Toledo

Tan guapos que no parecen humanos

De todos los días de la semana, decían que el más caluroso iba a ser el sábado y, aunque el sol brillaba con fuerza, pudimos aguantarlo hasta el final. Tal vez fue por la alegría, los nervios silenciosos y la emoción de aquel día.

Después de pararnos a comer algo para que no nos rugiera el estomago, fuimos a casa del novio, Mario. Cuando llegamos, ya tenía la sonrisa puesta como complemento y lo no sabemos es si en algún momento la pierde. En la suite de nuestro querido Cigarral del Bosque estaban también sus padres y su hermana Tere que nos dejó la frase del día «estás tan guapo que no pareces humano» y es cierto, ya sin vestir tenía luz.

Primero hicimos fotos al traje y a los detalles del novio. Probablemente uno de los más ingeniosos que hemos visto a lo largo de los años, fueron los gemelos de Tesla. Un guiño a su profesión de ingeniero y que pasó de broma a realidad. No pudimos reírnos más, ¡menudo novio original teníamos! A medida que se iba vistiendo, empezaba a oler a boda y aunque parecía que no estaba nervioso…nosotras no nos lo creíamos del todo. Estaba perfecto, tirantes, corbata azul y sus imprescindibles de belleza. Por eso no quería hacer nada que le estropease el traje y aún así… ¡se atrevió a volar en la cama! Si es que con novios así, da gusto.

Después de unas bromas, jugar con los reflejos y disfrutar de las maravillosas vistas de la terraza, hicimos algunas fotos familiares. Al principio a su papá no le hacían mucha gracia, pero al final resultó ser un buen acompañante mientras ayudaba con la chaqueta. A las dos mujeres de la familia que estaban allí, tampoco se les daba nada mal y le echaron una mano con tirantes y gemelos. La luz, las bromas y esa tranquilidad sólo nos invitaba a llenar más tarjetas pero tras despedirnos con las fotos del pasillo y un selfie, cambiamos de rumbo.

Poco después, y mientras recordábamos antiguos buenos momentos, llegamos con mucha ilusión a casa de Coco. Y menuda casa bonita, grande y sobre todo… ¡llena de vida! Allí se encontraban tres de los dieciséis sobrinos que tiene la pareja. Tres niños preciosos, Luis, Lucas y Leo, que se encargaban de poner diversión a aquel momento. También estaban sus hermanas, su cuñado y sus padres.Todos nos trataron estupendamente y nos alimentaron con ricas albóndigas, pisto y queso. ¡Menuda suerte! Gracias familia.

Cuando entramos al salón, nos encontramos a la novia con Cristina, la otra hermana del novio, que maquilla a todas las novias de la familia. Nadie lo hace mejor y con más cariño que ella. Coco parecía una actriz famosa, una modelo o una princesa de Disney. No sabemos exactamente qué, solo sabemos que estaba realmente bonita. Mientras daban los últimos retoques al maquillaje y nosotras comíamos disimuladamente las albóndigas, nos pusimos con los detalles. Esta vez no había nada de Tesla, pero un impresionante vestido blanco, sencillo y con finos adornos no necesitaba muchos más complementos. 

Tras colgarlo en una de las lámparas del salón, dimos rienda suelta y disfrutamos. Entre toma y toma aparecía alguno de los sobrinos para alegrarnos y seguidamente algún adulto intentando localizarlos… ¡menudos terremotos! Nos encanta la naturalidad y allí había a raudales. Pronto veías un juguete en el sofá que a la novia comiendo plátano y pisto. Nunca hemos hecho fotos a la novia comiendo, pero es que a Coco le quedaba hasta bien. Aprovechamos cada momento y el resultado fue estupendo. También nos encontramos con un impresionante Jeep decorado para la ocasión donde los peques disfrutaban como auténticos aventureros, los peques y Coco para que nos vamos a engañar.

Las manecillas del reloj seguían girando, así que la novia y el resto de familia tenían que empezar a vestirse. Entre ellos los niños de la casa que iban como un pincel. Cuando le tocó a la protagonista, tuvimos anécdotas sexis que realzaban la figura, y un camisón que pasó de generación en generación. El proceso de transformación oficial en la novia se iba dando. Su madre le ayudó a vestirse y los tres peques a ponerse, con grandes esfuerzos, los zapatos. Ya estaba casi lista, sólo le faltaban los pendientes y ese fue el momento perfecto para unir a las tres hermanas. Unas fotos familiares… ¡y a correr, que no llegamos a la ceremonia!

Llegando a San Juan de los Reyes tuvimos la inmensa suerte de encontrar aparcamiento en la puerta. Para envidia de algunos como nuestros queridos novios Marta y Jaime. También coincidimos con la llegada flamante del novio, así que aprovechamos para hacer algunas fotos de los encuentros familiares y el ambiente que empezaba a crearse. La iglesia, siempre impresionante, estaba engalanada para la ocasión. Allí ya esperaban los más madrugadores y los músicos. De repente, rugiendo en el jeep junto a su cuñado Luis y al ritmo de «Grandson blood water», llegaba la novia levantando los brazos en señal de alegría. Todos los que se quedaron fuera esperando su llegada, la saludaron a gritos. El novio ya sabía que su futura mujer había llegado.

La ceremonia se hizo corta, eso sí, los abanicos no faltaron. Allí nos encontramos a nuestros queridos Manolos, Irene, Juanfer, Maripaz, Isa, Nacho, Pepe, Javi, Isma, Cris…y nuestra debilidad Ani, entre otros, pues la familia es incontable. La emoción no faltó en aquella ceremonia y algún tirón de orejas del párroco tampoco. Miradas, sonrisas y emoción, pues la música en directo ponía los pelos de punta. El sol les esperaba en la salida, así como los abrazos y los piropos de su gente. Besos, alguna lágrima de emoción y gritos de alegría fueron protagonistas nada mas salir. El reloj corría y por eso nos fuimos hacia el Claustro corriendo… y ¡menos mal! Porque pudimos pasar justo a tiempo.

Recorrimos los pasillos parando casi en cada ventanal y no había un momento donde estuvieran serios.Ellos siempre tienen esa química especial, pero ese día estaban radiantes y no hicieron falta más que unos besos bajo esa bonita luz para inmortalizar el momento.
Cuando llegamos a nuestro sitio secreto dimos un bonito paseo bajo el sol, que pese a ser intenso, nos permitió hacer fotos preciosas con Toledo de fondo y algunos arrumacos cariñosos. Los tacones no fueron un impedimento para subir donde hiciese falta y tener las mejores vistas. Tras unas cuantas anécdotas sobre fantasmas y un momento fan del jeep, nos dirigimos hacia el cóctel.

En el Cigarral El Bosque esperaba todo el mundo emocionado y ansioso por ver a los novios. Les recibieron entre los aplausos y abrazos de todos los sobrinos. Los pinchos no faltaron, tampoco el agua fría que tanto necesitábamos. Allí disfrutaron de su gente, de momentos de risas y ya con más tranquilidad hicimos las fotos familiares y de amigos, que no podían faltar. La entrada y el brindis dieron el pistoletazo de salida a lo que prometía ser una gran cena y no defraudó. Estuvo llena de cariño, de sorpresas como los ramos, los regalitos y un vídeo precioso con el sello de su cuñada Valle, donde evidentemente, la emoción y las risas no faltaron. Todo el mundo deseaba que llegase el momento de la discoteca y es que tenían una sorpresa muy especial… ¡¡música en directo!!

Que gran empiece el de la discoteca: bajo, batería y guitarra ¡Menudos cracks! La canción del baile de los novios la cantó su sobrina, haciendo del momento algo para recordar. También el novio sorprendió con una canción dedicada a su mujer y a partir de ahí la noche se arrancó y poco vimos a Manolo, nuestro cantante favorito coger el micro. Los amigos se animaron a un bombardeo, las amigas no se quedaron atrás y en la pista de baile no cabía un alfiler. Ya cuando nos íbamos, vimos de fondo que también iba a salir la hermana de Coco. Al final, quizás se animaran hasta los camareros. ¡Menuda fiesta y menudos buenos músicos!

Decíais que estábamos siempre pendientes, pero en realidad somos nosotras las que estamos agradecidas. Mario, Coco y familia, gracias por mirar más allá y tratarnos con esa dulzura y ese respeto. Por vuestras infinitas sonrisas, por ser tan atentos y por confiar en nosotras para inmortalizar ese día. ¡Os deseamos toda la felicidad del mundo!

