07
Pintaba ser un fin de semana movido y realmente lo fue. Tras la boda del viernes, nos esperaba la del sábado. Una celebración llena de cariño y admiración. Las piernas estaban cansadas pero las ganas no cabían en el cuerpo así que recargamos pilas y ¡adelante!
Buscamos a Jose, el novio, en La Casa urbana de Adolfo en pleno corazón del Casco Histórico de Toledo. Subimos por las escaleras por propia iniciativa y allí estaban los tres: Jose, su madre y Mario, su hermano. Les pillamos de preparativos, con mucha tranquilidad y una antelación de agradecer. A la mamá, con un precioso vestido y dejando que le colocaran la mantilla, ¡solo apto para profesionales! Rojo y negro en precioso contraste mientras nos decía que no le hiciéramos tantas fotos pero ella era también protagonista. Jose se movía como pez en el agua y tuvimos que seguirle el ritmo pues en un periquete y ayudándose de su reflejo en la ventana, se colocaba traje y accesorios. Los gemelos de su abuela debían verse bien y por eso le puso mucha atención. El temido nudo de la corbata fue fácil y se notó la experiencia de hacerlo casi sin mirar. Le echamos un poco el freno para pedir la colaboración familiar y así conservar recuerdos de esos momentos en familia. No faltaron las risas, los sexis movimientos de tirantes y un poco de maquillaje… ¡para los tres! Algo curioso que revelamos en primicia.
Su madre y su hermano parecían más nerviosos que él pero trataban de disimilarlo. Nos llevamos bonitos planos a contraluz en ese piso tan acogedor que nos guardaba aún alguna sorpresa: una terraza en el último piso para envidiar: 365º para ver lo que quisieras. Allí hicimos las fotos de grupo con una impresionante vista de la catedral que impactaba. Habíamos terminado y bajamos como una pelotita todos juntos en el ascensor hacia las calles empedradas.
Tras dar un par de vueltas por las calles de Nambroca, nos esperaba Raquel perfectamente maquillada y peinada y con unos vaqueros cortitos que le daban ese aire de niña tan tierno que tiene. Con una dulzura especial, nos recibía abrazándonos. Algo que nos inundó de paz y alegría. Al entrar en la casa nos encontramos con un cuñado muy especial que tendría mucho protagonismo en la boda, con el padre y padrino, las peques de la familia María y Jimena, y una mamá lista para ayudar en todo a su hija. Rápidamente fuimos en busca del vestido de Vicky Martín Berrocal . Mensaje para Vicky:no dejes de hacer estas maravillas nunca por favor, ¡que todavía no nos hemos casado!. Bajamos al salón para aprovechar la bonita luz que había. Entre plano y plano de zapatos, maquillajes, y pequeños detalles, era la hora de vestirse. Para ello, tuvo mucha ayuda, su hermana, su madre, las dos pequeñas y la autora del bonito maquillaje, se encargaron de colocar cada fleco del vestido, de abrochar cada botón y de poner, cuál cenicienta, esos originales zapatos decorados por su hermana. Estaba espectacular, siempre con la sonrisa y con una palabra bonita para todos.
En esos momentos el novio y su familia bajaba andado por el casco. La mamá era en realidad el centro de atención pues sus hijos estaban pendiente de que ella bajase bien y con su vestido intacto. Ellos aguantaban bien el protagonismo, la gente felicitándoles y el solazo que hacía y
podía derretir las piedras. Por eso fue un alivio pasar a la sombra y encontrarse con algunos invitados por el camino y rescatarlos de algún bar en el que estaban tan a gusto. Sin pausa pero sin prisa llegamos a nuestro destino.
En casa de la novia, la bocina del impresionante coche anunciaba que tenía que partir para que diera comienzo el gran día. A nosotros nos tocaba salir pitando para llegar a tiempo a la Iglesia de San Andrés donde, como en otras ocasiones, nos encontrábamos a los invitados parados, cogiendo aire para continuar con las míticas cuestas toledanas. En la puerta esperaban Jose y su madre, la madrina que pese al calor recibían y saludaban a todo el mundo. Abrazos y conversación pero con cero nervios. Estaban en casa y con los suyos ¿qué más se puede pedir? Poco a poco los bancos se iban llenando y todos esperaron dentro a la novia que estaba a punto de llegar.
La música de violines y el piano, los nervios de los invitados, y las ansias de un novio feliz, se encontraban en esa acogedora iglesia. La entrada de la novia fue muy emotiva. Nadie lo sabía y no sabemos si lo llegaron a saber pero Raka, como la llaman sus amigas, entró descalza al altar para hacer un guiño a su querida abuela que la acompañó de la manera más especial, seguro. Al llegar, fue Jose quien le puso los zapatos y sonreía entre nervios y emoción. El sacerdote estaba listo, tenía todo preparado y lo que más nos gustaba sabía improvisar a la perfección. Menudo juego dio en toda la boda!! Los bancos se llenaron, los ventiladores salvaban el calor tan intenso que hacía y la virgen del Pilar, con el rosario de su abuela y junto a una bandera de España, bordada a mano, protegían el altar y evocaban recuerdos familiares. Enfrente de los novios, las sobrinas, que recibían las muecas de cariño que les hacia su tío, y las sonrisas, siempre eternas, de su tía.
La salida fue especial, pues fueron novios previsores y se llevaron un paraguas para protegerse del arroz, el cuál se llama bomba para explotar en las bodas… ¡quién tuviera siempre paraguas! Besos, felicitaciones, fotos con los invitados y sorpresas llenas de color.
La cornisa, y su bonito paseo, nos esperaban aunque fueron un matrimonio de patos los que se encargaron de dar la bienvenida y decidieron imitar a los novios… ¿o fue al contrario? A lo largo del paseo, los árboles iban creando diversas sombras que se acompañaban de esos rayos de sol que parecían querer escapar para alumbrar a los novios. Mientras caminábamos, nos encontrábamos con queridas amigas Carmen y Cristina, que solo tenían palabras bonitas a nuestro trabajo y que también nos alegraron ese momento. ¡Gracias chicas!
Después de reírnos subirnos donde hiciese falta y hacer alguna parada frente a la hiedra, el río y algunos rincones mágicos, nos dirigimos al puente San Martín. Había muchos novios… pero ninguno como los nuestros. Cogimos el mejor hueco, el sol parecía enfocarnos para hacer los contraluces más elegantes de aquel día y los besos que no cantábamos nosotros si no el novio, hicieron de ese momento algo especial. ¡Qué buena técnica para conseguir achuchones! Para finalizar cantamos una ranchera que pocos conocían… y entre «ay ay ay ay» y beso tras beso, nos despedimos con la música siempre presente y es que como dice Jose: si me falta ella, me falta la música. Una preciosa declaración de amor hacia su esposa.
Derechos al Cigarral Hierbabuena, donde siempre nos tratan fenomenal, nos encontrábamos una sorpresa antes de entrar… Una traca doble a cargo de dos primos del novio invadía la puerta para dar la bienvenida a los novios con su estruendo. Pero antes, otro sonido que nos encanta, el de la concentración de motos nos ponían un poco nerviosos… ¿pero dónde están Raka y Jose?
Al subir, esta vez no tuvimos ningún incidente, aunque la cuesta que hay lo ponía fácil. El cóctel estaba en todo su esplendor y las fotos de familia y amigos tenían su momento. Antes de subir a cenar, teníamos que hacer fotos a todos los detallitos que había, y a esos corazones que tanto trabajo le llevaron a la novia pero que llenaron de color y purpurina la boda.
El cuñado, showman y speaker de nacimiento, les regaló unas palabras preciosas que emocionaron a los más duros pero aún había una sorpresa más: la hermana también tenía preparado un discurso para demostrar todo su cariño a los novios. Después, el punto de humor, ¿os acordáis que dijimos que el párroco tuvo mucho protagonismo? No, no fue en la ceremonia, ¡fue en el banquete! Bendijo la mesa a través del micrófono con pegadiza canción que hasta a los más ateos les apetecía cantar, y a lo largo de la cena fue el encargado de poner la píldora gamberra. Mientras tanto, nosotros también hacíamos un «parón» entre anécdotas acuáticas y rica comida. Todos nos cuidaban, en especial Mario al que se lo agradecemos especialmente. Quería lo mejor para su hermano y Raka, y estaba pendiente de todos los detalles. Hubo sorpresas, pañuelos al aire, canciones, y hasta pétalos de rosas amenizaban la cena al ritmo del medio centenar de “qué se besen! Qué se besen!”.
