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Así empezaba ese discurso del padre de la novia al finalizar la ceremonia, que emocionó a los invitados , y al equipo incluido… Georgina y Guille, Guille y Georgina. Y es que, al fin y al cabo, una pareja es eso, capicúa. Pero empecemos por el principio. Era temprano cuando nos empezamos a preparar para el sábado intenso que nos esperaba, desayuno fuerte, una buena ducha para espabilarnos y ultimar los últimos detalles de esas enormes mochilas que se vuelven parte de nuestra piel en el gran día.
Emprendimos viaje después del reencuentro madrugador del equipo y nos dirigimos al Hotel Beatriz donde Guille esperaba acompañado de una preciosa y discreta familia compuesta por hermana y padres. Todos estaban en el pasillo pues estaban dejando la habitación impoluta para que los preparativos fueran lo más cómodos posibles, ¡no hemos visto sitio más ordenado! Con una enorme sonrisa, que no desapareció en todo el día, Guille, nos ofrecía su ayuda para cargar con todos esos macutos que juntos, ocupaban más que nosotros. Pero pronto los escondimos en los rincones de la habitación y nos pusimos manos a la obra. Primero fotos de detalles; al esmoquin, los gemelos inscritos con un G, la preciosa corbata, los zapatos… y luego tocaba que una madrina nada común, especial, natural, y elegante con la ropa más sencilla, le ayudase a vestirse y dejar todo lo más perfecto posible, ¡eso sí! El nudo de la corbata no fue asunto de la madre, esta vez le tocó al papá del cuál le venia esa inmensa sonrisa a Guille. Luces, contraluces, reflejos, y Toledo al fondo presidiendo. No hay mejor estampa.
Dejamos al novio hecho un pincel y nos fuimos a ver a la novia esta vez, al Cigarral El Bosque. Después de recorrer esos largos pasillos que rodean las habitación nos encontramos al final, una puerta entornada con olor a maquillaje y peluquería. Así era, la habitación estaba llena de estuches de maquillaje, planchas de pelo, y un vestido que asomaba tímido entre las cortinas… Las sonrisas pronto se escucharon, y es que la alegría de la fiesta, es sin duda la novia. Estaba guapa sin ni si quiera haberse maquillado, no le hacía falta. Colocamos todo en la terraza, para aprovechar luces y sombras, y recoger las mejores iluminaciones para pequeños detalles como anillos, ramo y pendientes. Todo apunto para que una Georgina , apenas nerviosa hasta el final, luciese. El tiempo pasaba demasiado deprisa y pronto teníamos que salir para la Iglesia, envuelta por el sol de octubre, que no de otoño. Los últimos retoques al maquillaje de la novia, velo bien sujeto y pendientes con un «click» para que no se perdiesen pues eran regalo de la madre del novio, futura suegra, o cómo cuentan padrinos con un don de la palabra y del chiste… en Ruso,»es-torrr- bas» . Todo apunto, nada más salir vimos el coche/cochazo que esperaba en la puerta. Un majestuoso descapotable azul llamado Merceditas en el que cualquiera quería despeinarse, y alguna del equipo lo hizo…
A la Iglesia llegamos repasando equipo y momentos. Los invitados, valientes y atrevidos, esperaban bajo un Lorenzo caluriento y sonrojado. Pero la novia no se hizo esperar y todos pasaron dentro ¡Casi se encuentran novio y novia en la entrada! Menos mal que la música cumplía un perfecto guión. En la ceremonia apreciamos esos gestos de amor, las caricias y los juegos de manos donde se cuentan más cosas que con las palabras. Acabó con un bonito discurso que mencionábamos al principio, del padre, cómplice y padrino de la boda. Un autentico monologuista del amor, una autentica demostración de cómo se pueden juntar en un mismo momento lágrimas y sonrisas y que quedará para la posteridad. Firmas, infinitos testigos y una única foto rápida de todas las familias juntas pues al reloj parecía que se le había caído las agujas y se movía más rápido que nunca. Pasamos al plan C, o H, ya no sabemos cuál fue. Pero para no perder cóctel tuvimos que suprimir los paseos por la Ciudad Imperial, aunque los hicimos por los impactantes y envolventes ciprés que se encontraban en el Cigarral Ángel Custodio, un sitio mágico y que enamoró a más de uno.
Allí fue el banquete, lleno de gente de todos los puntos del mapa; catalanes, malagueños, segovianos, toledanos, madrileños…. durante el cóctel ricos platos, puestos de paella, huevos de codorniz, rico jamón con cortadores de jamón Carlos Muñoz, y por supuesto, vinos a elegir e infinitas cervezas bien fresquitas para soportar mejor el calor. Foto con familiares, amigos, grupos de trabajo… y más de un piropo y una broma entre los grupos. Ese día el reloj parecía pasar más rápido y eso que se tenía que atrasar! pero pronto tuvimos que bajar a la comida, no sin antes hacer un cambio de look a la novia desmelenada para darlo todo durante la fiesta. El rincón era tan bonito que decidimos secuestrar al novio y realizar algunas fotografías de la pareja que no pudimos hacer antes.
Ahora sí, música alta, brindis de la pareja, baile entre las mesas y ¡a comer! La comida fue tranquila hasta que llegó el postre, entonces el padre realizó un brindis por los novios y le sucedieron los amigos y Pablo, el hermano pequeño de Georgina, todos recordaron momentos que marcaron su amistad, confesaron secretos de familia, les desearon la vida más feliz y que ellos pudieran compartirla. Ramos para amigas, y madres , regalitos para los invitados, y….¡Pero que madre más bailonga la del novio! Todos alucinamos, pues nadie sabíamos de la sorpresa… ¡menos mal que nos pilló allí! Pronto se fue animando toda la familia de Guille creando un flashmob que hizo saltar hasta al más parado. Una buena manera de tomarse el café.
Después, con un buena voz de la novia, todo el mundo fue subiendo a la pista de baile a la que no le faltaba de nada, chuches , fuente de chocolate, photocall, y por supuesto…barra libre!!! El baile se abrió con la novia y el padrino para dejar paso a los novios. Un vals estudiado y ensayado, según fuentes cercanas, «en un pequeño cuadrado del salón» . Salió redondo. Después, no hubo pies que parasen, entre ellos los nuestros. La fiesta más ánimada sin niguna duda, pese al buen tiempo, y la temprana hora.¡ Aquello era una verdadera fiesta! Lo fue tanto que nos fuimos cuando se encendieron las luces, como en el cine.
Gracias pareja por confiar en nosotros, por hacerlo todo tan divertido y natural, por el cariño y las sonrisas. Ahora toca amarse y ser feliz. ¡¡¡Enhorabuena!!!!
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El sábado la emoción de las bodas fue diferente, teníamos esos nervios del principio que nuestro trabajo nos da, pero se mezclaban con otro sentimiento diferente, el cariño, la amistad. María y Josevi iban a celebrar lo que llevaban compartiendo muchos años; besos, caricias, sonrisas, lágrimas,amor…y muchas personas lo celebramos con ellos.
Para ser mediados de octubre, el tiempo otoñal era un simple espejismo pues parecía más el inicio de la primavera. El tiempo respetó, y Lorenzo quiso ser uno más de los invitados. Primero fuimos a visitar al impactante novio, estaba guapísimo, él y toda la familia, hemos de reconocer que las chicas especialmente estaban impactantes. Menuda familia… la casa tenía ricos aperitivos por si entraba el hambre, refrescos de todo tipo y tres hombrecillos revoltosos que ponían el punto infantil y alegre al momento. Entre ellos, Jose Vicente Junior, el principito de María y Josevi que iba con sus bonitos calcetines con pompones y su pequeña pajarita. Fotos familiares, contraluces llenos de abrazos entre hermanos, caricias y miradas de admiración de una madre… tenía de todo lo que tenía que tener un día tan especial. De repente llamaron a la puerta, era Álvaro, el abuelo paterno del pequeño José Vicente ¡ mamá le esperaba! Ya estaban todos listos y los detalles rematados, tocaba trasladarse para ver a la preciosa novia.
