban, no parecía haber nervios pero los minutos del reloj no dejaban de pasar, se oían preguntas muy típicas en aquellos momentos, ¿ Cariño, has visto mi corbata? ¿Dónde está el ramo? ¡Mamá el velo!
La luz de este octubre nublado y lluvioso se colaba suave por la ventana y nos mostraba miradas, gestos entrañables, y mucha confianza. Después de fotos de detalles y bonitos retratos a contra luz, era hora de colocar el velo. Una tarea de nuevo para las mujeres de la casa, tres generaciones que trabajaron en equipo y con la mayor delicadeza. Tampoco tardó en llegar el papá con el ramo de la novia para poner la nota de humor y sumar con sus bromas. ¡De margaritas decía que era!. Padrinos así, los quiere todo el mundo! Unas cuantas fotos aquí y allá, algunas en familia y… era hora de ponerse en marcha hacia la Iglesia. A pesar de irnos echando de menos a su precioso perro Bruce, nos alegró saber que estaba en buenas manos.
La lluvia parecía querer caer en aquella preciosa puerta de San Juan de los Reyes donde se encontraba Adriana con su padre a la espera de oir los violines que le cedian la entrada por aquella alfombra roja. Al final de esta, un apuesto novio que contaba los minutos del reloj.
En la ceremonia hubo lágrimas, muchas, la emoción se notaba en cada frase entrecortada, en cada suspiro y cada mirada a aquel techo que compite con el mismo cielo. Las palabras del sacerdote hacían recapacitar a cualquiera, pues fueron más allá de una simple misa, y por supuesto los pañuelos brotaban de bolsillos y bolsos como si de magos se tratase.
Pero no solo las personas se emocionaron, también lo hizo el cielo. A la salida les esperaba el arroz que habían tintado y secado con el mayor mimo para que, hasta eso, también fuese especial. Arroz y confeti y una estampa de película entre paraguas y turistas que no perdían detalle de la escena. Nosotras felices, encantadas. Rápido apareció un precioso paraguas para cobijar a la novia que ofreció un huequin a todo el mundo. ¡Pero… Sánchez de Rojas, se moja! 😛
Nuestros pasos se encaminaron a aquel increíble Claustro donde las miradas no cesaron, al revés, la gente se paraba sin ningún miramiento para fotografiar a los novios. Piropos y felicitaciones en todos los idiomas y en cada esquina de aquel mágico lugar.
Próximo destino ; El puente San Martín, más bonito que nunca, toledano puro y con pinceladas londinenses para acoger besos y sonrisas tímidas de los novios.
Y por último esa silueta de la capital imperial en el Parador, donde acabamos tomándonos unas ricas aceitunas y unas coca colas en compañía de los novios y los amigos, ya conocidos nuestros de bodas anteriores. Íbamos con tiempo de sobra pero la novia bastante aguantó con el vestido y el velo mojado, así que era momento de quitárselo.
El cóctel empezó con una buena traca que prepararon los amigos en la Venta de Aires. Los reflejos del agua y la luz en el suelo de aquel patio, lo hacían todavía más acogedor. Mientras la gente estaba distraída entre aperitivo y aperitivo, nosotras preparabamos con todo el cariño el photocall. Ya sabemos que las pelucas son importantes para Jose.
Tras el cruce de unas salas, el salón nupcial. Todo cuidado hasta el mínimo detalle. Ramos de flores para las mujeres principales de la familia, notas de agradecimiento en cada cubierto de los invitados, y chapas divertidas que acabaron en todos los trajes. Y cual fue nuestra sorpresa, que después de fotografiar todo aquello, nos dimos cuenta que estábamos sentadas en una mesa de invitados, con nuestro nombre en el sitting planing, nuestra chapa, nuestra nota, y todo aquel cariño que pusieron en nosotras.
Esta vez la emoción y las lágrimas fueron nuestras.
Durante toda la cena se oían canciones de los “chipirones” y las “medusitas”, ¡vaya cóctel de mar que tienen como amigos!. Las copas y los platos sirvieron de instrumentos y “que bote…que bote…” fue una gran canción… yo sé de una que tuvo que botar también llena de vergüenza. Pero lo especial de la cena no había llegado. Conexión con Guatemala. La tia de la novia estaba lejos, pero gracias a las nuevas tecnologías la lejanía es inexistente si uno quiere.