Aquí no acababa todo… En la discoteca esperaba un vídeo sopresa del «Cómo se hizo» la invitación tan especial de boda. No solo eso, también la conexión en directo con un buen amigo que les cantó «Amigo» de Roberto Carlos y que más de uno tarareaba aunque llevase una cámara en mano… Un poco de baile, cadera por aquí, mano por allá y… ¡otra sorpresa! Todos los invitados habían hecho pequeños vídeos cantando su canción «Tengo el corazón contento» lo que hizo reír a la pareja. Un momentazo en toda regla que habían preparado con muchísimo trabajo y antelación.
Era hora de las congas, las pelucas, y el baile de la pera que ya nos hemos aprendido. Los invitados les adoran, porque seguían las sorpresas… esta vez, un cuadro precioso, una piedra que había que romper para descubrir lo que contenía y un par de canciones; una sevillana, y Mi gran noche del imitador oficial de Raphael. Decir que fue un alegria reencontrarnos con Nuria y Fernando, que iban como un pincel y que nos saludaron con tanto cariño como siempre! .
Después de toda la boda nos hemos preguntado; ¿Cómo os cabe el corazón en el pecho? Gracias por confiar en nosotros, por el cariño tan grande con el que nos habéis tratado, la paz que nos habéis dado y la bondad que habéis rebosado. Sois muy especiales.
¡Enhorabuena pareja! Qué siempre tengáis música y ese corazón contento.
03
Podía ser como cualquier otro día pero teníamos boda y además una especial: la de Adriana y Óscar, en Madrid. Prometía estar llena de pequeñas cosas diferentes, como celebrarse en viernes, y eso nos hacía estar aún más alerta. Con todos nuestros artilugios, salimos desde distintos puntos del mapa hacia Villanueva de la Cañada. El viaje se nos hizo corto a base de música y buena compañía, para no variar.
Llegamos al Hotel La Ermita, la “casa” improvisada de un novio que nos esperaba relajado y en familia con toda su gente de Galicia y algún despistado de la zona. Unos cafés, alguna copa y gente llegando gota a gota para la ocasión con portatrajes y una sonrisa por bandera. Como íbamos con mucho margen, el padrino, y papá de la novia, nos acompañó para verla, muy cerca pero siguiendo el laberinto de calles que suponía el camino. ¡Fue de gran ayuda!
Al llegar a la Finca de Villanueva lo primero que nos recibió fue la calma: un ambiente íntimo y privado lleno de vegetación. Adriana estaba comenzando con el maquillaje por lo que nos disgregamos para descubrir la finca. Entre árboles centenarios, los operarios preparaban la zona de la ceremonia, la del cóctel y la del banquete con detalles decorativos en cada rincón: sombreros de paja por aquí, florecillas por allá y un olor a lavanda que le daba un sello inconfundible. Las sillas blancas de madera sobre el césped no podían faltar, creando un ambiente muy agradable mientras retratábamos también esos momentos previos. Como era de esperar, julio hacia brillar el sol y por eso las hojas creaban sombras caprichosas por todas partes.
La novia, preciosa aún sin maquillar, estaba tranquila a contraluz de una bonita ventana mientras el maquillador llevaba a cabo su trabajo de la mejor manera. Terminó rápido, y mientras, nosotros cotilleábamos la casa: el ramo en la nevera, los zapatos a la chimenea, y el vestido a la ventana. Pusimos todo patas arriba, ¡cómo nos gusta! La novia ya estaba lista para vestirse, así que entre las amigas, una madre que justificaba la belleza de la hija, y una tía abuela que parecía una amiga más de la novia, la vistieron con todo el cariño y la emoción que se vive en ese momento. Entre ricos granizados, visitas de más amigas (entre ellas nuestra querida Elena, perfecta para la ocasión) y el bendito aire acondicionado, esperaba la novia a que todo estuviese a punto. Bonitos momentos, reencuentros emocionantes y nervios en crescendo…Se acerca el momento…
Mientras sucedía todo esto, Óscar seguía tan tranquilo en la terraza. Estaba claro que ser el novio no era algo que le pusiese especialmente nervioso. “En 10 minutos estoy” y así fue. Mientras grabábamos el traje y los accesorios, sonaba alguna canción de Hombres G y su dueto a grito pelado desde la ducha nos hacía sonreír. Nunca habíamos estado mientras el novio en un abrir y cerrar de ojos se afeitaba y se ponía de punta en blanco, cumpliendo los pronósticos. ¡Eso es eficacia! Con la ayuda de su madre, su hermana y su padre, cada detalle se colocaba en su lugar, dejándonos preciosos momentos a contraluz en una de las buhardillas.
Después bajamos para encontrarnos en la sala del hotel con su piña de amigos de Galicia. Éstos cual novia tardona, le hacían esperar con las botellas de champán y las copas sobre la mesa. Mientras tanto los invitados charlaban con Óscar y los niños, como su ahijado Gael, correteaban por la zona con sus mini trajecitos. ¡Para comérselos! Cuando estuvieron todos, entre risas y buen ambiente, llenaron sus copas y brindaron por este día tan importante, juntos como les gusta estar a ellos a pesar de la distancia. Un detalle de amistad muy bonito antes de marchar hacia el sí quiero.
Un pequeño fallo técnico retrasó la boda, pero es aquí donde se demuestra el cariño, algo que hizo a la perfección unos padrinos muy especiales,los del hermano de la novia. Pese a este despiste, la boda comenzó sin incidentes y con mucha expectación. Música y unos pasos que les separaban del altar. Todos fueron testigo de cómo ambos se encontraban, se contaban confidencias y escuchaban lo que con tanto cariño contaban sus amigos de ellos. Alguna anécdota sobre fútbol, sobre el trabajo hasta altas horas o sobre el pasado oscuro de los pantalones de campana. La carcajada estaba servida, sobre todo al mencionar a los percebes. Y la fiesta del percebe de este año y del siguiente y del siguiente… Galicia es mar y no se puede luchar contra eso.
También hubo momentos de emoción, de ser amigos y hermanos, de estar en las buenas y en las malas. Del trabajo o de estar de paseo. Todo y más se encargaron de resumirlo esa amiga de Israel, o Paco, más que amigo hermano, que daban voz a los presentes, haciendo de la sencilla ceremonia algo personal y especial para ellos. Ya siendo marido y mujer, con el beso oficial, dieron paso a una lluvia de confeti de colores que brilló por el aire con los rayos de luz y les hizo parecer una pareja de cuento. Después solo hubo abrazos, besos y felicitaciones. Poco a poco fueron quedándose a solas así que les retuvimos unos minutos para aprovechar ese marco tan bonito que nos daban los sombreros, la vegetación y los contraluces. Unas cuantas fotos con el lento atardecer como ayudante y … ¡qué empiece el cóctel!
Con ese entorno y la música del saxofonista Juan Ramón Arias Echevarria como melodía, era un gustazo pasear por allí. Parecía mentira que esa música saliese de sus pulmones. Hicimos fotos de grupo y grabamos alguna gamberrada mientras la gente charlaba e iba de rincón en rincón: del gallego al de arroces, bandeja por aquí y por allá… Se notaba un ambiente feliz con reencuentros y gente que mezclaba diferentes acentos y procedencias. ¡Cómo nos encanta eso!. Cuando ya había caído el sol y se encendían las bombillas, los invitados pasaron por el árbol de entrada al «salón», un tanto campestre. El objetivo era encontrar su mesa, con titulo de alguna raza de perro, en homenaje a Lennon, el precioso Dalmáta, que de alguna u otra manera, también estuvo en la boda. Labrador, Pástor Alemán… cada invitado rodeaba el árbol buscando su sitio en la amplia zona cerca de la piscina dónde iban a disfrutar de más palabras emocionantes, de más detalles y sorpresas, y de una noche envidiable a la luz de los farolillos.
Como dijeron: cóctel largo y cena más corta… y así fue. de allí pasaron a la zona de la discoteca, preparada por Divinevents con unas luces y sonido espectaculares, como siempre, para hacer las delicias de los más bailongos. Pero antes Adri y Óscar tenían preparada una sorpresa: un vídeo en el que hacían memoria y hablaban de sus invitados, haciendo llorar a más de uno. Tras secarse las lágrimas abrieron el baile con una canción lenta, haciendo gala de ser unos auténticos profesionales. Nos quedamos con la boca abierta. Después la multitud tomó prestada la pista de baile dejando el listón bien alto con varias congas, bailes de niños y grandes porque ya se sabe… ¡la noche es joven!