Al llegar a la casa vimos a un chico muy elegante y un coche rojo con detalles que delataban, ¡ habíamos llegado! Nos recibieron los hermanos de María y un pequeño Josevi qué enseguida presentó a sus primas Valentina y Carmen. Pero ¿Dónde estaba la novia? todo apuntaba a que estaba arriba , en su cuarto. Al abrir la puerta nuestros visores se empañaron, estaba impactante, aquel vestido de un principio, se había transformado en otra piel, las uñas de los pies destacaban por un negro del que la novia se enorgullecía, y cómo no hablar del peinado… ya hemos encontrado peluquera para el día de nuestra boda, Carol. Un precioso recogido lleno de paniculata y con un toque desenfadado daba el punto final a aquella mujer vestida de blanco. El cariño y la amistad hicieron mella, la cámara quedó a una lado por un segundo y las lagrimas brotaron sin ningún control. Seguimos haciendo fotos, la sonrisa no paraba, las bromas y el traqueteo de la familia que subía y bajaba rematando los últimos detalles, tampoco.
Su pequeño, al verla, la abrazó tan fuerte que Carol tuvo que echar bien de laca porque ese no era el único abrazo que iba a recibir. En el salón todos esperaban impacientes, alegres, elegantes…la radiante novia deslumbró y las fotos se sucedieron unas a otras; padres, hermanos, hermanas, tíos, primos, y Mina. La abuela tampoco podía faltar, y no lo hizo, su cuadro emocionó hasta a las fotógrafas y la imagen quedó para el recuerdo. Tampoco el resto de abuelos que gracias a la fotografía les pusimos cara. Después, alboroto, giros de muñeca para mirar el reloj, gente buscando cosas… todo apunto para salir hacia la iglesia!
Allí nos plantamos en cuestión de minutos,en el Cristo de la Vega, nada mas salir del coche vimos a una pareja muy especial para nosotros, Mariví y Antonio y a la princesita que alegra a cualquiera que vea esos ojos azules, Valentina. Ya había gente que esperaba impaciente la llegada del novio y la novia, otros que se asomaban de manera intrigante a ver quién venia, y algún grupo de jubilados haciéndose selfies… de repente, un sonido, mejor dicho… un rugido. Un rugido de 18 moteros a caballo de preciosas maquinas de dos ruedas que tenían la función de escoltar al novio. Nosotras en medio, disfrutando del humo, de los saludos a cámara y del asfalto ardiente.
Pronto llegaría Maria así que no podíamos demorarnos mucho mas. Ella, acompañada del mejor caballero de corta edad, bajaba del coche con una sonrisa de oreja a oreja.. saludó a todo el que estaba a su alrededor y destacó entre chupas de cuero y tubos de escape. No llevaba prisa, quería disfrutar del momento. Los invitados esperaban en la puerta y el novio, cómo no, en el altar. Era fácil, un pasillo corto y un sí quiero pero las infinitas anécdotas retrasaron la misa; los niños de arras: Ruben, David, las dos Valentinas, Carmen y Jose Vicente, no aguantaron mucho dados de la mano y el camino para ellos, parecía no tener final… detrás la novia, bueno, la novia, la madre de uno, la madre de otra… ¡al final fueron ellas las niñas de arras!
Por fin llegó ese momento de reencuentro, de magia, donde una naturalísima María fue a besar al novio pero antes de hacerlo se lo preguntó al sacerdote que la frenó diciéndole «eso mejor luego». Entre anécdota y anécdota la que da título a este blog «Grábame como un sello en tu brazo, como un sello en tu corazón, porque es fuerte el amor como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego, llamarada divina: las aguas torrenciales no podrán apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable». Así comenzó todo, con una lectura en una pantalla de móvil, un sacerdote sujetando el micro apagado y una novia que mostraba la calma que ninguno teníamos. Fue toda una declaración de amor.
El sí quiero llegó pronto, los niños correteaban, jugaban con los móviles de los papás, y la gente se abanicaba con cualquier objeto que diese algo de aire. Al acabar, el ramo se ofreció a la Virgen y esta vez la salida fue única ; ¡ no hubo arroz! Después de recorrer esa casi impoluta alfombra blanca, los invitados esperaban impacientes para dar un abrazo a los novios. Achuchones, palabras bonitas, y deseos de felicidad brotaban en una noche ya casi cerrada.
«Dos»fotos debajo de una luz que indicaba el camino y.. a ¡Monterey! Allí esperaban los invitados entre copas de champan y pequeños canapés. En el cóctel tuvimos la difícil misión de juntar a las familias, pero eran tantos que se nos escapaban en el menor despiste. El tiempo era fantástico, los niños correteaban por un lado y por otro y la gente disfrutaba charlando con Toledo de fondo.
Pronto subimos a cenar, teníamos mesa con invitados y disfrutamos cómo tal. Después de anécdotas, ricos platos y algún «que se besen» acabó la cena. Colonias para las mujeres y un bonito oleo para los hombres..
Tocaba bailar… los niños todavía tenían marcha, tanta, que ambientaron la discoteca y fueron los primeros en mover el esqueleto. Los novios se hicieron esperar pero abrieron con un baile lleno de miradas y caricias para dejar paso a las caderas dislocadas, las coreografías sin sentido y los pasos de baile mas improvisados.
Fue una día genial!!! Gracias a todos por vuestras palabras, y vuestros abrazos, gracias María y Josevi por confiar en nosotras, por hacerlo todo tan fácil, por tratarnos como a uno más y por tanto y tanto cariño.
Sed muy felices pareja!
29
Con algunos trastos y el gps, nos encaminamos el sábado hacía Tembleque pues allí nos esperaba el novio, nuestra primera parada en la boda de Elena y Jesús. Mientras hablábamos en el coche, recibimos su llamada para saber si tenía que ponerse el traje o esperarnos. Quería tener todo listo… Era una muestra de las ganas que tenía esta pareja de que empezara lo que iba a ser un día lleno de emociones, de esos que sueña cualquiera en su boda.
Empezar fue fácil: el Audi rojo que nos habían vaticinado y los carteles de ambos vestidos de pollito en la puerta de casa era indicación suficiente de que allí se cocía algo. Nos abrió la puerta Ángel, el cuñado guasón experto en posados, y al entrar nos esperaban todos arreglados, excepto Jesús. Hermanos, cuñado, papás y sobrinas con vestiditos de arras blancos y rosas, las más adorables de la casa.
Allí descubrimos el pasado ciclista de Jesús, vimos el rincón de los viajes de la pareja, sus cuadros especiales… y todo en una calma agradable. Después de escaparnos y hacer algunas fotos al traje y complementos, con los gemelos como punto deportista, empezaron los preparativos con la familia para darle un puntito de emoción.
Cada uno ayudó a colocar un complemento y todos se quejaron de que su papel era el más díficil: gemelos,tirantes, corbata, chaqueta, reloj… Entre risas y con el partido del Alavés – Real Madrid en la tele, las pequeñas eclipsaron un poquito al novio en algún momento y es que a todos se nos caía la baba, ¡a Jesús al que más! Eso sí, no se nos ponía nervioso ni por accidente, ¡qué tío!
Después de las últimas fotos de familia con todos como un pincel, pusimos rumbo a Mora donde nos esperaba Elena en el Hotel Los Conejos y donde se desarrollaría el resto del día.