Monreal, Londres y Toledo

No es un día cualquiera aquel en el que se casa uno de tus mejores amigos. 

Abril llevaba unas semanas de un mal tiempo infinito. La lluvia y el frío habían traído días tristes que se nos acercaban peligrosamente. Todo cambió dos días antes y el fin de semana no pudo lucirles mejor.

Cuando llegamos a casa de Pablo, el novio, el sol fuerte del mediodía toledano adornaba las calles y olía a primavera. Había mucha emoción no solo por parte de los implicandos, pues remorar recuerdos y ver fotos antiguas de cuando eramos pequeños en su cuarto daba vértigo. Sentirle cerca… era un regalo. El visor de la cámara solo veía un chico alegre y tranquilo rodeado de su familia: su padre, el que ponía el punto divertido; su hermano, el fiel compañero; y su madre, madrina emocionada.

La luz y el ambiente no podía venirnos mejor. Pablo se casaba y, en pocas semanas, ¡su hermano también! Tremenda coincidencia y una buena forma de practicar, viéndolo por otro lado. Entre risas y con la ayuda del novio, fuimos captando detalles. Sus gemelos, tanto los que se pondría cómo otros con los que suena una banda sonora. También el curioso portalianzas que tan bien indicaba el camino. Sus zapatos, traje, reloj, corbata… no le faltaba detalle cuando empezó a vestirse. Entre todos le ayudaron y entre palmaditas, pronto estuvo listo para la acción. Con los tirantes eso sí, bien tirantes claro. Después ya todo fue rodado y entre foto y foto, algún posado nos regalaron. La práctica hace al maestro. 

Poco después, llegábamos al Cigarral El Bosque, punto de encuentro de nuestra novia, Aroa. Al entrar, los allí presentes nos recibieron con un «¿aún más fotógrafos?» y es que parte del equipo ya esta allí, poniéndose en situación. 

Lo primero que vimos fue el vestido. Colgaba al final del pasillo, desde prácticamente el techo, por lo que dio la nota cómica cada vez que decían: «¡cuidado! ¡el maquillaje contra la pared!». Después, ya sí pudimos disfrutar de la novia junto a su familia mientras la maquillaban. Llevaba un nuevo camisón con cierta historia y no sabemos si era por el día, la luz o su alegría pero ella ya estaba radiante. Compartiendo bromas con su madre, sus hermanos, su padre… y no solo en la habitación, también se comunicaban entre terrazas y por el pasillo. Mientras, sonaba un «quién teme al Pablo feroz» con cierta guasa… ¡lo que nos gustan las gamberradas no lo sabe nadie!

Pasaban los minutos y cuando estuvo maquillada, llegó el momento de vestirse. Siguiendo las instrucciones, fueron subiendo capas, abrochando cierres y abotonando su bonita espalda con todo el cariño. No fue fácil, pero el resultado mereció la pena. Los zapatos, los pendientes y el velo rosado le dieron el broche final.

La amplia habitación se había quedado pequeña por el jaleo que se había acabado formando. Los familiares llegaban y salían, dando el ambiente festivo que requería un día como aquel. Tras unas fotos de familia y otras suyas que nos maravillaron, salimos con destino a la iglesia. Llegaba el momento que todos esperaban.

Nuestra querida Iglesia de Santiago el Mayor es ya para nosotros tan conocida como cercana, un escenario ideal para un momento tan importante. Junto a su puerta ya esperaban los primeros invitados, así como Pablo y su familia. Dentro aún había silencio y una tenue luz que fue cambiando conforme pasaban los minutos. 

Fuera también la cosa se fue animando, más aún con la llegada de la baturra aragonesa para cantar a pleno pulmón, dejando a todos perplejos y con una sonrisa por sus ocurrentes estrofas.

La llegada de Aroa junto a su padre revolucionó el ambiente y la entrada hasta el altar dejó un reguero de sus piros a su paso. Y no hacía falta más que ver cómo la miraba Pablo, a duras penas conteniendo la emoción, para hacer de esos segundos un recuerdo imborrable que estamos seguros que guardarán con cariño.

La ceremonia tuvo un matiz especial y es que las palabras del párroco iban acompañadas también por el poder de las impresionantes jotas, un canto diferente y que ambientó singularmente la boda. Lecturas de personas importantes para ellos, momentos de respeto y un sí quiero con miradas cómplices que encerraban una promesa perpetua.

La salida de la iglesia se hizo esperar pero los invitados estaban preparados para lanzarles en forma de confeti y color sus buenos deseos a grandes puñados. Ya eran marido y mujer, y los abrazos que recibieron sellaron el comienzo de su nueva vida.

Antes de llegar al banquete, hicimos una parada en nuestro sitio secreto, o no tan secreto por lo visto. Paseando por el campo, la pareja no dejaba de recibir felicitaciones, piropos y miradas en una zona que, en cualquier otro momento, está casi desierta. Continuamos hasta el final, para disfrutar del mejor telón de fondo para cualquier beso: la estampa de Toledo desde arriba. Fue breve pero intenso y hasta tuvieron cierto público, aunque tuvieron tiempo de achucharse y hasta practicar el posterior baile.

Disfrutando del coche deportivo por las curvas de la ciudad, llegamos juntos y puntuales al Cigarral Hierbabuena para arrancar el cóctel. Ellos no se lo querían perder y los invitados tampoco: fue empezar a sonar la melodía de Juego de Tronos de ese grupo en directo, y aparecer tan sonrientes de la mano. Dicen que después de eso pasaron muchas horas hasta que estuvieron solos dos minutos. Canapé por aquí, saludo por allá… y entre cerveza y refresco, hacíamos fotos con familiares y disfrutábamos grabando el buen rollo que no dejó de estar presente.

La cena empezó con música, servilletas al aire y regalitos con mensaje para algunos buenos amigos. Continuó con el buen rollo con el que había transcurrido y los más fiesteros no pararon de pedir besos y cantar a pleno pulmón. Hubo más regalos: a los siguientes en pasar por bicaría, cuñada y hermano de Pablo, un ramo especial para la emocionada abuela y hasta un postre de cumpleaños. Los novios tenían todo bien organizado pero… ellos también recibieron varias sorpresas que no tenían previstas. La primera, dos fofuchas muy acertadas así como un vídeo de amigos donde sacaban a relucir los momentos más entrañables y alguno vergonzoso. No faltaron las risas, las miradas de melancolía de viejos recuerdos y la sensación de haber recorrido un bonito camino hasta hoy. 

De lo que pasó después ya muchos ni se acuerdan aunque… parece ser que hubo un grupo caracterizado que apareció con coreografía incluída en medio de la pista. Otros comentan que pudieron ver a los novios disfrazados y bebiendo vino de una bota. Nada de todo eso podemos afirmarlo con rotundidad. Lo que sí podemos asegurar es que la noche siguió a toda máquina y que nosotros nos fuimos muy felices de haber estado allí.
Gracias por la cercanía y por hacer de cada minuto, una aventura.
¡No paréis de bailar!

Gracias…gracias por elegirnos, por confiar en nosotros, por compartir un día tan precioso. Gracias a las familias de los novios por vuestro cariño, a mis grandes amigos, los de siempre, ; Mi vecino querido y Celtia, maravillosa por cierto, Diegui y Lorena con la que compartí y seguiré compartiendo profundas conversaciones, las que nunca fallan, las que dan sentido Lucía, Loreto, e Isa, mis repis queridos, y el que mejor perrea de la boda, Fer. Gracias a vosotros también por estos bonitos recuerdos. Y gracias al resto Alex, Diego, Ali, Javi, Adri, Iván, Kike, Arturo, Jorge, Juancar, etc …por hacer que todo quede en familia. Fue un día para no olvidar. Pareja, se os quiere. QUE SEAIS MUY FELICES!!!!!! (Y que el resto sigamos al lado)

Bailar vuestra cancion vosotros debeis

Llegamos al Cigarral del Bosque a primera hora de la tarde con la compañía de un calor toledano de esos que no te esperas en septiembre. Todo estaba preparado para disfrutar y los jardines exteriores iban a tener un protagonismo envidiable.