Gracias por hacernos partícipes de vuestros momentos, por confiar en nosotros, por la cenita y por despedirnos todos con cariño. Nos fuimos con la buena sensación de volver a vernos pronto y seguir sumando recuerdos por el Norte de España. Cuando llegan los sabores agridulces siempre hay, como los del viernes, bonitos rayos de luz de días felices.
¡Muchísimas felicidades!
22
Miramos el calendario y vimos que había llegado junio sin apenas darnos cuenta. Después de quedar esa misma semana con la pareja, Marina y Jesús y un cómplice padrino, Ángel, nos encomendamos al señor del tiempo pidiéndole alguna nubecilla y marcando el 18 con un corazón.
Con nuestra lista en mano, llena de secretas sorpresas, el sábado, los miembros del equipo nos reunimos temprano para vernos con el novio y su divertida familia en el Casco Histórico. Con el GPS como ayudante, llegamos casi sin incidentes entre esos callejones que aún, muchos toledanos no conocemos. Escondida en un rincón secreto, estaba la casa con patio toledano en la que se alojaban para la ocasión. Jesús nos recibió con su alegría de siempre y algunos nervios, atento y voluntarioso para ayudarnos en todo lo que pudiese. Y como estaban desayunando… quisimos grabarlo, por supuesto.
Fue un re-desayuno en el que poco a poco se iban soltando para olvidarse de esos 4 cámaras que jugaban al escondite entre ellos. Entre conversación y conversación, supimos que venían desde Reus, expresamente para la boda. «Un sueño muy corto» como decía la divertida madrina. Después, tocaba vestirse de gala aunque primero un poco de retoque en ojos cansados pues esa noche los nervios les mantuvieron despiertos. Mientras, tomábamos posiciones cerca de las ventanas de ese acogedor salón. Jesús no tardó en estar preparado para dejarse ayudar con algunas prendas por los tres miembros de su familia. Primero su madre, a la que nada tuvimos que indicarle. Los gemelos, los tirantes, las arrugas en la camisa, la corbata… ¡todo un terremoto de naturalidad! A continuación le tocaba al papá que echaba una mano con el reloj y con lo que hiciese falta. Con el gran calzador, en un periquete estuvieron los zapatos puestos mientras le llegaba el turno a Pedro, su hermano sin lugar a dudas… ¡no podían parecerse más!. Sus bromas y dificultades con la chaqueta nos dieron unas preciosas sonrisas a contraluz para cerrar con abrazo y palmadita en el culete de regalo.
Nos estaban quedando unas fotos tan bonitas que nos dio pena recoger y marcharnos pero aprovechamos el trayecto por las escaleras hacia el patio para las últimas fotos de familia… con bailes incluidos. Nos alejamos hacia el coche calle abajo mientras veíamos perfilada a nuestra espalda la torre de la Catedral: un rincón precioso que no olvidaremos.
Llegamos a casa de la novia a pleno sol y entrando desde ese bonito patio lleno de flores. Nos recibió Ángel con una sonrisa y sin nervios porque era «un día estupendo solo para estar felices». Marina estaba en el salón, rodeada de las chicas de maquillaje «Gema & Judith», entre brochas, botes de laca y alguna flor más que había enviado su futuro marido esa misma mañana. Estaba radiante sin todavía maquillar, relajada y feliz de que hubiese llegado el día.
Mientras terminaban con la novia, aprovechamos para colarnos por los rincones del hogar, para hacer fotos de su vestido y sus detalles, preparadas con antelación para nosotros. La casa se iba llenando y no solo de hortensias. Mayores y niños llegaban para ver a una deslumbrante Marina. Nosotros nos atrincheramos en el salón, donde la luz entraba como si no hubiera paredes. Su madre y su hermana Pilu fueron las encargadas de ayudarla con el vestido y los demás detalles: zapatos morados, pendientes y collar. Mientras se retocaba y se abrochaban los botones de la espalda (¡qué guerrita dieron!), el ramo salía fresco como una lechuga de la nevera y se escuchaban indicaciones de mil voces diferentes. Ya no faltaba nada, y con la emoción a flor de piel, hicimos algunas fotos de familia donde no podían contener las lágrimas. Los nervios habían llegado para quedarse y acompañarlos en el coche hacia la iglesia. Jesús la estaba esperando.
La subida a la Iglesia de los Carmelitas Descalzos la conocíamos pero se nos hizo un maratón. Las cuestas de Toledo multiplican las distancias y si no… que se lo digan a algunos invitados, que nos los encontrábamos parados para coger aire y poder llegar a la meta. Menos mal que llegamos vivos para ver a la multitud esperando en la pequeña plaza de la iglesia, saludándose y entrando poco a poco. En unos cuantos minutos ya estábamos preparados y un Jesús expectante veía como paraba el coche de época en la puerta de la iglesia. Con las notas del violín y el teclado, Marina y Jesús acortaron poco a poco la distancia hasta llegar al altar. Una preciosa mirada entre ambos que lo decía todo mientras miles de ojos les observaban. ¡Ya había llegado el momento!
A medida que avanzaba la misa, más nos gustaba: el párroco, Quillo, siempre tan divertido y cercano, esa luz y ese ambiente tan familiar de conocerse desde hace tanto tiempo. La música acompañaba a la perfección, y todos los invitados sonreían mientras el párroco contaba pequeñas partes de la historia de los novios. Lecturas, peticiones o cualquier momento era bueno para contarse confidencias y sonreír, para coger las manos de sus padres que tan felices estaban de verles. Una ceremonia donde el «sí, quiero» estuvo cargado de emoción y no importaba de donde fueses porque te sentías como en casa.
Cuando parecía que todo había acabado, Jesús se subió al altar para leer un discurso practicado esa misma noche hasta las tantas, y ¡pensaba que lo iba a leer del tirón…! La voz entrecortada, los suspiros, y la mirada fija hacia su mujer a la cuál agradecía todas sus vivencias, nos pusieron los pelos de punta. No se olvidó de cada miembro de su familia, de sangre, y política, ni de sus amigos a los que agradecía el estar allí con ellos en este día tan especial. Quienes se llevaron pañuelos acertaron porque hasta nosotras lloramos, menos mal que se oía a los compañeros decir… «aguantad chicas, aguantad», mientras a ellos también se les empañaban los ojos… Fue precioso, sincero y muy valiente.¡Un hurra por Jesús!. A la salida les esperaba la lluvia de arroz y la suelta de globos que las amigas habían organizado, un bonito regalo que dio un color especial al cielo azul y supuso el pistoletazo de salida para un montón de felicitaciones.
Después dimos un pequeño paseo con un sol de justicia, buscando rincones especiales y un poco de sombra para los recién casados. Una fotito por aquí y otra por allá… un beso, un abrazo…. Solo cosas fáciles. Casi sin tiempo, pusimos rumbo hacia nuestro próximo destino aunque antes de llegar al banquete, hicimos una parada en el Puente de San Martín, un enclave precioso muy preciado por la pareja. En el coche nupcial, una preciosidad de Coches Clásicos para Eventos con el que la novia sorprendió al novio, aunque bueno, todo debemos decirlo, fue ¡su suegro! el que sorprendió al novio… dentro de él, una infiltrada con una cámara. Entre bache y bache,. foto y foto, conversación, sonrisas, y más besos. ¡No queríamos perdernos ni un momento! Jesús y sus bromas nos hacían a todos sonreír, aunque con el buen rollo que había no era difícil. Tenían una complicidad increíble.
Llegamos al maravilloso Cigarral de Las Mercedes, tocaba una parte tan importante de la boda como es el cóctel, para refrescar y saludar a los invitados y donde nosotros podemos hacer algunas fotos de grupo con familiares y amigos y encima con Toledo de fondo. Una foto de proporciones gigantescas. Entre trocito de jamón, y picoteo rico rico llegaba la hora de comer. A la entrada a la comida, no hubo una sola persona que no bailase, en especial una madrina emocionada que rebosaba felicidad y alegría. La comida deliciosa, que agradecemos de corazón que nosotros también pudiésemos probar, los detalles…. ¡no paraban! ni ellos ni sus amigos y familiares. Aunque lo teníamos todo sobre plano, fue una sorpresa tras otra. ¡Que diversión de mesas! Sobre todo la de las tías y abuelas agitando los pañuelos, gritando y bailando. ¡Las mejores!. Después llegarían los regalitos… ¡también para nosotros! y al preguntar mesa por mesa que tal estaba resultando la boda,tampoco se olvidaron de la nuestra…
Cuando empezó la fiesta todo estaba preparado: photocall, pelucas y carteles, libro de firmas, polaroid… Pero el baile se hizo esperar. Por fin sonó un vals pero esta vez no vimos a la pareja empezar, fueron los padres con sus hijos recién casados los que paso a paso abrieron el baile, luego ya si. Jesús agarró a Marina de la cintura y comenzaron ese primer baile de casados que no debe acabar nunca. Las polaroid fueron un buen entretenimiento, foto a la sombra, sonrisas, y varios » ¿me la puedo llevar?», pero ¡no! no podían llevársela porque en la mesita de al lado había un precioso libro de firmas donde se pegaban las fotografías instantáneas y al lado se escribían frases tan bonitas como «Que os acaricien las estrellas cada noche «al dormir», Pedro un poeta. La gente bailaba, reía y charlaba fuera sentados en los sillones y viendo el relajante lago. La temperatura acompañaba para que ese día todo el mundo disfrutase.