Fue subir, llegar a la habitación 115 y ver todo preparado: el vestido colgado y extendido en esa cama con dosel de madera tallada, las joyas, los anillos sobre el precioso soporte también de madera, el ramo cerquita y los zapatos a estrenar. Una habitación amplia y con una ventana a la calle, algunos trajes colgando de los apliques, un espejo largo y luz, una muy bonita. ¡Qué buena pinta!
Las chicas de la casa estaban preparándose junto con una maquilladora muy especial y prima de la novia. Elena, con un pijamita de lo más bonito ya estaba lista para simplemente meterse en el vestido, así que después de hacer las fotos de los complementos y del propio vestido, le hicimos algunas retocándose el maquillaje para el recuerdo. Madre y hermana, más nerviosas que la propia Elena, terminaban de ponerse monas para ayudarla. Pasaban los minutos y aunque ese reloj seguía marcando las 19:00, no quedaba mucho para el gran momento. Los botones dieron toda la guerra que quisieron pero al final estuvo lista, tan sonriente y natural como si fuese en vaqueros. Y eso no es fácil.
Contando los minutos y agarrándonos a la frase que se repetía: «la novia tiene que llegar tarde», la familia se preparó y los niños, cuñados y vecinos llegaron para revolucionar el cotarro, ¡ya se notaban los nervios!. Les hicimos fotos juntos, en familia y con los pequeños. Unas con mucha emoción y otras divertidas como sólo los niños pueden hacer que sean. Al final sólo quedaba colocar el velo y como no encontramos a la peluquera, su prima y casi hermana hizo los honores. Y es que al final lo mejor es adaptarse y disfrutar del día según se presenta, con sus sorpresas incluidas y sonriendo, cómo hizo ella.
Mientras la una hacía el paseo con su familia, el otro esperaba junto a toda la gente en El Jardín de Cristal, un coqueto y paradisiaco rincón decorado con sillas blancas y alfombra roja sobre césped al aire libre. El tiempo acompañaba y la música ya se mezclaba con el murmullo de los invitados. La novia estaba a punto de entrar.
Después de la llegada, con ese momento tan bonito de encuentro entre la emoción y la vergüenza, podemos resumir la ceremonia con una palabra: amor. Y es que eso es lo que transmitieron todos los amigos y hermana de Elena al leer unas palabras sobre ellos. Algunos testigos optaron por las batallitas y regalarle a Jesús una gorra (para que se sintiera más cómo, decían), otros hablaron sobre la gran amistad en el trabajo y a Marina, por su parte, le salían las palabras a borbotones con lágrimas en los ojos. No fue a la única.Todos y cada uno la hicieron íntima e inolvidable.
Tras intercambiarse los anillos y la ceremonia de la arena, el beso los hizo marido y mujer ante todos. La ceremonia acabó con la canción de Gladiator, en la que tan bonitas frases se podían escuchar, y con un emotivo discurso acordándose de los abuelos, los presentes y los que no estaban con ellos. Piel de gallina. Después de las lágrimas vinieron las risas con el confeti y los abrazos que los acompañaron por todo el jardín junto con las felicitaciones.
Era hora de cenar pero de una manera diferente, más relaja e informal de la que estamos acostumbrados y los gente lo disfrutó. Y nosotras entre plato y plato buscábamos momentos para hacer fotos en grupo o para las muchas sorpresas que la pareja había preparado: Detalle para las mamás y también para los papás, que pusieron un punto cómico a la boda, pues los regalos, dos chandal del Madrid y del Atleti, se los dieron intercambiados a propósito, menos mal que se dieron cuenta rápido y se lo volvieron a intercambiar entre risas . Y para esos grupos de amigos, tanto el de él como el de ella, que demuestran ser una piña, unas fotos de la divertida preboda y una pulsera como recuerdo común.Regalillo para los hermanos y cuñados, perfumes en miniaturas para todos, hasta para los niños. Fue un ir y venir, secretillo por aquí, secretillo por allá. No pararon. Nadie se quedó sin un obsequio mientras el resto seguía picando y charlando, disfrutando del queso, el jamón o las pequeñas delicatesen que los camareros ofrecían. Hubo tiempo para hacer también foto a las chulas letras luminosas y a una maqueta del Talgo, llena de coordenadas importantes… todo de la mano de los amigos del novio, en especial de Santi ese amigo que tiene todas las profesiones; carpintero, pintor, electricista….a parte de la suya, y por supuesto, no nos olvidamos de la foto con Pollo, porque como se decía: «todos han de tener una con él». Nos declaramos fans.
Acabados los regalos y con los cafés repartidos, llegaba el momento del baile, ese que estaba un poco en el aire. Comenzó con mimos y un corro de gente observando a la pareja pero como en todas las buenas historias pulcramente preparadas, lo inesperado apareció de la mano justo al lado de la pareja. Los niños empezaron a bailar en parejitas por libre iniciativa, con lo que de momento romántico pasamos a momento dulzura total y ya solo se oyeron risas en el salón. Solo ellos saben como rebajar la tensión del ambiente, convirtiéndolos a todos en protagonistas. A partir de ahí, se abrió la pista de baile, aunque por poco tiempo: de repente cogieron el micro Ángel y Dani para presentar un vídeo que los amigos y familiares les habían preparado para felicitarles, mostrando esas fotos de infancia que más de uno quería que estuvieran ocultas en el cajón más oscuro. Sí, todos las tenemos.
Las parejas bailando, los abuelos incluidos, y hasta Elena le preparó de sorpresa a Jesús la actuación de un violinista muy actual que hizo las delicias de todos acompañando al dj entre la gente. Fue un día agotador pero nos fuimos muy contentas, contagiadas por todos los invitados que no pararon de pasarse por el photocall para disfrazarse y hacer el cabra. Gracias a amigos, hermanos y familiares por sonreír a la cámara, sin miedo y por las bonitas palabras. Gracias a Jesús y a Elena por confiar en nosotras para capturar ese día tan bonito y que con tanta ilusión habían preparado. Aún nos quedan algunas aventuras por vivir.
¡Qué seáis muy felices!
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Todas las bodas suelen tener algo especial… pero es que la del sábado fue fuera de lo común. Y no solo en la infinidad de detalles pensados para ese día, si no por la gente, el sabor del sur, las nubes del Greco y una pareja con luces en los ojos.
Zocodover era nuestro primer destino cargadas de mochilas y buen humor. Por suerte el calor esta vez no era protagonista, aunque las cuestas de la ciudad imperial parecían más empinadas que nunca. Entre turista y turista llegamos a casa de la novia recorriendo el casco histórico y como todavía no había llegado, saludamos a la familia y decidimos ir en su busca. Nada más bajar nos la encontramos en el portal, estaba preciosa con su vestido blanco, esa onda en el peinado y su colgante de infinito, tranquila y tan cariñosa como siempre. La boda no parecía hacerle estragos y seguía siendo «un mar en calma» como ella misma dijo. Maria José, que así es como se llama la novia, hizo de guía por el que fue su hogar, plagado de ramos de flores en cada esquina y bonitas historias que ella conoce muy bien.