La primera parada fue la habitación del novio. Jesús aún no estaba listo, pero mejor porque así pudimos estar con él mientras su amigo y peluquero, le peinaba. Y es que… ¿por qué tiene que ser coqueta solo la chica? Entre risas y laca, estuvo como un pincel rápidamente. Mientras, nosotros danzábamos por la habitación haciendo fotos de sus detalles, del traje, de los zapatos… y sobre todo de sus gemelos, esos tan personales de Darth Vader que nos encantaron y que dieron algún quebradero de cabeza al ponerse.

El teléfono no paraba de sonar y, a pesar de estar en petit comité, los nervios de los invitados calaban en Jesús poco a poco por la línea telefónica. Camisa, pantalones y accesorio a accesorio fue vistiéndose y colocándose algunos regalos con significado que le acompañarían durante todo el día. Fue sencillo y fácil hacerle fotos con su traje azul marino, su mirada a juego y esa pose elegante. ¡Transmitía buen rollo y no habíamos hecho más que comenzar!

Después nos acercamos a la suite donde nos esperaba Marta… ¡ya completamente preparada! Y es que nada más entrar, la encontramos de pie a contraluz al lado de la ventana… y fue un flechazo. Allí estaban también sus padres y su hermana, una familia a la que tenemos mucho cariño.Todos listos para el gran momento y los nervios ya estaban haciendo acto de presencia. A algunos les alteraban y a Marta… le daba por reír. ¡Y qué bien nos venía!

Le hicimos fotos a montones porque para ella la fiesta ya había empezado. Los pendientes por aquí, sus atrevidos zapatos rojos por allá, un poquito de perfume… y ya solo nos restaba hacerle fotos junto a sus acompañantes. No tuvimos que tirar de ningún truco pues ella misma los hacía reír o llorar, según el caso. Se notaba en las miradas la emoción y el cariño, lo más importante en esos momentos. Ella estaba radiante con su vestido entallado, su peinado de princesa Leia y una sonrisa enorme que ningún ramo podría tapar. Esa imagen despidiéndonos cálidamente de nuevo junto a la ventana, nos la llevamos en la memoria.

El tiempo corría pero nosotros estábamos en racha. Por eso al salir del hotel, encontramos en la puerta a Jesús con su familia junto al coche clásico descapotable que le llevaría a él y a la madrina hasta la iglesia. Era una sorpresa de sus amigos que sabían que le haría ilusión. ¿Y hay algo más agradable que un paseo al aire libre? Por como disfrutaron ellos del recorrido, seguro que no.

La ceremonia fue sencilla, llenas de miradas cómplices, y en un rincón mágico de Toledo, la ermita del Valle. La entrada fue triunfal, los invitados esperaban fuera, impacientes por recibirles. La novia apareció preciosa y cómo no, sonriente, porque eso es lo que primó durante toda la boda, la sonrisa. Allí estaban «viejos conocidos» a los que tenemos gran cariño, Javi, Maria A…emocionados y deseosos de abrazar a la novia. El novio mientras tanto, esperaba impaciente a que su «princesa Leia» llegase. Las vistas eran espectaculares, el ambiente contaba con la coral en la que cantaba el papá de la novia y que nos puso los «pelos de punta» porque no podemos decirlo de otra manera.Mientras la música en directo sonaba, el sacerdote preparaba un discurso seguramente con un cariño especial pues era ex profe de Jesús. Todo quedaba en familia. Hubo gestos de cariño continuos, lecturas de sus más cercanos y sin llorar… ¡cómo quería Marta! Después de hacer fotos en el altar con su querida Virgen del Valle, tocaba la lluvia de arroz, confeti, billetes… ¡Menudo momento! Todo rodeado de muchísimos amigos y bastante familia celebrando aquel «sí quiero». El atardecer y los rayos de sol acompañaron la salida mágica en la que ya eran marido y mujer y las sonrisas no se iban en ningún momento.

Tras el cariño de todo el mundo, tocaba hacer fotografías de ellos y de sus familias que bromeaban en aquella terraza interior de la ermita y con vistas hacía la ciudad imperial.
Después subimos a nuestro sitio no tan secreto para ver Toledo desde arriba y allí continuaron las miradas, la locura de Marta y la calma de Jesús que se complementaba perfectamente. Una pareja tal para cuál. Y cómo se dice ahora… transmitían «una vibra muy buena».
¿Han Solo y la Princesa Leia?

El cóctel les esperaba, pero antes de entrar Marta se cambió de zapatos y se puso unas zapatillas de cómic con lazos rojos para ir más cómoda. Algo que encantó a todos los invitados. El cóctel tenía una magia especial, como de otra galaxia… decoración de libros de firmas, fotos polaroid y pomperos para grandes y pequeños. Fue el momento para hacer algunas fotos de grupos y charlar con los invitados tranquilamente, ya sin nervios, pero con unas ganas de aprovechar la noche…
Bajó la temperatura, refrescos y cervezas para todos, comida deliciosa… algo que nos sentó fenomenal. ¡¡¡Mil gracias por estar tan atentos de nosotros!!!

Después pasamos al jardín donde, entre luces suspendidas, estaba preparada la cena. La noche no podía ser más agradable y todo indicaba que sería una velada de lo más relajada, pero allí no paró nadie. Y es que fue una auténtica locura que empezó con el brindis menos protocolario de la historia y continuó durante la cena, todo milimétricamente orquestado por la pareja y la organización del Cigarral. A cada momento, la música de fondo subía y eso significaba que algo se avecinaba… Ya fueran regalos de los novios, sorpresas de los invitados o los bailes por mesas. Y es que, cada vez que se sonaba la canción temática de cada mesa, debían levantarse y bailarla con alegría. Cada uno a su modo, cada cual con su coreografía y siempre haciendo partícipe al resto de invitados, tanto, que pronto aquello se convirtió en un flash move continuo sin principio ni final, congas entre los manteles y las servilletas volando. Puede decirse que cenar fue lo de menos.

Tras la cena, si se puede llamar así, pusieron un video emotivo y que saco más de una carcajada donde aparecieron familiares y amigos. Después el baile especial, como no podía ser de otra manera… mitad romántico, mitad movidito, original, sin duda.
María, la hermana de la novia, que por cierto iba preciosa, leyó unas palabras y eso abrió la fiesta; luces, chuches, copas y unas cuantas fotos instantáneas ¡ No faltó de nada!

Muchísimas gracias a todos; A vosotros pareja por hacer que cada minuto de vuestra boda fuese una verdadera fiesta, a las familias por estar tan pendiente de nosotros y a los amigos por tratarnos tan bien. Gracias por hacer de vuestra boda una celebración especial en la que pudimos disfrutar y sonreír a vuestro lado. Es el mejor regalo que nos pudisteis hacer; ser vosotros mismos.

Sed muy felices y…¡qué la fuerza os acompañe!

Te quiero, te quiero, y es que te quiero

Aún que llega tarde, por fin podemos hacer el blog tranquilamente y con el cariño que merece esta pareja, qué decir pareja, esta familia…Todo apuntaba a que iba a ser una boda de lo más sencilla pero la emoción, el cariño, el amor..estuvieron presente a cada instante y en cada miembro de esta preciosa celebración.

El verano por fin estaba haciendo su aparición y el sábado pasado pintaba de aúpa. Cielo azul, altas temperaturas y un largo día soleado por delante que derrotaban a los «radiolos» ( la novia nos entiende. ).

Solemos perdernos hasta por nuestras casas (para qué mentir), así que íbamos a tener que esforzarnos en encontrar la finca en la que se celebraba todo el evento. Un rinconcito oculto rodeado de olivares. Por suerte y desde la misma zona del valle, nuestros previsores novios habían preparado unas indicaciones personalizadas en puntos clave del recorrido, por lo que solo tuvimos que seguirlas. «Boda» por aquí «boda» por allá. No sabemos si fuimos las únicas, pero ¡qué útiles nos fueron!. Hablando de todas las pequeñas cosas de las que queríamos estar pendientes, sin darnos cuenta, habíamos dejado atrás la ciudad imperial. Mientras recorríamos el sendero que atravesaba la zona agreste al norte de Toledo, contemplábamos las diferentes casas que iban apareciendo… a cada cual más espectacular. Ya llegando al quinto pino, casi literal, y precedidos por algún invitado despistado, al final de un camino de tierra, el encantador Cigarral del Pintor nos esperaba con las puertas abiertas.