Llegó la tarta, el corazón de los invitados paró por un momento, se estaba oyendo la canción de Juego de Tronos, y sí! La espada tenía nombre propio, Garra. Después de aquel momentazo, la gente se impacientaba por la fiesta que se inaguró con música que todo el mundo sabe tararear. Aerosmith tenía una canción para el deleite de todos. Un baile que se convirtió en susurros al oído y la voz a pleno pulmón.
Los invitados pusieron todo de su parte; abrió el baile un abuelito bailongo que no soltaba el bastón y que tenia mas ritmo que cualquiera, a partir de ahí… ningún invitado paró!
El photocall reinó en todo momento, hasta la abuela de Adriana se animó con un par de pelucas y algún que otro sombrero. El baile de grease fue uno de los mejores, pues los novios se caracterizaron a la perfección con peluca rubia y pelo rizado a lo afro. No tienen limites.
Después, nos sentimos uno más, gracias a los invitados y a los novios que nos acogieron en su baile y que casi nos quitan la cámara de las manos para que nosotras también disfrutásemos de su día, pero ellos no eran conscientes de que disfrutamos desde el primer momento en que vimos a Adriana.
El primer agradecimiento es para María y Borja, una pareja por la que sentimos debilidad y a la que tenemos que agradecer públicamente que nos ayuden tanto a crecer y habernos presentado a esta pareja. Dios los crea…
G-R-A-C-I-A-S a Adri y a Jose por tantos y tantos detalles , por vuestro cariño, por estar a gusto ante la cámara, por las risas bajo la lluvia, las muecas y los bailes. Gracias por cuidarnos y tratarnos como a uno más, por vuestra emoción, por acordaros de nosotras y hacérnoslo saber, y por las preguntas de preocupación a las que contestamos SI, si lo pasamos genial, si comimos bien,muy bien, y si estuvimos a gusto, muy a gusto y muy felices. Nos ha llegado al corazón. Sois geniales. Ojalá os encante nuestro trabajo tanto como a nosotras nos ha encantado cubrir vuestro gran día.
Gracias
05
Era algo único que no habíamos tenido antes… ¡Unos novios se iban a ver antes de la boda! Adiós a las tradiciones, a las supersticiones y al que dirán.
La primera parada fue en casa de Marta donde nos encontramos primero a nuestra querida Miriam, que se encargó de maquillar a toda la familia. ¡Poco más y maquilla hasta al novio! Y se iba corriendo para estar perfecta para la boda de su amiga.
Pocos minutos después, ahí estaba, era una de esas novias a las que no les ves primero el vestido porque lo que más blanco era su sonrisa. La acompañaba su hermano y padrino Juan que no podía estar más orgulloso y la esperaba Iván, un apuesto chófer con mucho humor y que complía con su papel a la perfección ¡Menuda gorrita identificativa!
Marta estaba eufórica, contenta, sonriente, pletórica…y aunque parezca mentira… Fue ella la que esperó. Todos estábamos nerviosos, esperábamos aquel reencuentro como agua de mayo. Ángel, sin embargo, era más tímido pero en su mirada se podía ver toda la admiración y cariño que le tenía a su futura mujer.
Iban a ser portada de una de las mejores siluetas de Toledo, el puente Alcántara, entre besos, carcajadas y la mayor naturalidad del mundo. No hacía falta que les dijésemos nada pues el cariño salía solo. Y aunque suene raro… ¡recordemos que todavía no estaban casados! Así que cada vez oíamos más fuerte el tic tac del reloj.
El Ayuntamiento nos esperaba lleno de amigos y familia. Y sí… Quedó demostrado que no hay nada mas bonito que las lágrimas de felicidad que fueron protagonistas durante toda la boda. Mientras los amigos recordaban buenos momentos y los clinex salían a relucir, la música de Amélie amenizaba la ceremonia. Era algo especial pues el acordeón casaba sus notas a través de una buena amiga de la novia. Los invitados vinieron de todos los lugares de España porque cómo bien dice la frase: cuando cuidas a los amigos, luego te lo devuelven. Y quedó demostrado.
Los tambores de la procesión se oían por todo el casco antiguo de la ciudad imperial, pero no hubo mal que por bien no venga… tuvimos un recorrido muy especial. Las puertas más bonitas de Toledo, los callejones con secretos que pocos saben, ( excepto estos novios ) y las luces y sombras de la tarde, nos acompañaron durante ese precioso y largo paseo. ¡Qué se lo digan a los pies de Marta, si no!