Al subir, nos dispusimos a hacer fotos de los detalles: unos preciosos Manolos azules que le había regalado su hermana, unos pendientes que encajaban a la perfección con el vestido, el sello tan especial que adornaba el meñique, y cómo no mencionarlo… el velo de la bisabuela Malola, que había pasado de generación en generación y que estuvo presente toda la boda. Mientras disfrutábamos entre bodegones, el papá de la novia nos sorprendió con un cuadro vivo a través de las ventanas del salón, allí estaba, nuestra majestuosa Catedral a un lado y la Iglesia de San Ildefonso al otro, salpicando la foto de tejados de diferentes tonos. Nos volvimos locas, la familia se reía mientras sonaba música alegre y la vuelta a España hipnotizaba al padrino y al hermano de la novia, lo podemos demostrar en foto.¡Cómo nos gusta lo natural! Pero teníamos que controlarnos, por supuesto, no podíamos ponernos a cantar aunque sí tarareáramos por lo bajo. La cosa pintaba muy requetebién y es natural…
Llegó el momento de vestirse, todo estaba preparado y la luz del salón nos regalaba contraluces y siluetas dignos de ese día. Botones, cancán, zapatos, y demás detalles que colocaron muy cuidadosamente su madre y su hermana, ya listas para la celebración. No faltaron ni sonrisas ni emoción contenida en las fotos familiares y en los abrazos con la niña, con María José. Pero el reloj movía sus agujas demasiado deprisa y teníamos que partir así que abriendo la puerta, cuando ya nos disponíamos a coger el ascensor, los sobrinos y los abuelos sorprendieron a la novia llegando en trompa y la cámara hizo unas cuantas fotos más. ¡Qué suerte de tener unos abuelos así!
Ahora sí, mochila a la espalda, estiramientos… ¡y a correr!! En la Puerta del Reloj de la Catedral estaba Manuel, el novio, que esperaba sonriente. Estaba espléndido, siempre decimos de la novia pero estaba vez hemos de reconocer que el novio no podía brillar más… según fuentes cercanas.. «la felicidad» era la culpable. Nos encontramos con mucha gente querida; Puris, Joaquínes, Miguel, Pilar, María, Fran, Paco, Álvaro, Inma, Chato… y más invitados que conocimos ese día y con los que fue un placer compartir momentos. El momento no podía ser más especial, Manuel, todavía en la entrada, había esperado a María José que se encontraba justo detrás, una distancia de pocos metros y unos minutos que podían parecer horas pues llegaba el momento de casarse.
La ceremonia fue tremendamente especial, risueña y llena de caricias y mimos entre los novios con la Virgen del Sagrario presidiendo desde el altar. A la salida, el arroz , una vez más fue bomba, y se llama así solo por que se lanza como si fuese tal, demostrado. Felicitaciones acompañadas de besos, abrazos, y acento gaditano en cada rincón. Después, unas cuantas fotos con la señorial madre del novio, el divertido padre y su elegante hermana. Y otras pocas con resto de familia y amigos. También con sus correspondientes bebedizos, Martín y Lucas que hicieron que se les cayese la baba a los novios ¡parecían padres de gemelos!
Después nos fuimos todos hacia El Cigarral de Las Mercedes, ese lugar mágico para disfrutar de la celebración. Bajo un árbol, «infinito x infinito», la frase que envolvió la boda. Y ¿ qué significa? Se preguntaban todos los invitados. «Infinito x infinito» es todo lo que se quieren los novios, multiplicad, ya veréis cuanto… Al fondo de ese patio salpicado de luces, un rincón dedicado para la familia del novio, la mesa «Con B de Barbate» llena de mojama y ostras, y adornada de blanco y azul. En la otra parte, las paellas y el jamón cortado de la mano de Carlos Muñoz y Marta, ¡qué rico!. No faltó de nada, incluso el viento que de vez en cuando venía a visitarnos, ¡quedaba bien y acorde con la boda! Pasaron un buen ratito del cóctel y cuando llegó la hora, pusimos rumbo hacia El Mirador, donde las mesas estaban preparadas, todas con una firma de algún célebre artista , diseño del propio novio, y la comida lista para servir.
De fondo, crisol de la raza ibera, la mejor estampa que puede tener un toledano. La cena fue tranquila, eso sí, los ramos a las madres y a la abuela no podían faltar y como en el postre ya habíamos pasado las 12:00 horas… ¡era el cumple de la mama del novio! Ellos le tenían preparada una tarta muy andaluza que adornó la mesa para presenciar todas las felicitaciones. Los invitados, acurrucados con mantas, no parecían sentir frío, pues disfrutaban y reían y acababan sus cafés calientes… la música ya se oía de fondo y los niños corrían que volaban repartiendo regalos junto con los hermanos de la pareja. ¡Ya quedaba poco para que comenzase la juerga!
El baile se abrió con un vals entre padre e hija que más tarde sería el novio el que acompañase sus pasos. Un divertido pero emotivo discurso de los amigos del novio,»Barbate», maravilló a todos los invitados e hizo a llorar a más de uno. Después tocaba bailar de verdad y no parar. Hemos descubierto que la novia debe tener familia habanera porque ese movimiento de cadera ¡no lo tiene cualquiera! Y no había sevillana que se le resistiese al novio.. como se nota la sangre andaluza. Todo el mundo movió el esqueleto como si no hubiera un mañana y nosotras algún pasito también dimos.
Gracias a todos, por vuestro cariño, vuestras sonrisas y vuestras palabras. Gracias María José y Manuel por confiar en nosotras y por hacerlo todo tan fácil. Fue un placer.
¡Qué seáis muy felices!
08
¡Vaya tarde la del domingo! Lo pasamos fenomenal con una pareja risueña a mas no poder y con alguna que otra sorpresa especial…Elena y Jesús estaban listos para soportar este calor infernal que tiene Toledo en agosto, bueno, últimamente en agosto, en septiembre, en octubre… y hasta en diciembre si me apuras!
Así que … mochilas preparadas, conjuntos mas que acertados y algun que otro complemento para el coqueto de la pareja. El Mercedes rojo nos siguió hasta uno de nuestros ya conocidos paseos. Entre risa y risa nos contaron que son ya nueve años los que están juntos… ni más ni menos! Así que desde aquí hago mención a que alguien del equipo debería casarse… pues no hay pareja que supere los años que lleva ella… podéis intuir quién es.. aún así en nueve años caben millones de experiencias y de amor.. y una de ellas era Paris, ese viaje secreto de aniversario que parecía esconder la ya mítica broma de «te quieres casar conmigo» y que Elena no creyó en ningún momento… hasta que el novio se puso serio y entonces comenzó todo este año mágico donde los novios hacen millones de preparativos y poco a poco se van acordando de Paris y de que en que momento fueron… pero luego el día merece la pena!!! No os desesperéis que no queda nada!!!
El sol iba cayendo poco a poco y nosotros cambiamos de lugar a otro todavía mas especial… en él lo pasamos mejor todavía pues la vergüenza había desaparecido por completo y había nuevos cambios de look! Con Toledo de fondo los mimos y las caricias llegaron si avisar pero no podíamos entretenernos mucho porque esta preboda hemos dicho que era especial… y es que una veintena de amigos les esperaba en la vega tomando un rico granizado de limón y alguna que otra cerveza… las fotos divertidas y las carcajadas tenían su momento entonces. No podíamos parar de reir. ¡ Vaya demostración bonita de amistad ! Y así lo reafirmaba uno de los tatuajes del novio… «friendship» que tenía junto con otros cuatro amigos…alguno de ellos lo tenia en sitio comprometido pero entre el cariño a Jesús y el calor que hacía…no le importó enseñarnoslo!!! Fue una tarde rodeada de anécdotas, de cariño y de personas que lo hacían todo fácil! Así da gusto!
Nos vemos en la boda y seguimos haciendo gamberradas!!!