Nada más llegar vimos a lo lejos a Juan Fer, el novio al que no se le borraba la sonrisa ni un instante, estaba con una pequeña mujer, sí, pero no era la novia, era otra protagonista del evento..Ana! Su linda princesa de ojos intensos, la mejor creación de la pareja, sin duda.
Ambos novios iban a prepararse rodeados de su familia en el mismo lugar… y eso siempre da más vidilla al asunto. Así que subimos en busca de la novia que se encontraba en la habitación Greco. Dentro estaba su tía, con la que ya hemos coincidido en otras ocasiones y que sin duda es una mano fundamental en esos momentos, por supuesto, su mamá, atenta y sonriente pues su niña se casaba. Su hermana y su querida prima Cristi, no podían faltar en esos momentos y pusieron el punto cómplice en los preparativos.
Mientras la música relajante parecía hacer efecto, nosotras robamos los vestidos de la madre y la hija y nos lo llevamos al impresionante salón, el mejor lugar para vestirse.

Mientras tanto… en la habitación Picasso se encontraba el novio con sus padres, allí aguardaban nervios, trajes con estilo y como ya hemos dicho, un novio sonriente.
Lo mejor de esta boda es que se iban a reencontrar antes de casarse! Un momento que ya hemos vivido en otras ocasiones y que es único.
Nos faltaba la sintonia de 007, porque hicimos todo lo posible para que no se encontraran los novios por los pasillos!
Irene, la novia, se vistió rápida y emocionada, acompañada de su madre, su hermana, su cuñada y su tía, deseando reencontrarse con su futuro marido. Risas, botones infinitos, zapatos rojos, prisas, emoción, entradas, salidas, invitados… todo en cuestión de segundos. El novio se vistió más tranquilo y sus hermanas pudieron ayudarle a quedar perfecto. Pese a los nervios y el minutero sin deternerse, no le faltó detalle y pidió una botella de vino blanco para brindar con su futura mujer.

Se encontraron en el regio salón donde crearon un mundo en el que sólo estaban ellos, en el que no había nadie, no ocurría más que su mirada flotando en el aire, los ruidos, las prisas, la gente…todo desaparecío tras sentirse el uno al otro mientras tenían los ojos cerrados. Te quiero, te quiero y es que te quiero se oía. Ella con su vestido corto, y su color rojo por bandera, pin up, rockera. Él con traje en tonos azules y detalles rojos también, como esos calcetines tan atrevidos, tan personales. Hechos el uno para el otro, no cabe duda. El humor y los brindis tampoco faltaron. Las felicitaciones, las miradas de sorpresa de una madre del novio emocionada, de un padre de la novia que cualquiera desearía tener, también hicieron que el momento fuese más mágico todavía.

Ana no podía faltar, ella también se tenía que vestir y preparar con sus zapatitos rojos como mamá, y su vestido de princesita. Ya con ellos tres a solas, aprovechamos para hacer unas cuantas fotos, todas ellas con Ani revoloteando, ese pequeño terremoto de preciosos ojos azules y sonrisa traviesa que parecía una muñequita. Fueron unos minutos divertidos que nos quedamos guardados. Estaban tan alegres que… ¡hasta saludaron desde la terraza de sorpresa!Lo querían así y era su día.

El patio trasero, ya totalmente preparado, estaba repleto de gente. El altar ocupaba el final de una alfombra roja con pétalos y con vistas a la campiña. Las sillas blancas ocupadas, los pai pais moviéndose y las flores decoraban cada rincón. Cuando la música empezó a sonar, los protagonistas llegaron bailando con su hija… ¿qué mejor forma de empezar?

La ceremonia fue oficiada por el hermano de Irene, Manolito, #fannumero1 y una de las hermanas de Juanfer,Fabiola, según fueron hablando, comprobamos que los conocían bien. El sol iluminaba todo, tanto, que las sombrillas de mano, no os imaginéis sombrillas de playa por favor, predominaron en el altar. Mientras los maestros de ceremonia nos enseñaban algo de historia…se animaron infinidad de invitados a dedicarles unas palabras; El primo mayor de Irene ( de la inmensa familia Salinero #ponunsalineroentuvida ),su hermana Isa que mostró un vínculo inseparable, su amiga Virginia que emocionó a la novia, los perdiceros, amigos de Juan Fer que pusieron el punto divertido a la ceremonia, sus hermanas a cuál más dulce, (deben ser los ojos azules…) todo el mundo estaba dispuesto a recordar, a sonreír, a emocionarse. Pero lo más especial, fue una carta que «escribió» Ana a sus papás y que leyó el abuelo Manolo para emocionarnos a todos.
La salida estuvo rodeada de pompas de jabón, gritos de viva los novios, y una familia sonriente.

El cóctel fue un momento para disfrutar de los puestos tan especiales que habían preparado los novios, el qué más, el de nuestra querida «Vega» con aceitunas, horchata, limón granizado… aunque no podía faltar el jamón, el queso, y hasta sushi! Fue el momento para hacer fotos con la familia y los amigos, eran muchos, no fue fácil..menos mal que la novia se desenvolvió con el micro. Además, tuvimos que hacer la foto de la familia Salinero, nos tuvimos que subir a la terraza porque no había manera, poco más y alquilamos un helicóptero! Estamos convencidas de que media población de Toledo son Salinero. También hacemos mención especial a Marina, a Cristina y a Alberto que nos deleitaron con una preciosa niña que tuvimos la suerte de conocer en la tripita de su mamá. Nos encantó estar con vosotros familia!
A esto se suma que, probablemente, se diese uno de los momentos que más recordarán los novios, los tres tumbados en el césped y, una vez más, siendo únicos.

Después, la cena junto a la piscina y la fuente fue una delicia. Ambos hicieron un brindis alegre con sus copas especiales, regalo de la familia del novio. Fue un momento muy bailongo que sacó más de una carcajada. Acompañó la temperatura y la comida, de la que tuvimos también la suerte de disfrutar, ¡graciassss!. Así que, ¿qué más se puede pedir? Pues hubo más, mucho más y es que ya en el café, se extendió la lona y proyectaron un vídeo de ambos. De su infancia, su vida y su niña. Un precioso detalle de las hermanas del novio que disfrutaron juntos.

Tras relajarse y coger fuerzas, en el bajo de la casa las luces y la música animaron el ambiente. La fiesta les sirvió a algunos para disfrazarse, a otros para dar cuenta de la barra libre y al resto para mover las caderas. Al rato hicieron un parón para seguir con el especial concierto que el hermano de Irene, su primo y sus compañeros les tenían preparado.

No nos cabe duda que esa veitena de canciones versionadas contenían el cariño más sincero. Fue la guinda al pastel más rockero. En serio, fue un concierto con MAYÚSCULAS y es que lo dieron todo. Se animó la novia a cantar, su amiga Virginia, Juanfer, los amigos del novio que cogieron el relevo… madre mía! Poco más y cantamos nosotras!
La gente saltando, gritando y todo en una primerísima fila totalmente entregada.
Y después de presenciar semejante despliegue de medios, reírnos de nuevo y bajar de las sillas a las que nos encaramábamos, dimos unos grandes abrazos y nos marchamos a casa. Aunque la fiesta siguió en la discoteca por todo lo alto.

Gracias a Irene y Juanfer por ser vosotros mismos, por disfrutar de vuestra boda a vuestra manera y con esa espontaneidad que os caracteriza. Ha sido más que un placer porque sois parte de esa familia que se elige y no podemos estar más contentas de haberlo compartido con vosotros.

Gracias también a todos los invitados, entre los que tantos amigos tenemos, gracias por muestras de cariño. ¡Nos sentimos muy arropadas y lo disfrutamos muchísimo! Con estos días que han pasado, cogemos perspectiva y parece que estemos viendo una película. Os quedó una boda preciosa.

Felicidades pareja. Felicidades familia.

Con descapotable y a lo loco

Después de tantos meses de preparativos, de detalles y de nervios, la boda de Marta y Juan llegó, ¡y lo mejor de todo es que salió redonda! Lo primero por la emoción y es que no por repetir algo en voz alta, se cumple seguro. Esta vez, los sueños se hicieron realidad con un par de «sí, quiero» de lo más divertidos. Hasta el detalle de la llegada al cóctel pudo hacerse…Lo que os decimos, redondo. Mirábamos hacia atrás y veíamos quedadas, invitaciones especiales, reuniones en días de cumpleaños, whatsapps, conspiraciones de hermanos… Estábamos deseando que llegara y disfrutar del resultado de todo ese trabajo. Pero mejor empecemos por el principio, que así nos entenderéis mejor.