Otra vez el tic tac del reloj, llegaba el cóctel en el Cigarral Hierbabuena. Para los que no hayáis ido, tiene una cuesta que casi tenemos que hacer escalada. Nuestro coche se paró y nos quedamos en mitad de la cuesta. Hasta ahí bien, nos suelen pasar esas cosas ¿verdad? , pero ya hemos dicho que esta boda es única y es que… ¡Los novios iban con nosotras en el coche!!! Menos mal que Ángel pasó de ser el novio de la boda a ser profesor de conducir y nos dio unos truquillos para que no cayésemos por la cuesta cual montaña rusa.
Aparcamos bien y empezaron las fotos de grupos de amigos y familiares, alguna lágrima, muchas bromas y un tranquilo atardecer. Después, en la cena (en la cual no pasaron cinco minutos sin un «que se besen, que se besen» ), siguieron las sorpresas. Mientras tanto, nosotras montábamos el photocall y entre plato y plato uno de los camareros nos cuidaba estando pendiente de nosotras en todo momento. ¡Gran equipo el del Cigarral Hierbabuena!
La fiesta nos esperaba y no pudo empezar mejor. El baile nupcial tuvo romanticismo, arrumacos y… a todas las amigas rodeándolos para que no estuvieran solos. ¡Un detalle precioso!. Congas, Paquito el chocolatero y personas de todas las edades en la pista de baile.
¡Ay pareja! ¡qué bien lo pasamos!
Gracias por esa mirada hacia tu mujer, Ángel. ¡Y gracias por esa sonrisa perenne, Marta!
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Cinco de la tarde, el Doménico nos esperaba. Bártulos al coche, música preparada, y ¡a disfrutar!
A la llegada a aquel acogedor lugar nos esperaba Javier, todavía sin vestir, pero con la sonrisa puesta, por supuesto. Tras pocos minutos la puerta de la habitación se abrió y apareció un apuesto caballero que no le hizo falta corbata ni pajarita para estar perfecto para ese día.
Su hijo, padrino de la boda, puso la guinda y la anécdota divertida en la celebración pues ¡se le olvidaron los pantalones del traje! Asi que tuvo que volver a por ellos, ¡benditos despistes que ponen la chispa de la vida!
La terraza acogió a los familiares de Javier que al verle abrieron la boca, estaban felices, atentos, expectantes… Pero sin nervios aparentes hasta que el coche de la novia se dejaba ver por los arboles del lugar. Pero no, todavía no estaba vestida, venia con varias princesas que la ayudarían y un preciosa mujer que tenia el papel tan importante de madrina de la boda. ¡Era su hermana!
Subieron al cuarto y mientras terminaban de arreglar a los niños que iban al detalle con vestidos que les había hecho su abuela, nosotros esperábamos en el pasillo preparando las cámaras para sacar la mejor imagen.
Los niños ambientaban la habitación con sus correteos y la hermana terminaba de abrochar botones a la novia.
Toc toc, sonó la puerta, era el padrino despistado que ya venía con los pantalones. Al final fue la novia la que le ayudó a vestirse, ¡nunca vimos a una novia con corbata! El nudo quedó perfecto. La gente entraba, los ojos se empañaban , los piropos y halagos se oían continuamente y los nervios… Los nervios empezaban a notarse.
El escenario donde se darían el sí quiero estaba listo. Las sillas estaban ocupadas por hijos, padres, hermanos, cuñados y un par de amigas importantes, nadie mas.
Una boda familiar, íntima y llena de emociones.
La madrina leyó, la respiración se cortó y las lagrimas brotaron.
El padrino leyó, la risa se oyó, y las lágrimas… Las lágrimas también brotaron.
El atardecer era espectacular para recibir pétalos y arroz, y, «que vivan los novios», fue la mejor canción.
Después de fotos en familia la pareja se relajó con sus invitados entre exquisitos aperitivos para luego acabar con Toledo de fondo cenando en la famosa terraza del Hotel Kris Doménico. A mitad de la cena hubo una bonita sorpresa de aquel cuñado que tanto quería a la protagonista del cuento. Infinidad de globos con luz recorrieron el cielo con un deseo personal de cada invitado emocionando a grandes y pequeños.