26
El día 15 tuvimos una boda muy muy especial. De esas de familia casi. Ya hemos hecho muchas bodas de esta preciosa familia y el sábado no podía ser menos. Empezamos el tour preguntándonos por el calor, como siempre, pero enseguida, cuando nos ponemos en marcha , se nos olvida todo.Comimos temprano para ir con el estomaguillo lleno a casa de la novia y no desmayarnos en el intento. Cuando llegamos nos recibió su hermano, pero nos advirtió de que aún, las mujeres de la casa , no habían llegado. Así que aprovechamos para hacer las fotografías de ese sencillo vestido, los originales zapatos, los anillos, el precioso ramo… y todos los detalles que la novia estaba apunto de lucir. Todo esto, en una maravillosa buhardilla presidida por un Steinway, que alguna tuvimos la suerte de tocar…Gracias mamá de la novia! Mientras disfrutábamos con bodegones entre teclas y contraluces, oímos llegar a las mujeres del cuento, primero pasó la mama de la novia, Sol, que se encontró con nuestra cámara apunto de disparar. Luego, Marta, la novia que venía dispuesta a reír. Unas cuantas fotos de los primeros preparativos y de un buen gazpachito, y rumbo casa de Jaime.
Al abrir la puerta no hubo más que sonrisas,que es lo que caracteriza al novio. Jaime, que así es como se llama el protagonista, tenía todo preparado; las corbatas, que crearon un acertijo, los gemelos, los zapatos..y aquel traje sorpresa y diferente del resto. Hubo fotografías con toda la familia que ya estaba lista para el evento, y que por supuesto, también sonreía. Los nervios, aparentemente, no eran muchos, pero nosotras sabemos que se escondía tras ese bonito traje.
Después, volvimos a casa de la novia, donde nos esperaban unas cuantas damas…y un damo! Que sin duda, era líder de la fiesta. La novia estaba tranquila, es lógico con tanta amiga, pero quedaba poco tiempo y tenía que vestirse! Nos pillaba el toro. Primero, se vistieron todos los que la acompañaban para después ayudarla. Así se hizo, y los primeros nervios empezaron a surgir, pero la novia iba pareciendo eso, una preciosa novia. Unas cuantas fotos en ese enorme jardín y rumbo catedral!
En la maravillosa y mágica Catedral, presidió el calor y la gente. Mucha en pocos metros cuadrados. Durante la misa, más de una carantoña, un guiño y una risa que se escondía de las miradas del sacerdote. También hubo más de una lagrima de emoción tras el sí quiero de la pareja. Y es que todo marchaba según lo previsto. Después de las firmas, las fotos familiares,para acabar con una largo paseo hasta la llegada al arroz. Si en muchas bodas hemos tenido kilos y kilos, aquí eran toneladas. Hubo infinitos abrazos y felicitaciones a la pareja, en aquella cuesta resbaladiza y protegida por asiáticos con cámaras mejores que las nuestras. Cuando cazamos todo ese cariño, pasamos a realizar algunas fotos al claustro donde hubo más amor y más sonrisas. Pero el tiempo era limitado así que partimos corriendo con nuestras compis geniales de aquel día.
En el cóctel una grata sorpresa para los invitados, pues fueron los novios los que los recibirían! Todo un bonito gesto. Las enhorabuenas abundaban,los abrazos y más de una broma,también, y el photocall improvisado a la entrada de un impactante Cigarral de Las Mercedes nos dio varias fotografías con amigos y familiares. Después la rica comida iba pasando sin dejar hueco entre plato y plato, y los primeros valientes se ponían ante la imponente silueta de Toledo, ese era nuestro momento para realizar las fotos de grupo!
El salón estaba listo, lleno de paniculata y orquideas, cubiertos colocados a la perfección y una nueva carpa que nuestra cámara estaba deseando recoger. Primero, pasaron las damas y el damo, abriendo camino para los recién marido y mujer, que brincaron por todo el salón demostrando la felicidad que llevaban dentro. Servilletas al aire, más de ¡Qué vivan los novios! y algún baile espontáneo al son de la música, abrían la cena. Una cena, que tranquila no fue. Estuvo llena de sorpresas, primero para padres y hermanos, después unos cuantos ramos a amigas y futuros matrimonios, y por último ese video tan emotivo donde se recordaba los inicios de la pareja y los momentos vividos con familia y amigos a lo largo de su historia antes del matrimonio. ¡Cuanta emoción! La cena acabó con nuestros queridos «Oliva» cantando, la novia transformando su look, y los invitados pidiendo las primeras copas.
Durante el banquete, algo muy especial les esperaba; «El Confesionario» montado por nuestro compi y destinado a saber los mayores secretos de la pareja. Hubo verdaderas carcajadas y alguna que otra frase emotiva. Mientras, los invitados bailaban las primeras canciones y la pista se llenaba poco a poco. Todo el mundo esperaba el baile de los novios , que salió a la perfección, para después continuar bailando y hacer un flashmob de esos que tanto nos gustan. ¡Toda la boda a bailaaaar! Entre coreografía, porque los invitados se sabían todas, y coreografía, una sorpresa de uno de los invitados, Luis,un experto en fotografía nocturna y nuestra competencia en cada boda «Olivense». Un piano esperaba para que Sol lo tocase acompañada de su hija y ante la atenta mirada de su yerno y el resto de su familia. Y aunque el piano no estuviese afinado, la música sonó como si estuviera ensayado. A dos manos entre madre e hija, amenizaron ese momento que con tanta ilusión había preparado Luis. De ahí a la pista de baile! El confesionario seguía recogiendo gente e infinidad de bromas y nosotras «pasito a pasito» fuimos acabando nuestras fotos y despidiendonos con ese inmenso cariño de los que allí se encontraban.
Gracias por elegirnos, por sonreir, por ponerlo fácil. Ha sido un verdadero placer formar parte de uno de los días más especiales de vuestra vida. Gracias familias de los novios! Nos vemos pronto pareja!!!
14
Lo bonito de trabajar en uno de los días más importantes de alguien es ver como todos esos planes que nos cuentan sobre el papel, cobran vida y se hacen reales rodeados de la gente que les quiere. Incluso lo mejora llegar a formar parte de ese día como invitado de una amiga más que especial y poder retratar los primeros momentos de emoción. Y es que Belén y Javi son amigos y eso hace que el trabajo tenga otra dimensión.
Esta vez nos tocaba hacer algo especial, demasiado especial. La novia era una de esas personas que han crecido y compartido todo contigo, que han llorado, han reído, de esas que guardan tus mayores secretos. Se iba a casar con su media naranja, o media langosta como dirían en nuestra querida y mítica serie Friends. Sí, un apuesto y alto, muy alto hombrecito, había conquistado el corazón de nuestra amiga a través de canciones y correos que, parece que fue ayer, rememorabamos en el coche emocionadas y nerviosas…canción 33 Brown eyed girl. Nadie mejor que él para ella. Los nervios abundaban más dentro de nuestra cámara que en la propia novia. Y tras llamar a un portero que no era, típico, alguien nos abrió esa casa llena de peques y acento argentino. Y allí estaba, tan natural como siempre mientras la maquillaban para el momento más especial de su vida. Mientras tanto…cuatro sobrinos llenos de energía recorrían por la casa en busca de su «pistola» que así llamaban ellos a su consola, ¡Menudo susto en el aeropuerto cuando se la pidiera a su madre! Hermanos y padres salían de una habitación a otra en busca de todos los completementos para ir a la perfección: ccorbatas, pamelas, gemelos…y el tiempo pasaba entre juegos y sonrisas. Después, ese momento que todas las amigas habíamos intentado adivinar; el vestido que, como decía la novia, no nos esperabamos. ¡Menuda espalda amiga! que preciosa estabas, que preciosa y que preciosa. A tu amiga no se le pasaba otra cosa por la cabeza. Y seguro que al resto, tampoco.