El cariño de todos los invitados estuvo presente hasta el final, agradecer a Vicky que nos presentase a esta preciosa pareja, que nos hizo todo tan fácil. Y es que … “era un día estupendo solo para estar felices”.
Gracias Marina y Jesús por tratarnos como a uno más, por estar pendientes de nosotros en todo momento y por disfrutar como lo hicisteis. Eso no hay Photoshop que lo pueda simular y es lo más bonito que nos llevamos, y como queda escrito…»por días como estos nuestro trabajo tiene sentido». Nos alegramos de haberlo compartido con todos vosotros, todo: el antes y el después. ¡Qué seáis muy felices, nos vemos muy pronto!
10
El día 28 era un día de preparativos tempranos, de tensión y de incertidumbre, de esa buena. Al llegar a casa del novio, Álvaro, todos los nervios se olvidaron. Nos recibieron la mamá y el novio, ambos con una sonrisa y con todo preparado para terminar de arreglarse. El salón de la casa, acogía infinitos recuerdos y fotografías, que nos obligaban a buscar un hueco para la nuestra. Poco a poco iban llegando miembros de la familia, nadie quería perderse a el hermano, tío, nieto, cuñado… finiquitando los últimos detalles.
Nuestras cámaras se iban escondiendo en cada rincón de la casa para retratar a aquellos sobris comiendo a escondidas en la cocina, a los infinitos objetos que mostraban la debilidad por su equipo, el Real Madrid, que sin duda fue un día de nervios no solo porque se casaba no, si no porque jugaba su Madrid. Y mientras la cámara hacía click, se oían frases como… ¡y tú decías que no te ibas a casar!
La hora se acercaba por lo que teníamos que poner rumbo a nuestro querido Domenico, donde nos esperaba la novia. Al llegar nos encontramos a una madre que cuidaba a su hija preciosa, Marta, y es que está boda fue tan especial por una pequeña protagonista que aun no entendía que era eso de las bodas.Con todo preparado, y de una habitación a otra, nos instalamos en una suite luminosa donde la luz de la ventana nos regalaba imágenes fántasticas. La disposición de Susana, hizo todo más fácil. Pero sin ayuda de su madre, con un precioso vestido verde, la mejor amiga que era tocaya de la novia, sus sobrinos y su hija… el vestido no hubiese quedado igual. Ese segundo botón que dió tanta guerra, y que solo una madre podía solucionar para que su hija estuviese perfecta. Les pasa a todas las novias, algún día irán en leggins, estamos seguras.
De repente, se empezó a oír la lluvia golpear la ventana, como si avisase a Susana de que, aunque no le gustase, ya había llegado. Pero pese a eso, no perdía la sonrisa, y gracias a las conversaciones telefónicas entre Álvaro y el padrino, hermano de la novia, pudieron solucionar la ceremonia. Una celebración llena de recuerdos emotivos, y frases míticas como la preferida por Álvaro; «bien trabajado», que provocó tantas sonrisas y alguna que otra lágrima, y bonitos momentos como el ritual de la arena, donde también participó Marta.
Al acabar, el arroz estaba esperando, como siempre. Y justo cuando salíamos, la lluvia decidió darnos tregua para poder realizar las fotografías de los novios en un Toledo, como siempre preparado para enamorar. El cielo, donde las nubes grises eran protagonistas, hacían de fantástico difusor para conseguir una luz perfecta en las fotos. Una vez más las ramas, las piedras, la arena… han formado parte de nuestra búsqueda de la mejor imagen. Paseito por aquí, gotita por allá, sonrisa por delante, caricia por detrás. Y a lo lejos, el coche maravilloso que solo conocía la primera marcha,( aún estamos pensando como irá marcha atrás) dio el toque, sin duda, a ese corto paseo donde los novios comentan como está yendo el día de su boda. Como siempre los chicos de coche clásico para eventos, mostraron su voluntad para ayudarnos.
A la llegada, los invitados estaban esperando en la carpa, para empezar con ese rico cóctel que no duró mucho, pero que abría apetito para la comida. Una comida donde para nosotros llegaban los nervios, las prisas y el tetris de mesa, sí, aunque sea ese momento de tranquilidad en otras bodas, esta vez no era así. ¡Los novios tenían preparadas infinitas sorpresas!
Regalos, regalos para todos. Los novios querían compartir un día especial haciendo especial el día para todos los demás, no se salvó ni uno, desde los más mayores hasta los más pequeños, incluso los que estaban aún por venir al mundo. Entre chupachups gigantes, y botellitas de ginebra, se colaron unos regalos muy especiales. Los novios no querían que los pilares de su vida se fueran sin la inmortalización de su felicidad en aquel momento, las mamas y la abuela recibieron una fotografía de ese paseo del amor de horas antes, ya podían ir buscando un hueco para colocar su regalo. Como no podía ser menos, había que inmortalizar el momento con todos y cada uno de los invitados, antes de que salieran disparados al jolgorio de la barra libre, donde les esperaba otra impactante sorpresa…
A la entrada en el baile, todo estaba preparado, la música, con esos dj encantadores que nos ayudaron a poner el photocall, las chuches de Miguelañez que hemos de reconocer que no podíamos remediarlo pero alguna picamos entre foto y foto, nuestra perdición, y el stand de gin tonics, (este no lo probamos entre foto y foto y plano y plano porque si no..) Era la hora del baile, precioso, pero esta vez nos quedamos con otro baile que adquirió más protagonismo, el de la pequeña Marta, moviéndose de un lado a otro con sus zapatitos nuevos e imitando los gestos de los invitados. Nos debilitó. Llegó el momento, la gran sorpresa, un same day edit que recogía los momentos de la boda en 4 minutos, para emocionar a los invitados. Al final de este, un agradecimiento de los novios por haber acudido, como decía Álvaro, aquel día tan soleado… Y aunque no lo fuese, así pareció, pues vuestras sonrisas, emociones, e historia tenían luz propia.
Muchas gracias por confiar en nosotras, por valorar tanto nuestro trabajo, y por emocionaros con él.
Gracias también al equipo del Hotel Domenico que siempre nos trata con tanto cariño, desde Maria Antonia, hasta los chicos de la música y en esta ocasión a Miguelañez, sí, nos dio una bolsa de chuches ¿Qué más podemos pedir?
Sed muy felices pareja y disfrutar mucho de la princesa de la casa!!
01
El sábado era uno de esos días que nosotros llamamos de #bodadoble, nuestra broma privada. Nunca habíamos estado tan pendientes del hombre del tiempo: lluvia, sol, lluvia torrencial, brisita de primavera… ¡¿así quien se aclara?!. Habíamos hablado con os novios el día anterior y estaban igual. Sin presión, ¿eh?.
Las horas pasaban mientras seguía la incertidumbre ¿nos casaríamos hoy fuera?. Al llegar a casa de la novia, esta vez, la lluvia no se aguantaba ni por protocolo. Al ver a Ali, nos quedamos sorprendidísimos… un traje atrevido, no, ¡lo siguiente!. Su pelo en cresta y rapado, sus piercing… y una alegría que nos encantó como mejor complemento. Al principio la vimos un poco triste por los cambios de planes (este maldito tiempo) pero en pocos minutos nos enseñó su carita más sonriente. No era para menos, habíamos estado hablando del 28 de mayo durante meses, lo habían preparado con mimo con mil detalles originales. Todo el mundo estaba listo a pesar de llegar con tanta antelación: padres, hermanos, cuñadas y Dudu. ¡Perfecto!