El sol acompañó durante todo el día aunque cuando empezamos con los preparativos de la mañana, la brisita fresca de otoño nos recordaba que a pesar de este tiempo loco, era 28 de octubre. Un día que nuestros chicos estamos seguros que no van ha olvidar. Ese día teníamos doble boda, así que les mandamos un pensamiento de buenas energías y suerte para que a nuestros compás les fuera también genial la jornada… ¡Y en marcha!

La casa del novio estaba en pleno casco histórico. Un rincón super pintoresco en la cuesta de Santa Leocadia, que tantos resbalones habrá provocado. Tocamos el timbre y subimos, besamos y preparamos las cámaras entre saludos de la familia, que ya estaba por la zona poniéndose a punto: unos con los trajes, otras en el rincón del maquillaje. Juan por su parte ya estaba medio vestido pero muy a gusto con sus pantuflas. ¡Cómo debía ser! y por eso nos acompañó a su antigua habitación donde tenía todos sus accesorios y el resto del traje preparados para unas fotos rápidas. No podíamos imaginar que su pasión por los coches le hubiera llevado a tener las vitrinas llenas de maquetas preciosas de decenas de ellos. La colcha con banderas a cuadros, y presidiendo, la maqueta del coche más especial: el suyo, que tan importante papel iba a tener ese día. Después de fotografiarlo todo, invitación y gemelos con mini volantes de coche incluidos, pasamos al mojo de la situación: su gente.

Nos gustó el ambiente alegre, esas canciones entonadas a escondidas, los últimos retoques y los rincones llenos de fotos y recuerdos. Esa luz bonita que entraba en el salón y que iluminó como sus padres y hermanos le ayudaban a colocarse cada detalle, cada prenda. El nudo de la corbata de las manos expertas de su padre, sus hermanos haciéndole sonreír, su mamá atenta de todo y con mucho cariño poniéndole el prendido. Lo mejor, ese abrazo emocionado que le dio… ¡y es que se le casaba su Juan!

Cuando ya todos estuvimos listos, y tras dejar las pantuflas en un rincón, bajamos a la calle para hacer las fotos de familia en esa bonita parte de Toledo. Con Santa Leocadia de fondo, Juan fue el protagonista de todas las fotos, las primeras de las que iba a formar parte. Padres y hermanos, la preciosa madrina … y su tía, que también estaba feliz de verlo vestido de novio. Al terminar, y con las alarmas sonando, pusimos el GPS hacia la casa de Marta que, según las malas lenguas, estaba hoy un pelín nerviosa.

Cuando llegamos al chalet, los familiares nos condujeron entre saludos a la habitación en la que estaba Marta escondida. Nos esperaba en batita para hacer la foto del vestido colgado. Después de salirnos y mientras esperábamos unos minutitos a que le ayudaran a meterse dentro, vimos como el resto de la casa estaba muy relajada: zapatillas que combinaban con vestidos y por el salón un bebé intentando dormir. Pero fue entrar con la habitación de la novia y empezarle a abotonar la espalda… y ponernos todos frenéticos. Y es que no hay nada mejor que una laaaaaaaaarga fila de diminutos botoncitos para sacarle de quicio a una, o a dos, o a tres personas… o a todos los que estábamos por allí. Al final, se fueron turnando cuando la cosa se ponía fea. Bromas a parte, todos querían ayudar a Marta y fue un rato bastante divertido ver como se iban pasando el relevo. Mientras, nosotros no parábamos de hacer fotos, captando gestos, miradas de afecto y algunos detalles hechos para ese día, como esos pollitos bordados que custodiaban los anillos.

Terminaron y llegó el momento de esos detalles: los pequeños pendientes, la liga, los zapatos con lazo, el ramo… y con cada cosa, otra vez tenía la ayuda de los suyos mientras desde la puerta de la habitación el resto se apelotonaba para verlo todo. Su madre y su hermana, ambas codo a codo poniendo el velo en tiempo récord y el papá y chico de la casa que tampoco se quedó atrás. También su amiga le echó una mano con todo lo que pudo, liga incluida. Cuando ya no creíamos que pudiera ser la situación más emotiva, llegó la abuela Maruja, emocionada y con ese acento y ese beso que le dio a su nieta. ¡Qué bonito es tenerlos! Antes de salir, Marta tenía un detalle preparado: un par de pulseras florales para su hermana y su amiga, a juego con el ramo para recordarles lo importantes que eran para ella. Los momentos no paraban de sucederse pero aguantamos bien la emoción.

Ya la hora se acercaba peligrosamente por lo que nos disponíamos a salir al jardín para hacer las fotos de familia cuando… nos vimos rodeados de familiares, ¡y es que la casa se había llenado de gente! Besos y piropos que le fueron echando a la novia en un pasillo improvisado. Las fotos en familia fueron tranquilas, unas pequeñas y otras enormes, con sus imprescindibles, los abuelos y todos juntos para no olvidar a nadie. Después, llegaba la hora de la verdad: la ceremonia en la iglesia de Santiago El Mayor, que sabíamos que tenía un significado especial para ellos. Y no solo porque el tío de Juan sería el párroco que oficiaría la misa, si no también por ser el lugar donde los padres de ambos se casaron. Una preciosa coincidencia que ellos nos contaban días atrás.

Al llegar la parroquia, teníamos un par de misiones: ambos querían tener un detalle especial con algunos amigos y las dos hermanas. Juan les colocó a sus dos compinches de fechorías los prendidos y quería tenerlos muy cerca mientras esperaba a Marta. Ella, llegó preciosa acompañada por el flamante padrino y nada más bajar del coche, le entregó a Rebeca la otra pulsera floral que tenía guardada para ella. Un detalle muy especial para demostrarle su cariño. Después, y tras abrirse la puerta, recorrieron juntos el pasillo muy cómplices bajo la atenta mirada de Juan y su madrina, que los recibieron con cariño.

La misa estuvo llena de palabras importantes, de miradas, de canciones y de calor de su gente. Esa calidez que transmitían y que estamos seguros que a la pareja les hará recordarla para siempre. Como tampoco nosotros podremos olvidar las ofrendas, con sus significados: ese coche, esa flor y ese globo terráqueo. Y como momento más divertido el del rito del matrimonio donde Juan pronunció solemnemente «Yo, Marta, …» y que nos sacó una sonrisa. Momentos importantes, nervios a flor de piel pero amor y ternura en el aire que es lo que más cuenta.

Al acabar de firmar, los invitados se les acercaron en tromba y a ellos la sonrisa no se les podía borrar de la cara. Nunca lo habíamos visto, doble felicitación por parte de los invitados, dentro y fuera de la parroquia. ¡Qué grandes! Nos hicimos algunas fotos en familia en el altar con el tiempo corriendo pero con buen humor. ¡Ya eran marido y mujer! El arroz y traca a la salida nos recordó que nos quedaba mucho por vivir, y con esa bendición, tras descapotar el coche de la pareja, nos fuimos todos hacia el precioso Cigarral de Santa María, lugar del banquete.

No queríamos que se perdieran nada y aunque las horas se nos habían ido un poco de madre, tuvimos tiempo de hacer un par de paradas. En el Puente de San Martín no estuvimos más que unos minutos, un paseo para grabarles animados, enamorados… con algún beso robado… pero perfecto para recordar el día de mañana. Después, y paseando entre felicitaciones y coches haciendo sonar el claxon, entre besos llegamos a la siguiente parada: un rincón único que había sido protagonista de la imagen de su invitación. Y como puede pasar en todas partes, cambiamos un poco el guión por cosas del directo… pero no por ello la panorámica fue peor. ¡Gracias por hacernos recordar ese sitio con aún más cariño!

La llegada al cóctel fue por todo lo alto, con el descapotable hasta la misma terraza y más contentos que una perdiz (Juan, lo conseguiste!). Después de eso, el brindis merecido y las primeras conversaciones, un poco de cóctel y… una pequeña escapada para unas fotos de cuento entre las viñas. Después, disfrutaron entre su gente entre los rayos del sol y haciendo algunas fotos en grupo con un ambiente más distendido. El tiempo pasó volando y poco a poco la gente fue entrando al salón para ocupar su sitio y darles un caluroso recibimiento con servilletas en el aire y una buena canción. No había modo mejor de empezar la comida.