Mientras tanto, veíamos como a la Parroquia de Santiago el Mayor iban llegando gota a gota los invitados que hablaban en la entrada, como colocaban las flores en su lugar y del silencio tranquilo se pasaba a una burbujeante actividad. Entre una nube de niños que venían a visitar la iglesia, vimos aparecer a Javi con paso tranquilo y una gran sonrisa. Desde que subió la escalera no dejó de ser abrazado por los invitados más madrugadores mientras nos decía «que esto no estaba tan mal». Sonrisas a contrarreloj mientras los paipais volaban para lo que estaba por venir, que era un calor más que agradable.
Entre foto y foto y mientras Javi esperaba al resto de invitados…, más detalles, esta vez tocaba el velo, un momento tremendamente importante porque no siempre se tiene el privilegio de terminar de vestir a una amiga . El reloj no dejaba minutos para nada más,asi que tocaba recoger mochila, hacer las últimas fotos en familia y dar ese achuchon a la novia donde se decian mas cosas que con palabras.
La llegada de la novia pilló a los más tardones entrando a la parroquia, por lo que el novio tuvo que avisarles con un «¡todos para dentro!» que rápidamente despejó la zona. Con Belén saludando nerviosa desde el coche junto a su padre, esperamos un poco por unos gemelos perdidos (uno de esos contratiempos de última hora) y mientras tanto, como quien no quiere la cosa, vimos un poco de magia aparecer en el momento en el que se vieron por primera vez. Javi se acercó al coche y a través de esa ventanilla bajada a medias con solo una preciosa mirada se dijeron muchas cosas. ¡La emoción estaba servida! Después, la ayudó a bajar del coche mientras Belén se colocaba y contenía los nervios como había prometido que haría… ¡sin llorar! aunque no fue por falta de ganas.
Primero el novio y la madrina llegaron al altar para esperar allí a la novia y al orgulloso padrino que recorrieron el pasillo a contraluz saludando a todos. El haberse visto fuera no quitó ni un ápice de dulzura en esa mirada de reencuentro. Las palabras del novio dando la bienvenida fueron el comienzo de una ceremonia preparada a conciencia en la que participaron muchos de los presentes, algunos con la voz estrangulada al subir al ambón. La música fue su compañera con esa alegría que nos encanta percibir y que iba intercalándose tras las palabras y los momentos más importantes. La sensación de estar justo donde uno quiere estar en el momento del «sí, quiero», nos puso los pelos de punta. Estaban en casa y es que efectivamente la Parroquia de Santiago el Mayor es un hogar.
Tras las fotos generales de familia, enfilaron el pasillo y se abrieron las puertas. La salida fue algo accidentada porque el arroz vino acompañado de algún que otro tubo de confeti explosivo que recibió Javi sin esperarlo. Cuidado, ¡qué tienen potencia de fuego! Aún y así, no dejaron que se estropeara el momento y acabaron llenos de arroz y abrazando a los suyos a manos llenas. Por fin podían acercarse a ellos uno por uno para felicitarlos ya como marido y mujer.
Aunque la ceremonia se había alargado, aún nos dio tiempo de hacer una parada en el Puente de Alcántara para unas fotos y unos clips en pareja. Con esas bonitas vistas del casco y del Tajo, el sol de justicia nos alegraba el momento y es que en toda la semana no había hecho más que llover a cántaros. Con todos pendientes del hombre del tiempo, el día no podía salir más bonito para este raro mes de julio.
Nos contaban que justo unos años atrás estaban paseando ese mismo día y a esa misma hora por la zona… ¿con pantalones largos? Entre anécdotas como esa, fuimos paseando, parando, buscando rincones (mejor si eran a la sombra) para pedirles algún beso robado, aunque no hiciera mucha falta. No necesitaban mucho consejo para abrazarse y hasta los «casi besos» los hacían con prisa. Sin poderse aguantar ni la risa ni los besos. Después de unas cuantas fotos más, nos fuimos con la imagen de la espalda de Belén, porque con ese vestido…¡era para lucirla! 😉 Ya les esperaban en el Restaurante Asador Las Nieves para comenzar con la siguiente parte: la fiesta de boda.
Siguieron la alfombra roja y llegaron a la entrada mientras la gente les ovacionaba al bajar la escalera que llevaba al cóctel. Y desde que pusieron sus pies en el último escalón, no hicieron otra cosa que aprovechar el tiempo de relax, ya con los nervios olvidados en la parroquia. Aprovecharon también para hacer todas esas fotos de grupos que quedaban pendientes ya que todo el mundo quería una con los protagonistas. Y había bastantes, ¡a cada cual más grande! Entre picoteo y refresco, nos colamos en el salón para hacer fotos de la sorpresa que les esperaba a cada invitado en su asiento. Nos lo había chivado un pajarito y nos encantaron las reacciones de la gente al abrir aquí y allá ese sobre misterioso.
Ya con todo el mundo dentro, empezó a sonar la música y entraron ellos serpenteando y bailando entre los aplausos y pañuelos girando en el aire. Otro momento para enmarcar que acabó en la mesa 10 con esos ramos a dos amigas especiales con los que Belén quería tener un gesto de cariño entregando dos mini ramos. Fue un momento muy especial cargado de significado que acabó con muchas lágrimas de emoción pues no se lo esperaban. El banquete fue tranquilo y muy agradable, con luz entrando por los ventanales y las conversaciones y la música adornando la comida. Nosotros tuvimos también nuestro rincón de operaciones, cosa que les agradecemos muchísimo. Ambos saben lo importante que es trabajar así de bien. Pasaron los minutos y llegó el postre junto con una señal invisible junto con algunas amigas de Belén (nuestra Amanda incluida) bailando y sujetando regalos mientras se paseaban hasta la mesa nupcial. Cada uno con un mensaje, una broma o un detalle especial que les hizo sonreír y también llorar. Todo es poco para crear recuerdos, como ese abrazo en grupo donde había más de una lágrima.
Los hermanos empezaron a pasar por las mesas entregando regalillos y puros, mientras Belén, Javi y los padres de ambos aprovechaban ver qué tal estaban sus invitados ya en la sobremesa del café. Algunos fumando fuera, otros con los preparativos del «candy bar» y los disfraces para la fiesta, los niños jugando los primeros en la pista de baile… Había llegado el momento que más nervios le producía a Javi… la apertura de la fiesta con su vals… ¡y salieron vivos! Después de compartir unas vueltas con sus padres entre risas, a una señal el tranquilo banquete pasó a llenar la pista de baile con pequeños, medianos y mayores. No podemos desvelar nada de lo que sucedió después pero dimos fe de algún desmelene, una conga y un manteo sorpresa del novio que nos encantó presenciar. ¡Cómo nos gustan los invitados gamberros!
Gracias a todos por hacernos nuestro trabajo lo más fácil posible, por las palabras de ánimo y sobre todo a Belén y Javi por pensar tanto en que también nosotros estuviéramos bien, en un día con tantas emociones para ellos. Pero sobre todo gracias por elegirnos para ese día, el más especial, y dejarnos contarlo. Fue todo un placer llorar y sonreír con vosotros. ¡Qué seáis muy felices!
31
Después de una mañana haciendo una bonita sesión de embarazo con muy buen rollo y un poco de rock (de esas que nos quedamos para nosotros y para nuestras parejas en petit comité), pusimos rumbo hacia el centro de Madrid con mono de fotos. La cámara nos pedía más caña y por eso no hizo falta ni música. Con las indicaciones del GPS íbamos alegres. Nos perdimos un poco, como no, pero ya lo teníamos en cuenta. Por suerte era un día de novedades y es que nuestro equipo aumentaba con Amanda II y Antonio, nuestros compis en prácticas. Iban a hacer making off y todo lo que se les pusiera por delante y con ese pensamiento, en plena Plaza de España vimos aparecer a Fernando y Nuria. Él tan elegante con abrigo largo y ella como una princesa de blanco con un vestido corto para la ocasión. Y, aunque no se lo esperaban, el cariño de sus gestos arrancaba aquí y allá felicitaciones y halagos a los «recién» casados. Nos partíamos de risa.