El baile se hizo esperar pues la noche era agradable para estar tranquilitos en aquella terraza… Eso si… Cuando la música sonó la gente pasaba dispuesta a dislocarse la cadera. El photocall se quedó sin pelucas, y el horizonte de la discoteca estaba lleno de rizos morados, rojos y amarillos, pelucones rosas, sombreros mejicanos y saltos de alegría. Los novios empezaron su baile, estaban coordinados, eran cómplices y se entendían. Aunque tenemos que decir muy a nuestro pesar Javi.. Que hubo un baile que hizo competencia.. Las hermanas y el sobrino junto con la hija de la novia bailaron con una coreografía totalmente estudiada.. ¡¡¡El baile del serrucho!!! Nos dieron ganas de tirar la cámara y bailar con ellas.
Ahora os toca continuar bailando tal y como lo hicisteis ayer.
ENHORABUENA PAREJA ¡qué seáis muy felices!.
Gracias por confiar en nosotras.
25
Como adelantábamos en el anterior post, el fin de semana pasado dio para mucho y fue bastante movido. Además de la inauguración de la Quinta de Monteguerra, también hicimos un fotoreportaje de las fiestas patronales de San Mateo para el Ayuntamiento de Gerindote. Y aunque se tiene la idea de ser un tipo de fotografía menos artística y más aburrida… ¡nada que ver! El estar entre la gente y cazar la situación siempre nos motiva muchísimo, así que con ese espíritu cubrimos esos cuatro días grandes.
El jueves empezaban los eventos con la charanga y el día de las peñas. Un momento para disfrutar de los amigos y las frases «guasonas» de toda charanga pero en la que el Ayuntamiento también quería formar parte. Saliendo desde la plaza y paseando por el pueblo, la gente se iba animando a cantar hasta llegar al punto de partida y ser el momento de la peña de este año. La Lista 69 tenía la responsabilidad de abrir oficialmente las fiestas con un discurso… y algo de espuma. Allí estuvimos para dar fe de que esa celebración a lo Marc Márquez era real. Y para cerrar el día, los premios de la V jornada de la tapa.
El viernes era uno de los días más importantes y allí estuvimos también. La gente ya estaba oficialmente de feria y las personalidades llegaron para acompañar al grupo municipal en su primer San Mateo en el cargo. Por eso hubo emoción y un ambiente muy cordial donde Gerindote fue el protagonista. La compañía de coros y danzas dio el pregón en equipo, mostrando con orgullo sus trajes tradicionales y un compañerismo que saltaba a la vista. También las reinas y damas juveniles e infantiles, que siempre son figuras clave en la tradición del pueblo, participaron de su momento con nervios y una sonrisa. Como es tradición también, claro. Una noche en la que la pólvora solo fue el comienzo de muchas anécdotas que contar.
Después de dejar descansar el disparador, el domingo volvimos la carga con el desfile de carrozas que es siempre uno de los eventos más esperados. Los pequeños disfrutaban cogiendo al aire los caramelos y los mayores, sorprendiéndose con las nuevas carrozas. El recorrido, engalanado con confeti y música, se llenó de gente de todos los pueblos de alrededor para pasar la mañana. Y así fueron pasando una a una para lucir por fin el trabajo y esfuerzo de tantas horas. Las fotografías no pueden ser más divertidas y tiernas entre los disfraces y las risas. Hacerlas es como un golpe de aire fresco.
Y para acabar, el día grande: el del patrón. Marcado por los actos religiosos, el ambiente seguía siendo alegre durante toda la mañana. A la salida, la paella gigante que es otro habitual, ponía en la plaza de España de nuevo el punto de encuentro de todo el pueblo. En la fila, en las mesas, en los bancos o de pie. Todo sitio es bueno para disfrutar de un manjar que trae bonitos recuerdos. Además de eso, el civismo y la ayuda de todos consiguió que el evento fuese todo un éxito y permitió a muchos seguir con sus propios planes de fiestas. Por la tarde, era el momento de la procesión de San Mateo y los que pudieron arroparon a la imagen, paseando con ella por todo el pueblo al caer la tarde. Parando en la plaza, personalidades, hermandades, reinas y damas y el resto de gerindotanos disfrutaron de una jota preparada con mimo por los pregoneros, que tuvieron como agradecimiento un gran aplauso de todos los vecinos. Algunas fotos de grupo para finalizar el acto y lo siguiente… eso ya nadie lo sabe. Seguro que las fiestas acabaron como empezaron… ¡entre amigos!
Gracias al Ayuntamiento de Gerindote por confiar en nosotros para cubrir sus actos. Fue un placer para todo el equipo.