Así fue desarrollándose: buenos olores (de los que nosotros también disfrutamos), vítores y algún grito pidiendo más besos. El corte de la tarta era la señal, ambos les tenían preparados a sus padres y a sus abuelas una sorpresa. A sus padres, un regalillo y unas bonitas tarjetas con mensaje que no esperaban y que hicieron saltar alguna lagrimita. Para las abuelas Socorro y Maruja, dos ramos como dos soles. Después, el tiempo empezó a acelerarse y terminamos la comida entre conversaciones, con los novios y los familiares entre los invitados y las cestas de los regalillos de una mesa a otra. Mientras, la gente se iba escapando con la excusa de tomar el aire y de pillar alguna golosina del Candy Bar. Fue el pistoletazo de salida de la fiesta.

Fue un baile con elegancia el de ellos, primero juntos y solos en medio del círculo de gente que les miraba y grababa; después con padrino y madrina, y parecía que tenían bastante práctica… ¡El movimiento de Marta con el vestido era precioso y se lo pensamos copiar! Sirvió para abrir una pista de baile que nunca quedó vacía. Fue un no parar de pasodoble, bachatitas y canciones divertidas que hizo las delicias de todos en esa terraza y entre luces de colores mientras caía la tarde. Tampoco el photocall se aburrió pues en esa zona las pelucas y los bigotes volaban para acompañar a parejas y grupos con ganas de echarse unas risas. Además, otro tierno detalle familiar fueron las postales con fotos, sorpresa preparada para emocionarles donde muchos de sus invitados habían elegido buenos momentos juntos tras los que escribirles una dedicatoria. La cara de la pareja al ver las tiras de fotos fue un poema. ¡Misión cumplida, equipo! Ambos rincones quedaron preciosos, un trabajo digno de admiración de las familias de la pareja, a las que felicitamos desde aquí.

Solo nos queda acabar esta crónica dando las gracias a Marta y Juan por confiar en Sánchez de Rojas Fotografía para acompañaros en este viaje. Por vuestra cercanía y el cariño de todos los invitados con el equipo. Fue un placer estar allí. Os deseamos lo mejor.

Georgina y Guille, Guille y Georgina

Así empezaba ese discurso del padre de la novia al finalizar la ceremonia, que emocionó a los invitados , y al equipo incluido… Georgina y Guille, Guille y Georgina. Y es que, al fin y al cabo, una pareja es eso, capicúa. Pero empecemos por el principio. Era temprano cuando nos empezamos a preparar para el sábado intenso que nos esperaba, desayuno fuerte, una buena ducha para espabilarnos y ultimar los últimos detalles de esas enormes mochilas que se vuelven parte de nuestra piel en el gran día.

Emprendimos viaje después del reencuentro madrugador del equipo y nos dirigimos al Hotel Beatriz donde Guille esperaba acompañado de una preciosa y discreta familia compuesta por hermana y padres. Todos estaban en el pasillo pues estaban dejando la habitación impoluta para que los preparativos fueran lo más cómodos posibles, ¡no hemos visto sitio más ordenado! Con una enorme sonrisa, que no desapareció en todo el día, Guille, nos ofrecía su ayuda para cargar con todos esos macutos que juntos, ocupaban más que nosotros. Pero pronto los escondimos en los rincones de la habitación  y nos pusimos manos a la obra. Primero fotos de detalles; al esmoquin, los gemelos inscritos con un G, la preciosa corbata, los zapatos… y luego tocaba que una madrina nada común, especial, natural, y elegante con la ropa más sencilla, le ayudase a vestirse y dejar todo lo más perfecto posible, ¡eso sí! El nudo de la corbata no fue asunto de la madre, esta vez le tocó al papá del cuál le venia esa inmensa sonrisa a Guille. Luces, contraluces, reflejos, y Toledo al fondo presidiendo. No hay mejor estampa.

Dejamos al novio hecho un pincel y nos fuimos a ver a la novia esta vez, al Cigarral El Bosque. Después de recorrer esos largos pasillos que rodean las habitación nos encontramos al final, una puerta entornada con olor a maquillaje y peluquería. Así era, la habitación estaba llena de estuches de maquillaje, planchas de pelo, y un vestido que asomaba tímido entre las cortinas… Las sonrisas pronto se escucharon, y es que la alegría de la fiesta, es sin duda la novia. Estaba guapa sin ni si quiera haberse maquillado, no le hacía falta. Colocamos todo en la terraza, para aprovechar luces y sombras, y recoger las mejores iluminaciones para pequeños detalles como anillos, ramo y pendientes. Todo apunto para que una Georgina , apenas nerviosa hasta el final, luciese. El tiempo pasaba demasiado deprisa y  pronto teníamos que salir para la Iglesia, envuelta por el sol de octubre, que no de otoño. Los últimos retoques al maquillaje de la novia, velo bien sujeto y pendientes con un «click» para que no se perdiesen pues eran regalo de la madre del novio, futura suegra, o cómo cuentan padrinos con un don de la palabra y del chiste… en Ruso,»es-torrr- bas» . Todo apunto, nada más salir vimos el coche/cochazo que esperaba en la puerta. Un majestuoso descapotable azul llamado Merceditas en el que cualquiera quería despeinarse, y alguna del equipo lo hizo…

A la Iglesia llegamos repasando equipo y momentos. Los invitados, valientes y atrevidos, esperaban bajo un Lorenzo caluriento y sonrojado. Pero la novia no se hizo esperar y todos pasaron dentro ¡Casi se encuentran novio y novia en la entrada! Menos mal que la música cumplía un perfecto guión. En la ceremonia apreciamos esos gestos de amor, las caricias y los juegos de manos donde se cuentan más cosas que con las palabras. Acabó con un bonito discurso que mencionábamos al principio, del padre, cómplice y padrino de la boda. Un autentico monologuista del amor, una autentica demostración de cómo se pueden juntar en un mismo momento lágrimas y sonrisas y que quedará para la posteridad. Firmas, infinitos testigos y una única foto rápida de todas las familias juntas pues al reloj parecía que se le había caído las agujas y se movía más rápido que nunca. Pasamos al plan C, o H, ya no sabemos cuál fue. Pero para no perder cóctel tuvimos que suprimir los paseos por la Ciudad Imperial, aunque los hicimos por los impactantes y envolventes ciprés que se encontraban en el Cigarral Ángel Custodio, un sitio mágico y que enamoró a más de uno.

Allí fue el banquete, lleno de gente de todos los puntos del mapa; catalanes, malagueños, segovianos, toledanos, madrileños…. durante el cóctel ricos platos, puestos de paella, huevos de codorniz, rico jamón con cortadores de jamón Carlos Muñoz, y por supuesto, vinos a elegir e infinitas cervezas bien fresquitas para soportar mejor el calor. Foto con familiares, amigos, grupos de trabajo… y más de un piropo y una broma entre los grupos. Ese día el reloj parecía pasar más rápido y eso que se tenía que atrasar! pero pronto tuvimos que bajar a la comida, no sin antes hacer un cambio de look a la novia desmelenada para darlo todo durante la fiesta. El rincón era tan bonito que decidimos secuestrar al novio y realizar algunas fotografías de la pareja que no pudimos hacer antes.

Ahora sí, música alta, brindis de la pareja, baile entre las mesas y ¡a comer! La comida fue tranquila hasta que llegó el postre, entonces el padre realizó un brindis por los novios y le sucedieron los amigos y Pablo, el hermano pequeño de Georgina, todos recordaron momentos que marcaron su amistad, confesaron secretos de familia, les desearon la vida más feliz  y que ellos pudieran compartirla. Ramos para amigas, y madres , regalitos para los invitados, y….¡Pero que madre más bailonga la del novio! Todos alucinamos, pues nadie sabíamos de la sorpresa… ¡menos mal que nos pilló allí! Pronto se fue animando toda la familia de Guille creando un flashmob que hizo saltar hasta al más parado. Una buena manera de tomarse el café.