Podemos decir que tuvimos una parte más tranquila haciendo una ruta alternativa para evitar un poco el turismo, una idea que luego acabamos agradeciendo. Desde Palacio de Oriente con su Segway, pasando por la Plaza Mayor, aquella tienda de flores tan bonita, algún que otro escaparate… No se nos acababan los lugares que recorrer y los muchos rincones de Madrid nos encajaban como anillo al dedo. Ellos con su sonrisa habitual y su buena disposición a disfrutar de un rato de fotos, vídeo y buena compañía, lo hacían todo más fácil. Fernando nos hacía reír con sus «Nuria está posando» para hacerle de rabiar y ella preguntando «¿pero sigo teniendo el pintalabios bien, verdad?». No parábamos de recordar detalles del día de su boda, como el del propio pintalabios, tan suyo.
Se nos pasaron las horas y poco a poco nos acercamos a Sol, con sus centenares de personas a pesar de ser un día nuboso y es que siempre hay gente que quiere pasar un día por allí. Saludamos al oso, vimos la entrada del antiguo Casino y bajamos hasta el edificio Metrópolis. Allí hicimos unas fotos sufridas pues empezaron a caer unas gotas que nos metían prisa. ¡Clic-Clic! y en un pis las estábamos todos bajando para ya acabar con la Gran Vía, ¡ahí es nada el recorrido! Nos lo agradecieron las piernas a todos menos a la pobre Nuria con sus tacones.
Muchas pequeñas anécdotas, como las fotos del paso de cebra frente al Primark con el semáforo en rojo, las del emblemático letrero de Schweppes en Callao o las luces de la salida abarrotada de aquel teatro, muy de beso de película. Y así muchos más que quedarán siempre en Gran Vía donde, como suele decirse, «hay de todo». Al final, acabamos con un poco de frío en la boca de metro más especial. Un bonito broche para acabar la sesión de los sueños de la pareja: un paseo muy urbanista por Madrid. Los abrazos de la despedida nos gustaron muchísimo, igual que los que nos daremos el próximo día que nos veamos. Seguro.
El año pasado empezamos en marzo con vosotros y, en cierto modo, este año volvemos a empezar. No pudieron ser esos adornos de Navidad pero aún así, éste sábado hubo luces. 😉 Gracias por vuestro cariño, siempre y hacia todo el equipo. Y gracias a Madrid por aguantar la lluvia ¡justo hasta entrar en el coche!.
07
Última boda del año. El día se despertaba nublado y con niebla, ocultando Toledo desde la carretera. Por suerte no llovía y, de hecho, no parecía que fuese 3 de diciembre. Más aún de ahí en adelante a lo largo del día. Para no faltar a la verdad diremos que no nos encontramos como habíamos planeado: las llegadas a las casas de los novios fue otra anécdota más para apuntar en el libro de Pepete.
Ésta vez el novio se preparaba junto a su familia muy cerquita de la iglesia, cerca de La Reconquista. Dirección y teléfonos anotados. Todo perfecto para que nada saliera a la perfección ya que al llegar al portal una dulce niña contestó un «ESPERA!» y allí nos quedamos. Descubrimos pocos minutos después que esa casa no era la nuestra y que allí no había ninguna boda. ¡Estupeeeendo!. Menos mal que era un número el que falló porque ni el carnicero del barrio sabía nada del tema. Llegamos, con la lengua fuera, pero llegamos.
Después del contratiempo, todo fue fácil. Al subir hablamos con una se sus hermanas y la madrina, a las que contamos la peripecia. La casa, adornada con luces y espumillón navideños, nos recordaba las fechas en las que estábamos para que las fotos lo capturaran para siempre. Javi estaba preparándose y nos recibió también al llegar, dispuesto y apuesto para las fotos. Nos escabullimos para empezar a capturar momentos, sobre todo esos en los que el novio se prepara y los suyos le ayudan. Son nuestros favoritos. Él se movía de un sitio a otro buscando el mejor rincón; habitación, baño, comedor… En éste último su padre se encargó de ayudarle con los tirantes que, al ser nuevos, dieron un poco de guerra como manda la tradición. Empezaban los preparativos de un día especial.
Mientras, en la casa de la novia buscábamos a Gabriela y los suyos. Nos hacía especial ilusión volver, ya que hace dos años se casaba la otra niña de la casa, Carlota, y los recuerdos eran muy bonitos. Nos recibió Alfonso, el hermano cantante de la familia. Allí todo estaba igual pero se sumaban más personas: nuestro querido novio Antonio y el nuevo peque de la casa, su hijo Adolfo. Al llegar, las chicas aún no estaban y aprovechamos el ratito con los chicos y detalles. Mientras ensayaban las canciones, cogían llamadas, e imaginabamos la boda… el ambiente era un hogar. Nos hicieron sentir en casa.
La puerta sonó, fue entonces cuando oimos mas de una voz familiar que saludaban con el cariño y la naturalidad de personas que ya se conocen. Las mujeres de la casa llegaban peinadas y maquilladas, podían haber ido en chandal que guapas estaban un rato. Pero había vestidos demasiado bonitos que tenían que estrenarse,así que mientras Gabriela nos ponía al día , los anillos, las arras y el ramo nos esperaban en aquella preciosa estanteria llena de recuerdos y fotografias, alguna que nos adjudicamos su autoria. Entonces llegó Helena, la mamá de la novia que mos abrazó fuerte y se puso manos a la obra para vestir a su hija. Primero la mítica sabana en el suelo para que nadie se manche y luego esos botenes que da miedo abrochar. Poco a poco Gabriela se converia en Novia de revista y las miradas curiosas de sus hermanos asomaban por la puerta. El pequeño de la familia también estaba preparado tan guapo que hacía competencia, lo sentimos familia, pero es así. Asi que todos listos; trajes y corbatas, Tocados y vestido rojo espectacular que llevaba la hermana de la novia y querida novia nuestra, era el momento de confesar y de esa bendición que nos pone los pelos de punta. Emociona, sin duda, la calma y el cariño de Alfonso padre, se transmitia no solo a la protagonista, si no a todos los que nos encontrabamos en aquella habitación. Pendientes, prendidos, anillos, medias, zapatos… todo, todo estaba listo. Tocaba emprender viaje.
Mientras, Javi también tenía complicaciones. La corbata no quedaba como quería pero se notaba mucha maña en su hacer y deshacer de nudos. Poco a poco sus hermanas y su tía también le echaron un cable con el reloj, el chaleco y los gemelos de pingüino (apuesta personal del novio). Las habitaciones y los pasillos eran un hervidero de gente y el espejo frente a la entrada (espumillón incluido) tenía cola porque todos querían verse perfectos. Para terminar solo quedaba ponerse la chaqueta para estar super elegante.¡Todo un caballero inglés!.
Cuando todos estaban preparados y eran casi las doce en punto, hicimos un alto para un momento especial: la bendición. Para ello toda la familia se acercó para estar unidos. Una mezcla de tradición y modernidad mientras leía el texto desde el móvil. Curioso y emotivo, no podía faltar. Después, una foto con la madrina, con las hermanas y… ¿y el papá?. Con los nervios nos quedábamos sin tiempo para más fotos en familia así que en la calle, con la hilera de árboles al fondo, hicimos la foto de toda la familia al completo, con las parejas que les habían acompañado con ilusión también. En pocos minutos, anduvimos unos metros, cruzamos un paso de cebra y la muralla nos saludaba, al igual que los invitados que nos encontrábamos por el camino. Javi estaba un poco nervioso pues llegaba la hora y el prendido estaba en la iglesia. Sin prisa pero sin pausa llegó entre felicitaciones para esperar a una novia que ya estaba en camino.