Antes de las fotos familiares, unas en petit comité en su antigua habitación. Nos contó que entre su madre y ella habían diseñado el vestido y mostraba orgullosa el maniquí en miniatura. Su ramo de tela, sus adornos y sus zapatos tuneados para ir a conjunto. ¡Estaba en todo esta chica!. Unos planos y volvimos al salón donde todos nos esperaban. Después de algunas fotos más a la protagonista y al rincón de coser, las cámaras cogieron todos esos instantes en familia. Por parejas, en grupo, con Dudu… Sus hermanos sus dos grandes y altísimos apoyos que la cuidaban como a una reina. Mientras, el papá tenía mucho que contar…. y barrer con el cepillo. ¿Alguien tiene que hacerlo, no?. Nos fuimos con risas y un vasito de agua que nos vino de perilla.
No podemos olvidar la llegada a casa del novio. Entramos con su familia brindándonos una sonrisa y un Tizón super trajeado. Era el perro de la pareja, encantado de vernos desde la misma puerta. Buscando a Alvin, lo encontramos con su hermano ya de preparativos a contraluz… y allí clavados nos quedamos a grabarle y hacerle un par de fotos como saludo. Después los besos. Nuestras primeras palabras fueron: «No podemos decir nada pero… ¡qué guapa está Ali!». A él casi no le salían las palabras de lo nervioso que estaba y solo nos contestó con un emocionado «Estoy deseando verla!». Es como un clip de vídeo en nuestra cabeza y con el que comenzamos una película llena de emociones: eso fue para nosotros ese día.
Con cada complemento, alguien venía a ayudarlo. Sus padres, sus hermanos, su primo… y la pequeña sobrina, la princesita de la casa. Con cada uno había un momento especial y un abrazo con un «te quiero» que nos encantaba. El ambiente estaba cargado de emoción y se notaba en cada foto en familia y a cada contraluz. Los minutos pasaban y llegaba el momento de la sorpresa: la traca. Después de entretener al novio para prepararlo todo, salimos con la excusa de hacerle fotos con Tizón para lucir esos trajes tan iguales que llevaban porque es tan negro… ¡qué en casa se hacía invisible!. Y había parte de verdad, lo hicimos pero justo después de que sonara una traca bien fuerte celebrando el día de la boda. Como les gusta a los de Elche el ruido, ¿eh?. ¡Ni os lo imagináis!.
Llegamos al Cigarral precediendo al novio y a la novia para captar un momento super importante para ellos: un encuentro con los ojos tapados y rodeados de los suyos. El Cigarral de El Bosque era el lugar escogido para la ceremonia y el banquete. Nos fuimos a su media luna con vistas para el gran momento, ¡era un lugar especial a pesar de todo!. Ali llegó con su coche de siempre, su Patera, y con chaqueta vaquera, besando a todos los que arremolinaban a su alrededor mientras esperábamos al novio y es qué… ¿dónde estaba Alvin?. Una anécdota más y un punto más de nervios mientras subía la cuesta acompañado de los suyos con los ojos cerrados. Paso a paso él se acercaba… sin palabras. Ella con una risa nerviosa y deseando darse la vuelta. Espalda a espalda y con un Toledo de fondo espectacular. Al girarse ambos se sorprendieron, se emocionaron y se abrazaron fuerte. Precioso momento en el que pareció que se casaban con los ojos.
Todos esperaban en la ceremonia: grandes, medianos y pequeños, así que bajamos los escasos metros que nos separaban de allí. Algún rezagado aún llegaba y saludaban a Ali… ¡todo una locura!. Era el momento y tocaba hacerlo bien por lo que Tizón y Laia acompañaron a Alvin y a la madrina con un divertido paseo. Después Ali y el padrino llegaban al altar por el pasillo de alfombra roja: sillas plegables de madera, bolsitas de arroz en cada una y pétalos que adornaban el momento. Los hermanos de ambos tuvieron un protagonismo especial como maestros de ceremonia y cantante privado. Todos les fueron dedicando unas palabras a la pareja, rememorando recuerdos de niñez, hablando de fiestas y el banco triste… Hermanos, padres y la celestina Chachu. Preciosas palabras que emocionaron mientras de tanto en tanto Andrés cantaba a contraluz en un concierto íntimo dedicado a la pareja con trocitos versionados a guitarra de sus canciones más importantes. No podía escucharse nada mejor ni hecho con más cariño que ese… «Se me ponen si me besas, rojitas las orejas». ¡Volaban los pañuelos!
Hubo lágrimas… ¡por supuesto! pero también risas con el momento anillos y el jurarse fidelidad en la pobreza y en la riqueza. Lo hicieron a su manera y haciendo bromas con su gente, como no podía ser de otra forma. Declaraciones de amor, Tizón comiéndose el arroz, algunas cervezas y ya eran marido y mujer aunque aún quedaba una sorpresa. Fue un momento mágico en el que Andrés y Ali cantaron a duo una preciosa canción para todos y en especial para Alvin. Sentados los tres juntos en 1 metro cuadrado de miradas y gestos cómplices. Todos nos quedamos sin palabras varios minutos. Por eso, cuando ya tocaba tirarles el arroz, fueron ellos los que tuvieron que llamarnos la atención. La lluvia esta vez fue de estrellas, de papel eso sí mientras ACDC les subía los grados a todos los asistentes con el paseillo por la alfombra, haciendo que fuese inolvidable.
Después de las felicitaciones y los besos, les raptamos para hacerles unas fotos por el Casco, engalanado para las fiestas del Corpus. Desde el Ayuntamiento hasta Zocodover, no pararon de hacer bromas, besarse y recibir felicitaciones. Incluso ayudaron a un par de despedidas de solteras con una foto y una baile del Aserejé. Sí, sí, del Aserejé. La gente alucinaba con nuestros novios molones. Alguna gota se asomaba y nosotros íbamos sorteando el peligro y buscando los mejores rincones. Estaban de postal entre tanta gente: Besos, caricias pillas y risas. Sobre todo cuando nos confesaban cómo fue su primer beso en el Tsunami.
La calle Alfileritos era cita obligada para ellos y después de una lucha encarnizada por el ramo de la novia y una visita corta al Oki Oki, su bar preferido, esperamos en la plaza de San Andrés para volver al cigarral, disfrutar de algunos los rayos del sol y vernos con la Patera y los compis de la mañana. Amanda, Vero y Victor se pasaron a saludar y a darnos muchos ánimos después de acabar su trabajo. ¡Ahora empezaba la mejor parte!.
Habían preparado montones de detalles para sorprender a los invitados: un pasillo de fotografías con todos colgando de maceta en maceta, un poster de firmas gigante y un seating plan curradísimo hecho de molinos de viento. Holandeses, eso sí, que hacían referencia a su pedida de mano. Disfrutaron de un brindis con confeti (que siempre gusta) y charlas animadas mientras empezaba a caer la tarde desde la terraza, de la que pudieron disfrutar según lo previsto. Para aprovechar el momento hicimos una foto, o dos… o cien. (poca cosa), por lo que se animaron familiares y amigos para hacer piña y alguna gamberrada. ¡Qué no falte!
Ya en la cena, el ambiente continuó en la misma línea, lleno de momentos bonitos que arrancaban sonrisas y varios de esos «se besen! que se besen!» dentro del salón circular con Toledo iluminado de fondo. Los novios no paraban de moverse de mesa en mesa y reinaba un ambiente íntimo, como en una cena familiar que se había ido de las manos. Pasaban los platos y llegaban pequeñas sorpresas de las que éramos cómplices… ¡qué encantaron!:las fotos con los marcos para padres y hermanos, los regalitos, más «Que se besen! que se besen!»… Al final, Ali le cogió gusto al micro y empezó a sorprender a su marido. Había preparado dos regalos que a ella le ponían muy nerviosa de él pero «que estaba dispuesta a aguantar toda la vida»: sus pañuelos para mocos y un precioso tambor de Elche, que hizo retumbar todo el salón. ¡Ole esa tierra! ¡venga ese ruido!. Aunque invitados había de todas partes… ¡hasta de Suiza! por lo que el mix era importante.
Eso no fue impedimento y mucho menos en la pista de baile donde hubo un rey indiscutible con nombre y apellidos: Alvin y Alvin. Vale que el vals fue de lo más romántico, como ellos son: se abrazaron y cantaron al oído con los ojos cerrados. Parecía que no había nadie más. Vale que el photocall se movió muchísimo y peluca o gorro que quedaba sin dueño, volaba a los 2 segundos. No, no fue eso lo que monopolizó la fiesta: fue Shakira/Alvin. Sus amigos lo desnudaron y disfrazaron al más puro estilo hawaiano, con morritos rojos para franquearlo hasta el centro de la pisa. Allí, cual celebritie, desplegó sus armas de seducción y baile, siendo uno de los momentazos que quedan para la historia. Estamos seguros que la viñeta de «Yo enseñé a bailar a Beyoncé» es de él. El rey de la pista, vaya.