Después, con un buena voz de la novia, todo el mundo fue subiendo a la pista de baile a la que no le faltaba de nada, chuches , fuente de chocolate, photocall, y por supuesto…barra libre!!! El baile se abrió con la novia y el padrino para dejar paso a los novios. Un vals estudiado y ensayado, según fuentes cercanas, «en un pequeño cuadrado del salón» . Salió redondo. Después, no hubo pies que parasen, entre ellos los nuestros. La fiesta más ánimada sin niguna duda, pese al buen tiempo, y la temprana hora.¡ Aquello era una verdadera fiesta! Lo fue tanto que nos fuimos cuando se encendieron las luces, como en el cine.

Gracias pareja por confiar en nosotros, por hacerlo todo tan divertido y natural, por el cariño y las sonrisas. Ahora toca amarse y ser feliz. ¡¡¡Enhorabuena!!!!

 

 

 

Grabame como un sello en tu brazo, como un sello en tu corazon

El sábado la emoción de las bodas fue diferente, teníamos esos nervios del principio que nuestro trabajo nos da, pero se mezclaban con otro sentimiento diferente, el cariño, la amistad. María y Josevi iban a celebrar lo que llevaban compartiendo muchos años; besos, caricias, sonrisas, lágrimas,amor…y muchas personas lo celebramos con ellos.

Para ser mediados de octubre, el tiempo otoñal era un simple espejismo pues parecía más el inicio de la primavera. El tiempo respetó, y Lorenzo quiso ser uno más de los invitados. Primero fuimos a visitar al impactante novio, estaba guapísimo, él y toda la familia, hemos de reconocer que las chicas especialmente estaban impactantes. Menuda familia… la casa tenía ricos aperitivos por si entraba el hambre, refrescos de todo tipo y tres hombrecillos revoltosos que ponían el punto infantil y alegre al momento. Entre ellos, Jose Vicente Junior, el principito de María y Josevi que iba con sus bonitos calcetines con pompones y su pequeña pajarita. Fotos familiares, contraluces llenos de abrazos entre hermanos, caricias y miradas de admiración de una madre… tenía de todo lo que tenía que tener un día tan especial. De repente llamaron a la puerta, era Álvaro, el abuelo paterno del pequeño José Vicente ¡ mamá le esperaba! Ya estaban todos listos y los detalles rematados, tocaba trasladarse para ver a la preciosa novia.

Al llegar a la casa vimos a un chico muy elegante y un coche rojo con detalles que delataban, ¡ habíamos llegado! Nos recibieron los hermanos de María y un pequeño Josevi qué enseguida presentó a sus primas Valentina y Carmen. Pero ¿Dónde estaba la novia? todo apuntaba a que estaba arriba , en su cuarto. Al abrir la puerta nuestros visores se empañaron, estaba impactante, aquel vestido de un principio, se había transformado en otra piel, las uñas de los pies destacaban por un negro del que la novia se enorgullecía, y cómo no hablar del peinado… ya hemos encontrado peluquera para el día de nuestra boda, Carol. Un precioso recogido lleno de paniculata y con un toque desenfadado daba el punto final a aquella mujer vestida de blanco. El cariño y la amistad hicieron mella, la cámara quedó a una lado por un segundo y las lagrimas brotaron sin ningún control. Seguimos haciendo fotos, la sonrisa no paraba, las bromas y el traqueteo de la familia que subía y bajaba rematando los últimos detalles, tampoco.

Su pequeño, al verla, la abrazó tan fuerte que Carol tuvo que echar bien de laca porque ese no era el único abrazo que iba a recibir. En el salón todos esperaban impacientes, alegres, elegantes…la radiante novia deslumbró y las fotos se sucedieron unas a otras; padres, hermanos, hermanas, tíos, primos, y Mina. La abuela tampoco  podía faltar, y no lo hizo, su cuadro emocionó hasta a las fotógrafas y la imagen quedó para el recuerdo. Tampoco el resto de abuelos que gracias a la fotografía les pusimos cara. Después, alboroto, giros de muñeca para mirar el reloj, gente buscando cosas… todo apunto para salir hacia la iglesia!

Allí nos plantamos en cuestión de minutos,en el Cristo de la Vega, nada mas salir del coche vimos a una pareja muy especial para nosotros, Mariví y Antonio y a la princesita que alegra a cualquiera que vea esos ojos azules, Valentina.  Ya había gente que esperaba impaciente la llegada del novio y la novia, otros que se asomaban de manera intrigante a ver quién venia, y algún grupo de jubilados haciéndose selfies… de repente, un sonido, mejor dicho… un rugido. Un rugido de 18 moteros a caballo de preciosas maquinas de dos ruedas que tenían la función de escoltar al novio. Nosotras en medio, disfrutando del humo, de los saludos a cámara y del asfalto ardiente.

Pronto llegaría Maria así que no podíamos demorarnos mucho mas. Ella, acompañada del mejor caballero de corta edad, bajaba del coche con una sonrisa de oreja a oreja.. saludó a todo el que estaba a su alrededor y destacó entre chupas de cuero y tubos de escape. No llevaba prisa, quería disfrutar del momento. Los invitados esperaban en la puerta y el novio, cómo no, en el altar. Era fácil, un pasillo corto y un sí quiero pero las infinitas anécdotas retrasaron la misa; los niños de arras: Ruben, David, las dos Valentinas, Carmen y Jose Vicente, no aguantaron mucho dados de la mano y el camino para ellos, parecía no tener final… detrás la novia, bueno, la novia, la madre de uno, la madre de otra… ¡al final fueron ellas las niñas de arras!

Por fin llegó ese momento de reencuentro, de magia, donde una naturalísima María fue a besar al novio pero antes de hacerlo se lo preguntó al sacerdote que la frenó diciéndole  «eso mejor luego». Entre anécdota y anécdota la que da título a este blog «Grábame como un sello en tu brazo, como un sello en tu corazón, porque es fuerte el amor como la muerte, es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego, llamarada divina: las aguas torrenciales no podrán apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable». Así comenzó todo, con  una lectura en una pantalla de móvil, un sacerdote sujetando el micro apagado y una novia que mostraba la calma que ninguno teníamos. Fue toda una declaración de amor.

El sí quiero llegó pronto, los niños correteaban, jugaban con los móviles de los papás, y la gente se abanicaba con cualquier objeto que diese algo de aire. Al acabar, el ramo se ofreció a la Virgen y  esta vez la salida fue única ; ¡ no hubo arroz! Después de recorrer esa casi impoluta alfombra blanca, los invitados esperaban impacientes para dar un abrazo a los novios. Achuchones, palabras bonitas, y deseos de felicidad brotaban en una noche ya casi cerrada.

«Dos»fotos debajo de una luz que indicaba el camino y.. a ¡Monterey! Allí esperaban los invitados entre copas de champan y pequeños canapés. En el cóctel tuvimos la difícil misión de juntar a las familias, pero eran tantos que se nos escapaban en el menor despiste. El tiempo era fantástico, los niños correteaban por un lado y por otro y la gente disfrutaba charlando con Toledo de fondo.

Pronto subimos a cenar, teníamos mesa con invitados y disfrutamos cómo tal. Después de anécdotas, ricos platos y algún «que se besen» acabó la cena. Colonias para las mujeres y un bonito oleo para los hombres..

Tocaba bailar… los niños todavía tenían marcha, tanta, que ambientaron la discoteca y fueron los primeros en mover el esqueleto. Los novios se hicieron esperar pero abrieron con un baile lleno de miradas y caricias para dejar paso a las caderas dislocadas, las coreografías sin sentido y los pasos de baile mas improvisados.

Fue una día genial!!! Gracias a todos por vuestras palabras, y vuestros abrazos, gracias María y Josevi por confiar en nosotras, por hacerlo todo tan fácil, por tratarnos como a uno más y por tanto y tanto cariño.

Sed muy felices pareja!

 

Infinito x Infinito

Todas las bodas suelen tener algo especial… pero es que la del sábado fue fuera de lo común. Y no solo en la infinidad de detalles pensados para ese día, si no por la gente, el sabor del sur, las nubes del Greco y una pareja con luces en los ojos.