La entrada fue especial. Los nervios hicieron acto de presencia justo antes de abrir las puertas de la iglesia de Santigo el Mayor. Todo el mundo esperaba y gracias los suyos, Gabriela pasó de tener las manos dormidas a bien agarradas del brazo de su padre que la acompañó hasta el altar. Allí Javi la esperaba con su tía, ambos mirando hacia delante pero deseando darse la vuelta. Un detalle especial que hizo más emotivo el encuentro.
La ceremonia fue pasando de una parte a otra de la mano de sus seres queridos, cada uno poniendo un pequeño granito de arena ya fuera leyendo, decorando la iglesia, organizando, cantando, tocando o simplemente estando allí con ellos. Familiares y amigos que recordaron a esas personas especiales que ya no estaban presentes y les prometieron estar allí para ayudarles en los momentos buenos y malos. En el ambiente flotaba esa sensación de «estar en casa» , que nos transmite esta parroquia, una calidez que no entendía de diciembres. Se notaba el esmero y la participación en los detalles, sobre todo nos sorprendieron las nuevas canciones, con las que se nos iban los pies, o la cruz sobre la que se dieron el sí quiero.
Las voces e instrumentos del coro hicieron para acabar un canto a la Virgen. Especial fue la presencia del padrino en esta melodía, acompañando con su guitarra por sus hijos y yernos. A continuación, abrieron el baile en círculo con su paso tan característico y al que se animaron muchísimos, nosotras nos tuvimos que frenar. Vimos algunas caras ya conocidas como las de Sara y Miguel, nuestros queridos novios de noviembre, y sus padres a los que saludamos con cariño. Todos de la mano y con sonrisas, una bonita manera de acabar. Después de algunas fotos en familia en el altar ya como marido y mujer, poco a poco los invitados fueron saliendo y pertrechandose de arroz en grandes cantidades. Todos expectantes en semicírculo les lanzaron una lluvia de arroz muy divertida en cuanto asomaron su cabecitas y les fue imposible escapar. Seguida de esa, otra de abrazos para compensar. Fue ahí cuando los nervios se fueron y sus invitados pudieron dedicarles abrazos y felicitaciones durante un rato.
El sol se intuía tras las nubes pero el tiempo estaba en calma. Todo un lujo para hacer las fotos en pareja en uno de nuestros sitios predilectos de Toledo. El coche de época inglés lucía muy a juego en esta ocasión y llamaba la atención allá donde iba. Por eso también lo aprovechamos para hacer algunos «clicks» más. Después, un paseo sencillo donde les hicimos fotos mientras nos contaban algunas de sus anécdotas o compartíamos nosotras las nuestras. Era un rincón espectacular que nunca habían visitado y nos encantó ser las primeras en mostrarselo: una panorámica de la ciudad envidiable. Con ese telón de fondo, las suaves sombras y esas sonrisas… ¿quién no disfruta haciendo fotos?. Nosotras, como enanas, dábamos grititos y saltitos de los nuestros. El que nos conoce, lo sabe.
Fue entonces cuando entre paso y paso descubrimos su historia. Sus paseos por Madrid y la plaza de Colón que vió como su amor surgía. Aquella falsa «pedida de mano» con un bombón un tanto vacilona y que puso demasiado nerviosa a la novia, pues el metro no era el mejor lugar para hacerlo… y la pedida de mano real que no se esperaba y donde Gabriela tuvo que asegurarse que no era una broma como la del bombón. Divertido, sin duda.
De camino al cóctel hicimos una pequeña parada en el Puente de San Martín, al que encontramos decorado ya con las luces navideñas. Un paseo corto, algunos besitos para el recuerdo y en marcha. Tras despedirnos del chófer y su precioso coche, entramos en el Cigarral del Bosque para encontrarnos con sus muchísimos invitados disfrutando del salón circular y sus vistas desde la terraza. El brindis abrió la veda y después de ese momento, casi no volvimos a verlos más con tanta gente como había…¡qué pasada!. Los corrillos charlaban y se ponían al día teniendo de fondo una preciosa música en directo de la que ya disfrutamos en la ceremonia y que ahora cambiaba de registro. En la terraza, el frío no nos impidió hacer varias docenas de fotos de la pareja con sus grupos de amigos y familiares que pacientemente se fueron turnando para pasar por el improvisado photocall. Algunas más posadas, otras de risas e incluso algunas tipo gánster; todas valían la pena de un posible resfriado.
El paso de los invitados al salón del banquete nos dio una excusa perfecta para observar la decoración: la caricatura de la pareja en cada mesa y unas tarjetas solidarias allí donde a veces hay regalos. «podríamos haber elegido un regalo más mono, más bonito o más dulce pero no mejor». Con el comienzo de la música, Gabriela y Javi bajaron entre vítores para disfrutar aún un ratito más mientras nosotras hacíamos un pequeño parón para comer un poco. ¡Mil gracias por el detalle, chicos!. Aunque siempre atentas del móvil, estábamos en contacto permanente con el Señor Orozco y sus secuaces. Por si las moscas. Y tuvimos esa gran suerte de un Barsa-Madrid viendo la tele, mientras comunicabamos los goles a mas de un intrigado.
Cuando volvimos la cosa continuaba, y no nos referimos al Clásico Madrid-Barça que ya había acabado. Con los «que se besen!» les hicieron levantarse para darse besos, les cantaron la canción de la copa mes a mes y siguió ese buen ambiente del que hicieron gala. Entre plato y plato, sorpresas; a las abuelas unas flores que a más de uno hizo llorar, y cuando creían que la cosa iba a estar tranquila, llegaron las sorpresas que no teníamos en nuestro planing. Un portatizas DIY gigante hecho los alumnos de Javi apareció en procesión: allí guardaron mensajes y detalles para ellos. Se notaba la ilusión de sus amigos al dárselo y la cara de sorpresa total la pareja al recibirlo. Después, llegó aquello de lo que habíamos oído rumores pocos minutos antes, un flash move en toda regla de gran envergadura donde participaron todos y que rodeó la mesa presidencial a golpe de música. Los más atrevidos y bailongos se pusieron en primera fila y los demás formaron un círculo de manos sincronizadas a su alrededor. Esto nos daba una pista del nivel de la fiesta que nos venía a continuación.
Y no defraudó: desde el primer momento con el vídeo que les proyectaron, con el baile remix que se marcaron los novios cual bailarines de Beyonce, y todas y cada una de las canciones que llenaron la discoteca. En todo momento la pista estuvo ocupada y la alegría no decayó. Al fondo, el photocall que triunfó fue el de Hollywood, hecho por los ya profesionales Carlota y Antonio. No faltaban detalles: bocadillos para los más cinéfilos, un marco tipo clip y estatuíllas de los Oscar. Un escenario con alfombra roja que tuvo mucho movimiento y que aprovecharon al máximo los golosos para acercarse también al Candy Bar. ¡Felicidades por ese currazo!. Y gracias a todos, a los que ya nos conocían y a los que fotografiamos por primera vez. A la familia por aguantar con cariño a estas dos chicas Que no paran, por contar de nuevo con nosotras y por los abrazos tan grandes que nos llevamos. A Gabriela y Javier por sonreír y disfrutar con nosotras. Vaya pareja de guapos.