Es difícil resumir pero fácil llegar a la conclusión de que nos hemos enamorado un poco de los dos solo de verles mirarse. Con esa mezcla de cariño y risa que tenéis. ¡Sois muy grandes! Aún nos reímos al recordar la historia de Alvin y Alvin: un graffiti de amor en el que faltaba la novia y que da título a este post.
Gracias por todo el día de la boda y por cada tarde hasta las mil contando ideas y sueños que al final se hicieron realidad, ¡mereció la pena! Por vivir lo bueno, los contratiempos y las sorpresas con la misma calma y dispuestos a disfrutarlo. Por despedirnos emocionados, por los besos y por el calor de todos. Nos lo llevamos puesto para no tener frío.
¡Felicidades chicos!
24
Y es que la historia de Vero y Bruno, nuestros novios de este fin de semana, viene de tiempo atrás. Aunque os lo explicaremos más adelante.
Era de mañana cuando seguimos nuestra rutina y acabamos en casa de Bruno y su familia. Nos abrió el papá Luis con una sonrisa y haciéndonos un recorrido por la casa para mostrarnos los rincones más pintorescos, preparados con gran mimo para las fotografías. Se respiraba calma y alegría, todo preparado para lo que se avecinaba.
Bruno bajó sonriente y avisándonos de que «no era muy de fotos» pero después eso fue lo de menos. Con la ayuda inestimable de Luis, experto en posar según sus propias palabras, el ambiente le relajó rápidamente y nos sacó varias sonrisas. Los gemelos, el chaleco y el prendido fueron pasando de clip en clip, haciendo que la mamá y la hermana se colocaran en primer plano. El mondongo con sus muchas acepciones, dio guerrita para colocarlo correctamente en la solapa del novio. Después de conseguirlo salimos al patio, super cuidado para la ocasión con rosales en flor que daban un toque de color a las fotografías de familia y al momento reloj, algo más que un regalo. Se notó la ausencia del hermano y su mujer, y por supuesto, de su sobrino, pero fue más que justificada, estaban preparando algo muy especial…
Basilio, el gato más enorme que hemos visto, nos huía y poco pudimos hacer para poder cogerlo. Sus 9 kilos y sus pelos lo hacían peligroso para los vestidos de gala y los no-levantadores de pesas. Aún así pasamos un momento divertido mientras nos miraba con carita de no entender nada y se escondía a través de la perrera. Eso puso punto y final a la visita, como en los Looney Toons. Despedida familiar en el entrada y rumbo a lo desconocido de nuevo.
Llegamos a casa de la novia fácilmente y entramos como una procesión interminable, haciendo reír al papá Ángel. Vero estaba ya lista, maquillada y peinada para la ocasión. Todo el mundo había hecho sus deberes y por ello fue llegar y empezar. Primero algunas fotos con las chicas de la casa en la habitación y después el salón fue el protagonista. Las hermanas, los sobrinos, los padres… todos juntos pero no revueltos. Nos acercamos al ventanal para aprovechar la luz tan bonita que nos brindaba. Mientras, todos alabamos los estores y pedimos referencias para nuestras casas. Conversaciones de la vida real, vaya. Una mesa hacia acá, esa silla para allá y Vero como protagonista de las miradas de todos. De tanto pedir sol, decía, al final dos tazas y es que el calor empezaba a hacerse notar con ese olorcito que tiene el mes de mayo. Con cada detalle, un familiar suyo se acercaba para ayudar a la novia. Especiales fueron los momentos con los niños, revoltosos y tímidos pero siempre auténticos que nos hicieron sonreír a nosotros y babear a su tía.
Vero tampoco decía ser muy de fotos pero nos estaban demostrando que cuando uno es feliz, no hay foto mala y estaban desmontando ese mito. Además de nosotros, también teníamos de apoyo a la hermana de la novia, que con su polaroid se encargó de inmortalizar esos y otros momentos, como el nuestro grabando a la novia. Gracias por esa foto tan original. Las últimas fotos con el ramo y, sin querer tuvimos que guardar la cámara para llegar al Cigarral de Santa María, donde se celebraría todo el evento al completo. Y no pudieron elegir mejor porque todo fue precioso. La ceremonia se celebraba al aire libre con Toledo de fondo, los invitados más cercanos ocupaban las sillas para verles llegar y las palabras de los suyos nos ayudaron a conocerlos un poco más. Su historia, contada por el padre de Bruno y que recordaba aquellos días en el cole. Seguía viendo a esa niña tan bonita de ojos azules y gran sonrisa de la que Bruno se hizo inseparable. Después las hermanas de Vero, que hablaban sobre dibujos de amor infantiles y como ellos fueron creciendo juntos hasta llegar al «sí quiero». Su tío (que oficiaba la ceremonia) y una amiga de la pareja contaban poemas e historias que amenizaron ese bonito momento. Pequeños gestos, las firmas y el paseo final, como en las películas americanas, llenas de confeti dorado y aplausos entusiastas de sus invitados.
Nos escapamos para hacer unas fotos y grabar algunos de esos momentos de amor, como solemos llamarlos. El Valle y el Puente Alcántara fueron los puntos escogidos para disfrutar de una ciudad como siempre preparada para nosotros. Apretaba Lorenzo y había tranquilidad por la ciudad, lo que nos ayudó a sacar fotos y a buscar la sombra, ¡para qué negarlo!. Mientras nos íbamos hacia el cóctel, algunas fotos en el viñedo del cigarral, ramitas fuera y a disfrutar de los suyos y de la siguiente etapa de una boda: el banquete. En el precioso salón del cigarral, todo preparado y servido con su habitual profesionalidad, mientras la gente disfrutaba y hacía brincar de la silla a los novios con sus «qué se besen!». Detalles, regalos y sonrisas se fueron sucediendo entre plato y plato. ¡ Cómo debe ser!. Juego de Tronos nos informó sin duda de la llegada de un gran momento: la tarta nupcial que traía espada y figuritas de la serie, para no perder su afición por los films. ¡Momentazo!. Para los invitados y para nosotros, que tenemos telita… Echad un ojo a nuestro Instagram para saber lo que os digo.
Para empezar con buen pie la fiesta, la novia se puso un vestido más liviano y corto para disfrutarlo sin impedimentos. Tenían una idea preparada y querían llevarla acabo nada más llegar a la discoteca. Sin embargo, un vídeo sorpresa les esperaba y pararon un momento a disfrutar de él mientras lo invitados se arremolinaban alrededor. Nada más acabar llegó el momento del baile. Al principio, una melodía lenta digna de abrazos para después cambiar a … ¡un rock and roll!. Y lo hicieron de maravilla: compenetrados y demostrando que le habían echado horas. La gente alucinó y les ovacionó. ¡Qué envidia, chicos! Solo fue el comienzo de unas horas en las que corrió la música y el baile por litros. Donde hubo tiempo de jugar a las sillas, sacarnos a bailar (sí, sí, leéis bien) y hasta los abuelos se animaron en la pista de baile con mucha energía.
Gracias a todos aquellos que nos hicieron nuestro trabajo un poco más fácil. Fue una boda de infancia, pues allí nos encontramos también con aquellos amigos de cuando eres niño, aquellos que conocen tus gambarredas y locuras, Álvaro y Pedro. Gracias en especial, pareja, por querer que fuésemos nosotros los que estuviésemos allí. Os deseamos lo mejor… ¡ahora es cuando todo comienza!
10
… aunque a ratos podía parecerlo. Esta es la historia de bodas de la Villana de la pequeña Rusia y Bermu, de Bermudez.
Este sábado tuvimos una boda llena de complicidad, de alegría, de sorpresas y detalles.A la hora de comer nos dirijimos a casa del novio, era un chalet con preciosos rincones de madera hechos por el padre , dentro nos encontramos a la familia con todo preparado y a una preciosa perrita. Mientras a Jesús le ayudaba a vestirse una madre con una elegancia especial, desde la puerta le observaban su hermana,cuñado y padre. El ambiente era bueno, era agradable, no se palpaban los nervios de otras bodas ni el «corre que te corre». Estuvimos un rato, y entre plano y plano, alguna que otra risa y algún que otro secreto, debíamos estar preparados cuando entrásemos en la habitación de la novia…¿Por qué? Alguna foto de familia, foto reto con la perra, y nos fuimos con esa intriga del qué nos esperará.