Zocodover era nuestro primer destino cargadas de mochilas y buen humor. Por suerte el calor esta vez no era protagonista, aunque las cuestas de la ciudad imperial parecían más empinadas que nunca. Entre turista y turista llegamos a casa de la novia recorriendo el casco histórico y como todavía no había llegado, saludamos a la familia y decidimos ir en su busca. Nada más bajar nos la encontramos en el portal, estaba preciosa con su vestido blanco, esa onda en el peinado y su colgante de infinito, tranquila y tan cariñosa como siempre. La boda no parecía hacerle estragos y seguía siendo «un mar en calma» como ella misma dijo. Maria José, que así es como se llama la novia, hizo de guía por el que fue su hogar, plagado de ramos de flores en cada esquina y bonitas historias que ella conoce muy bien.

Al subir, nos dispusimos a hacer fotos de los detalles: unos preciosos Manolos azules que le había regalado su hermana, unos pendientes que encajaban a la perfección con el vestido, el sello tan especial que adornaba el meñique, y cómo no mencionarlo… el velo de la bisabuela Malola, que había pasado de generación en generación y que estuvo presente toda la boda. Mientras disfrutábamos entre bodegones, el papá de la novia nos sorprendió con un cuadro vivo a través de las ventanas del salón, allí estaba, nuestra majestuosa Catedral a un lado y la Iglesia de San Ildefonso al otro, salpicando la foto de tejados de diferentes tonos. Nos volvimos locas, la familia se reía mientras sonaba música alegre y la vuelta a España hipnotizaba al padrino y al hermano de la novia, lo podemos demostrar en foto.¡Cómo nos gusta lo natural! Pero teníamos que controlarnos, por supuesto, no podíamos ponernos a cantar aunque sí tarareáramos por lo bajo. La cosa pintaba muy requetebién y es natural…

Llegó el momento de vestirse, todo estaba preparado y la luz del salón nos regalaba contraluces y siluetas dignos de ese día. Botones, cancán, zapatos, y demás detalles que colocaron muy cuidadosamente su madre y su hermana, ya listas para la celebración. No faltaron ni sonrisas ni emoción contenida en las fotos familiares y en los abrazos con la niña, con María José. Pero el reloj movía sus agujas demasiado deprisa y teníamos que partir así que abriendo la puerta, cuando ya nos disponíamos a coger el ascensor, los sobrinos y los abuelos sorprendieron a la novia llegando en trompa y la cámara hizo unas cuantas fotos más. ¡Qué suerte de tener unos abuelos así!

Ahora sí, mochila a la espalda, estiramientos… ¡y a correr!! En la Puerta del Reloj de la Catedral estaba Manuel, el novio, que esperaba sonriente. Estaba espléndido, siempre decimos de la novia pero estaba vez hemos de reconocer que el novio no podía brillar más… según fuentes cercanas.. «la felicidad» era la culpable. Nos encontramos con mucha gente querida; Puris, Joaquínes, Miguel, Pilar, María, Fran, Paco, Álvaro, Inma, Chato… y más invitados que conocimos ese día y con los que fue un placer compartir momentos. El momento no podía ser más especial, Manuel, todavía en la entrada, había esperado a María José que se encontraba justo detrás, una distancia de pocos metros y unos minutos que podían parecer horas pues llegaba el momento de casarse.

La ceremonia fue tremendamente especial, risueña y llena de caricias y mimos entre los novios con la Virgen del Sagrario presidiendo desde el altar. A la salida, el arroz , una vez más fue bomba, y se llama así solo por que se lanza como si fuese tal, demostrado. Felicitaciones acompañadas de besos, abrazos, y acento gaditano en cada rincón. Después, unas cuantas fotos con la señorial madre del novio, el divertido padre y su elegante hermana. Y otras pocas con resto de familia y amigos. También con sus correspondientes bebedizos, Martín y Lucas que hicieron que se les cayese la baba a los novios ¡parecían padres de gemelos!

Después nos fuimos todos hacia El Cigarral de Las Mercedes, ese lugar mágico para disfrutar de la celebración. Bajo un árbol, «infinito x infinito», la frase que envolvió la boda. Y ¿ qué significa? Se preguntaban todos los invitados. «Infinito x infinito» es todo lo que se quieren los novios, multiplicad, ya veréis cuanto… Al fondo de ese patio salpicado de luces, un rincón dedicado para la familia del novio, la mesa «Con B de Barbate» llena de mojama y ostras, y adornada de blanco y azul. En la otra parte, las paellas y el jamón cortado de la mano de Carlos Muñoz y Marta, ¡qué rico!. No faltó de nada, incluso el viento que de vez en cuando venía a visitarnos, ¡quedaba bien y acorde con la boda! Pasaron un buen ratito del cóctel y cuando llegó la hora, pusimos rumbo hacia El Mirador, donde las mesas estaban preparadas, todas con una firma de algún célebre artista , diseño del propio novio, y la comida lista para servir.

De fondo, crisol de la raza ibera, la mejor estampa que puede tener un toledano. La cena fue tranquila, eso sí, los ramos a las madres y a la abuela no podían faltar y como en el postre ya habíamos pasado las 12:00 horas… ¡era el cumple de la mama del novio! Ellos le tenían preparada una tarta muy andaluza que adornó la mesa para presenciar todas las felicitaciones. Los invitados, acurrucados con mantas, no parecían sentir frío, pues disfrutaban y reían y acababan sus cafés calientes… la música ya se oía de fondo y los niños corrían que volaban repartiendo regalos junto con los hermanos de la pareja. ¡Ya quedaba poco para que comenzase la juerga!

El baile se abrió con un vals entre padre e hija que más tarde sería el novio el que acompañase sus pasos. Un divertido pero emotivo discurso de los amigos del novio,»Barbate», maravilló a todos los invitados e hizo a llorar a más de uno. Después tocaba bailar de verdad y no parar. Hemos descubierto que la novia debe tener familia habanera porque ese movimiento de cadera ¡no lo tiene cualquiera! Y no había sevillana que se le resistiese al novio.. como se nota la sangre andaluza. Todo el mundo movió el esqueleto como si no hubiera un mañana y nosotras algún pasito también dimos.

Gracias a todos, por vuestro cariño, vuestras sonrisas y vuestras palabras. Gracias María José y Manuel por confiar en nosotras y por hacerlo todo tan fácil. Fue un placer.

¡Qué seáis muy felices!

Paris la ciudad del amor

¡Vaya tarde la del domingo! Lo pasamos fenomenal con una pareja risueña a mas no poder y con alguna que otra sorpresa especial…Elena y Jesús estaban listos para soportar este calor infernal que tiene Toledo en agosto, bueno, últimamente en agosto, en septiembre, en octubre… y hasta en diciembre si me apuras!

Así que … mochilas preparadas, conjuntos mas que acertados y algun que otro complemento para el coqueto de la pareja. El Mercedes rojo nos siguió hasta uno de nuestros ya conocidos paseos. Entre risa y risa nos contaron que son ya nueve años los que están juntos… ni más ni menos! Así que desde aquí hago mención a que alguien del equipo debería casarse… pues no hay pareja que supere los años que lleva ella… podéis intuir quién es.. aún así en nueve años caben millones de experiencias y de amor.. y una de ellas era Paris, ese viaje secreto de aniversario que parecía esconder la ya mítica broma de «te quieres casar conmigo» y que Elena no creyó en ningún momento… hasta que el novio se puso serio y entonces comenzó todo este año mágico donde los novios hacen millones de preparativos y poco a poco se van acordando de Paris y de que en que momento fueron… pero luego el día merece la pena!!! No os desesperéis que no queda nada!!!

El sol iba cayendo poco a poco y nosotros cambiamos de lugar a otro todavía mas especial… en él lo pasamos mejor todavía pues la vergüenza había desaparecido por completo y había nuevos cambios de look! Con Toledo de fondo los mimos y las caricias llegaron si avisar pero no podíamos entretenernos mucho porque esta preboda hemos dicho que era especial… y es que una veintena de amigos les esperaba en la vega tomando un rico granizado de limón y alguna que otra cerveza… las fotos divertidas y las carcajadas tenían su momento entonces. No podíamos parar de reir. ¡ Vaya demostración bonita de amistad ! Y así lo reafirmaba uno de los tatuajes del novio… «friendship» que tenía junto con otros cuatro amigos…alguno de ellos lo tenia en sitio comprometido pero entre el cariño a Jesús y el calor que hacía…no le importó enseñarnoslo!!! Fue una tarde rodeada de anécdotas, de cariño y de personas que lo hacían todo fácil! Así da gusto!

Nos vemos en la boda y seguimos haciendo gamberradas!!!