De la casa de Jesús, nos fuimos corriendo a casa de Ana, la novia. Donde primero nos esperaba su hermano, con una gran sonrisa y ayudando a su hermana con todos los preparativos. Lo primero que hicimos, inevitablemente, fue subir a su habitación, donde sabíamos que estaba el vestido, los zapatos, la liga, y…. Globos y más globos donde podíamos leer: «¿Te quieres casa conmigo?». Pero eso no fue lo que más emocionó a «La villana de la pequeña Rusia», como la llamaba el novio, lo que empañó sus ojos de lágrimas fueron las palabras que le escribió su futuro marido en la tarjeta que había sobre la cama.
No es la primera sorpresa que le hace. A él le hemos apodado «el adivino» ya que hace 10 años, al poco de empezar, ya sabía que era la «villana» de su vida. Tocaba empezar a vestirse, y para ello tenía buena ayuda, su cuñada Rocío, su amiga Anabel y su preciosa madre enfundada en un vestido rojo, colocaban cada detalle para que todo quedase a la perfección. Después de las fotos de los preparativos y de la familia, era el momento de hacer la foto con alguien muy especial, Mía, otra debilidad que cada vez tenemos más, la perrita de la casa. A ratos no reconocía a aquella princesa que había cambiado la chupa de cuero, de momento, por un precioso vestido blanco.
Coche en marcha, bartúlos estrategicamente colocados y la canción de Carrie de fondo, tocaba el impresionante San Juan de los Reyes. La entrada fue impactante, la novia se detuvo por un momento pues la emoción era demasiada como para que pudiese dar un paso más, algunos nos asustamos Ana, ¡pensábamos que salías corriendo hacia el lado opuesto!. Menos mal que no lo hiciste, menos mal que le miraste, menos mal que volviste a sonreír y a emocionarte y le acariciaste la mejilla para darle un tierno beso. Así empezó lo que os convertiría, por fin, en marido y mujer. Aunque un buen amigo, y gran chófer, decía lo contrario… no es matrimonio hasta que no… hasta que no pasa la luna de miel. Fue una ceremonia amena, con un sacerdote agradable y divertido, y de fondo una voz que cantaba el Aleluya con todo su cariño,pues era amiga de la novia. A la salida hubo arroz, no mucho esta vez, lo que si hubo fueron pétalos de corazones y más sonrisas…
El Claustro esperaba vacío, con halos de luz que se asomaban tímidamente a través de los naranjos. Y algo que nos encantó, y que no nos había pasado en ninguna boda ; Jesús, a parte de lo atento y detallista, sacaba a bailar a la novia, no solo había besos y caricias, no, él la cogía de la mano, de la cintura, la miraba y hacía el amago de bailar. El día nos seguía dando tregua, y ¡no llovía! por lo que nos dirigimos a nuestro sitio «secreto» y nuestra vista favorita de Toledo. El cielo era perfecto, ni azul, ni blanco, ni negro. Toledo esbozaba una sonrisa para acompañar en ese día, y los novios estaban pletóricos… Un sitio difícil al que llegar pues hay que andar y que andar, y lo que solo se haría en una postboda, con permiso de Marta y Ángel, que también fueron valientes, lo hicieron ellos y mereció la pena. Entonces, volvió, volvió esa chupa de cuero que tanto nos gusta y que tan único hacía ese momento. Caminamos al coche, las cámaras siguieron haciendo su trabajo mientras tanto, y algo curioso apareció en el camino: menos mal que Jesús se dio cuenta y encontró la liga de su amada entre la arena. Una anécdota más que añadir.
El querido puente San Martín nos esperaba una vez más pero esta vez solo, como el Claustro, ¡¡¡era su día!!!! Sin duda. Un par de fotos, una carrerita, más besos y al coche. Olrey era el próximo destino.
Durante el banquete hubo miles de detalles, primero agradecer nuestra mesa rap, no sabemos rapear pero allá va; la boda estuvo genial,genial, Ana muy guapa, el novio no quedaba atrás, cha cha cha, baile había y baile habrá! (Intento de rap, perdonarnos Duzer y Loreto, buenos amigos que mencionar, pues ellos saben rapear y con la tontería el verso nos saldrá).
Después de venirnos arriba intentando hacer poesía…hemos decidido que mejor seguimos escribiendo…Nos hicisteis parte de la boda, queda demostrado en la fotografía que nos hicimos con el novio cuando pasó por nuestra mesa como si fuese la de otros invitados más. Despues del sorbete los padrinos se pusieron a leer, si, a leer el periódico del día de su boda enmarcado con todo el cariño para que fuese una bonita sorpresa, lo fue. Pero no solo eso, a las 12 salia un ramo y una canción de cumpleaños feliz pues había que felicitar a la madre de Ana, Encarnita, que se emocionó en todo momento. Ella, y los que estaban a su alrededor.
¿Os pensáis que ya hemos acabado de sorpresas? No, no, no. Tocaba, tal vez, la más especial. El encanto de la familia, Mariela, junto con la mamá de Ana, habían preparado un vídeo donde una bonita redacción sonaba mientras se veían imágenes de los protagonistas de la celebración. Menos mal que Ana estaba sentada, si no, se hubiese parado como al entrar en la ceremonia, pues la emoción, si cabe, era mayor. Hubo palabras preciosas para ambos y buenos deseos para su nueva etapa. Y de ahí al baile ya que había que tranquilizarse de tanta emoción, bueno…tranquilizarse, tranquilizarse, lo que se dice tranquilizarse… no. ¡¡¡¡¡¡Menuda coreografía se marcaron!!!!!!! Primero un baile lento de esos que permiten mirarse con acordes de Sabina en homenaje a su abuelo, luego un » no puedo vivir sin ti..no hay manera…», su canción, y por último…un flash move con montones de amigos y canciones llenas de alegría!.
El photocall tuvo éxito, las polaroid lo tuvieron más, y el cariño de todos destacó sobre todas las cosas.
Gracias pareja, por hacer todo tan fácil, por el inmenso cariño y atención, por haber sido unos novios excepcionales, por vuestra bonita historia y las infinitas sorpresas, por escribirnos al finalizar la boda con esas preciosas palabras y por demostrar al mundo lo que es la complicidad.
Feliz boda, feliz aniversario y feliz luna de miel!!!!! Nos vemos pronto!
03
Este sábado tuvimos nueva boda en Toledo cargada de buenos conocidos. Acordando la hora y preparando todo, nos presentamos en casa de Miguel, el novio, que con tanto cariño nos recibió. Era la hora de comer por lo que encontramos a alguno casi con más hambre que nervios. Fue subir en el ascensor los cuatro, cual «tetris», entrar siguiendo a un perrito muy alegre y encontrarnos con infinidad de familiares que bajaban de la escalera como un río que parecía no tener fin. ¡Eso sí que es saber distribuirse!. Muchos estaban preparados, sobre todo las chicas, y los chicos llegaban con las corbatas como si quemasen, pidiendo ayuda al héroe de la familia, el papá. Debemos confesar,que todos los nudos de la boda los hizo el padre del novio, ¡tenías que haber cobrado! Risas de padres, hermanos y niños que siempre endulzan estos momentos y que nos ayudaron a que el ambiente fuese natural y agradable, como a nosotros nos encanta que sea. Pero sin duda alguna, Tiza es el que mejor posa de toda la familia, sabía a la perfección como sentarse, mirar a cámara y poner su mejor perfil, un gran perro. Los nervios de Miguel se quedaron aparcados por un rato mientras bromeaban con él los cuñados, las hermanas le retocaban la camisa, y los sobrinos se acercaban a abrazarle. La luz entraba en el bonito salón donde el amplio espacio permitía que toda la familia pudiera estar junta, haciéndoles a todos partícipes con cierta algarabía. ¡No podía ser de otra manera!.
Y de un Nº 4 con nombre de ciudad, nos marchamos a casa de la novia, otro 4 con nombre de país. ¿Sería cosa del destino? Parecía que era nuestro día y más después de conocer a Lucky y a Gus, los perros de Elena… ¡porque teníamos mascotas también con esos nombres!. Después de las presentaciones, la novia nos mostró el salón donde todo estaba preparado: los detalles, el impresionante vestido de Pronovias con su amplia cola y su bonita espalda que solo su cariñosa amiga Bárbara, que por cierto nos enseñó nuevos trucos con ese cariño para ayudar a futuras novias, sabía colocar a la perfección. La sonrisa deslumbrante y que no podemos borrar ni con photoshop, la acompañó en todo momento. Las flores inundaban la casa, y no solo del ramo nupcial, si no también de los tres ramos que envió su futuro marido para todas las mujeres de la casa y que la hicieron sentir alguna mariposilla que otra. Su madre, su abuela, sus primas y su mejor amiga la acompañaron mientras se vestía para la ocasión. También las lágrimas de todas ellas mientras se ajustaba cada cremallera, se ponía los zapatos o se subía la liga con la que se casó su madre mientras la atenta mirada del padre y padrino, parecía decirle lo preciosa que estaba. Y cómo no, destacar a la abuela que tan elegante,y sexi, muy sexi, estaba. Tuvimos tiempo de sobra para fotografiarla sola y también acompañada con todos los familiares que fueron llegando. Con el reloj de nuestra parte nos fuimos hacia la iglesia: nuestra querida Santiago el Mayor.
Con el gusto del sol de primavera llegamos cuando aún estaban solo los que no dormían siesta. Poco a poco se fue llenando y mientras los minutos pasaban, aún no veíamos al novio por ninguna parte!!!. Al poco tiempo bajó del coche cual protagonista de película y ovacionado por todos, así que ya solo quedaba esperar a Elena. Ella entró sonriente y con una dulce música clásica que emocionó… ¡sobre todo a Miguel!. Fue un momento precioso y una de las entradas más emotivas que hemos visto. La ceremonia fue sencilla y con palabras muy cercanas y juveniles. Se les veía cómplices y muy contentos, en muy poco tiempo ya eran marido y mujer. La salida fue un gran vendaval de pompas de jabón, pétalos y por supuesto… ARROZ, nuestro querido y maravilloso arroz que luego encontramos en rincones que no sabíamos ni que existían, eso sí, esta vez no nos cerraron dentro y no pasaron la aspiradora, como en bodas anteriores.
No había tiempo que perder y tras disfrutar de los abrazos y felicitaciones de los suyos, hicimos nuestro paseo desde Zocodover hasta la Catedral. Toledo no defraudó y, con sus calles llenas de gente que se sorprendía y les felicitaba, nos regaló preciosos momentos de esos de «darse amor» y mirarse bonito. Reflejos secretos, pequeños rincones y detalles para recordar mientras la gente seguía y seguía felicitándoles, ¡incluso los niños!.
Después continuamos al siguiente punto de encuentro pero no quisimos desvelar la sorpresa que una hermana y una amiga les tenían preparados… y era tan adorable… Gus, el perro de ambos, volvía a estar presente: les esperaba trajeado y emocionado en el Puente de San Martín para hacer el loco con ellos en un corto paseo pero ¡inmortalizado para siempre!. Gracias chicas.
Ya en el Cigarral del Ángel Custodio empezaba el relax de saberse casados y era momento de disfrutar de los suyos y del siempre impresionante cigarral. Al aire libre, con una temperatura envidiable, no pararon de moverse, hablar con todos y hacerse decenas de fotos para que tuviesen un recuerdo. Risas, y una interminable lista de familiares que nos sacaron carcajadas y que el vídeo captó desde su posición privilegiada. Los invitados querían estar con ellos y ellos no faltaron pues …¡estuvieron con todos hasta caer el sol!. Poco a poco el jardín se fue vaciando y el momento de empezar a cenar llegó. Comida deliciosa, un ambiente íntimo y agradable, y buena compañía… ¡así es muy fácil!. Gracias chicos por hacernos partícipes
Los detalles sucedieron a lo largo de toda la cena, un discurso divertido y lleno de sentimiento de los hermanos del novio, así como uno lleno de emoción de la impactante hermana de la novia. Los novios también hicieron algo para el recuerdo de todos sus invitados, un bonito vídeo de fotos y agradecimiento. Pero no fue el único ; ¿Qué tres virtudes? ; Una anécdota con los novios; No pueden estar sin… esos fueron alguno de los titulares a los que respondió familia y amigos para hacer la noche todavía más mágica. Los cumpleaños también estuvieron presentes, las parejas con intención de casarse tuvieron regalito, y cómo no, los miembros de la mesa principal también disfrutaron de romper envoltorio. Tuvieron para todos, sin duda.
El baile no paró, los corros, las congas, las coreografías imposibles de esos primos a los que tenemos enchufe… era inevitable que no se nos escapase algún pasito a nosotras también. Bonito baile,bonita música y bonitas luces de la mano de Divinevents , y bonitas sonrisas que nos dejasteis.
Por querer que fuésemos nosotros quién dejase inmortalizado vuestro día, por vuestra sencillez y bondad, y por cuidarnos como uno más… ¡GRACIAS! porque es la mejor forma de hacernos felices. Os deseamos lo mejor, pareja.
24
Toda la semana pensando en el sábado y, por suerte, por la mañana nos alegramos de que la lluvia que predecía el hombre del tiempo diera tregua a Manu y a Laura. Nosotras empezamos con nuestro rutinario «preparados, listos, ya»: traslados en coche y puesta a punto de cámaras y provisiones varias, bromas, alarmas y direcciones en mano. Y con todo ello nos fuimos a ver a Laura.
Al llegar a casa, ella aún no estaba pero sí sus padres, sus hermanas, Nico y la entrañable abuela Juana. ¿Alguna vez os hemos dicho que nos enternecen los abuelos? Son únicos. Entre preparativos, maquillajes de la mano de Mónica Dávila y una música muy marchosa, empezamos por los detalles que nos esperaban en toda la casa. En la última habitación se encontraba ese maravilloso y espectacular vestido de Vicky Martín Berrocal que aunque no llevaba bata de cola sí tenía una espalda de encaje que quitaba el hipo. Además, un bonito detalle que hacía homenaje a las amigas: un lacito de lunares que todas llevaban en algún lugar escondido. Homenaje también a ese aire flamenco que se respiraba en la casa. Al lado, unos zapatos azules, de tacón alto… y de Santino, la mejor elección para aquel vestido. Un conjunto impresionante. El timbre sonó y no podía ser de otra manera, ¡era la novia! Hora de maquillarse mientras finalizaban con Silvia, una de sus bonitas hermanas. El tiempo corría mientra apretaba el sol en el ventanal del salón, y aunque alguna ilusa creyó que el reloj estaba adelantado… ¡no!. Todo se retrasó así que esas prisas de las que nos deshicimos llegando tempranito, ¡volvían a la carga!. Unas cuantas fotos a esos eternos botones y a correr porque teníamos una cita ineludible.
Nos dirigimos a la iglesia de Santiago el Mayor dónde esperaba todos con una violinista, un piano y una hermosa voz. Hortensias perfectas, invitados nerviosos y unos niños de arras que debilitaban. Después de una ceremonia sencilla y las palabras del párroco, amigo personal de a familia, tocaba el arroz. Al principio no se atrevían a salir pero no había puerta de emergencia y acabaron riendo mientras les gritaban fuerte ¡qué vivan los novios!. A la salida esperaba un bonito coche clásico que pisaba asfalto debajo de un sol de justicia. En el puente de San Martín hizo un parón para inmortalizar, entre otras cosas, la flexibilidad de la espalda de la novia… ¡vaya besos de película!.
El cóctel, en el Cigarral de las Mercedes, tenía un encanto de cuento con árboles, piscina y Toledo de fondo ¿qué más se puede pedir?. Pues, por supuesto, un montón de fotos con los invitados que no paraban de dejarse caer por el improvisado photocall «made in Toledo». Besos, risas y montones amigos que nos hicieron pasar un rato entrañable. Poco a poco fueron quedándose solos para hacer el paseo hacia el banquete e inaugurarlo con un brindis y aplausos entusiastas. También nosotros pudimos disfrutarlo ¡muchas gracias Laura y Manu!.
Después de un rato agradable en compañía de los suyos, llegó el momento de la tarta. Una tarta de bizcocho, crema y fresas coronada por unas figuritas de ellos …¡de Lego!. Esta vez no se oía un «qué se besen» típico, esta vez añadían…»de tornillo», así que una vez más vimos esos besos de película especialidad de Manu. Sin embargo no era eso lo que nos rondaba la cabeza: teníamos un reto. Y no uno cualquiera, si no uno de Manu … la imagen final de la película de El Resplandor. Casi nada ¿eh?. Pero como nos encantan los retos, buscamos en momento y lugar perfectos entre bailes en la discoteca, fotos multitudinarias por aquí, saludos a cámara por allá… y fue después de lanzar el ramo cuando pudimos con toda la logística… ¡CLICCCCCC! y ¡Hechoooo!.
La gente se lo pasaba bien y nosotros lo notábamos. Nos fuimos de allí con risas y el equipo feliz. Muchas gracias por confiar en nuestro trabajo, ¡ha sido un placer estar allí!.









